
De shock en shock. ¿Quién está más sorprendido? ¿El adulto o el niño?
Empezó así: Un pirata con una cicatriz en su cara surcando los mares hasta una isla donde le esperaba algo que cambiaría el curso de la historia. De todos los mares que podría estar navegando, era el mar con el nombre de East Blue el que surcaba, el más tranquilo y pacífico de todos, lo cual era muy raro para este pirata. Era el capitán de su barco, después de haber pasado años de su infancia como kaizoku minarai, aprendiz pirata, en una tripulación legendaria que hizo retumbar el mundo desde sus cimientos, de esas leyendas que te dan escalofríos de miedo o emoción cada vez que escuchas o piensan en ellos. Pero ahora era capitán en su propio derecho, buscando aventuras con su tripulación de amigos. Era muy aventurero, ya surcó por el mar más salvaje, impredecible e ilógico de todos, el llamado Nuevo Mundo. Así que, ¿qué hacía en el mar más vacío de aventuras?
La respuesta era simple: respirar. No, no era una broma. Hasta el más intranquilo, inquieto e hiperactivo de todos necesitaba un respiro de vez en cuando, algo de descanso. Además, y puede que la razón más importante, su ex-capitán nació en este mar. Hace solo unos años, una década (¿y no era alucinante? Una década completa desde su muerte cuando en aquel momento hacía diez años no esperaba sobrevivir sin su padre capitán), una ejecución se llevó acabo. Muchos vitorearon ante ese hecho histórico. 'El Rey de los Piratas ha muerto', decían todos los periódicos. Porque sí, ese fue su capitán, alguien que surcó los mares hasta el mismísimo fin del mundo. Fue injusto. Nadie de esos que vitoreaban le conocían. Creían que era un simple rufián demasiado poderoso que atemorizaba a la gente. Estaban equivocados, demasiado equivocados. No había nada más lejos de la verdad. Él no era 'el temido y cruel Rey Pirata', era simplemente Gol D. Roger, un hombre con una ridícula sonrisa y un sueño aún más ridículo. Ser libre, ese era su sueño. Y era ridículo. Ser libre debería ser algo que se diera por hecho y para que alguien quisiera serlo como si ya no lo fuera, para que ese alguien tuviera toda la razón en que no eran libres, ¿cómo de mal tenía que estar el mundo? así que tenemos a un hombre ridículo con una impulsividad y cabezonería inimaginables. Vivía aventuras, se reía, bebía, festejaba, pasaba el rato con sus amigos, reía, cantaba desafinando más que nadie, comía con supuestos enemigos que eran tan monstruosamente fuertes como él, reía... Y era una risa fuerte, retumbaba por todos lados. Era la risa de un idiota, un adulto que seguía comportándose con la ilusión de una niño y una fiereza cuando se trataba de proteger a sus seres queridos. Era así de ridículo y lo querían muerto tanta gente que ni le conocía... Resumiendo, necesitaba un respiro y visitar el mar donde su capitán empezó y terminó su leyenda, el lugar donde Gol D. Roger nació y murió.
Luego se dirigirían hacia Loguetown, la isla de los llantos en opinión del capitán pirata (tanto él como su amigo lloraron hasta no poder más allí). Pero antes, necesitaban echar el ancla en una isla para comprar comida, bebida y algunos materiales de construcción. Su barco se había dañado un poco en una tormenta al venir hacia el East Blue desde el North Blue, otro de los cuatro Blues. La isla se llamaba Dawn.
Llegaron a unos de los puertos, lejos del pequeño reino de Goa, donde estaban los nobles y posiblemente algunos marines. Ahora no tenían ganas de tratar con nobles y sus delirios de grandeza. para el capitán pirata, era un momento de aflicción. Habían pasado diez años y todavía esta reviviendo esos hechos como si los pudiera sentir ahora mismo.
El puerto era de una pequeña aldea con el nombre de Villa Foosha. No querían problemas, por lo que se tomarían su tiempo en desembarcar como mercaderes normales. Se notaba que eran piratas, pero si se comportaban más tranquilos les daría indirectas a los pueblerinos de que no querían problemas.
Pero antes de que alguien se pudiera bajar del barco, un niño se acercó. Parecía emocionado y alegre de que fueran piratas, lo cual era muy inesperado. ¿Quién se emocionaría por que unos piratas desembarquen en su aldea? Bueno, aparte de su ex-capitán. Era muy raro, pero algo en ese niño le llamaba la atención. Tenía algo especial aparte de su obvia falta de sentido del peligro. Hablando de sentido del peligro, ¿dónde estaban sus padres o cuidadores para que le dijeran lo peligrosos que eran los piratas? Ellos no querían hacer daño a nadie, pero cualquier otra tripulación pirata podría tener malas intenciones. Espera... ¿le acababa de preguntar que si cagaba? Ante tal pregunta, el capitán pirata no pudo evitar reírse, haciendo que su tripulación pegara un brinco de sorpresa. Su capitán llevaba tiempo sin reír, últimamente estaba más sombrío desde que llegaron al East Blue, lo cual era comprensible, pero ahora se esta riendo.
Así fue cómo se conocieron un capitán pirata pelirrojo y un niño que era mucho más de lo que parecía.
El resto de la historia ya lo sabéis de sobra. El capitán pirata se llamaba Shanks y le apodaban Akagami no Shanks por el color de su pelo. El niño se llamaba Monkey D. Luffy. Y los dos pasaron un año entre risas y diversión. Un año que no se había esperado ni la tripulación ni el capitán, habían esperado una o dos semanas como mucho, pero ese niño tenía una luz que les atraía a todos. El niño obtuvo una cicatriz debajo de su ojo porque quería muchísimo unirse a los piratas y surcar los mares, ante lo cual se negaron. El niño se comió una fruta que no debía al estar enfadado y se enfrentó contra un bandido que insultaba a sus amigos. Shanks acabó salvándole la vida dando su brazo a cambio. No se arrepentía de nada. Y así nació un sueño, el sueño que haría retumbar otra vez al mundo desde sus cimientos y los demás no tendrían más remedio que apartarse si no querían ser aplastados. El comienzo de Monkey D. Luffy y su sueño de ser libre, de ser el Rey de los Piratas.
A la paz que pasaba este acontecimiento, estaban los pensamientos de Shanks. Al principio, no pudo evitar pensar que el niño era ridículo, tan ridículo como Gol D. Roger lo había sido. Le empezó a recordar a su capitán. Pero pronto se le pasó. No pasaron ni dos días desde que ese pensamiento empezó a surgir cuando el niño tiró por la ventana esa idea. Era ridículo, sí, y tenía un gran parecido con ex-capitán, pero era ridículo de una manera diferente. Tenía su propio brillo, no era una repetición de lo de antaño. Muchos que se encuentren en su camino podrían compararle con Gol D. Roger, pero este niño, Monkey D. Luffy, superaría todas sus expectaciones... No, no las superaría. Las aplastaría, haciéndolas añicos, y lo mejor era que el niño ni se daría cuenta de lo que ha roto tu vista del mundo, solo era él mismo. No podía esperar hasta que Luffy zarpara de esta pequeña isla.
Fue difícil dejar esa pequeña isla. Echarían de menos a esa pequeña Ancla que no paraba de meterse en problemas, pero ya tenían que irse. Tenían que seguir su viaje, pero le volverían a ver. Pasarían unos años antes de eso, seguramente más de una década, pero le volverían a ver. Era una promesa después de todo.
Aún así, se preocuparían. Mucho, muchísimo. Y como su capitán era su capitán, la tripulación no se sorprendió de los llantos y de las súplicas por volver a esa isla. No paraba de gritar '¡Mi bebé!'. Al final, los tripulantes no pudieron evitar que su capitán hiciera una llamada de emergencia. Bueno, era mejor eso que las otras alternativas y al menos calmaría un poco al pelirrojo.
Era algo urgente, le dijo con toda la seriedad del mundo. Una situación de vida o muerte, reafirmó poniendo ese tono que siempre usaba cuando no estaba de broma (casi nunca, básicamente). Entonces empezó a hablar como una madre preocupada por sus bebés. Menos mal que su segundo al mando tenía cabeza y arrancó el Den Den de las garras de su detestable capitán. Por fin, alguien le comunicó claramente lo que pasaba.
Primero hubo sorpresa. Un niño capaz de brillar tanto como para animar a ese molesto pelirrojo en ese momento de pesar (que ambos compartían y que por tanto entendía perfectamente lo difícil que era animarse en ese estado) existía. Y un niño bastante cabeza hueca por las historias que le contaron.
Luego furia y más sorpresa. Al pelirrojo le faltaba un brazo. ¡Qué cojones! Y encima por un Rey del Mar del East Blue. Ese maldito pelirrojo sabía usar Haki y esa nimiedad no suponía ningún problema para él. ¡Será idiota!
Acabó con molestia. Aunque aceptó el pedido. Entendía perfectamente lo pesado que se podía poner el pelirrojo y además luego le tocaría a él tener que soportarlo si no aceptaba. Hubo un último momento de compañerismo por la molestia que era el pelirrojo entre el segundo al mando y él. Se entendían mutuamente.
Así que ahí estaba él, en una isla en el East Blue porque había sido un débil idiota que accedió ante el pedido a llantos de un jodido pelirrojo. Solo sin su tripulación porque sería un viaje de un par de semanas para asegurarse de que el niñato ese estuviera bien. Pero no, no pudo ni poner un pie en la isla sin que algo le atacara. Para pasar desapercibido, optó por usar una pequeña playa, muy muy pequeña, cerca de unos acantilados. Esa playa tenía unos pocos metros y te topabas con un bosque enorme inmediatamente.
Era una piedra. Podría no parecer mucho, pero era una piedra muy grande que casi le aplasta. Algo se movió entre los árboles. Alguien normal no vería más que una sombra, pero él tenía experiencia y se dio cuenta de que era un niño. Suspiró. Vaya, ahora los niños podían tirar piedras más altas que ellos mismos. Genial.
Dándole pereza y por joder un poco a ese pelirrojo, se quedó en el barco unos pocos días. El niño no estaba todo el tiempo allí, ese no era el problema, aunque volvía una o dos veces al día como vigilando de que no se acercara más. El problema era que todavía estaba molesto con el pelirrojo por darle una charla de dos horas de lo adorable que era su Ancla. El pelirrojo no se moriría si se tardaba unos día más, no tenía ninguna prisa. De todas formas localizar al niñato sería fácil. Un poco de Haki y listo. Y tenía comida de sobra para esas dos semanas planeadas. No se había querido llevar tanto, pero su tripulación consiguió meterle aún más de alguna manera.
Sinceramente, fueron unos días increíbles. Se había traído una hamaca porque... no sabía por qué, ni siquiera sabía que trajo una hasta que rebuscó en la pequeña habitación que servía como almacén. Su tripulación otra vez seguramente. El caso era que tenía una increíblemente cómoda hamaca en la que se tomaba un batido o un zumo que hacía antes de tumbarse. Las gafas de sol daban el pequeño toque que faltaba. Podría visitar otra vez al niñato si significaba unos días de relajamiento. Adoraba lo que hacía, pero tanto papeleo a veces era insoportable. Y su tripulación se las podían apañar solos por un tiempo de vez en cuando así que estaba decidido, venir a esta isla de vez en cuando para unas vacac- para vigilar al niñato, por supuesto, no para otra cosa.
Aunque el niño lanza pedruscos era un peligro por sí mismo. Una vez que se dio cuenta de que no tenía planeado bajar del barco por un tiempo, ya no le tiraba tantas cosas, pero de vez en cuando lanzaba cosas como advertencia. Si fueran unas pequeñas rocas o incluso ramas enteras de árboles, no sería para tanto. Pero esa mañana le lanzó un árbol entero, uno de los grandes. Bueno, no era como si le pudiera lanzar un árbol pequeño porque por alguna razón quien quiera que haya creado este mundo decidió que hubiera una isla como esa en el mar más normal y Pacífico de todos. Toda la vida salvaje era gigante, enorme, titánica y todos esos objetivos. Alguno era más grande que los grandes animales del Grandline, el resto eran del mismo tamaño más o menos. Bueno, teniendo en cuenta de que una isla cualquiera no podría haber criado (más bien no podría haber sobrevivido) a monstruos como los que crió esta isla. Estaba el héroe de la Marina que nació aquí...
¡Espera! ¡Un segundo! Rebobinemos. ¡Monkey D. Garp nació aquí! 'Maldición, cerebro, te deberías haber acordado antes', pensó. Se notaba que había pasado demasiado tiempo con tranquilidad y calma. Debería ser más cuidadoso. Esto no era el Nuevo Mundo ni el Paraíso, pero eso no evitaba que podía ser peligroso. 'Respira hondo. Inspira y expira. Repítelo... Los últimos reportes decían que Garp se dirigía a Marineford y no volvería hasta dentro de unos meses. Lo revisaste como mil veces igual que haces con todos los reportes que tengan que ver con él y su localización para no encontrarte con él. Eso es, las dos semanas aquí son seguras, le prometiste a tu tripulación que serían mínimo dos semanas porque no sé qué susurros de estrés y adicción al trabajo. En cuanto pasen, te vas pitando de aquí y no vuelves por más que el cabrón pelirrojo ese te lo suplique. Mierda, ¿cuánta suerte puede tener como para haber pasado un año entero aquí sin que Grap volviera?'
Bueno, lo mejor era bajar del barco ahora que no estaba el niño vigilando, usar Haki para encontrar al niñato, ver que estaba bien y volver al barco echando leches a esperar diez días más escondido hasta volver.
A ver, el niño debería estar en una aldea llamada Foosha... Joder su suerte. El niño que le había estado tirando árboles enteros estaba a unos metros y parecía que le acababa de ver. Solo habían pasado como cinco minutos desde que se metió en el bosque. Y ahora se le había quedado mirando fijamente con una mirada de muerte a unos metros de él. Y tenía una tubería que cogía con bastante experiencia. Genial. Esperaba no tener que luchar con un niño y que le atrasara, cuanto antes volviera al barco, mejor.
"Hola. Estoy perdido, ¿sabes dónde está Villa Foosha?" Bueno, no tenía nada que perder.
La mirada de muerte no se fue. Empeoró, de hecho. Tampoco parecía como si le fuera a responder.
"Bueno, pues si no lo sabes ya me las apañaré." Con cuidado. Paso a pasito ve yendo hacia otro lado lentamente sin alertar al niño que por alguna razón le recordaba a un animal salvaje. ¿Viviría allí en el bosque?
"Como te muevas un paso más no vas a recordar ni quién eres." Bueno, habla. Era una buena amenaza para un niño. "¿Qué coño quieres? ¿Qué haces aquí?"
"Solo le estoy haciendo un favor a un conocido." El niño empeoró la cara. "Es un pesado que se hizo amigo de alguien en esa aldea y no puede venir hasta bastante tiempo por algunos inconvenientes en su travesía marítima." Inconvenientes que al parecer llevaban en nombre de Monkey D. Garp. El muy capullo no le dijo quién era, solo que alguien no le dejaba regresar. Pensó que sería algo de broma, como alguien que le amenazó o algo pero que no era una amenaza real y solo no visitaba porque esa persona que se lo impedía era amigo suyo. Como Benn, el segundo al mando, quien no era un verdadero peligro para el cabrón pero que como eran amigos era como una prohibición que no podía incumplir. Pero si Garp vivía allí, tenía todo el sentido del mundo. "Así que me pidió que fuera a ver a su amigo porque yo no tenía tantos problemas para venir." Hasta que se enteró de lo de Garp. Ahora sí que tenía un gran problema en venir. No volvería ni loco.
El niño pareció que veía que estaba diciendo la verdad tras unos tensos segundos. Entonces fue cuando...
"¿Rouge?" Porque esas pecas no podían ser de ninguna otra persona. La tubería estaba tapando la mayoría de la cara del niño, incluidas las pecas, hasta hace unos momentos cuando la bajó un poco.
El niño de volvió al tensar.
"¿Qué mierda estás diciendo?" Y ahora que lo pensaba, tenía esa misma actitud de Portgas D. Rouge cuando a esta le acababan de decir algo bastante agravante.
"¿Estás relacionado con Rouge? Mierda, por supuesto que lo estás. Las pecas son inconfundibles." Y la forma de la cara era casi idéntica, solo tenía un color diferente de pelo y puede que de ojos, los cuales no los veía lo suficientemente bien como para distinguir el color.
Miró por todos lados para ver si había alguna figura femenina corriendo hacia él para matarlo por haber siquiera hablado con el niño.
"¿Qué mierda estás haciendo?" Ah, bueno. El niño tenía todo el derecho a preguntar. Le estaba temblando algo el cuerpo del miedo.
"¿Tu madre está por aquí? Lo siento si os he ofendido a alguno de los dos, no planeaba hacerlo."
"¿Cómo sabes que es mi madre?" El niño se tapó la boca de repente, como so hubiera compartido algo que no debería haberlo hecho.
"Estoy segurísimo de que Portgas D. Rouge no tenía ningún familiar vivo. Así que sólo puedes ser su hijo porque estás definitivamente relacionado con ella. Pero en serio, ¿está por aquí? Si estoy pisando su territorio, lo siento mucho, no lo hice sabiéndolo." Siempre había que pedir perdón por si acaso.
"¿Cómo sabes que no tiene ningún familiar?"
"Bueno, siempre es bueno estar informado de figuras imponentes. Ella debería dar más miedo que Gol D. Roger." El niño se quedó a cuadros. A lo mejor era porque él no veía a su madre tan aterradora, era su madre después de todo.
"¿Como que da más miedo?"
"No da. Dije que debería. Porque la gente es estúpida y subestima a las mujeres y las desprecia cuando muchas de ellas les pueden sacar sus columnas de cuajo. Roger no da tanto miedo." No debería de dar miedo a menos que fueras objetivo de su furia. A él nunca le dio miedo. A Él, a quien le daban miedo muchas cosas y siempre se escondía en el camarote del capitán cuando era pequeño. Su padre capitán era alguien que podía combatir con los grandes monstruos, pero él nunca le dio miedo. ¿Quién podría tener miedo de alguien que solía a veces poner caras absurdas para animarles como si fueran bebés de menos de un año porque lo había leído en un libro que eso funcionaba? ¿Y ese libro era para bebés y se había confundido al comprarlo cuando estaba en la portada? ¿Y aún así seguía haciéndolo porque funcionaba siempre porque eran caras demasiado ridículas? ¿Tan ridículas como él? "Lo que pasa es que a los del Gobierno del Mundo les aterra más que se descubra la verdad de sus mentiras que alguien a quien no supieron ni ponerle título." Estaba hablando de más. Pero estaba nervioso y con mucho miedo. Era Rouge, era lógico tener miedo de ella.
"¿Ponerle título?"
"Claro. Cuando surcas los mares, normalmente te dan un título, por así decirlo. Puedes ser mercader, marine, pirata, cazador de piratas... pero tardaron años en decidir cómo llamarla. Creaba tanto caos que a veces era más una pirata y otras veces solo una aventurera. O cualquier cosa excepto marine."
"¿Caos?" Por supuesto que el niño estaba interesado en esa parte. Era su hijo. Tenía que estar en la sangre o algo.
"A veces cazaba piratas, aunque sólo cuando la molestaban. Lo cual era bastante a menudo porque los hombres son en general muy idiotas y no se enteran de que alguien que ha hecho picadillo a gente más fuerte que ellos también les puede hacer picadillo a ellos a pesar de ser mujer. Pero no reclamaba las recompensas.
Otras veces pasaba que luchaba en el mismo bando que algunos marines contra algunas bandas piratas, aunque eso sólo eran coincidencias. Lo más gracioso era que en esas peleas parece ser que golpeaba a tanto marines como piratas. Algo de meterse en enfrente de su ataque o algo, así que no la podían culpar porque era bastante verdad, no esquivaban lo suficientemente rápido.
Otras veces, comercializaba por todas partes para ganar dinero y parecía bastante buena en negociar.
También atacó a marines. Pero no podían inculparla porque o no tenían pruebas suficientes o era culpa de los marines por meterse con ella. Y créeme, ella sí que tenía pruebas de que la culpa era de los marines y no suya, porque si no, no se hubiera librado de ser marcada como criminal.
Al final decidieron llamarla cazadora de piratas porque no tenían otra. No podían ponerle recompensa a su cabeza y no estaba con ellos. Mercader tampoco era con las peleas en las que se metía. Así que caza recompensas.
Les dio tantas vueltas a todos que tuvieron que resignarse a atacarla de enemiga o aliada.
Eso da mucho más miedo que alguien que sólo quería vivir aventuras y ser libre."
Espera, el niño parecía como si le estuvieran contando una historia fascinante. Era el hijo de Rouge y esas cosas no era raro que le gustasen, pero eran historias de su propia madre.
"Así que... ¿dónde está? Me iré lo más rápido posible si molesto."
"... Está muerta." Mierda, mierda con su maldita bocaza y su poco tacto que a veces tenía.
Por unos segundos, bajó la mirada a esa cuchilla que llevaba alrededor de la cintura a todos lados. Ya no la utilizaba, en su momento le había salvado la vida muchas veces, pero llevaba tiempo sin usarla porque ya no la necesitaba. Se la había dado Rouge cuando le enseñó a manejar cuchillos. Al parecer, era algo que se daba de profesor a aprendiz en el arte de los cuchillos. A ella se la había dados su padre cuando aún estaba vivo. Lo había decidido.
"Tenemos diez días más o menos."
"... ¿Eh?" El niño se veía confundido.
"Me voy en unos diez días de esta isla. Así que tenemos ese tiempo para que te enseñe a manejar cuchillos."
"¡¿Pero qué mierda estás diciendo, viejo?!"
"Tu madre me enseñó a empuñar y a lanzar cuchillos. Ahora te toca a ti aprender. Y como no está ella para enseñarte, es mi deber enseñarte." El niño le miraba con una cara rara. "Lo digo en serio. Tu madre me mataría si no te enseño. Saldría de la mismísima taquilla de Davy Jones para matarme, revivirme otra vez y volverme a matar. Y es lo menos que puedo hacer por su hijo." De alguna manera, el niño estaba lo suficientemente en shock como para que prácticamente lo arrastrara hasta algún buen sitio para practicar lanzamientos de cuchillos. "A todo esto, ¿cómo llegaste aquí? Que yo sepa, Rouge no vivía en el East Blue."
"Jii-chan me cuida, supuestamente." Fue una respuesta automática en su estado de shock. "Pero es un viejo tonto que está todo el rato lejos y cuando viene siempre está con su risa de mierda y sus puños que duelen un montón. Siempre está con lo de ser marine y yo no quiero serlo." Viejo, risa de mierda, puños que duelen un montón, marine...
"¡Tu abuelo es Garp! ¡Monkey D. Garp! Pero tú padre no es su hijo, o al menos no te pareces nada a él..." ¿Cómo había conseguido Garp traerse al hijo de Portgas D. Rouge?
"¿El viejo tiene un hijo?" Había hablado de más.
"Créeme, cuanto menos sepas mejor. Tiene un hijo, muy diferente a él pero es su hijo. No quieres saber en qué trabaja. Es peligroso."
"¡Ese cabrón sigue vivo y no ha visitado a Luff-!" Se cortó a sí mismo de repente. Un momento.
"¿Luffy? No es un nombre común... Joder, maldita sea mi suerte. Ese Luffy vive en Villa Foosha, ¿no? No me digas que su nombre completo es Monkey D. Luffy." Se habían parado ya hace un rato intentando descubrir las malditas coincidencias.
"Bueno, sí..."
"¡Maldito ese jodido pelirrojo! ¡Lo ha hecho a posta! ¡No me dijo el nombre completo porque sabía que no me acercaría a este lugar ni loco si lo supiera!"
"¿Pero qué-?" El niño parecía incluso más sorprendido que él. Claro, shock tras shock, era comprensible. Y más si acababas de descubrir cosas de tu madre muerta.
"Tu tranquilo niño. El que debe preocuparse soy yo. Le conoces, ¿no? ¿Puedes verificar a ciencia cierta que está bien? A Luffy me refiero."
"¡¿Y a ti qué te importa?!"
"Ese es el amigo de mi conocido." Al niño parecía que le había dado una iluminación. Ya se estaban entendiendo los dos.
"¿Pelirrojo?"
"Sí. Shanks."
"El brazo."
"El sombrero."
"Rey de los Piratas."
"Shanks está loco así que Luffy también lo tiene que estar."
"... No lo niego."
"¿Un descanso antes para asimilar toda esta porquería?"
"¿Asipilar?"
"Asimilar. Que te entre en el cerebro cierta información."
"... Te vigilo. óolo te dejo seguir en esta isla porque eres amigo del que le salvó la vida a Luffy."
"Conocido, no amigo." Porque todavía estaba enfadado con el pelirrojo. No diría en alto que era su amigo.
"Sí, claro. Y jii-chan no es un marine."
"No voy a discutir con un niño. Y sí, eres un niño. Porque como me has llamado viejo, me acabas de dar todo el derecho en llamarte niño. De todas formas, te voy a enseñar a manejar cuchillos. Así que toma." Le dio la cuchilla.
"¿Para qué me das esto?" Lo miraba con desconfianza.
"Esto, como tú dices, es un objeto que pasa de maestro a alumno. Rouge me lo pasó a mí cuando me enseñó a manejar cuchillo y ahora es tuyo porque yo te voy a enseñar como si te gusta o no." Porque, sinceramente, el niño necesitaba más el objeto que él. No conocía ni a su madre.
"... Supongo que te dejaré enseñarme." Una sonrisa empezó a formarse en su cara.
"Por cierto, ¿cómo te llamas?"
"Portgas D. Ace." La sonrisa era bastante familiar.
¿Cómo era posible? ¿Otra sorpresa? Esa sonrisa era más pequeña de las que recordaba, se notaba que el niño estaba intentando no sonreír por la cuchilla, pero no pudo evitar que apareciera lo suficiente como para que se pareciera a la suya. La sonrisa de Gol D. Roger. Y ahora que veía, el color de pelo era el mismo y el de los ojos también.
"Buggy." Respondió. Porque no podía responder otra cosa. Estaba en tal shock que casi estaba paralizado.
El hijo de Portgas D. Rouge y Gol D. Roger. Entre las muchas dudas, una era la más inminente.
¿Cómo había conseguido Roger que Rouge le dejara de dar patadas de lleno en sus partes íntimas cada vez que se le acercaba? Además, ¿el capitán podía seguir teniendo hijos biológicos después de esas patadas?