Si Estás Dispuesto

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Si Estás Dispuesto
Summary
Severus Snape había elegido un camino hacía mucho tiempo y no creía que merecía el perdón o ser feliz. Sin embargo, aprender a aceptar que no es la única persona capaz de cambiar lo llevará a un futuro mejor con la familia que nunca había tenido. Criar a Harry con Sirius nunca había sido parte de su trato con Dumbledore, pero de alguna manera se había convertido en su papel más importante. [Comienza al final de El cáliz de Fuego].
Note
Esta historia la escribió la increíble VeraRose19, quien me ha dado permiso para hacer esta grande traducción. Os prometo que esta historia vale la pena ^^ No dudéis en dejar comentarios y dar también un montón de kudos a la autora original de este fanfic. ¡Disfrutad!
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Saber cómo actuar

Snape no estaba seguro de quién estaba más enojado esa noche, si él o Minerva McGonagall, pero sabía que él definitivamente estaba haciendo un mejor trabajo para ocultarlo. La subdirectora había estado realmente furiosa desde que se habían sentado para el comienzo de la fiesta de comienzo de curso. Se había estado moviendo furiosamente en la silla, como si tratara de resistir la tentación de ponerse de pie y decir su opinión. De vez en cuando compartía una mirada con uno de los otros profesores, mientras le murmuraba cosas como “increíble” en el oído. A pesar de toda la precaución que Dumbledore les había expresado a ambos sobre no hacer nada para ponerse en contra de Dolores Umbridge, parecía que hubiera sido mejor no hablar en absoluto.

—El nervio de esa mujer —siseó Minerva, después de que Umbridge se hubiera encargado de interrumpir el discurso del profesor Dumbledore con uno suyo. Mientras hablaba monótamente, implacable, durante varios largos minutos, las cejas oscuras de McGonagall se contrajeron dando a parecer a que era un halcón—. Albus necesita poner fin a esto de inmediato.

—Concuerdo —murmuró Snape aburrido, girando su muñeca mientras arremolinaba su copa de zumo de calabaza.

Si bien estaba completamente de acuerdo con su declaración, tenía otras cosas que pesaban en su mente en ese momento.

Sus ojos se dirigieron a las cuatro largas mesas, buscando la de Gryffindor cautamente hasta que vio a Harry en la mitad de los bancos. Snape había fingido no darse cuenta de que trataba de llamarle la atención cuando los estudiantes habían llegado al castillo esa noche. El chico probablemente había asumido que no lo complacería con ningún saludo en caso de que la persona equivocada se diera cuenta, pero la verdad era que Snape había necesitado resistir el impulso de echarle la bronca en el momento en que lo vio.

Había pasado casi una semana desde que Snape, a regañadientes, había llevado a Harry a Sirius para los últimos días de las vacaciones de verano. Hubiera preferido quedárselo si no hubiera causado conflicto, pero de todos modos había aprovechado su tiempo a solas. Había pensado mucho en la promesa que le había hecho a Harry de ayudar a que la situación de Sirius fuera más soportable. Había tenido la intención de transmitir sus ideas a Dumbledore esa noche o cuando finalmente tuviera la oportunidad de hablar con él en privado. Ahora, sin embargo, Snape resentía todo el plan. Su sacrificio no había sido para nada respetado...

—Te lo he dicho, Severus, era Black —había insistido Lucius, cuando los dos se habían sentado juntos en una mesa en los jardines de la mansión Malfoy esa misma tarde.

El Señor Tenebroso no estaba allí en este momento, lo que parecía haber tenido el efecto liberador de devolver a Malfoy a su completa arrogancia clasista.

Snape no había querido ir, pero cuando había recibido la invitación, sabía que no podía ignorarla. No que Lucius Malfoy tuviera autoridad sobre él; en todo caso, Snape probablemente lo superaba en ese momento cuando se trataba del favor del Señor Tenebroso. Simplemente sabía que no debía forjar ninguna animosidad entre él y los jugadores clave en el círculo de los mortífagos cuando podía evitarlo. Especialmente uno tan influyentemente conectado y que todavía estaba tratando de probarse a sí mismo ante su amo.

—Sé que estás convencido —había dicho Snape con frialdad—, pero no negaría la posibilidad de que pudiera haber sido un perro negro cualquiera. No son una raza rara.

—¿Siguiendo a Potter? —Lucius había gruñido.

Y después se había lanzado de nuevo a una descripción de lo que había presenciado ese mismo día en la estación de King's Cross, mientras escoltaba a Draco para tomar el Expreso de Hogwarts.

Snape había luchado por mantener su rostro en blanco y controlado mientras Lucius le había contado sobre el gran perro negro que ladraba alegremente mientras jugueteaba con Potter y compañía en la estación. Sobre cómo se había levantado sobre sus patas traseras y había colocado sus patas delanteras sobre el hombro de Harry en una especie de abrazo humano, hasta que la esposa de Arthur Weasley había empujado a Harry y regañado al perro.

—Bueno, entonces ¿por qué no lo agarraste? —Snape había preguntado con impaciencia—. El Señor Tenebroso te habría elevado por encima de todos nosotros si hubieras logrado capturar al fugitivo más infame de la Orden.

—Por eso me preguntaba dónde estabas, Severus —había respondido Lucio en voz baja—. Un aviso antes habría sido apreciado. ¿Me estás diciendo que no sabías que Black estaba haciendo viajes fuera del cuartel general?

—Te aseguro que no sabía que se atrevería a hacer algo tan idiota —había dicho Snape en voz baja—. Sus órdenes de Dumbledore son de permanecer escondido en un lugar que no puedo revelar porque no soy el guardián secreto. Sin embargo, si tienes razón en que de hecho fue Black y no solo un perro callejero inofensivo que se interesó por Potter hoy, entonces podríamos esperar que se aventurara a salir de nuevo. Te haré saber si escucho algo.

En el trasfondo del discurso de Dolores Umbridge, Snape apretó los labios y recordó la forma en que Lucius había persistido en interrogarlo aún más. Todavía no estaba seguro de si había sido lo suficientemente convincente. Un mortífago desesperado por ganarse el favor de su amo era una amenaza muy potente, incluso si eran viejos amigos. No había duda en su mente de que Lucius tenía la intención de transmitir toda su conversación al Señor Tenebroso a la primera oportunidad y había estado anticipando nerviosamente la marca tenebrosa desde que había dejado la mansión Malfoy.

—Es aún peor de lo que recuerdo —dijo Minerva furiosa, juntando las manos en una sola cuando la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras finalmente retomó su asiento.

—Muchas gracias, profesora Umbridge —dijo Dumbledore, inclinándose ante ella una vez que se puso de pie de nuevo—. Eso ha sido sumamente esclarecedor. Ahora, como iba diciendo, las pruebas de Quidditch se celebrarán...

Snape solo escuchó a medias al director dando los avisos de inicio del trimestre y cuando Dumbledore finalmente los despidió a todos, fue uno de los primeros en ponerse de pie. Caminó a lo largo de la mesa del personal sin pronunciar una palabra a nadie. Ni siquiera tenía la energía en ese momento para visitar la sala común de Slytherin y dar la bienvenida a sus nuevos estudiantes a su casa. Guardaría todo eso para mañana, decidió, mientras se dirigía directamente a sus aposentos privados para esperar y ver si sería llamado.

XXX

En algún momento de la noche, debía haberse quedado dormido. Snape se despertó a la mañana siguiente con el cuello rígido, tendido sobre su cama en un ángulo incómodo, todavía en su túnica de ayer. Inmediatamente levantó su brazo, tirando de la manga para revelar la piel pálida sin marcar. O el Señor Tenebroso todavía estaba fuera, o Lucius en realidad no le había dicho lo que percibía que había sido el error de Snape, o la espera iba a ser parte del castigo.

Cualquiera que fuera el caso, no tenía sentido preocuparse en lo que podría venir cuando tenía tantos otras obligaciones que atender. Obligó a su mente a concentrarse en el próximo día en Hogwarts. Sabía que tenía dos clases para enseñar esa mañana, y una tercera después de comer. Se cambió de ropa, se mojó la cara con agua fría y bajó rápidamente a desayunar, donde pasó la mayor parte del tiempo repartiendo horarios y hablando con cada uno de sus Slytherins sobre las vacaciones.

De todos los nuevos pequeños de primer año, solo había un estudiante cuya familia sabía que tenía afiliaciones con los Mortífagos. El resto de ellos no eran más cómplices que un Gryffindor, Hufflepuff o Ravenclaw; pero incluso aquel cuyo padre había tomado la marca, todavía tenía solo once años. No que nada de eso importara al resto del colegio, porque en el momento en que el sombrero seleccionador los había clasificado por su ambición y determinación, habían sido estigmatizados por pertenecer a la casa que era conocida por sacar magos oscuros. Si bien esto no era justo ni cierto, le daba a Snape una muy buena razón para mostrar a los estudiantes de Slytherin un cuidado particular más que al resto.

Bueno, a ellos y a un cierto Gryffindor poco agradecido, que todavía parecía ignorar los problemas en los que se encontraba con el maestro de pociones. Snape observó desde el rabillo del ojo cómo Harry ocupaba su lugar en la parte posterior de las mazmorras con sus amigos al comienzo del segundo periodo. Continuó vigilándolo de cerca mientras comenzaba a dar la lección a la clase sobre la importancia de los Títulos Indispensables de Magia Ordinaria y lo que esperaba de ellos. Luego les dijo las propiedades de la poción en la que trabajarían, llamada el Filtro de Paz.

—Es altamente compleja y muy probable que aparezca en el examen —terminó, antes de establecerles la tarea de elaborarla—. Empecemos.

Recorrió el aula mientras los estudiantes comenzaban con sus pociones, evitando intencionalmente la mesa de Harry hasta casi el final de la clase. Planeaba tratarle exactamente de la misma manera que siempre lo había hecho antes y le había advertido que esperara lo mismo. Era un acto importante de mantener, especialmente porque podía estar seguro de que Draco informaría todo lo que había dicho y hecho a su padre. Sin embargo, su furia hacia el chico en ese momento lo hizo mucho más fácil de lo que podría haber esperado, ya que se centró en la poción elaborada incorrectamente, capaz de descifrar exactamente lo que había salido mal con una rápida mirada.

—Potter, ¿qué se supone que es eso? —preguntó suavemente, mirando por debajo de su nariz al trabajo del chico cuando llegó a pararse justo delante de él.

—El Filtro de Paz —respondió Harry, tenso.

—Dime, Potter, ¿puedes leer? —Snape se burló, mientras el chico se tensaba, indignado.

Varios otros estudiantes se habían vuelto para mirar en esa dirección ahora. Los Slytherin sonreían detrás de Snape; siempre disfrutaban viendo al Jefe de su Casa burlarse de Harry Potter.

—Leéme la tercera línea de las instrucciones, Potter —dijo con una sonrisa.

Observó a Harry entrecerrar los ojos a la pizarra, tratando de distinguir las instrucciones a través de la niebla de vapor multicolor que llenaba la mazmorra. El chico probablemente habría hecho mejor en sentarse más cerca del frente, pensó Snape para sí, aunque no podía exactamente culparlo por elegir sentarse lo más lejos posible de la mesa del profesor. También recordó que había tenido la intención de examinarle los ojos antes del comienzo del colegio y nunca había llegado a hacerlo. Tendría que remediar eso pronto, no confiaba en que los familiares del chico le hubieran programado citas regulares y sabía que Harry nunca se quejaría de ello por sí mismo.

—¿Has hecho todo en esa línea, Potter? —preguntó despacio, observando cómo se hundían los hombros de Harry cuando obedientemente le leyó la tercera línea de instrucciones y se dio cuenta de su error.

—No —dijo Harry en voz baja.

—¿Perdón? —preguntó él con frialdad.

—No —dijo este más fuerte—. He olvidado el eléboro.

—Ya lo sé, Potter —dijo Snape—. Lo que significa que este desastre no sirve para nada. Evanesco.

El contenido de la poción de Harry se desvaneció y se quedó plantado tontamente junto a un caldero vacío. Snape se alejó, instruyendo a todos los demás a llenar un frasco con una muestra para que la examinara. No miró atrás hacia Harry hasta que sonó la campana. Luego vio al chico salir del aula con Ron y Hermione, sintiendo una combinación de triunfo y culpa por haber resuelto parte de su frustración, así como por haber hecho lo suficiente para satisfacer a Draco.

XXX

Snape se retiró muy temprano esa noche, aliviado de que no era su noche para patrullar los pasillos. No había recibido ningún contacto de sus afiliaciones fuera de los terrenos de Hogwarts, aunque sabía que no debía relajarse demasiado.

Ya estaba vestido para ir a la cama y acostado en sus mantas cuando fue alertado de la apertura de la entrada de sus cuartos. Sólo había una persona que podía entrar y Snape había estado esperando que fuera.

Se puso de pie y salió de la habitación para encontrarse con Harry, aliviado de ver que al menos había traído consigo su capa de invisibilidad. Aparentemente, era capaz de obedecerlo ocasionalmente, aunque simplemente podría ser porque ir a escondidas por el colegio debajo de su capa era algo que le gustaba hacer.

—Nadie me vio entrar —le aseguró Harry, mientras se quitaba la capa y se acercaba para colocarla en la encimera de la cocina.

—Claro que no, estabas invisible —dijo Snape secamente.

El muro entre su oficina y los cuartos privados ya se había sellado; un detalle precautorio que Snape había implementado antes del comienzo del año. No podía permitir que nadie viera a Harry Potter sintiéndose como en casa ahí abajo.

—¿Tienes algo que pueda comer? —preguntó Harry con esperanza, abriendo un armario y mirándolo con decepción.

—¿Algo malo con el Gran Comedor esta noche? —preguntó Snape.

—No podía soportar todos los murmullos —admitió—. La gente me mira boquiabierta y habla detrás de mis espaldas sobre lo mentiroso que todos piensan que soy. Ya me he peleado con Seamus Finnigan. Dijo que su madre no quería que volviera aquí este año por mi culpa.

—Algo a lo que probablemente deberías acostumbrarte —dijo Snape fríamente, aunque al mismo tiempo había levantado la varita y había conjurado igualmente un plato de carne asada, patatas y maíz que los elfos habían estado sirviendo arriba en el comedor—. Cómete la cena —le dijo, poniéndola en el mostrador junto a la capa de invisibilidad—. Y luego puedes darme tu versión de por qué pareces estar haciendo todo lo posible para ser expulsado de este colegio. Oh, ¿creíste que no lo descubriría? —preguntó mordazmente, mientras Harry lo miraba con escepticismo—. Come —dijo de nuevo, señalando con el dedo el taburete escondido debajo del mostrador.

 

Esperó hasta que Harry hubiera hecho lo que le había dicho; sentándose y tomándose un bocado del puré de patatas. Entonces Snape se acercó para apoyarse contra el mostrador a su lado, equilibrando la varita entre sus dedos índices mientras ordenaba sus pensamientos. Tenían más de un asunto que discutir.

—La profesora McGonagall me dijo que te has ganado una semana de detenciones de Umbridge por gritarle en clase sobre el regreso del Señor Tenebroso —dijo finalmente.

—¿Por qué te ha dicho eso? —preguntó Harry, indignado.

Snape lo miró fijamente.

—Porque la profesora McGonagall sabe que he asumido la responsabilidad y me dirá lo que está pasando contigo —respondió simplemente—. Dijo que ya te ha expresado la importancia de mantener la cabeza baja y aprender a controlar tu genio, pero no parece haberlo hecho mucho bien, ¿verdad? No si estás discutiendo con tus compañeros de cuarto y te niegas a cenar con ellos.

—Sólo quería unos minutos de paz —dijo Harry, cansado—. Dijiste que podía...

—Eso hice —dijo él—. Pero háblame de Umbridge.

—¡Es horrible! —exclamó—. Dijo que la muerte de Cedric Diggory no fue más que un trágico accidente y que no nos dejará usar magia en su clase. Hermione dijo que está aquí porque el Ministerio está interfiriendo en Hogwarts.

—Algo que probablemente podrías haber descubierto por tu cuenta si te hubieras molestado en prestar atención a su discurso de anoche —comentó con frialdad—, pero la señorita Granger no está equivocada. No es más de lo que cualquiera de nosotros debería haber esperado considerando la determinación del Ministerio de controlar a Dumbledore. Ciertamente no estás ayudando a las cosas montando en cólera, gritando en su aula.

Harry le fulminó.

—¿Entonces se supone que debo dejar que me llame mentiroso a mí y a Dumbledore?

—Sí, eso es exactamente lo que se supone que debes hacer —respondió Snape—. Acepta ahora mismo que la gente se va a equivocar contigo y te tratará injustamente. Ese es el precio que pagas a veces. Soy un agente doble, la gente siempre se equivoca conmigo.

—No sé cómo vives así —dijo en voz baja—. Es agotador y me enfada mucho.

Snape se sorprendió bastante por la empatía de Harry. Porque ser incomprendido por prácticamente todo el mundo era un factor que le había definido toda su vida. Era agotador, frustrante y muy solitario. Antes de acoger a Harry, Snape nunca habría considerado abrirse a ningún niño ni a ningún sentido de familia. Simplemente no auguraba nada bueno con las realidades a las que se enfrentaba día a día.

—Es difícil —concordó Snape—. Es por eso que ya estoy aquí abajo, vestido para la cama y posponiendo calificar tu intento en clase en el Filtro de Paz. No tengo la capacidad esta noche. A veces simplemente no puedo.

—Bueno, teniendo en cuenta lo que le hiciste, eso realmente no me va a afectar de todos modos, señor —respondió Harry, con el ceño fruncido en su rostro mientras recordaba la injusticia de la lección de poción de esa mañana—. Yo no era el peor, ¿sabes? No desvaneciste la de Goyle.

—Espero de ti algo mejor que Goyle —respondió él—. Sólo estabas siendo descuidado. Eso o tu vista está peor de lo que pensaba. Tienes una cita en Hogsmeade para que la revisen este sábado.

—¿Ah, sí? —Harry parpadeó.

Snape asintió con la cabeza.

—Hagrid te va a llevar. Creo que probablemente necesites una prescripción diferente y eso se puede remediar el mismo día. Hizo una pausa, disfrutando de la mirada confusa en la cara de Harry. Y añadió fríamente—: Probablemente habría hecho arreglos para que tu padrino te acompañara bajo Multijugos, pero ambos me habéis demostrado que no me puedo fiar de vosotros con eso. Supongo que esa es probablemente la razón por la que el profesor Dumbledore decidió mantener a Black encerrado en el Cuartel General sin excepciones en primer lugar. Sabía que no debía esperar que Sirius Black pudiera comportarse como un adulto razonable.

Harry dejó caer su tenedor sobre el plato con un golpe. Se tragó un nudo nervioso en la garganta.

—¿Sabes…?

—Sí —dijo Snape con severidad—. Adivina quién me lo dijo. Harry no lo adivinó. Volvió a mirar a Snape, cansado, hasta que este se respondió a sí mismo—. Lucius Malfoy —articuló cada sílaba del nombre del mortífago—. Reconoció a un perro negro que estaba contigo en la plataforma. Quería saber por qué no sabía que Black estaba dando estos pequeños paseos, después de que yo había insistido en que era imposible llegar a él porque estaba bajo la protección de un encantamiento de Fidelius.

—¿Por qué esperarían que supieras eso? —preguntó Harry—. No tiene nada que ver contigo.

—Porque, Potter —dijo con impaciencia—, se supone que debo ser sus ojos en la Orden del Fénix. Se esperan que sepa cosas, ya sea que tengan algo que ver conmigo o no. ¿Te das cuenta de que cada pieza de información que le oculto al Señor Tenebroso es cuidadosamente examinada? Cuando fingí no saber que estabas siendo sacado de tus familiares, fui torturado severamente porque, al parecer, el profesor Dumbledore no confiaba en mí lo suficiente. Viste la condición en la que volví. Harry asintió con la cabeza, luciendo extremadamente angustiado, pero Snape aún no había terminado—. Ahora, el Señor Tenebroso y sus seguidores se preguntarán por qué no les transmití información sobre cómo es probable que Sirius Black abandone su escondite para vagar sin rumbo por Londres con un disfraz que ya conocen. Saben que estoy en contacto regular con él a través de la Orden. ¿Ves cómo funciona esto, Potter?

—Sí —dijo él en voz baja—. Profesor, no fue idea mía. Nunca se lo pediría. Lo último que me gustaría que pasara es que atrapen a Sirius.

—Estoy seguro —dijo Snape, un poco más suavemente—, pero debes entender que cada mentira que le digo al Señor Tenebroso es un riesgo extremo cuando él necesita creer que le cuento todo. Él cree que estoy muy bien informado y cubro todos los detalles más cruciales para protegerlos a todos. Es extremadamente peligroso y que Sirius Black haya sido atrapado contigo en público ciertamente no me está ayudando.

—Lo siento —susurró Harry.

Snape lo miró fijamente durante mucho tiempo antes de asentir satisfecho con la cabeza de que su sermón había llegado al chico. Decidió que lo que necesitaba más que nada en ese momento era volver a la cama. Estaba teniendo dificultades para mantenerse de pie, si estaba siendo honesto consigo mismo. No tenía la energía para seguir regañando a un adolescente petulante.

—Termina tu cena. Y sé que debes tener una montaña de deberes para hacer, así que deberías tratar de terminar la mayor parte esta noche, teniendo en cuenta que tus castigos el resto de esta semana van a ocupar gran parte de tu tiempo —agregó con una burla.

—¿Puedo quedarme aquí abajo, profesor? —preguntó Harry.

—Hasta el toque de queda —aceptó él—. Luego tendrás que volver a tu dormitorio. Sé que probablemente no va a ser agradable, pero vas a tener que encontrar una manera de sobrellevarlo. Eventualmente, la verdad saldrá a la luz y todos sabrán que el profesor Dumbledore y tú teníais razón todo el tiempo.

—Está bien —accedió Harry.

—Voy a volver a mi habitación para tratar de dormir —dijo Snape—. Antes de irte, entra y haz que me despida. Puedes despertarme.

Estaba satisfecho de haber dejado claro su punto de vista y esperaba que Harry recordara esa culpa la próxima vez que su padrino intentara obligarlo a hacer algo imprudente. Sirius y James siempre habían amado los riesgos, pero había una diferencia entre ser valiente y aventurero, y ser un idiota. Snape esperaba poder inculcar ese poco de sabiduría en Harry, porque todavía quería mejorar la situación de Black y ayudarlo a pasar más tiempo con Harry. Solo necesitaba estar seguro de que no estallara todo lo demás.

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