Traducción: "Day Says" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Day Says" de GallaPlacidia
Summary
Scorpius, de once años, comienza a escribirle a Harry. Harry comienza a enamorarse de Draco a través de su interpretación en las cartas de su hijo.Con un Draco extremadamente arrepentido que vive con muggles y trabaja en una librería de segunda mano, un Harry aislado y un Scorpius que teme ir a Hogwarts porque sabe que será intimidado allí.
Note
La presente en una traducción del fanfic de GallaPlacidia "Dad says". Quien publicó que eliminaría su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.El fanart agregado pertenece a Swymsuyt y ha sido compartido con su permiso.Toda la historia publicada no me pertenece solamente hice la traducción y la correspondiente edición.Disfruten de esta maravillosa historia.
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Capítulo 5

Capítulo 5

 

Malfoy saltó del sofá y se lanzó alrededor de Scorpius.

 

   —¿Cómo estuvo? ¿Cómo fueron ellos? ¿Estás bien?

 

   —¡TEDDY ES INCREÍBLE! —dijo Scorpius emocionado— ¡Y la Tía Andrómeda dijo que podía volver cuando quisiera!

 

Harry vio a Malfoy cerrar los ojos aliviado.

 

   —Oh, bien hecho, cariño. Debes haberte portado tan bien.

 

   —Fue asombrosamente cortés —dijo Harry— Incluso cuando Andrómeda estaba siendo una verdadera pesadilla.

 

   —Los modales son la mejor defensa —dijo Malfoy, sin mirar a Harry. Harry reprimió una risa. No era de extrañar que Scorpius pasara la mitad de su tiempo citando a su padre, cuando insistía en hablar con aforismos. Prácticamente podía ver a Scorpius archivando «Los modales son la mejor defensa» en su cabeza para su uso posterior.

 

   —¡Teddy dijo que era bueno en una escoba! —dijo Scorpius, ahora.

 

Malfoy sonrió, acariciando el suave cabello rubio de Scorpius.

 

   —¡Apuesto a que limpiaste el piso con él!

 

   —No del todo —dijo Scorpius con modestia.

 

   —Sigues temiendo ir a Hogwarts.

 

   —Menos —admitió Scorpius— Te gustaba Hogwarts, ¿Verdad, Papá?

 

   —Tuve… una relación complicada con eso. Pero eso fue culpa mía, como sabes.

 

   —¿Qué hay de ti, Harry?

 

Harry parpadeó, sorprendido de que se dirigieran a él. Cuando Scorpius y Malfoy se hablaban así, cuando Malgoy llamaba a Scorpius cariño, se sentía como si el resto del mundo desapareciera, y solo estaban ellos dos, unidos contra todo. Harry había estado tan absorto observándolos, enredado en la compleja red de envidia que le hacían sentir, que había olvidado que todavía estaba allí.

 

   —Me encantaba Hogwarts —dijo— Es el único hogar que he tenido.

 

Ambos lo miraron con idénticas miradas de simpatía, y Harry tuvo que retroceder para averiguar qué había dicho para obtener tal respuesta.

 

   —Quiero decir, obviamente tengo un hogar. No estoy sin un hogar. Vivo en una casa. Han… eh… estado allí…mmm…

 

   —¿Se ha estado comportando mejor? —preguntó Malfoy, cambiando amablemente de tema.

 

   —Oh sí. ¿Sabías que tengo una pista de hielo? En el sexto piso. Ni siquiera sabía que tenía sexto piso.

 

Malgoy lo estaba mirando ahora, con sus ojos grises plateados. ¿Mencionaría la carta de Harry?, ¿Lo había enojado?, ¿Le había gustado?

 

   —Puede que en realidad no tengas una pista de hielo —dijo Malfoy— Solo quiere conocerte. Una vez que descubra lo que te gusta, redistribuirá sus recursos.

 

Harry se pasó la mano por el pelo. Acababa de recordar que esta era la última noche de Malfoy con Scorpius, y el pensamiento lo entristecía por una variedad de razones.

 

   —La magia es increíble —dijo— De todos modos. Tengo que irme. Te veré mañana en la estación, ¿Sí?

 

   —Quédate a tomar una taza de té —dijo Malfoy cortésmente.

 

   —No, gracias, necesito llegar a casa. Tengo que… —se desvaneció. Era consciente de que Scorpius, al menos, sabía que no tenía nada que hacer; lo espera.

 

   —Potter, yo… —comenzó Malfoy y «Harry notó que era muy difícil pensar en él como Malfoy todo el tiempo, cuando su nombre era Draco». Malfoy besó la parte superior de la cabeza de Scorpius, perdido en sus pensamientos.

 

   —Eh… —dijo Harry, mirando a Scorpius— ¿Él está bien? ¿Él, ya sabes, ha hecho eso?

 

   —Estoy bien, Potter. Estaba tratando de pensar cómo puedo agradecerte. ¿Supongo que no necesitas una recomendación de un libro?

 

   —Um…

 

   —Lastima. Bueno, gracias.

 

   —Sí, gracias Harry —dijo Scorpius.

 

   —Realmente no fue nada —dijo Harry.

 

   —Para nosotros sí —dijo Malfoy suavemente.

 

Harry no pudo decir nada, así que se fue.

 

 

King’s Cross estaba repleto, pero Harry vio a Malfoy y Scorpius a kilómetros de distancia. Estaban inmóviles, dos figuras rubias, delgadas y de espalda recta entre la multitud hirviente. Cuando Harry se acercó, notó que varios magos en malos intentos de disfrazarse de muggles golpeaban a Malfoy deliberadamente.

 

   —Hola —dijo Harry— Lo siento, por llegar tarde.

 

   —Papa dice que «La puntualidad es una forma de respeto» —dijo Scorpius.

 

   —Cálmate, Scorpius —dijo Malfoy, rodando los ojos.

 

   —Él te cita mucho, ya sabes —dijo Harry.

 

Los ojos de Malfoy se preocuparon.

 

   —Pero no vas a hacer eso en la escuela, ¿Verdad, cariño?

 

   —Yo… tratare de no hacerlo —dijo Scorpius.

 

El corazón de Harry se apretó. Tomó el carrito con el baúl y la lechuza de Scorpius y se dirigió a la plataforma.

 

Scorpius y Malfoy lo siguieron. Scorpius miró hacia el Expreso de Hogwarts con los ojos muy abiertos de asombro.

 

   —Te amo —escuchó decir a Malfoy, sus palabras apenas se escuchaban sobre el sonido del tren. Scorpius se giró hacia su Padre y Harry observó cómo ambos controlaban sus rostros para ocultar su angustia. Ninguno de los dos podía manejarlo del todo.

 

   —Si alguien dice algo sobre mí que no hayas escuchado antes, escríbeme y pregúntame. Siempre te diré la verdad —dijo Malfoy.

 

   —Lo sé. Y trataré de no odiarlos.

 

   —Estudia mucho.

 

   —Siempre lo hago. Escribirás, ¿Verdad?

 

   —Todos los días

 

   —¡Scorpius! —era Teddy. Había sacado la cabeza por la ventanilla del tren. Scorpius sonrió— ¡Ven a sentarte conmigo!

 

   —¡De acuerdo!

 

Scorpius se giró hacia Harry entonces, y envolvió sus brazos con fuerza alrededor de la cintura de Harry.

 

   —Por favor, no olvides nuestro trato —susurró.

 

   —Por supuesto que no —dijo Harry— Una vez por semana.

 

Scorpius asintió, lanzó una mirada más de desdicha a su Padre y luego coloco una cara de emoción.

 

   —Adiós —dijo.

 

   —Te veré en Navidad —dijo Malfoy. La más cara inexpresiva de Scorpius se rompió, pero solo por un momento.

 

   —Te amo —dijo.

 

   —Yo también te amo —dijo Malfoy, su voz ronca. Harry deseó no haber venido. Estaba entrometiéndose.

 

Pero cuando Scorpius subió al tren, Malfoy dio un paso más cerca de Harry, de modo que quedaron hombro con hombre, y Harry supo que Malfoy estaba contento de estar allí.

 

El tren comenzó a moverse. Otros niños asomaron la cara por las ventanas, pero Scorpius no. Harry sospechó que encontraría ese tipo de cosas poco dignas.

 

Malfoy siguió el tren con la mirada hasta que se perdió de vista. La plataforma se despejó «Harry era consciente de que varias personas le tomaban fotos de pie con Malfoy, y sabía que estaría en El Profeta al día siguiente», pero Malfoy no se movió.

 

   —Algo se corta cuando ese tren sale de la estación —dijo Malfoy, finalmente. El vapor todavía se enroscaba a lo largo de la plataforma, pero ahora estaba en silencio— Recuerdo haberlo sentido, cuando tenía once años. Era como una banda elástica que se estiraba hasta romperse, y no importaba cuántas cartas y paquetes enviarán mis Padres, nada podía restablecer esa conexión.

 

Harry recordó a Malfoy cacareando mientras abría sus interminables paquetes en primer año. Harry había estado celoso de él. Nunca se le había ocurrido que Malfoy podría haber estado sufriendo de algo tan prosaico como la nostalgia. ¿Cómo se le habría podido ocurrir? Nunca había tenido una casa que extrañar.

 

Malfoy pareció darse cuenta de repente de lo que había dicho y a quién se lo había dicho.

 

   —Eso fue desconsiderado. Lo siento, Potter.

 

El hechizo de la quietud se rompió. Malfoy atravesó la barrera de la plataforma, dirigiéndose hacia el punto de aparición más cercano.

 

   —Está bien —dijo Harry, alcanzándolo.

 

   —Gracias por venir hoy.

 

   —Por supuesto.

 

   —No hay solo un «Por supuesto» al respecto, idiota —dijo Malfoy, pero no mordió.

 

   —Teddy cuidará de él.

 

Malfoy asintió. Estaban fuera de la estación ahora, esperando en un cruce.

 

   —¿Qué pasa si he cometido un terrible error? —preguntó, en voz baja.

 

   —Le va a encantar Hogwarts —dijo Harry.

 

   —Astoria quería que fuera a Beauxbatons. Nadie sabe quién soy, en Francia. Eso es en parte por lo que ella, ella tenía una póliza de seguro de vida, no dan becas como Hogwarts. Pero…

 

Estaba estirando el cuello, viendo pasar los autos. Harry se encontró poniendo una mano en el codo de Malfoy para estabilizarlo. Sus ojos estaban desorbitados, y a Harry le preocupaba que pudiera salir disparado al azar al camino.

 

   —… todo ese dinero —prosiguió Malfoy— que pensó que iría a parar a él si se suicidaba. Nunca fue muy organizada. No había contado con mis malditas deudas.

 

Su rostro se quedó en blanco y dejó de hablar.

 

   —¿Malfoy? —preguntó Harry con cautela. Malfoy no respondió. Parecía como si estuviera bajo la Imperius17.

 

«Papá se pierde dentro de su cabeza, a veces», le había dicho Scorpius, la primera vez que se vieron. Harry recordó cómo Scorpius y Eve llamaron a Malfoy.

 

   —Eh… ¿Malfoy? ¿Estás en Londres? Soy yo, Harry.

 

No funcionó. El único cambio fue que la frente de Malfoy se arrugó en un pequeño ceño fruncido. Harry puso su mano en el hombre de Malfoy y lo sacudió, sin ningún efecto, y cuando trató de hacer que Malfoy caminara, colapsó en los brazos de Harry. Harry lo tomó por la cintura y medio lo arrastró, medio lo cargo hasta el punto de aparición.

 

Cuando llegaron al apartamento de Malfoy, buscó a tientas las llaves en los bolsillos de Malfoy y lo arrastró dentro.

 

   —¿Draco?

 

Eve y Flora estaban en la sala de estar. Harry dejó a Malfoy en el sofá.

 

   —Tiene uno de sus… —dijo Harry, señalando vagamente la expresión en blanco de Malfoy.

 

   —Draco —dijo Flora, inclinándose suavemente sobre él. Soy yo, Flora. Estás en tu apartamento de Londres. ¿No volverás?

 

   —Malfoy parpadeó y se sentó. Miro a su alrededor, luciendo confundido, luego vio a Harry.

 

   —Lo siento mucho por eso, Potter —dijo arrastrando las palabras.

 

   —¿Estas bien?

 

   —Bien —dijo.

 

   —Prepararé té —dijo Flora.

 

   —Siento lo del otro día, Draco —dijo Eve— Queríamos estar aquí para que no estuvieras solo.

 

   —Eres muy amable —dijo Malfoy en voz baja.

 

   —Te amamos —dijo Eve— Incondicionalmente. Incluso si eres un idiota elegante.

 

   —Culpable de los cargos —dijo Malfoy.

 

   —Debería irme —dijo Harry, porque una vez más, sintió como si estuviera entrometiéndose en algo íntimo.

 

Los ojos de Malfoy parpadearon para encontrarse con los suyos.

 

   —Gracias por todo Potter. Te veré cuando Scorpius regrese para las vacaciones, si todavía estás… interesado.

 

Harry podía sentir la sangre subir a su rostro.

 

   —Er… en realidad, le prometí a Scorpius que te vería una vez a la semana.

 

Eve se echó a reír.

 

   —¡Ese chico astuto!

 

   —¿Scorpius te pidió eso? —preguntó Malfoy cuidadosamente— Él sabe que no hay que molestarte no favores.

 

   —Bueno, en cierto modo… ¿Me ofrecí?

 

La boca de Malfoy se torció como si fuera a reírse.

 

   —Ya veo.

 

   —Entonces… er… pensé que podría seguir viniendo a la noche de cine. ¿Si eso está bien?

 

   —No te sobre esfuerces, acosador.

 

Harry se sonrojó aún más.

 

   —De acuerdo. Bueno. Adiós.

 

   —Potter, quédate. Sólo vamos a emborracharnos y charlar de nada. Quédate.

 

Para su sorpresa, Harry descubrió que realmente quería quedarse y sintió que Malfoy no solo estaba siendo educado. Así que se quedó. Estaba mayormente en silencio, observando la forma cómoda en que interactuaban Eve, Malfoy y Flora. Bebieron vino blanco y pidieron pizza y hablaron de todo menos de Scorpius.

 

A eso de las once, una súbita llama verde brotó de la chimenea y salió volando una carta.

 

   —¿Qué diablos fue eso? —gritó Eve.

 

   —¡Obliviate! —dijo Malfoy rápidamente. Flora y Eve parpadearon.

 

   —¿Qué estaba diciendo? —dijo Eve.

 

Malfoy se guardó la carta en el bolsillo.

 

Algo sobre hombres que no aceptan ser secretamente gay —dijo Malfoy, y Harry se preguntó con qué frecuencia había tenido que modificar los recuerdos de sus amigos.

 

   —Simplemente tiene sentido —dijo Eve.

 

   —Disculpa —dijo Malfoy, y Harry lo siguió a la cocina, donde Malfoy había sacado la carta y la estaba escaneando.

 

   —¿Qué dice?

 

   —Ravenclaw —dijo Malfoy— Está en Ravenclaw.

 

   —Eso es brillante —dijo Harry.

 

   —Sí —dijo Malfoy, un poco triste— Sí.

 

   —Ibas a estar decepcionado de cualquier manera, ¿No?

 

Malfoy sonrió con pesar.

 

   —No le digas a Scorpius —dijo

 

   —Le queda bien Ravenclaw.

 

   —Cada Malfoy ha sido un Slytherin durante los últimos quinientos años —Malfoy frunció el ceño— Apuesto a que le pidió al sombrero que no lo pusiera allí.

 

   —Eso es lo que hice —dijo Harry.

 

   —¿Tú? —preguntó Malfoy, sorprendido.

 

Harry asintió.

 

   —¿Te imaginas? —dijo Malfoy soñadoramente— Podríamos haber sido amigos.

 

La habitación daba vueltas y Malfoy se acercaba.

 

   —Amigos ahora, sin embargo —dijo Harry.

 

Hary podía sentir el aliento de Malfoy en su rostro mientras reía.

 

   —Estás borracho —dijo Malfoy.

 

   —Tú también —susurró Harry.

 

   —Mhmm… —dijo Malfoy, y cerró los ojos. Harry lo miró fijamente, preguntándose qué parte de él era la que lo hacía tan atractivo. ¿Eran las cejas pálidas? ¿La piel de porcelana? ¿La nariz y el mentón puntiagudos? ¿Alguna combinación de todo eso?

 

Malfoy abrió los ojos de nuevo, luciendo extrañamente decepcionado.

 

   —Estoy fundido —dijo, y salió de la cocina.

 

 

Cuando Harry despertó al día siguiente, sabía tres cosas.

 

  1. Tenía mucha resaca.
  2. Su enamoramiento por Draco Malfoy se estaba saliendo de control, y…
  3. Necesitaba hablar con Hermione.

 

Apenas podía recordar haber tropezado con su casa la noche anterior. Sabía que habían terminado viendo varios episodios de un programa llamado “Absolutamente Fabulosas18”, y Harry estaba encantado de saber que Malfoy se sabía todas las líneas de memoria. Flora había vomitado en una maceta, y Eve, borracha, había agarrado a Harry por el cuello y le había dicho que estaría ardiente si dejaba de usar sudaderas con gorro.

 

Pero cuando despertó y tomo su poción contra la resaca «estaba en su mesita de noche en un vaso de cristal, cortesía de la casa», no podía dejar de pensar en cómo había sido cuando Malfoy se perdió en su cabeza. Había asustado a Harry, y no sabía qué significaba que él no hubiera podido llamarlo para que regresara a sí mismo. Eve y Flora actuaron como si nada, lo que a Harry le preocupaba si significaba que sucedía con frecuencia.

 

Hermione sabría qué hacer.

 

Tenía la intención de no acercarse a ella hasta que tuviera la energía para escribirle una carta de disculpa adecuada, pero no había tiempo para eso ahora. Quería saber qué estaba pasando con Malfoy de inmediato.

 

Escribió una nota rápida preguntando si podía ir a cenar y obtuvo una respuesta casi al instante.

 

***

Querido Harry:

 

¡Sí! ¡¡Eso sería lindo!! ¡Oh, Ron estará tan complacido!

 

¡¡Te veo esta noche!!

 

Con amor,

Hermione

***

 

Normalmente, esta respuesta habría hecho que Harry se sintiera tan culpable que habría cancelado los planes en el último minuto. Pero había que pensar en Malfoy. ¿Y si eso le sucedía cuando estaba solo? Podría haber sido arrojado a la calle y atropellado. ¡Él podría ser asesinado!

 

Había pasado mucho tiempo, se dio cuenta Harry, desde que alguien lo necesitaba. Todo el mundo mágico solía necesitarlo, pero desde que derrotó a Voldemort, nadie lo necesitaba. Ron y Hermione se tenían el uno al otro. Ginny nunca había sido más feliz. Neville amaba su trabajo, y Luna se había casado «bastante improbable» con Millicent Bulstrode.

 

Durante once años, la gente lo había compadecido o admirado, pero nadie había dependido de él. Sin esa presión estabilizadora, se había sentido flojo y sin timón.

 

Malfoy seguramente argumentaría a gritos en contra de la idea de que necesitaba a Harry.

 

No importaba. El caso es que lo haría, Y se sentía bien que lo necesitaran.

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