
Capítulo 4
Capítulo 4
Sin embargo, cuando llegó al departamento de Malfoy, Nick, Flora y sus dos hijos se estaban yendo.
—¡Harry! —dijo Flora. Scorpius está un poco molesto, no creo que haya una película en los planes esta noche.
Harry podía oír gritos dentro del apartamento.
—¿Debería irme a casa?
—No —dijo Nick— Podrías hacer algo.
Así que Harry se deslizó más allá de ellos, hacia donde Eve estaba rondando en el pasillo. Se llevó el dedo a los labios.
—… ¡Porque no quiero ir a Hogwarts! —gritó Scorpius.
—Lo creas o no, Scorpius, eso ya lo sé. Lo has dejado perfectamente claro —dijo Malfoy.
—Entonces, ¿Por qué me haces ir?
—¡Sabes por qué!
—¡NO ME IMPORTA ESE ESTÚPIDO MUNDO!
—¡No quiero que tengas que vivir tu vida en el exilio, Scorpius! ¡Quiero que puedas ser quien realmente eres!
Scorpius se rio.
—Oh, ¿Ser yo mismo? ¿Cómo tú, Papá?
Malfoy no respondió por un largo momento. Cuando lo hizo, habló en voz baja.
—Estoy haciendo lo que creo que es lo correcto para ti. Me lo agradecerás cuando seas mayor.
—¡Como si fueras a estar vivo cuando yo sea mayor!
—Scorpius…
—Pero está bien, ¿No es así? Está bien si nunca te vuelvo a ver, porque es lo que te mereces, eso es lo que piensas ¿Qué pasa con lo que yo merezco?
—No seas melodramático, Scorpius.
—¡No quiero ir! ¡Por favor no me obligues!
—Scorpius…
Scorpius salió disparado repentinamente por la puerta de la sala de estar, pasó corriendo junto a Eve y Harry y cerró la puerta de su dormitorio.
Eve y Harry se miraron, liego fueron a la sala de estar. Malfoy estaba completamente inmóvil en el centro de la habitación. Estaba muy pálido.
—¿Por qué tiene que ir a un internado? —preguntó Eve.
—No puedo explicártelo —dijo Malfoy, uniformemente.
—Él ama su escuela. Él ama a sus amigos. ¿Por qué haces que lo deje todo atrás?
—No puedo… no puedo explicártelo —dijo Malfoy de nuevo, su voz más tensa esta vez, y Harry se sintió golpeado por la intensa soledad de tener que ocultar un secreto tan enorme como la magia de todos tus amigos más cercanos.
Eve estaba negando con la cabeza.
—Maldito infierno, Draco. Sabes, dices que has cambiado tanto, que solías ser un snob tan clasista, pero no has cambiado en absoluto, ¿Verdad? No puedes soportar la idea de que tu precioso hijo vaya a una escuela pública con la gentuza.
—No se trata de clases, Eve —dijo Harry, porque Malfoy parecía que su mundo se derrumbaba a su alrededor.
—Entonces ¿De qué se trata? —dijo, girándose hacia él, furiosa.
Harry abrió la boca para explicar, pero descubrió que no podía. No había nada que pudiera decir sin romper el Estatuto del Secreto.
—No puedo explicártelo —dijo.
—Oh, por el amor de Dios, ambos son snobs. Draco, es tu hijo, si quieres hacerlo sentir miserable, adelante. Mándalo a la misma escuela que te jodió. Que gran puta idea.
Con eso salió corriendo de la habitación. Oyeron que la puerta principal se cerraba de golpe un momento después.
Malfoy se hundió en el sofá.
—Por supuesto que tiene que ir a Hogwarts —dijo Harry.
—No lo sé —dijo Malfoy.
—Es un mago. No puede quedarse en el mundo muggle para siempre. Él no pertenecerá aquí.
—Él no va a pertenecer a ningún lado. Merlín; ¿Cuáles son las posibilidades de que haga un solo amigo para Navidad? Porque creo que, conmigo como su Padre, tiene tantas posibilidades de ser popular como las que tuvo Eloise Midgen de ser invitada al Baile de Navidad.
Harry rio un poco y se sentó junto a Malfoy en el sofá.
—Malfoy… ¿Me dejarías presentarle a Teddy? Podría ayudar.
—Si puedes persuadir a Andrómeda para que esté de acuerdo, sé mi invitado —dijo Malfoy con amargura.
—Ella no te permitirá que Scorpius conozca Teddy.
Malfoy habló con una voz aguda.
—«Incluso si creyera que tu disculpa fue genuina, no arriesgaría el bienestar de Teddy dejándolo acercarse a un Malfoy, dada la persistente lealtad oscura de tu familia» —puso su cabeza en sus manos— Pero apuesto a que funcionará si tú lo pides.
—Tal vez —dijo Harry, sintiéndose culpable— Puedo intentar.
Los hombros de Malfoy temblaban, pero cuando habló, su voz sonó más entrecortada y serena que nunca.
—Te llevarías a Scorpius, si yo muriera.
No era una pregunta. Fue una acusación.
—YO…
—Te conozco. Yo sé que tú podrías. No hay nadie más. Te lo llevarías y lo adoptarías y le comprarías una Saeta de Fuego para su doceavo cumpleaños e irías a todos sus partidos. Y todos querrían ser invitados a su casa para las vacaciones de verano para poder conocerte. Nadie se atrevería a ser desagradable con él. Llegarían a conocerlo y verían lo maravilloso que es, y dirían: Qué diferencia hizo Harry Potter, y estaría feliz. Él te amaría. Tan rápido. No lo conocí hasta que tuvo cinco años, ¿Sabias? Así que solo sería un pequeño y extraño capítulo en su vida, de sus cinco a los once, años formativos, pero borroso…
—Malfoy…
—Tampoco dejarías que se vengase, no se volvería loco por la ira y el odio, no lo dejarías, así que solo estaría… feliz… Te lo llevarías, ¿Verdad?
Esta vez, era una pregunta.
—No será necesario, Malfoy.
Malfoy rio entrecortadamente.
—Está bien, no es necesario que me lo digas. Lo sé. Harry Potter vendrá al rescate. Estoy agradecido, honestamente, lo estoy. Quiero arrancarme los ojos cuando te miro, pero estoy agradecido.
—Déjame ser tu guardián secreto —dijo Harry.
Malfoy miró hacia arriba. Sus ojos brillaban húmedo.
—¿Disculpa?
—Fui con el Ministro de Magia, y me dijo que no podía ponerte bajo protección…
—¿Tú qué?
—¡Estaba preocupado por ti!
—¡Bueno, no lo estés! Cristo, ¿Sabes cuán peor es si creen que has estado parloteando? En cualquier caso, estoy bien. No debes escuchar lo que dice Scorpius. Es una reina del drama.
—Absolutamente no lo es.
Malfoy frunció los labios.
—No puedes lanzar un encantamiento Fidelius si el sujeto interactúa con más de dos muggles —dijo— Es contra el Estatuto del Secreto.
—El Estatuto hace que sea bastante difícil ser amigo de los muggles, ¿No es así?
—Así se estipula.
—Quiero ayudar Malfoy.
—Yo sé que sí. Dios sabe por qué. Recuerdas que me odias, ¿Verdad?
—No te odio. Odiaba el imbécil intolerante que eras a los dieciséis años, pero tampoco tengo la impresión de que estén demasiado interesado en él.
—Él y yo somos lo mismo, Potter. Sigo siendo la persona que te pisoteó la cara en un vagón de tren.
—Y sigo siendo la persona que casi te asesina en un baño.
Malfoy se rio, sus manos yendo a su pecho.
—Tu breve coqueteo con el lado oscuro. Es conmovedor, de verdad, que hayas usado más magia oscura conmigo que la que usaste para matar a Voldemort.
Parecía tan frágil. Era todo lo que Harry podía hacer para no verterse a su alrededor, besar sus parpados para cerrarlos, decirle que todo estaría bien.
—Sí, bueno. Lamento eso. También lo lamenté en ese momento.
—Mmm…
—No te odio, Malfoy.
Malfoy suspiró y se apartó el cabello de la cara.
—Llévalo a la estación por mi —dijo, sonando resignado.
—¿El 1 de septiembre?
—Eso es pasado mañana.
—Sí. Tómalo y llénalo de afecto, y tal vez la gente piense en ti en vez de en mí cuando digan su nombre en La Selección. Oh Dios, si es un Slytherin…
—Los Slytherin no son del todo malos —dijo Harry, a la defensiva.
—Sí, gracias por esa maravillosa percepción. Los Slytherin no son del todo malos.
—Quiero decir… si es un Slytherin, no es gran cosa.
—Hará su vida diez veces más difícil. No le he dicho eso, pero él lo sabe.
—Lo llevaré a la estación, pero tienes que venir conmigo.
—Eso anularía el propósito —dijo Malfoy, levantando una ceja.
—Fue horrible no tener a mis Padres en esa plataforma. Es una situación tan… de Padres. Tienes que ir.
Malfoy le lanzó una mirada extraña y desprevenida, y Harry se preguntó de repente qué les habías pasado a Lucius y Narcissa Malfoy. Sabía que debían estar muertos porque Scorpius había dicho que él y su Padre eran los dos últimos Malfoy, pero no estaba seguro de cómo o cuándo había sucedido.
—Bien —dijo Malfoy— Iré. Y si eres capaz de convencer a Andrómeda de que permita que Scorpius conozca a Teddy, te lo agradecería mucho.
—Todo esto sería más fácil si tuviera algún tipo de papel oficial en su vida. Como Padrino, o algo así —dijo Harry, audazmente.
Inmediatamente supo que se había pasado de la raya. El rostro de Malfoy se endureció.
—No vas a estar interesado en Scorpius por el tiempo suficiente para ser su Padrino.
—Eso no es cierto. De todos modos, acabas de pronunciar todo ese discurso sobre como lo criaré una vez que hayas sido asesinado trágicamente.
Malfoy agitó las manos con impaciencia.
—Sí, sí, si él necesita que lo rescaten, estarás allí, pero si sigo viviendo, de manera inconveniente, entonces te aburrirás rápidamente y recurrirás a otro caso de caridad que lo merezca más. No voy a hacer pasar a Scorpius por eso. No.
Harry frunció el ceño, pero decidió no discutir en ese momento. No cuando los ojos de Malfoy todavía estaban agudos y llorosos. Harry no había olvidado que la última vez que Malfoy lloró frente a él, había intentado lanzarle la maldición Cruciatus.
—Bien —murmuró— era solo una sugerencia.
Malfoy se puso de pie tambaleándose.
—Voy a a ir a ver a Scorpius —dijo— ¿Quieres algo de beber?
Era claramente obvio que quería que Harry se fuera, y por un segundo Harry considero aceptar un trago, solo para meterse con él. Pero Malfoy todavía se veía tan delicado, y Harry realmente no quería hacerle la vida más difícil.
—No gracias. Saluda a Scorpius de mi parte. Escribiré tan pronto como sepa sobre Teddy.
—Gracias —dijo Malfoy. «Dice gracias con tanta facilidad», pensó Harry. No era algo que Harry hubiera esperado, Habría pensado que la gratitud se le trabaría en la garganta a Malfoy, atrapado por su orgullo.
Entonces entendió: Malfoy ya no tenía orgullo.
…
—No —dijo Andrómeda, rotundamente.
—¿Qué quieres decir con no?
—No, no quiero que Teddy se asocie con los mortífagos.
—Scorpius Malfoy tiene once años, Andrómeda. Y es primo de Teddy.
Andrómeda no lo miró. Ella sólo siguió limpiando su cocina.
—Malfoy ha cambiado, de todos modos —dijo Harry.
—Oh por favor. No te habrás enamorado de su acto de villano arrepentido, ¿Verdad? Deberías haber visto la carta que me envió cuando salió de Azkaban.
—Me gustaría verla —dijo Harry.
—No, no quieres. Fue enfermizo. Completamente engreído. Lleno de lágrimas, por llorar tanto, todo sobre cómo era la única familia con la que podía contar y Scorpius no tenía ningún…
—Bueno, él no tiene —dijo Harry, tratando de no pensar en Malfoy llorando sobre el papel. El pensamiento lo hizo querer aparecerse directamente en el departamento de Malfoy y besarlo.
—No confío en ningún Malfoy —dijo Andrómeda— me resulta francamente desconcertante que lo hagas.
—Teddy no tiene exactamente mucha familia, Andrómeda. ¿De verdad crees que te va a agradecer por alejarlo de los pocos miembros que le quedan?
Andrómeda apuntó su varita a la pila de platos, y regresaron corriendo a un armario.
—¿Se te ha ocurrido que Teddy no se beneficiará socialmente de ser visto con Scorpius? Es tu ahijado. Deberías velar por su mejor interés.
—¿Estás diciendo que incluso si Scorpius es maravilloso, lo cual, por cierto, lo es, Teddy debería evitarlo por miedo al estigma social?
—Diste en el clavo —dijo Andrómeda.
—Sabes, había muchas cosas que me asustaban cuando era niño, pero defender a las buenas personas cuando todos los demás estaban en su contra nunca fue una de ellas —dijo Harry con frialdad.
—Malfoy no es una buena persona.
—En primer lugar, sí, lo es y, en segundo lugar, eso es irrelevante, porque Scorpius no es su padre.
Andrómeda le dirigió una mirada larga y evaluadora.
—No te he visto en meses —dijo.
—He estado ocupado —murmuró Harry.
—Mentiroso —limpio el mostrador de la cocina y arrojó la esponja en el fregadero antes de mirar a Harry— Bien. Puedes traer a Scorpius mañana. Pero si no sale bien, se acabó. Y Draco no debe poner un pie cerca de mi casa.
—¡Él no lo hará! —sonrió Harry— Gracias, Andrómeda. No te arrepentirás.
Andrómeda hizo un sonido irónico y evasivo cuando Harry la besó en la mejilla.
Esa noche, Harry le escribió a Malfoy.
***
Malfoy:
¡Andrómeda nos ha dado el visto bueno! Me llevaré a Scorpius a las diez.
Harry hizo una pausa, su pluma en el aire. No podía dejar de pensar en el extraño y entrecortado discurso de Malfoy de la noche anterior, cuando prácticamente le había dicho a Harry que Scorpius estaría mejor si Malfoy estuviera muerto. Sería feliz, lo había dicho dos veces. Harry sabía que no era la persona adecuada para hablar con Malfoy sobre sus inseguridades, pero también sospechaba que Malfoy no tenía una buena persona con quien hablar sobre ellas. Determinado e ignorando las mariposas en su estómago, Harry siguió escribiendo.
Puedo estar completamente equivocado aquí, pero parece que piensas que estás arruinando la vida de Scorpius. Y supongo que tiene sentido que te preocupes por eso, porque al menos desde mi perspectiva, tú Papá arruinó la tuya. Pero crecí sin un Padre y habría dado cualquier cosa por tener a alguien que me amara como tú amas a Scorpius. Sé que piensas que él estaría mejor sin ti. Te juro, que no sería así.
Lo siento si me estoy excediendo al decir todo esto. Solo pensé que deberías saber que no tienes idea de lo afortunado que es Scorpius de tenerte. Eres un Padre maravilloso.
H. Potter
***
Se quedo despierto hasta casi las tres, sin admitirse así mismo que esperaba una respuesta. Ninguna llegó.
...
A la mañana siguiente, Scorpius llegó a través de su red flu, luciendo agresivamente limpio y pulido. Ahora que Harry lo había visto en las noches de cine, cuando vestía ropa bastante normal y cómoda, comprendió que así lo vestía Malfoy cuando estaba nervioso.
—Oh, bien, tú Papá recibió mi carta —dijo Malfoy, en un patético intento de que Scorpius le dijera cómo había reaccionado Malfoy.
—¿Qué pasa si no le agrado a Teddy? —preguntó Scorpius.
—Entonces es un idiota.
Scorpius sonrió, luego se puso rojo y miró sus zapatos.
—Me escuchaste, anoche, ¿No? Gritando a Papá.
—Sonabas bastante molesto.
—Lo estaba —murmuró Scorpius— Lo estoy.
—Creo que te va a encantar Hogwarts.
—Tal vez —dijo Scorpius.
—Pero eso no es realmente lo que te preocupa, ¿Verdad?
Scorpius negó con la cabeza.
—¿Qué pasa si reviso a tu Papá, de vez en cuando? ¿Eso te haría sentir mejor?
—¿Todos los días? —preguntó Scorpius, vacilante.
Harry se rio.
—Creo que me hechizaría si intentara eso. ¿Qué tal una vez a la semana?
—No quiero molestarte —dijo Scorpius.
—No lo hará en absoluto. Entonces, eso está arreglado. Te escribiré una vez a la semana y te diré como le va, y te irás a Hogwarts sin más peleas de gritos. ¿De acuerdo?
—Trato hecho —dijo Scorpius, extendiendo una mano. Se estrecharon y Harry trató de no pensar en el hecho de que acababa de prometer ver a Malfoy al menos una vez a la semana hasta Navidad.
Andrómeda y Teddy estaban esperando junto a la chimenea cuando entraron por red flu.
Harry presentó a Scorpius, quien se había quedado extremadamente en blanco y en control de si mismo, como lo hacía cuando estaba asustado. Les estrechó la mano a ambos, luego respiró hondo y miró a Andrómeda.
—Mi Padre y yo estamos muy agradecidos de que nos permita conocernos —dijo, en el mismo tono formal que Harry recordaba haber usado por primera vez en el callejón Diagon— Es muy generoso de su parte.
Andrómeda parecía incómoda.
—Sí, bueno —dijo ella.
Scorpius se dirigió hacia Teddy.
—Apuesto a que ya puedes hacer un montón de magia —dijo.
—Un montón —dijo Teddy, alegremente— Apuesto a que no puedes hacer nada. He oído que vives con muggles.
—Sí, en su mayoría —dijo Scorpius.
—¿Por qué no vas a mostrarle a Scorpius las cosas que obtuviste en Sortilegios Weasley, Teddy?
—¡Oh, por favor hazlo! —gritó Scorpius— ¡Nunca he estado ahí!
—¿Nunca has estado en Sortilegios Weasley? —preguntó Teddy con incredulidad. Scorpius negó con la cabeza— ¡No has vivido!
Teddy tomó a Scorpius de la mano y lo llevó a su habitación.
Harry se sentó con Andrómeda en la cocina mientras ella preparaba el almuerzo y evitó responder a sus preguntas inquisitivas sobre Su Futuro y lo Que Iba a Hacer Con Su Vida. Finalmente, el almuerzo estuvo listo, y Teddy y Scorpius entraron en tropel, sonrojados de felicidad.
—Scorpius y yo salimos a volar —anunció Teddy— Él no es malo.
—¡No malo! —protestó Scorpius.
Teddy sonrió.
—Bien, bien. Él es bastante bueno. Para un primer año.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tu padre salió de Azkaban? —preguntó Andrómeda abruptamente. Todo en Scorpius pareció encogerse.
—Seis años —respondió.
—Y ahora vive entre muggles, ¿verdad?
—Sí —Scorpius cortó un pequeño trozo de carne, lo atravesó con su tenedor y lo miró fijamente sin llevárselo a la boca. A Harry le recordó algo, pero no podía pensar en qué.
—¿Qué hace él por dinero? Sé que perdió su fortuna. Eso es lo que pasa por pelear en el lado equivocado de una guerra.
Los nudillos de Scorpius estaban blancos sobre sus cubiertos, pero cuando habló, su voz era tan cortés como siempre. A Harry se le ocurrió que probablemente Malfoy le había dicho que no debía ser grosero, sin importar lo que dijera Andrómeda.
Andrómeda se rio.
—¡Draco Malfoy, leyendo novelas muggles! ¡Cómo han caído los poderosos!
De repente, Harry se dio cuenta de lo que Scorpius le recordaba: a él mismo, cuando la tía Marge había venido de visita. Excepto que era obvio que Scorpius tenía mucho más autocontrol que Harry a esa edad. Scorpius logro esbozar una sonrisa tensa y tomó un sorbo de agua.
—¿Tu Padre te ha contado lo que hizo en la guerra, muchacho?
—Es suficiente —dijo Harry.
—Sí —dijo Scorpius, en voz baja— Él me lo ha contado todo.
—¿A qué estás tratando de llegar, Andrómeda? —estalló Harry— ¿Quieres saber cómo es Malfoy? Te diré. Trabaja duro, vive en un departamento encantador en Londres, tiene amigos que se preocupan por él y ha criado a un niño considerado y compasivo a pesar de las adversidades. ¿Es eso lo que quieres saber? ¿O quieres desentrañar la guerra con alguien que ni siquiera había nacido cuando sucedió?
Se hizo un silencio espantoso mientras todos evitaban mirarse, a excepción de Teddy, a quien Harry notó que estaba lanzando guisantes a Scorpius. Scorpius levantó la vista cuando uno le golpeó la cara, luciendo herido, pero su expresión cambió cuando Teddy le guiño un ojo.
—No sirve de nada evitar al Erumpent16 en la habitación, Harry —dijo Andrómeda, después de un momento— El hecho es que Draco luchó por los mortífagos en la batalla donde mataron a mi hija. A los Padres de Teddy.
—Abuela —dijo Teddy— Scorpius ya se disculpó conmigo por eso.
—¡Scorpius! —dijo Harry indignado— ¡No tienes nada por lo que disculparte!
Scorpius pareció volverse más pequeño, lo que Harry no hubiera creído posible.
—Pero lo siento —dijo— Por supuesto que lamento que mi Tía y Tío estén muertos.
La simplicidad de las palabras pareció dejar sin aliento a Andrómeda.
—Tu tía y tu Tío —repitió.
—Sí —dijo Scorpius— Papá me ha contado todo sobre ellos. Bueno, más sobre tu Papá —dijo, girando hacia Teddy— Porque lo tuvo como maestro, por supuesto. Dijo que era el mejor profesor de Defensa que había tenido. ¿Sabías que, para sus exámenes de fin de año, tú Papá hizo una especia de carrera de obstáculos con criaturas oscuras?
Teddy sonrió.
—Genial —dijo.
Andrómeda parecía bastante débil y estuvo muy tranquila durante el resto de la comida.
Cuando llegó el momento de irse, Teddy abrazó a Scorpius y le dijo que lo vería en el tren al día siguiente. Scorpius luego le tendió la mano a Andrómeda.
—Gracias por invitarme —dijo.
—Ven aquí —dijo, y lo abrazó. Scorpius parecía extremadamente alarmado, pero permitió que ella lo apretara con fuerza— Vuelve cuando quieras, Scorpius.
—¡Sí! —dijo Teddy— ¡En Navidad!
—¿En verdad? —preguntó Scorpius, muy serio. Miró solo a Andrómeda, a quien Harry estaba complacido de ver que parecía bastante culpable— ¿De verdad lo dice en serio?
—Sí. Yo… lo siento, como te trate antes. Eso fue un error.
—No me digas —murmuró Harry.
—Gracias —dijo Scorpius a Andrómeda.
Y ella lo abrazó de nuevo, susurrando algo que sonaba como «Igual que Narcissa», en su oído.
Harry los envió directamente por red flu al departamento de Malfoy.