Si Estás Dispuesto

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Si Estás Dispuesto
Summary
Severus Snape había elegido un camino hacía mucho tiempo y no creía que merecía el perdón o ser feliz. Sin embargo, aprender a aceptar que no es la única persona capaz de cambiar lo llevará a un futuro mejor con la familia que nunca había tenido. Criar a Harry con Sirius nunca había sido parte de su trato con Dumbledore, pero de alguna manera se había convertido en su papel más importante. [Comienza al final de El cáliz de Fuego].
Note
Esta historia la escribió la increíble VeraRose19, quien me ha dado permiso para hacer esta grande traducción. Os prometo que esta historia vale la pena ^^ No dudéis en dejar comentarios y dar también un montón de kudos a la autora original de este fanfic. ¡Disfrutad!
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No tan diferente

Snape había tratado de ser excusado de la reunión esa noche al señalar que tenía que ver con los miembros de la Orden empleados en el Ministerio y no con él, pero Dumbledore había insistido en que asistiera de todos modos. Expresó su descontento con el director presentándose en Grimmauld Place tan tarde como se atrevió. Snape entró y siguió el murmullo de las voces abajo hasta la cocina. Dumbledore ya había llegado y estaba hablando atentamente con las pocas personas que había solicitado allí, pero se detuvo cuando este entró en la habitación y sonrió.

—Severus... Excelente —lo saludó con amabilidad.

Snape miró cautelosamente a su alrededor, notando que la larga mesa que podía sentar a una docena se había convertido en una pequeña redonda que obligaba al grupo escasamente reunido a sentarse más cerca. Eso definitivamente era trabajo de Albus Dumbledore, quien indudablemente tendría algún sermón inspirador preparado sobre que un círculo es símbolo de unidad e igualdad en esos tiempos difíciles, por si alguien se molestaba en preguntar.

Kingsley Shacklebolt, Nymphadora Tonks y Arthur Weasley, quienes estaban presentes porque sus trabajos significaban que podían maniobrar discretamente alrededor del ministerio, le dieron a Snape un saludo cortés mientras se acercaba a la única silla restante, que estaba al lado de Sirius. Debajo de la mesa, Snape puso sus palmas con fuerza contra sus muslos y se preparó para los planes de esa reunión, que era la razón por la que había tratado tanto de escaparse de ir ahí esa noche, en vano. Dumbledore nunca estaba exactamente inclinado a pasarle por alto cuando más lo deseaba. El director parecía considerar que recordar y confrontar sus pecados regularmente eran parte de su penitencia.

—Ahora, como estaba diciendo, la noche en que Lord Voldemort atacó a los Potter hace catorce años y Harry sobrevivió, estaba actuando solo con información parcial que le transmitió uno de sus mortífagos —explicó Dumbledore gravemente y Snape automáticamente bajó la mirada a su regazo, concentrándose en hacer su rostro tan rígido como la piedra.

—¿Qué información es esa, profesor? —preguntó Tonks.

—Algo que lo convenció de que Harry podría ser una seria amenaza para él —respondió este simplemente—. La ironía de esto, por supuesto, es que perseguir a los Potter e intentar matar a Harry es lo que causó su destrucción, aunque solo sea temporalmente. Sin embargo, desde que ha regresado, se ha obsesionado con tratar de entender qué le salió mal esa noche.

— ¿Y sabes qué le salió mal esa noche, Albus? —preguntó Kingsley.

—Tengo teorías —dijo vagamente—, como estoy seguro de que también las tiene Lord Voldemort. Es el no saber con certeza lo que lo asusta y solo se está volviendo cada vez más decidido. Ahora debo deliberar...

—¿Está Harry arriba? —Sirius se inclinó más cerca de Snape para que nadie más lo escuchara.

—No —dijo Snape brevemente, con la cabeza temblando, inquieto. Vio la cara caída de Sirius por el rabillo del ojo y de repente se sintió obligado a explicar por qué no le había traído a Harry como habían acordado previamente. —Se ha ganado castigos todas las noches esta semana.

—¿Tuyos? —Los ojos de Sirius se entrecerraron.

—De Dolores Umbridge —murmuró Snape, mirando fijamente a Dumbledore, que acababa de mirarlos con advertencia como un profesor que había atrapado a dos estudiantes hablando durante la clase. Sin embargo, Sirius no prestó atención al director. Todavía estaba mirando fijamente a Snape.

–¿Por qué? —le preguntó.

—Gritarle y llamarla mentirosa —respondió Snape rígidamente, presionando sus manos más fuertemente contra sus muslos—. Más de una vez.

La cara de Sirius se llenó de una enorme sonrisa.

—Buen chico —susurró con orgullo—. Su padre tampoco se habría rendido y habría recibido órdenes de una vieja bruja como Umbridge.

—Y ahora está cumpliendo castigos en lugar de pasar la noche contigo —le recordó, hablando por la comisura de la boca—. Y ha sido como su padre no pensar en las consecuencias de sus acciones tampoco.

—Sí y tú tampoco. ¿Cómo está Voldemort estos días? —preguntó Sirius, una nota defensiva en su voz. Todos lo habían oído y se volvieron para mirarlo.

Incluso Dumbledore había tenido suficiente, haciendo una pausa con sus ojos azules escudriñando a los dos hombres.

—¿Habéis terminado? ⎯preguntó con calma.

Sirius comenzó a asentir con la cabeza, pero luego abrió la boca.

—Lo siento, profesor, pero todavía no entiendo muy bien por qué estamos discutiendo cómo retener información de Voldemort sin incluir a Harry en esta conversación. Me imagino que está tan ansioso por saber la respuesta a estas preguntas como Voldemort y creo que deberías compartir lo que crees saber con Harry. Tiene que ver con él.

Dumbledore miró fijamente a Sirius durante mucho tiempo y cuando finalmente habló, su tono era firme, aunque un poco frío.

—No deseo que Harry sepa nada sobre esto todavía.

—Y esa es tu decisión, ¿verdad, Dumbledore? —preguntó Sirius mordazmente, lo que hizo que todos se movieran incómodamente en sus asientos. La gente normalmente no respondía o discutía con Albus Dumbledore, pero Sirius no iba a ser disuadido—.¿Y qué hay de lo que yo pienso? Si sabes más sobre por qué Voldemort asesinó a mi mejor amigo y a su esposa y lo que eso significa para el futuro de mi ahijado, entonces me gustaría saber qué es.

Hubo otra pausa antes de que Dumbledore hablara.

—Es importante para nosotros evitar que Voldemort acceda a información que es importante para él. No creo que nada bueno pueda venir de decirle a nadie más de lo que necesitan saber.

—Harry sólo tiene quince años, Sirius —dijo Arthur en voz baja—. Incluso si tiene una habilidad especial para meterse en problemas, hay una razón por la que no permitimos que magos menores de edad entren en la Orden. No estoy seguro de que incluso Harry deba ser una excepción a esa regla.

—Las reglas normales no se aplican a él —replicó él.

—Y Quien-Vosotros-Sabéis nunca dejará de tratar de matarlo —añadió Kingsley en su voz grave—. El niño que sobrevivió, el que ellos llaman su caída. Estoy de acuerdo con Sirius en que no quiera que Potter esté desinformado. No es un chico normal de 15 años.

—Sí, pero Quién-Tú-Sabes nunca va a parar de cazar a ninguno de nosotros —interrumpió Tonks—. Harry necesita protección, pero Quién-Tú-Sabes querría hacernos daño a todos. No es tan diferente.

—Harry era el único de nosotros en ese cementerio que tenía su brazo cortado para ayudar en la resurrección de Voldemort —dijo Sirius emocionalmente, balanceándose hacia atrás en la silla con tanta fuerza que las patas delanteras se levantaron del suelo—. Creo que eso lo hace bastante diferente, en realidad.

Miró a Snape, que no había dicho una palabra, pero cuyos ojos oscuros habían seguido la conversación alrededor de la mesa. Su cara estaba de color blanco como la cera y parecía que podría estar enfermo. Sirius parecía como si estuviera medio deseando, medio esperando que Snape se pusiera de su lado contra Dumbledore y exigiera más información para el beneficio de Harry, pero eso nunca sucedería. Menos aún porque Snape sabía que la discreción del director era fundamentalmente por su mismo propio bien. Incluso si el contenido de la profecía no fuera para los oídos de todos.

Si la verdad sobre lo que realmente había causado que el Señor Tenebroso fuera a cazar a los Potter se hiciera de conocimiento común, Snape sabía que sería rechazado más de lo que había sido antes en su vida, sin importar cuán crucial fuera su papel para la Orden del Fénix. Nadie lo toleraría si supieran de la sangre en sus manos.

Harry nunca volvería a acercarse a él. Sirius probablemente intentaría lanzarle un Avada Kedavra en el acto. La razón por la que Dumbledore era intencionalmente vago acerca de por qué los Potter habían sido atacados específicamente y lo que significaba para Harry era porque Snape había sido el mortífago que había señalado al Señor Tenebroso en su dirección en primer lugar.

Era Snape quien había estado espiando en la puerta cuando se hizo una profecía que decía: "El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca... Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...". Era Snape quien había sido el fiel mortífago ansioso por correr y contarle a su amo todo lo que había oído. Era Snape quien se había desviado y había ido a Albus Dumbledore en busca de ayuda para salvar a su querida amiga de la infancia cuando se enteró de que el Señor Tenebroso había interpretado la profecía en el sentido del hijo de Lily. Snape tenía la culpa de que los Potter estuvieran muertos y Harry fuera huérfano. Todo lo que les había pasado era culpa suya.

—Tengo en mente los mejores intereses de Harry, como sé que tú también, Sirius —dijo Dumbledore en voz baja—. Puede que no siempre estemos de acuerdo, pero nuestros corazones funcionan de la misma manera. Mantengámoslo protegido, enseñémosle, démosle amor, familia y espacio para crecer; y entonces podremos preocuparnos por prepararlo para lo que podría esperarle.

Snape miró de nuevo abajo a su regazo y en silencio reflexionó si Dumbledore también estaba hablando consigo mismo en ese momento. Snape había intervenido voluntaria e inesperadamente para hacer todas esas cosas por Harry. Aunque no se le escapaba la hipocresía de que él, de todas las personas, cuidara de un chico cuya vida había jugado un papel en arruinar.

Todo había sido mucho más simple cuando su relación había sido definida por el disgusto mutuo. Ahora Snape tenía un chico en su vida que no podía soportar pensar en perder, pero en realidad no era una pregunta sobre si decirle a Harry la verdad sobre sí mismo, sino cuándo, y Snape sabía que sería odiado como nunca cuando llegara ese día.

—En este momento, mi prioridad es evitar que Voldemort obtenga lo que quiere —Dumbledore estaba hablando con calma, aparentemente ajeno al hombre que sufría en la mesa—. Necesitamos guardias estacionados en el Departamento de Misterios en todo momento porque es allí donde cree que le esperan respuestas.

—Eso ya se ha solucionado, Dumbledore —dijo Kingsley—. Has tenido a alguien haciendo guardia todas las noches allí abajo.

—Lo sé —dijo él—. Pero tengo razones para creer que Voldemort concentrará más esfuerzos allí muy pronto. Más concretamente en el Sala de las Profecías. No me preguntéis por qué —levantó una mano, pero asintió con la cabeza a Tonks, Kingsley y Arthur cada uno por su parte.

Parecía dar por sentado que arriesgarían sus vidas para proteger lo que no entendían, confiando ciegamente en él, porque la fe en Albus Dumbledore nunca antes había descarriado a ninguno de ellos.

Como el resto de la mesa se quedó en silencio, Snape decidió romper su silencio por fin y contribuir con algo constructivo a la reunión. Retiró su mente de su propio dolor y odio a sí mismo.

—¿Todos sabéis de Nagini? —preguntó.

—¿La serpiente de Quién-Tú-Sabes? —Kingsley verificó y Snape asintió.

—El Señor Tenebroso puede comunicarse con ella, por supuesto —dijo suavemente—. Creo que él se preocupa más por Nagini que por cualquier persona y ella es leal a él. El Señor Tenebroso la ha estado enviando a obedecer sus órdenes cada vez más, creo que es una amenaza grave. Su veneno es extremadamente letal.

—¿No tienes un antídoto, Severus? —preguntó Tonks.

—Sí, tengo uno —reconoció—. Pero no haría mucho bien solo. Su veneno retrasa la coagulación de la sangre, por lo que una víctima se desangrará en cuestión de minutos, incluso con el antídoto dentro.

—¿Una poción reabastecedora de sangre? —preguntó Dumbledore.

—Eso gana algo de tiempo —admitió Snape—, pero no mucho. Tal vez podría combinar las propiedades del antídoto con un reabastecedor de sangre... que pudiera dar mayores probabilidades.

—Eso sería bienvenido, Severus. Gracias —dijo Dumbledore en voz baja—. Administraremos una botella a cada miembro de la orden que trabaje sin acompañante. Mientras tanto, como diría Alastor Moody, practiquemos una alerta permanente y recordemos todos que sabemos más de lo que él piensa que sabemos. También tenemos más razones que él para seguir luchando. Kingsley, ¿confiaré para que organices la guardia del Departamento de Misterios? No dejes nada al azar.

—Sin problema —asintió él.

—Maravilloso —dijo este alegremente, empujando hacia atrás su silla mientras se ponía de pie—. Ahora, debo regresar a Hogwarts. Agradezco a todos por reuniros conmigo esta noche.

Sus ojos azules aterrizaron en Snape y parecía satisfecho. Este hizo una mueca como respuesta y mantuvo los dientes apretados mientras Dumbledore se giraba para salir de la habitación, Kingsley cerca detrás de él.

—¡Buenas noches a todos! —dijo Tonks alegremente, agitando su mano hacia el grupo y golpeando accidentalmente su silla mientras se ponía de pie—. Oh, ¡lo siento, Arthur!

Había aterrizado en el pie del señor Weasley. Este se rio mientras enderezaba la silla con un rápido movimiento de varita.

—¿Ven a la madriguera a tomar un té, Tonks? —estaba diciendo Molly.

—Haré planes para que Harry venga aquí pronto —dijo Snape con firmeza.

Se puso de pie para irse y Sirius reaccionó rápidamente, agarrando su brazo.

—Severus, espera.

Snape se estremeció y quitó el brazo de las manos de Sirius como si hubiera sido escaldado.

—No me toques.

—Perdona. —Sirius parecía un poco alarmado—. Ese no es el brazo donde te marcó, ¿no?

—No —dijo él, con tono cortante.

Sirius tocando su brazo no lo había quemado en el sentido físico, pero no había podido resistirse a retroceder automáticamente. Había sufrido demasiada humillación y abuso de esas manos para reaccionar de manera diferente.

—Yo solo... —dudó Sirius—. Remus se ha ido a trabajar de incógnito... No he visto a nadie, aparte de Kreacher, desde que Harry y los demás se fueron a Hogwarts. No he hablado...No sé... ¿Quieres un trago o algo?

—No —dijo Snape automáticamente, con los ojos fríos mientras daba unos pasos hacia la puerta por la que los demás ya habían salido.

Sirius asintió con la cabeza, resignado.

—¿Te importa si bebo algo entonces?

—Es tu casa —dijo Snape simplemente, observándolo de cerca mientras este se levantaba y se acercaba a la nevera.

Podría haber usado magia con la misma facilidad, pero parecía desesperado por moverse repentinamente. Abrió una lata de cerveza y tomó un sorbo, caminando por la delimitación de la habitación en lugar de volver a su silla. Snape todavía no se había movido.

—¿Crees que es justo para mí querer que Harry venga a visitarme aquí? —Sirius preguntó sin rodeos—. Es tan deprimente... Probablemente preferiría estar en Hogwarts.

—Teniendo en cuenta que no puedes venir a Hogwarts, no hay mucha alternativa —respondió Snape—. Espero que no estés planeando dar otro paseo por Londres.

—Ahórratelo —dijo él, con un gesto de mano—. Me quedó claro tu punto la última vez. No perdamos el tiempo. Esta no es la imagen que querría que mi ahijado tuviera de mí.

—Harry probablemente apreciaría un fin de semana lejos de Umbridge, incluso si eso significa esta casa —respondió Snape—. No representa los mismos malos recuerdos para él que para ti.

—Se lo está haciendo pasar bastante mal, ¿eh? —dijo Sirius, echando chispas.

—Si mantuviera la boca cerrada por una vez, entonces no sería tan malo —respondió él—, pero ha demostrado ser incapaz de abstenerse de gritar cada pensamiento que está en su cabeza.

—Sería un espía terrible —comentó Sirius, tomando otro sorbo antes de señalar a Snape con su bebida—. No como tú... Nunca sé lo que realmente estás pensando.

—No es asunto tuyo saberlo —respondió Snape.

—Pero acabas de soportar una hora con todo el mundo hablando de los asesinatos de Lily y James, pasas tiempo con su asesino de forma constante y ni siquiera reaccionas. A pesar de que eras amigo de Lily y ahora estás cuidando de su hijo —Sirius negó con la cabeza—. Yo sólo soy un completo desastre.

—Bueno, eso es obvio para cualquiera —dijo este con sorna.

—Déjalo —Sirius se encogió de hombros—. No superas algo así tan fácilmente. Entrando en una casa en ruinas, sabiendo lo que vas a encontrar dentro. Vi a mi mejor amigo en el suelo y me detuve a abrazarlo, pero luego tuve que seguir moviéndome... porque podía escuchar al bebé llorando arriba...Y el techo de la habitación del bebé había sido arrancado; la cuna de Harry estaba enterrada bajo todos los restos. Era un milagro que no estuviera más gravemente herido. Ayudé a Hagrid a sacarlo y Lily también estaba tirada en el suelo...

—No necesito escuchar nada de esto —saltó Snape, retrocediendo más cerca de la puerta, con aspecto de estar afligido—. No soy tu terapeuta. Aunque probablemente debería recomendarte que te consigas uno.

Sirius detuvo su relato, pero no parecía arrepentirse.

—¿Dónde estabas cuando lo oíste? —le preguntó—. Todo el mundo recuerda algo sobre la noche en que desapareció.

—Estaba en Hogwarts —dijo con impaciencia—. Ya trabajaba allí porque el Señor Tenebroso quería que espiara a Dumbledore, y Dumbledore me tenía espiándole a él.

—¿Cuándo te uniste a Dumbledore? —preguntó este con curiosidad.

Snape fingió detenerse a pensar en ello, aunque nunca olvidaría ese día. Había estado tan seguro de que Dumbledore iba a matarlo al verlo, pero aun así había valido la pena el riesgo. Para suplicar por la vida de Lily. Para prometerle a Dumbledore algo a cambio si la mantenía a salvo. Había sido un hombre de Dumbledore desde esa noche, así como el protector de Harry Potter.

—Alrededor de un año antes de que desapareciera —finalmente respondió—. La noche que trató de matar a Harry y falló, sentí la Marca Tenebrosa chamuscándose; era un dolor como nunca antes había experimentado. Entonces, de repente paró y la marca había desaparecido sin dejar rastro. Sabía que algo había pasado. Sentí exactamente cuando el Señor Tenebroso perdió sus poderes, a pesar de que no sabía los detalles. Dumbledore me contó poco después lo que les había pasado a los Potter.

A los veintiún años, la vida de Snape había terminado cuando Dumbledore lo llevó a su oficina y le dijo que Lily había muerto. Las palizas de su padre, la muerte de su madre, el tormento en el colegio... Nada lo había destruido tanto como descubrir que el amor de su vida había sido asesinado y que todo era su culpa. Sabiendo que no había nada que pudiera hacer que no fuera honrar su sacrificio asegurándose de que su hijo estuviera a salvo y que ella no hubiera muerto en vano.

Se tambaleó un poco sobre sus pies en ese momento. Listo para dejar a Black al tiempo que se reconocía, tal vez por primera vez, que ese dolor era algo que ambos compartían. Sirius nunca se había perdonado a sí mismo por convencer a Lily y James de usar a Colagusano como su guardián secreto, en lugar de a sí mismo. Ambos se sentían responsables de las muertes que habrían hecho cualquier cosa para prevenir. Y los dos tenían a Harry. Realmente no eran tan diferentes.

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