just survive somehow

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
Other
G
just survive somehow
Summary
Volver al pasado podía ser peligroso, pero el presente era desolador. Sí, la guerra había terminado, pero le había quitado a todas las personas que amó. Ahora, sabiendo de antemano todo lo que podría suceder y con toda la información necesaria a su disposición, sólo puede arriesgarse a volver al pasado y enmendar los errores de todos, incluidos los suyos. Aunque eso signifique perder a la única persona viva a la que ama.
Note
Empecé escribiendo esto como un one-shot... No sé que sucedió, pero sucedió. De nuevo.
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capítulo dos

Cuando Harry despertó y notó la vieja incomodidad de su pequeño colchón en el suelo, el de la alacena de debajo de las escaleras, supo que lo había conseguido. La victoria, una vez más, dejaba un regusto amargo en su boca. Recordó las últimas palabras de la única persona viva que amaba en su época, justo antes de la luz lo engullera.

Búscanos, mocoso, te amaremos en cualquier tiempo. Búscanos.

Tragó duro tratando de alejar los pensamientos de su mente, reforzando los escudos de Oclumancia. No era momento de ponerse sentimental, no estaba aquí para eso de todos modos. Salió de la alacena procurando no hacer ruido, no queriendo despertar a los Dursley antes de tiempo.

Un vistazo en el calendario de la sala de estar le confirmaba el hecho: 11 de junio de 1991, lo había elegido sabiendo que tendría el tiempo suficiente para prepararse antes de ir a Hogwarts. Alistó una pequeña mochila con algunos ahorros robados de los Durlsey y un viejo diario que había logrado traer con él y partió hacia Gringotts incluso antes del amanecer, se dio cuenta. Lo primero era lo primero: necesitaba dinero y un lugar donde quedarse antes de que llegara el momento de asistir a Hogwarts.

Al contrario que la última vez, Harry quería ir preparado. Sabía exactamente lo que se iba a encontrar, pero quería cambiar las cosas a su favor. Entrar en un mundo nuevo sin conocimiento de nada y sin ayuda para obtenerlo había sido, tal vez, uno de los peores errores que había cometido, pero Dumbledore entraba en la ecuación, lo había hecho a propósito. Después de tantos años, podía comprender, si lo pensaba fríamente, como su razonamiento tenía sentido. Al final, el hombre era un estratega de guerra en medio de una, con una profecía —que después había descubierto que era falsa— marcándolo como el único Salvador. Comprendía sus acciones, aún si no las compartía, pero esta vez no cometería los mismos errores de antaño. Mucho menos permitiría el abuso del director, porque sí, comprendía el financiamiento que necesitaba para la guerra, pero no necesitaba que saliera de sus bóvedas. Y era esa, junto a algunas otras razones, las que lo habían llevado a tener un resentimiento profundo por el hombre.

No era idiota, él sabía que Dumbledore sacaba dinero de sus bóvedas, pero nunca imaginó cuánto. Al momento de revisar, toda su herencia había sido diezmada y apenas sí le había alcanzado para completar sus planes antes de regresar al pasado. Sabía también que parte de ese dinero había ido a los Weasley —sólo indicaba al matrimonio, a Ron y a Ginny, la que era su prometida en su época y la que le había desvelado la mayoría de información, porque la muy cínica se sentía "culpable" después de tantos años—y, aunque no tenía muy claro el motivo, sabía que se debía a su relación con ellos. Aún si el cariño posterior había sido genuino, al principio habían sido manipulaciones y mentiras. Ese era otro error que no iba a volver a cometer, muchas gracias. No necesitaba más de eso.

Agradecía que el regreso en el tiempo no hubiera significado un cambio de mentalidad ni hubiese borrado todos sus recuerdos, aún si tenía que admitir que era extraño manejarse en ese cuerpo de nuevo pequeño y escuálido, acostumbrado más a su cuerpo grande y firme por las horas entrenadas para la batalla —y, posteriormente, por las horas golpeando cualquier cosa para calmar la rabia—. Por suerte, su madurez y sus conocimientos seguían ahí. Su yo del futuro se había fusionado con el yo presente, gracias a que su línea temporal fue completamente eliminada. Le había costado tres años dar con la combinación correcta de hechizos y runas, pero lo había logrado.

No pudo evitar sentirse un poco orgulloso por eso, aún si eso había significado la desaparición de toda una línea temporal y las personas que vivían en ella. No podía importarle menos si tenía que ser honesto, salvo por una persona. Pero lo importante era evitar esa guerra final, costara lo que costara. Por desgracia, siempre requería un sacrificio de su parte.

Sonrió de lado al llegar a una zona alejada y despejada de personas y se apareció en un callejón oscuro del Callejón Diagon. No sabía si iba a funcionar, teniendo en cuenta que volvía a ser un enclenque de 10 años, pero por suerte lo había hecho. La idea de coger el autobús noctámbulo no era demasiado tentadora, no si quería mantener su estómago firme.

Con paso decidido y agradecido de que todavía no hubiera nadie pululando por el Callejón debido a la hora temprana, entró a Gringotts. La sensación era la misma que la primera vez; todo el mármol y el oro, la opulencia de la construcción, le hacían abrir la boca con asombro. Era de una arquitectura exquisita, cada detalle bien pulido, cada cosa en su lugar. Y si bien ésta vez se mezclaba con el recuerdo de un banco totalmente en ruinas lleno de cadáveres de duendes y magos por igual, no podía evitar la fascinación que sentía por el edificio.

A Harry, sinceramente, no le importaría en absoluto que lo dejaran recorrer todo el banco a su antojo sólo para seguir maravillándose.

Una vez llegó al mostrador, un duende de aspecto severo le dedicó una mirada escrutadora antes de asentir y hacer un movimiento de cabeza para que lo acompañara. Sorprendido y algo asustado —los duendes seguían siendo duendes y no eran precisamente conocidos por su amabilidad—, lo siguió en religioso silencio por los largos pasillos ornamentados a más no poder, casi de estilo barroco, mientras trataba de no perder detalle de su alrededor. Cuando pararon en frente de unas puertas de oro macizo, se estemeció un poco. No estaba entendiendo nada, pero de momento no tenía una lanza o daga apuntándole directamente al pecho, así que podía mantener la relativa calma. Todavía no era momento de huir.

El duende le indicó que se sentara, una vez dentro de la sala, y le dirigió una mirada severa antes de hablar.

—Señor Potter... —Su tono era firme, aunque respetuoso.— Los oráculos nos informaron de sus acciones. —Tuvo que morderse la lengua para no soltar un jadeo. ¿Oráculos? ¿Acciones? ¿Sabían ellos lo que había hecho con su línea temporal? ¿Pero cómo? Y si lo sabían ellos, ¿quién más lo hacía? Harry sintió que todo su plan comenzaba a fallar y ni siquiera había empezado. ¿Cómo diablos sabían eso? Tuvo que reforzar sus escudos antes de entrar en pánico. El duende, como si le leyera la mente, sonrió algo malicioso.—No se preocupe, nadie más usa los oráculos de los Antiguos Maestros además de nosotros.

Asintió todavía contrariado, aunque levantó una ceja antes de preguntar.—¿Debo asumir, entonces, qué ustedes son conscientes de mi salto temporal?

El duende asintió solemne.

—Y de las razones que lo empujaron a hacerlo. Estábamos esperando su visita, dispuestos a ofrecerle un trato a favor de que las acciones pasadas no se den en esta línea temporal.—El duende guardó silencio esperando un signo de que podía continuar mientras seguía con la mirada fija en sus ojos. Harry movió la mano impaciente, lo que causó otra sonrisa maliciosa de la criatura.—Lo ayudaremos en lo que necesite mientras usted de su palabra de que procurará que no corramos el mismo destino que la primera vez.

Harry podía ver el punto y los beneficios del trato. Si su plan salía como esperaba, mantener a Gringotts en pie era una de las consecuencias más directas de éste. No perdía nada, en realidad. Él sólo prometería procurar hacerlo, nada más, y era algo que tenía que hacer de todos modos si quería seguir manteniendo la economía del país.

El recuerdo del pasado lo sacudió momentáneamente pero se obligó a no pensar en eso. Ya no existía nada de esa vida, salvo él y sus recuerdos.

—Tienen mi palabra de que así será.

Sus palabras complacieron al duende, quién le dio una breve inclinación de cabeza mostrando respeto para después mostrar un rostro totalmente serio a la vez que sacaba unos pergaminos de un cajón del escritorio.

—Bien, solucionado ese asunto... ¿Necesita solucionar el tema de sus bóvedas, los robos y las herencias?

Con una mueca llena de ironía en el rostro pero determinado más que nunca a comenzar Hogwarts con todas las cartas a su favor, Harry asintió. Por lo menos, se dijo mientras veía al duende hacer aparecer pergaminos, un par de plumas y un bote de tinta, empiezo la partida con unos aliados sumamente poderosos.

—ssxhpxlm—

Las tres semanas que siguieron a la reunión fueron, como mínimo, interesantes.

No había vuelto con los Dursley y, mientras un glamour disimulaba su verdadera persona, había visto miembros de la Orden pululando por el Callejón y preguntando por "un chico escuálido de ojos verdes". Que Dumbledore estuviera al tanto de su desaparición no era una sorpresa, él sabía que el hombre había estado al tanto de su vida con los Dursley sin mover un sólo dedo para parar el abuso, que cada vez se hacía peor. Como bien sabía, necesitaba a un niño hambriento de cariño al que poder manipular dando migajas de afecto; había sucedido en el pasado, con él tomándolas como si fueran el universo entero. Nunca se sintió más patético como cuando se dio cuenta de que en realidad, el hombre al que tanto admiraba, había estado manipulando su vida desde que tenía tan solo un año, tratándolo como un simple peón y condenándolo, a él y a muchos otros, a un futuro horrible lleno de pérdidas y miseria por seguir sus planes. Harry se aseguraría de que esta vez el tipo no tuviera absolutamente nada que decir en su vida.

Mientras veía con diversión durante sus paseos por el Callejón a los miembros de la Orden buscarlo, la mayoría de su tiempo lo dedicaba a perfeccionar su plan. Eso incluía aprender y leer mucho más, practicar la magia sin varita que le había llevado años desarrollar y que ahora manejaba perfectamente, logrando hacer magia como si realmente estuviera usando una, y recordando lo estudiado en los primeros años en Hogwarts para no perder su tiempo ahí estudiando de más para los exámenes. Ese era otro punto que iba a cumplir indudablemente: iba a terminar sus estudios y graduarse. Aunque la idea de ser Auror no le atraía, el punto de conseguir su diploma como mago lo llenaba de excitación, era algo que le había sido arrebatado por Voldemort y su maldita guerra.

Además, ya no debía preocuparse por que Dumbledore fuera su tutor o tuviera que volver con los Durlsey en verano; los goblins se habían encargado de ello. Con un par de vacíos legales de por medio, se habían asegurado de que Harry fuera su propio hombre, concediéndole sus señoríos —que tendría que ir a reclamar al Ministerio en algún momento— y su propia tutela mágica y abriendo totalmente la herencia para él.

Ahora la siguiente cuestión era una de las más importantes, necesitaba contactar con Severus Snape, Lucius Malfoy y Remus Lupin, por encima de cualquier otra persona. El resto, o bien necesitaban esperar un par de años, o bien no eran tan importantes. Gracias a los goblins pudo organizar una reunión con cada uno, escondiendo el verdadero motivo de ésta y asegurando que los propios duendes informaran a los presentes de las circunstancias antes de reunirse con ellos. Eso era importante, los goblins no mentirían a favor o en contra de ningún mago; para bien o para mal, resultaban brutalmente honestos. Ellos no desconfiarían de un duende, pero menos lo harían del propio rey Goblin.

Eso sucedería mañana. Ese día, por lo pronto, Harry tenía un par de visitas nada agradables que hacer, comenzando por Umbridge.

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