Si Estás Dispuesto

Harry Potter - J. K. Rowling
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Si Estás Dispuesto
Summary
Severus Snape había elegido un camino hacía mucho tiempo y no creía que merecía el perdón o ser feliz. Sin embargo, aprender a aceptar que no es la única persona capaz de cambiar lo llevará a un futuro mejor con la familia que nunca había tenido. Criar a Harry con Sirius nunca había sido parte de su trato con Dumbledore, pero de alguna manera se había convertido en su papel más importante. [Comienza al final de El cáliz de Fuego].
Note
Esta historia la escribió la increíble VeraRose19, quien me ha dado permiso para hacer esta grande traducción. Os prometo que esta historia vale la pena ^^ No dudéis en dejar comentarios y dar también un montón de kudos a la autora original de este fanfic. ¡Disfrutad!
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El mayor arrepentimiento del espía

Hubo un largo momento en el que Snape solo lo miró. Harry sintió un escalofrío pasar por su espalda y discretamente deslizó sus pies descalzos debajo de las sábanas para calentarlos. Difícilmente podrían estar en un escenario más informal, mostrando lo cercana que se había vuelto su relación. Snape estaba sentado contra la cabecera con la manta sobre su regazo y sus manos envueltas alrededor de la taza de té, mientras que Harry estaba acurrucado al pie de la cama como si perteneciera ahí, como si se estuviera preparando para escuchar una historia agradable en lugar de los detalles que rodeaban el asesinato de sus padres.

—¿Me has preguntado por qué el Señor Tenebroso fue tras tu familia? —Snape finalmente rompió el silencio, sus ojos se movieron para concentrarse en un punto aleatorio en la pared—. La respuesta corta es que te consideraba una amenaza para él.

—¿A mí? —Harry parpadeó, su dedo índice distraídamente trazando el estampado espiral gris de las sábanas de Snape—. Pero sólo era un bebé.

—La respuesta larga es que el Señor Tenebroso estaba actuando sobre la información que le dio uno de sus seguidores sobre una profecía que se hizo poco antes de que nacieras —dijo Snape.

—¿Te refieres a una profecía como las que Trelawney siempre no para de hablar en Adivinación? —Harry entrecerró los ojos hacia él.

—Incidentalmente fue Sybill Trelawney quien hizo esta profecía en particular —le dijo—. Comienza hablando de que se acerca uno con el poder de derrotarlo. El Señor Tenebroso interpretó que se trataba de ti y por eso se enfocó en tu familia.

—¿Quería matarme antes de que pudiera matarlo, básicamente? —dijo Harry, ahora apretando la manta en su puño.

—Correcto —respondió Snape—. Y después, sus poderes fueron destruidos cuando no pudo matarte. El Señor Tenebroso quiere entender por qué. Quiere escuchar la profecía por sí mismo y la Orden la está vigilando todo el día para asegurarse de que eso no suceda.

—Pero no entiendo esa parte, señor —intervino Harry, sentado derecho en la cama de nuevo en su afán de información—. Voldemo... Perdón — se cortó cuando vio la mueca de Snape—. El mortífago ya le dijo lo que decía la profecía.

—Ah, pero ese mortífago solo escuchó el comienzo —dijo Snape en voz baja—. El Señor Tenebroso estaba actuando solo con información parcial cuando fue tras tu familia y considerando lo que le sucedió allí, es fácil suponer que el final de la profecía es bastante significativo. Está desesperado por conocerla por completo.

Se miraron el uno al otro. Entonces Snape parpadeó primero y desvió la mirada, pero Harry continuó mirándolo mucho después de que hubiera mirado hacia otro lado.

Entonces, su madre y su padre habían muerto porque Voldemort había querido matarlo y estaban en el camino. Por alguna razón que no tenía sentido. ¿Cómo podía la existencia de Harry haber asustado a Voldemort? Lo que fuera que una profecía dijera lo contrario, Harry no tenía poderes especiales. Estaba preocupado por pasar sus exámenes de Título Indispensable de Magia Ordinarios, ciertamente no era rival para el mago más tenebroso que jamás hubiera existido. Sin embargo, Voldemort todavía estaba desesperado por acabar con él.

—Profesor Snape, ¿sabes cómo termina la profecía? —preguntó, decidiendo que prefería saber la verdad por terrible que fuera, que quedarse preguntándose.

—No —respondió Snape con frialdad.

Harry asintió, aceptando eso.

—Pero Dumbledore debe saberla entera, ¿verdad?

—Sí, el profesor Dumbledore la conoce —confirmó Snape, volviéndose para mirarlo—. Pero no creo que tenga la intención de decírtelo hasta que seas mayor.

Harry notó cómo Snape estaba apretando su brazo muy fuerte a través de su jersey negro y Harry no estaba seguro de que fuera consciente de que lo estaba haciendo. La mano que sostenía la taza tembló ligeramente y Harry pudo darse cuenta que esa conversación era angustiante para Snape, pero al menos había respondido efectivamente a su pregunta. Solo ahora Harry se enfrentaba al mismo dilema que Voldemort, preguntándose cómo terminaba la profecía sobre ellos y por qué Dumbledore estaba tan decidido a mantenerla en secreto.

—Voy a preguntarle —anunció Harry con determinación—. Tengo mi derecho a conocerla. Es sobre mí.

La boca de Snape se crispó en una casi sonrisa.

—Adelante —dijo, soltando su brazo pero continuando frotándolo distraídamente—. El profesor Dumbledore en realidad me dijo que no te dijera nada de esto, por lo que no va a estar muy contento conmigo cuando escuche lo que hemos discutido.

—No me importa —respondió Harry—. Estoy harto de que no me cuente nadie nada. Todo el mundo piensa que es por mi propio bien cuando en realidad me están volviendo loco.

—Me alegro de que me hables y vengas a mí con tus preguntas —dijo Snape en voz baja—. Realmente espero que eso no cambie porque hay algo más que tengo que decirte.

—Está bien —dijo Harry con calma, mientras se acomodaba en una posición más cómoda en la cama y esperaba expectante, aunque Snape no parecía tener prisa por divulgarlo.

Aún estaba frotándose el brazo y haciendo todo lo posible para evitar los ojos de Harry. Parecía muy diferente en ese momento de cómo solía estar: nervioso y muy vulnerable, llenando la habitación con una especie de gran tensión.

—Ya sabes que me uní a los Mortífagos por mi propia voluntad y que tomé la marca cuando no era mucho mayor que tú —dijo Snape con voz pesada, mirando la taza en su mano—. Esta marca en mi brazo que arde y me pincha cada vez que su nombre se pronuncia o él decide por capricho que quiere que me apresure a su lado... Hubo un corto tiempo en mi vida en el que estuve orgulloso de llevarla.

—Cambiaste —le recordó Harry suavemente, porque podía sentir la culpa que emitía éste en abundancia.

Snape tenía todas las razones para sentirse mal por sus malas decisiones cuando había sido joven saliendo de Hogwarts, pero el hecho de que había cambiado su vida para luchar valientemente de su lado contaba mucho más, en opinión de Harry.

—Sí, eso hice —aceptó él en voz baja—. Pero la parte de la historia que aún no has escuchado es por qué dejé de ser un mortífago en primer lugar.

—Pues dime por qué —dijo Harry abruptamente, porque sabía que no le iba a gustar lo que Snape dijera a continuación, pero también estaba lleno de impaciencia por la verdad.

—A eso voy —replicó Snape—. Antes de decidir marcharme, me convertí en un devoto mortífago que estaba extremadamente ansioso por probarme a mí mismo ante él. —Apretó los labios para hacer una pausa antes de continuar—. Puesto que era callado, discreto e inteligente, me dieron principalmente tareas muy parecidas a lo que hago por él ahora; pociones, consejos y espionaje. —Snape levantó la vista y sus ojos se encontraron; Harry podría haber jurado que le vio hacer una mueca involuntariamente al mirarlo, pero luego se volvió hacia otro lado y el momento había pasado. Siguió con su historia—. Había muerte y sufrimiento a mi alrededor, pero estaba tan... desensibilizado a ello —habló Snape con lentitud y eligiendo cada palabra con cuidado—. No conocía a esas personas y si lo hacía, nunca se habían preocupado por mí, así que ¿por qué debería yo hacerlo? No cambiaría nada. La gente vivía en absoluto terror. Dumbledore estaba tratando de luchar contra él, pero los miembros de la Orden del Fénix solo eran eliminados uno por uno. El Señor Tenebroso estaba ganando, Dumbledore estaba perdiendo y, a pesar de si me importaba eso o no, había aceptado cómo eran las cosas.

Harry asintió una vez para mostrar que estaba escuchando, pero era difícil imaginar cómo Snape podría haber estado contento trabajando para Voldemort y usando sus muchas habilidades para propósitos tan oscuros. Snape podría haber elegido cualquier carrera que le interesara. Podría haberse ido al extranjero para estudiar y trabajar, encontrando una especialidad que lo hubiera apreciado, en lugar de comprometer su vida al servicio de Voldemort y poner fin a cualquier posibilidad de una vida normal en ese momento. Podría haber sido mucho más.

—¿Te pidió que espiaras a Dumbledore? —adivinó Harry.

—Sí —respondió Snape—. Me hizo seguirlo un par de veces. Y fue por orden del Señor Tenebroso que solicité un trabajo en Hogwarts en primer lugar. Sin embargo, sin que él lo supiera, ya me había cambiado en ese momento.

—Entonces, ¿fuiste a Dumbledore y cambiaste de bando? —verificó—. ¿Y te dio el trabajo que Vol..., que Quién-Tú-Sabes quería que tuvieras?

Snape asintió con la cabeza.

—Y esperaba haber tenido el sentido de alejarme de él por mi cuenta al final, pero la verdad es que no me arrepentí de mi camino elegido hasta que puse en peligro a la única persona que me importaba.

—Quién...

—Tu madre y yo no habíamos hablado en muchos años —continuó Snape—. Nunca volví a ver a Lily después de que terminamos el colegio, pero eso no cambió lo importante que era para mí.

Harry lo miraba fijamente sin expresión en su rostro, pero eso no era en absoluto donde había pensado que Snape iba con eso. Nunca se le había ocurrido que el arrepentimiento de Snape había estado conectado a su familia en absoluto. Notó una lágrima deslizarse por su mejilla y apartó la mirada como si fuera algo indecente. Nunca hubiera imaginado que Snape lloraría.

—Y luego... —Snape se aclaró la garganta, tomando el control de sí mismo, y Harry lo miró—. Luego supe que ella había dado a luz a un hijo, a ti, y que el Señor Tenebroso había decidido que tú eras el niño sobre el que la profecía había advertido. Inmediatamente supe que tenía que actuar. Después de casi dos años parado mientras se cometían atrocidades a mi alrededor, de repente estaba desesperado por involucrarme.

—¿Y qué hiciste? —preguntó Harry.

—Fui al Señor Tenebroso y rogué por la vida de Lily —dijo simplemente y Harry le miró con sorpresa.

—¿Suplicaste por la vida de mi madre? —repitió lentamente—. ¿Sólo ella?

—Tú eras quien él realmente quería. Y James... —suspiró Snape—. Bueno, no estaba a punto de humillarme ante el Señor Tenebroso por la vida de alguien que había arruinado la mía. Le pedí que salvara a Lily.

—Y luego se rio y la asesinó de todos modos —dijo fríamente, mientras sentía que todo su cuerpo se ponía rígido.

—En realidad accedió a perdonarla como un favor para mí, pero tienes razón, no confiaba en él —dijo Snape—. Inmediatamente después de hablar con el Señor Tenebroso, fui a Dumbledore y le conté todo. Prometí darle cualquier cosa a cambio de que protegiera a tu familia... A todos vosotros.

El té frío salpicó las sábanas cuando la mano de Snape tembló aún más. Se levantó para colocarla en la mesilla y luego se acercó al pie de la cama donde Harry estaba sentado.

—No te conocía, Harry, no te amaba; tu muerte habría sido una de las miles de muertes que eran desafortunadas, pero no de ninguna preocupación personal mía.

—Gracias, profesor —Harry le dirigió una mirada extraña y Snape se arrodilló en el suelo frente a él, casi como si fuera a rezar.

Había juntado sus manos temblorosas y las había colocado sobre el colchón justo al lado del pie de Harry debajo de las mantas.

—Harry... Mi mayor pesar es el daño que causé a tu familia —dijo Snape, y la única lágrima que Harry había visto antes se había multiplicado por lo que este no podría ver con claridad—. Harry, tienes que entender. Nunca quise... Lo peor... El mortífago que le contó...

—¿Fuiste tú? —dijo con una voz mortal que indicaba mucha malicia cuando de repente se sintió abrumado por la comprensión de lo que Snape estaba tratando de decir.

No necesitaba que lo admitiera en voz alta, la forma en que se había desplomado ante las palabras de Harry le dijo todo lo que necesitaba saber.

—¡LE DIJISTE A VOLDEMORT LA PROFECÍA! —gritó Harry, haciendo saltar a Snape—. ¡¿VERDAD?! ¡¿SE LA CONTASTE?!

—Sí. —La voz de Snape era apenas más que un susurro—. Sí, eso hice. Harry...

Harry salió de la cama como una bala de cañón disparada. Se marchó furioso hacia el pasillo, luego paró e irrumpió de nuevo a través de la habitación hacia el otro lado. Su brazo se extendió y tiró al suelo todo lo que había en la cómoda. Frascos, libros y escamas de oro cayeron por todas partes y fragmentos de vidrio se rompieron por el suelo en todas direcciones a medida que los líquidos se derramaban.

—¿Cómo pudiste? —siseó, sus pasos resonaban por el suelo de la pequeña habitación. De un lado a otro, sus manos se retorcían mientras se imaginaba poniéndolas alrededor de la garganta de Snape. Rugió—. ¡¿CÓMO?!

—Harry... —Snape habló débilmente. No había dejado su lugar arrodillado junto a la cama—. Tu pie está sangrando.

—¿Y qué? —soltó, que de hecho se había cortado el pie con los vidrios rotos.

Podía sentir la herida palpitando entre los dedos de los pies ahora que Snape lo había señalado, pero no le importaba, ni le impidió volver a caminar a través del vidrio una vez más antes de que Snape desapareciera los objetos rotos del suelo con un discreto movimiento de varita.

—Mataste a mi madre y a mi padre —dijo impotente, con lágrimas corriendo por sus mejillas—. ¡Tú eres la razón por la que están muertos!

—Harry, hice todo lo que pude para protegerlos —suplicó éste emocionalmente—. Traté de salvarlos. Es mi mayor arrepentimiento...

Pero Harry se echó a reír con esas palabras.

—No te arrepientes —se burló de él—. ¡Odiabas a mi padre! ¡Él no te importa!

—Eso no significa que lo quisiera muerto —protestó Snape.

Harry agarró un pesado sujeta-libros y lo arrojó a la gran ventana del lago. Rebotó y no dejó ni un rasguño. Por supuesto, esa ventana debía ser mágicamente impenetrable y la decepción surgió dentro de su sangre, que ya estaba hirviendo de ira. ¿Qué había estado esperando conseguir, ahogarlos a los dos en esa habitación?

Miró hacia atrás a Snape, quien lo había visto destruir la habitación con una mirada completamente muerta en sus ojos.

—Te odio tanto... —La voz de Harry tembló al hablar.

—Lo sé —dijo en voz baja.

Harry estaba tan lleno de odio en este momento: por Voldemort, por Snape y por él mismo también. Odiaba que todavía no hubiera salido de esos cuartos sin intención de regresar. Sus piernas le fallaron y se dejó caer débilmente al suelo, sabiendo que no podía ir a ninguna parte, pero tampoco estaba seguro de cómo podría quedarse. Puso sus rodillas hacia su pecho y se limpió la cara en sus pantalones vaqueros. Snape todavía no se había movido. El pie de Harry seguía sangrando.

—Confiaba en ti —dijo con tristeza, después de pasar varios minutos en absoluto silencio.

—Todavía puedes —dijo Snape en voz baja, pero Harry negó con la cabeza.

¿Cómo podía contar con el anhelo de ser cuidado por el hombre responsable de que ya no tuviera a su propio padre? James estaba muerto y Snape no se arrepentía. Harry podría haber muerto igual de bien, por todo a lo que Snape le había preocupado. Nada de eso importaba y la familia en la que se habían convertido ahora parecía inmoral, indecente. Se preguntó qué pensarían sus padres, aunque era culpa de Snape que no estuvieran cerca para preguntar.

—Harry, lo siento mucho.

—¿Qué se supone que hago yo con esto? —dijo con impotencia, porque de hecho, no sabía lo que podía hacer.

Nada en él estaba dispuesto a volver a la forma en que estaban las cosas antes de que Snape lo cuidara. Lo necesitaba, lo quería y lo amaba mucho, así como deseaba que esas cosas fueran eliminadas de su corazón, como deberían estar. Snape era indirectamente responsable de la muerte de sus padres.

—¿Puedo curar tu pie? —preguntó Snape después de unos minutos más de silencio.

—Ni hablar —dijo Harry con frialdad.

Pero se quedó dónde estaba, como si estuviera congelado ahí. No está dispuesto a irse, pero tampoco está dispuesto a dejar que Snape se acercara más a él. Se quedó allí toda la noche y Snape no dijo nada más.

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