Traducción: "Day Says" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Day Says" de GallaPlacidia
Summary
Scorpius, de once años, comienza a escribirle a Harry. Harry comienza a enamorarse de Draco a través de su interpretación en las cartas de su hijo.Con un Draco extremadamente arrepentido que vive con muggles y trabaja en una librería de segunda mano, un Harry aislado y un Scorpius que teme ir a Hogwarts porque sabe que será intimidado allí.
Note
La presente en una traducción del fanfic de GallaPlacidia "Dad says". Quien publicó que eliminaría su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.El fanart agregado pertenece a Swymsuyt y ha sido compartido con su permiso.Toda la historia publicada no me pertenece solamente hice la traducción y la correspondiente edición.Disfruten de esta maravillosa historia.
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Capítulo 8

Capítulo 8

 

   —Conoces la rutina, Potter —dijo Draco en su oído— Dime cuál es el chico más sexy que ves y me aseguraré de que vaya a casa contigo.

 

Harry no había estado tan borracho desde los primeros meses después de la guerra, cuando se metía en la bañera todas las noches después de los juicios y bebía hasta que se desmayaba.

 

   —Tú —dijo.

 

Draco lo miró. Harry recordó verlo torturar a Rowle. Recordó su rostro apareciendo en la ventana de la cabaña de Hagrid en primer año, y sabiendo que tenían que sacar a Norberto de inmediato, porque Draco Malfoy era un problema. Siempre fue un problema.

 

Draco se inclinó tentativamente hacia adelante y sus labios se tocaron. Harry persiguió el beso. Fue más suave de lo que Harry había imaginado que sería, y se dio cuenta de que lo había imaginado hace mucho tiempo, mucho antes de encontrarse con Draco y Scorpius en el callejón Diagon. Lo había imaginado la noche después de que casi mata a Draco en sexto año, y después de la Batalla de Hogwarts cuando pensó en el Fuego Maligno. Tal vez no se había dado cuenta imaginándolo, peor lo había hecho. Este era un viejo deseo. Esto fue un despertar.

 

Harry los apareció de regreso al apartamento de Draco.

 

   —Potter, loco de mierda, ¡Podrías habernos escindido!

 

   —Cierra la boca.

 

Harry empujó a Draco hacia el dormitorio. Nunca había estado ahí antes. Era pequeño en mal estado. Draco había crecido en una casa solariega con sirvientes, recordó Harry. Draco creció creyendo que sería rico toda su vida.

 

Draco cayó de espaldas sobre la cama.

 

   —Harry —dijo, apoyándose en los codos.

 

   —Muévete —dijo Harry, trepando a su lado. Draco se movió para que hubiera espacio para Harry, pero Harry en ese momento se había dado cuenta de que no necesitaba espacio. Se sentó a ahorcajadas sobre Draco y lo besó.

 

   —Harry —dijo Draco de nuevo.

 

   —¿Qué? —dijo Harry. No estaba seguro de poder manejar una conversación.

 

   —Estás borracho.

 

   —Tú también.

 

   —Sí —dijo Draco— Estamos muy borrachos. Esta es una mala idea.

 

Harry se apartó.

 

   —¿Quieres parar?

 

Draco negó con la cabeza violentamente.

 

   —Entonces no es una mala idea —dijo Harry.

 

La habitación daba vueltas a su alrededor mientras se desvestían mutuamente. Todo estaba borroso y el tiempo se movía de forma extraña: Harry no podía decir lo que estaba pasando, en realidad. Draco también parecía confundido. Siguieron riéndose.

 

   —Esta es una mala idea —dijo Draco, una y otra vez, pero no se detuvo. Su piel era suave, húmeda y abrumadora. Harry se concentró en las partes de Draco que no estaban dañadas. Besó su camino hasta el blanco puro del cuello de Draco.

 

No miró las cicatrices en el pecho de Draco. La Marca en su brazo.

 

No era sexo como cualquier cosa que Harry hubiera tenido antes. Era contradictorio e inexplicable. Draco Malfoy no era solo una persona, era una acumulación de recuerdos y sentimientos que Harry sabía que nunca podría desenredar. Draco era todo lo que Harry odiaba y deseaba, y era su amigo y su enemigo, y era inconteniblemente guapo, y era infeliz, y Harry quería volver a amarlo en su totalidad, y había tantas versiones diferentes de él que Harry no podía entenderlo, nunca lo conocería por completo, en su totalidad, de la forma en que él quería.

 

Por la forma en que Draco lo miraba, Harry supo que él sentía lo mismo. Sabía que Draco estaba tan desconcertado por este giro de los acontecimientos como lo estaba Harry. No sólo el sexo: la amistad. El sobreviviente. El hecho de que estuvieran allí, que no hubieran sido asesinados cuando eran adolescentes, posiblemente el uno por el otro.

 

   —Draco —dijo Harry, finalmente— Esto se siente increíble, pero no creo que pueda terminar.

 

   —Gracias a Dios —dijo Draco— Yo tampoco.

 

Harry salió de Draco y colapso encima de él.

 

   —Estoy tan jodidamente borracho —dijo Draco.

 

   —Creo que voy a vomitar —dijo Harry.

 

   —No te atrevas, joder.

 

Se miraron a los ojos y estallaron en carcajadas impotentes. Draco en realidad lloró de alegría. Harry nunca pensó que se había reído tanto.

 

   —No cenamos —dijo, cuando se calmaron.

 

   —¡Porque sugeriste el pub! —dijo Draco.

 

   —Sí, porque te encanta el pub. Estabas molesto.

 

   —No podemos dejar de comer cada vez que estoy triste. Nos moriríamos de hambre.

 

Harry lo besó. ¿Habían cometido un error? Había una desagradable sensación creciendo en la boca de su estómago. Algo siniestro. «Esta es una mala idea».

 

   —¿Te gustan los panqueques? —preguntó Draco.

 

Harry frunció el ceño.

 

   —No podemos comer panqueques. Es de noche.

 

Draco se liberó del agarre de Harry y se puso un par de bóxers.

 

   —¿Nunca has comido Desayuno de Medianoche? —preguntó.

 

—¿Qué diablos es el Desayuno de Medianoche?

 

Draco negó con la cabeza con tristeza.

 

   —Siento lo de tus Padres —dijo, y salió tambaleándose del dormitorio.

 

   —¡Malfoy! —grito Harry— ¿Qué carajo?

 

   —¡Deja de holgazanear y ayúdame! —dijo Draco desde la cocina. Harry maldijo por lo bajo, se puso los bóxers y se unió a Draco en la cocina.

 

Draco hizo panqueques con chispas de chocolate y tocino y huevos. Le sirvió a Harry un vaso de jugo de naranja y colocó manteles individuales y servilletas de tela en la desvencijada mesa de IKEA23.

 

   —Desayuno de Medianoche —dijo con orgullo.

 

Harry se abalanzó sobre su comida con entusiasmo y Draco no hizo ningún comentario sobre sus modales en la mesa.

 

   —Mi mamá solía hacer el Desayuno de Medianoche cuando pasaban cosas malas —dijo Draco, cuando terminaron.

 

El temor se agitó en el estómago de Harry.

 

   —¿Acaba de pasar algo malo? —preguntó.

 

Los ojos de Draco estaban muy abiertos e ilegibles.

 

   —No sé.

 

Se quedaron dormidos en la cama de Draco, las sabanas enredadas alrededor de sus piernas, sus miembros superpuestos de manera extraña y amistosa. No fue realmente un abrazo. «Era difícil decir que era», pensó Harry.

 

Dormía inquieto, con una sensación de aprensión.

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