
Capítulo 2
Capítulo 2
En verdad, Harry ya no salía mucho; al menos, no sin su capa de invisibilidad. La gente comenzó a acercarse a él en el momento en que él y Scorpius llegaron al Callejón Diagon. Scorpius se aferró nerviosamente a su mano y retrocedió cuando la gente lo notó.
—¡Qué niño tan adorable! —gritó una vieja bruja, inclinándose hacia adelante para pellizcar la mejilla de Scorpius— ¿Te gustaría un dulce?
—No, gracias —dijo Scorpius.
—Este debe ser tu ahijado, Teddy Lupin —dijo con confianza— Leí sobre él en los periódicos. Tus padres fueron héroes de guerra, niño.
—No, este es mi amigo Scorpius —dijo Harry— me temo que tenemos que irnos.
Cometió el error de dejar que Scorpius entrara primero en Madam Malkin.
—Tú padre sabe muy bien que no atenderé a los de su clase, Señor Malfoy… —comenzó, antes de ver a Harry— ¡Vaya! ¡Señor Potter! Es tan encantador verte. Váyase, Señor Malfoy, ¡No se lo diré otra vez!
Scorpius se giró para irse. Harry puso sus manos sobre sus hombros.
—En realidad, estoy aquí para comprarle a Scorpius su túnica escolar —dijo Harry. Los ojos de la señora Malkin se agrandaron.
—Oh —dijo ella— Eso es…eso es muy generoso de su parte, Señor Potter. Por supuesto, no me sorprende. Siempre fuiste tan generoso.
Harry se encogió de hombros incómodo. La cara de Scorpius se quedó en blanco, como la de Malfoy cuando Harry se topó con él en el Callejón Diagon. No dijo una palabra cuando Madam Malkin lo miro rencorosamente, ni siquiera cuando le clavó un alfiler a propósito.
—Creo que lo está lastimando —dijo Harry con frialdad.
—Oh, Dios mío, debería haber dicho algo, Señor Malfoy —dijo Madam Malkin, quitando el alfiler.
Harry insistió en que Scorpius ordenara las túnicas más caras y mejor hechas disponibles. Recordaba lo bien que siempre se vestía Malfoy en la escuela, y quería que Scorpius también se viera así. Malfoy no le había dado suficiente dinero a Scorpius para más que las opciones de túnicas más básicas, así que Harry pagó la diferencia. Sabía que molestaría a Malfoy, pero no le importaba.
Había esperado que Scorpius fuera hablador y emocionado, pero solo se volvió más silencioso cuando los extraños se acercaron a ellos y le dijeron lo encantador que era. Cuanta más gente felicitaba a Scorpius, más plana se volvía su expresión. Solo parpadeó cuando pasaron por la tienda de mascotas.
—¿Ya tienes una mascota? —preguntó Harry.
—No. Es un lujo —explicó Scorpius— No necesito lujos para ser feliz.
No dijo «Papá dice». No necesitaba hacerlo.
—Hagrid me compró mi lechuza cuando tenía once años. Como un regalo —dijo Harry.
—Hedwig —dijo Scorpius inesperadamente.
—Sí. Me gustaría pasar el regalo. ¿Qué te parecería una lechuza?
—¡Vaya! —Scorpius lo miró con ojos brillantes. Luego pareció recuperarse— Pero no puedes comprarme una lechuza.
—¿Por qué no?
—Es… —Scorpius miró tristemente a las lechuzas en la ventana— A Papá no le gustaría. Me dijo específicamente que no te pidiera nada.
—Bueno, no lo has hecho. Me gustaría comprarte un búho. Ese búho. —señalo una lechuza blanca como la nieve que le recordaba dolorosamente a Hedwig.
—Es hermoso —susurró Scorpius— Pero…
—No hay discusión —dijo Harry. Scorpius miró hechizado la lechuza blanca mientras Harry pagaba y firmaba un autógrafo y explicaba que Scorpius no era su hijo amado perdido hace mucho tiempo.
—¿Cómo lo llamarás?
—Hogarth —dijo Scorpius con reverencia.
—Es un lindo nombre.
—Es mi caricaturista favorito del siglo XVIII4 —dijo Scorpius.
—Eres un niño raro —se río Harry, e inmediatamente deseó no haberlo hecho, porque la expresión de Scorpius se cerró.
—Es un nombre estúpido —dijo.
—¡NO! ¡Me gusta! Hogarth. Es perfecto. Vamos, compremos un helado.
Scorpius arrastró sus pies todo el camino hasta la Heladería de Florean Fortescue, y cuando llegaron miró el suelo con determinación.
—¡Harry, muchacho! ¿Y quién es este apuesto joven…? —Florean5 se detuvo al reconocer el cabello de Malfoy. «Ojalá no se pareciera tanto a su padre», pensó Harry. Pero claro, en cierto modo era una bendición que hubiera heredado la buena apariencia de su padre. Ni Malfoy ni Scorpius eran exactamente monstruosidades.
—Este es mi amigo, Scorpius —dijo Harry— ¿Qué te gustaría?
Scorpius se encogió de hombros. Harry le pidió un helado.
—Es amable de tu parte tener lástima de un niño mortífago —dijo Florean, en un tono de voz bajo. Harry podía sentir el rubor extendiéndose por su rostro, podía ver la forma en que Scorpius se había vuelto impasible y erguido, como una pequeña estatua de mármol.
—No lo compadezco —dijo Harry— Me agrada él. Y no es un niño mortífago, es solo un niño.
—Por supuesto, por supuesto —fanfarroneó Florean, pero miró a Scorpius con más interés que antes, y agregó una hojuela de chocolate a su helado que Harry no había pagado.
Llevaron sus helados a la trastienda vacía y Scorpius finalmente se relajó, por primera vez desde que llegaron esa mañana.
—Lo siento por… todos —dijo Harry, incómodo.
—Nunca he conocido magos que fueran amables conmigo —dijo Scorpius— Excepto por ti, por supuesto.
Harry se resistió a abrazar a Scorpius y prometer que obligaría a la gente a ser amable con él. Scorpius revolvió su helado pensativamente, aparentemente sin darse cuenta de la perturbación angustiosa y protectora que estaba experimentando Harry.
—¿La gente siempre te pide un autógrafo? —pregunto Scorpius.
—Sí —dijo Harry— Normalmente salgo con mi capa de invisibilidad.
—¡Vaya!
—Te dejaré que la uses, alguna vez.
Scorpius sonrió y tragó un gran bocado de helado.
—¿Cuál es tu trabajo? —preguntó.
Harry farfulló.
—Uh —dijo, limpiándose con una servilleta— No tengo uno.
—¿Por qué no?
¿Por qué no?, Esa era, efectivamente, la cuestión. La pregunta que Hermione hizo amablemente, Ron la hizo sin rodeos, la señora Weasley evitó decirla y Luna Lovegood reflexionó... ¿Por qué Harry no había encontrado nada con lo que llenar sus días? Por lo general, hacía una broma y seguía adelante, pero bajo esta pequeña mirada Malfoy de once años, se sentía dispuesto a decir la verdad.
—Bueno, durante unos años después de la guerra me sentí demasiado infeliz para hacer cualquier cosa. Cuando me sentí mejor, todos mis amigos habían comenzado sus carreras y yo no sabía qué quería hacer, pero también me sentía muy atrasado. Y…era mucha presión. Todo el mundo me miraba todo el tiempo, así que tenía miedo de ser malo en algo. De probar algo nuevo. Así que dudé, y ahora han pasado diez años y estoy demasiado avergonzado para comenzar una nueva carrera.
Scorpius asintió como si todo esto tuviera sentido.
—Como Papá, cuando salió de Azkaban —dijo.
—No realmente —frunció el ceño Harry.
—Si —insistió Scorpius— Estaba avergonzado y nadie lo contrataba y tuvo que encontrar un trabajo muggle y no sabía nada.
—¿Qué hace tu Papá?
—Dirige una librería de segunda mano en Islington.
Harry hizo una pausa, tratando de imaginarse a Malfoy en una especie de librería al estilo Hugh Grant6, recomendando novelas a los muggles. Era impensable.
—¿Es por eso que ya no ves a tus amigos? —preguntó Scorpius.
—¿Disculpa?
—En tu carta, dijiste que no los veías mucho.
Harry estaba sonrojado. No había pensado demasiado en lo que escribió a Scorpius. Ciertamente no había esperado que Scorpius recordara las cosas que dijo.
—Bueno… sí, supongo que sí. A veces me siento un poco inútil. Es bastante difícil superar derrotar a Voldemort a los diecisiete.
Scorpius torció la boca con simpatía, y Harry tuvo el repentino impulso de reír. El hijo de Draco Malfoy se compadecía de él.
—Sin embargo, no me puedo quejar —añadió apresuradamente— Soy muy afortunado, en la mayoría de los sentidos.
—Deberías venir a nuestra noche de cine —dijo Scorpius.
—Er… no creo que sea una buena idea.
—¿Por qué no? ¿Es porque mi Papá es un mortífago?
—Era un mortífago. No. Simplemente no creo que le guste que esté allí.
Scorpius no parecía convencido.
—Me gustaría ir —se encontró diciendo Harry— Si supiera que no le importaría.
—A él no le molestaría —dijo Scorpius— Él siempre quiso ser tu amigo, en la escuela.
Harry resopló.
—No, no quería. Me quería muerto. Pasó seis años hechizándome en cada oportunidad.
Scorpius se quedó muy quieto.
—Oh… Scorpius… no quise decir… —Harry suspiró— ¿Alguna vez alguien te ha dicho cosas buenas sobre tu Papá?
—Nick, Eve y Flora. Pero Papá dice «que no cuentan, porque en realidad no entienden lo de la Guerra».
—De acuerdo. Bueno… —Harry se apartó el pelo de la cara— Tu Papá siempre estaba…bien vestido, en la escuela. Quiero decir, siempre se veía bien. Él era realmente guapo. Todas las chicas iban detrás de él.
Scorpius negó con la cabeza.
—Pero él no era bueno.
—Tu abuelo tuvo algunas ideas bastantes desagradables, y Mal… tu Papá las creyó todas porque le era leal. Se preocupaba por su familia. Por lo general, eso es algo bueno. Fue mala suerte que su padre fuera horrible.
Scorpius volvió a negar con la cabeza.
—No importa si tienes una buena razón para hacer cosas malas. El mal no se puede deshacer —dijo.
—Eso es lo que dice tu Papá.
—Sí.
—Bueno, mira… —Harry no estaba seguro de cómo había llegado a esta posición, defendiendo a Draco Malfoy ante el propio hijo de Malfoy. Se sentía un poco desesperanzado. ¿Cómo se suponía que iba a hacer que Scorpius se sintiera mejor con el idiota de su Padre cuando su Padre realmente había sido un idiota? Pero para su sorpresa, le llegaron las palabras— Por supuesto que tu Padre debería haberse enfrentado a su Padre antes. O en absoluto. Pero tuvo muchas oportunidades de hacer el mal, el mal real, Scorpius, y no pudo hacerlo. No estaba en él. Porque fundamentalmente, no era una mala persona.
Scorpius hizo girar su cuchara a través de su helado.
—Hablo en serio Scorpius.
—Sé que no es una mala persona —dijo Scorpius en voz baja— Es la mejor persona del mundo entero.
—Era inventivo —dijo Harry— Creativo. Persistente. Gracioso, creo; al menos eso pensaban los Slytherin. Guapo.
—Ya dijiste eso.
—Lo es —dijo Harry, sonrojándose.
—¿Odias a mi Papá, Harry?
—No —dijo Harry, automáticamente, entonces recordó que era verdad— Realmente no lo odio. En realidad, si tienes algo por lo que guiarte, creo que probablemente es un bonito buen tipo7.
Scorpius se rio.
—Un buen tipo7 —repitió.
—Mira, basta de hablar de la Guerra. ¿Juegas al quidditch?
Scorpius se iluminó, viéndose repentinamente tan presumido y puntiagudo que Harry recordó a la fuerza a Malfoy en primer año. Le dio una sensación extraña y melancólica.
—¡Sí! Soy muy bueno. Mi Papá dice que es un crimen sino entro en el equipo de la casa. Él y yo jugamos juegos de buscadores y casi siempre le gano. Creo que me gustaría ser cazador. Hay mucha más gloria en marcar goles que en atrapar una estúpida snitch, ¿No crees? Mi Papá dice que me va a comprar una escoba el próximo año. Solo montamos barredoras, que están bien, pero mi Papá me va a comprar una Nimbus. Él lo prometió. Y…
…
Scorpius parloteó alegremente sobre quidditch durante cinco minutos completos antes de que Harry pudiera decir una palabra. El niño estaba loco por el quidditch. Hizo que el corazón de Harry doliera. Realmente ya no volaba. Realmente ya no hacía nada.
Dormía unas doce horas por la noche, irregularmente, con pesadillas. Luego se acostaba en la cama por unas horas más cuando despertaba, estremeciéndose por todas las obligaciones que estaba descuidando, antes de levantarse y deambular apáticamente por su casa, recogiendo libros al azar y dejándolos, evitando la pila de cartas en su mesa de comedor que cada semana se hacía más grande y más reprochable. De vez en cuando, cedía y veía a un amigo, pero se callaba a su alrededor, avergonzado de sí mismo por ser tan malditamente inútil. Era más fácil estar solo.
O lo había sido, reflexionó Harry esa noche, solo en Grimmauld Place, hasta que apareció Scorpius Malfoy. Porque había sido tan encantador comer helado con él. Asegurándole que su padre no era una mala persona, haciéndolo sentir un poco mejor.
«Él siempre quiso ser tu amigo, en la escuela», había dicho Scorpius. Harry estaba seguro de que Scorpius lo había entendido mal, pero de alguna manera seguía pensando en ello. Era extraño aprender tanto sobre Malfoy sin pasar tiempo con él.
La carta de Malfoy llegó al día siguiente, esta vez en Grimmauld Place, aunque todavía en un papel intimidantemente grueso.
***
Potter:
Esas túnicas que pediste son una extravagancia absurda y no me hagas empezar con el búho.
Scorpius dice que estás deseando que te inviten a nuestra noche de cine mañana, Le he informado que se ha equivocada, pero ha sido…persistente. Entonces, considérate invitado. Detalles al dorso.
Estás malcriando a mi hijo y arruinando años de buena crianza.
Con gratitud,
D. Malfoy
***
¿Estaba Malfoy realmente molesto por las túnicas y la lechuza? Había firmado «Con gratitud», después de todo. Harry decidió que iría a la noche de cine, aunque solo fuera para averiguar si había cabreado a Malfoy. No es que Malfoy tuviera derecho a estar enojado, en opinión de Harry.
***
Malfoy:
Voy a estar allí.
H.Potter
***
…
Descubrió que en realidad estaba bastante nervioso al día siguiente. Se cambió tres veces de jersey antes de decidirse por el que siempre llevaba. Simplemente no quería parecer estúpido frente a Scorpius, decidió. Scorpius era un Malfoy, después de todo. Probablemente realmente le importaba cómo se veía la gente, ya que su padre básicamente era un modelo de la moda.
Harry se preguntó largamente qué se pondría Malfoy antes de decidir que estaba siendo estúpido.
Quería llevar algo, pero ir de comprar le resultaba difícil. La gente siempre lo molestaba y era difícil pagar bajo la capa de invisibilidad. Kreacher compraba comida una vez a la semana, pero nada que Harry pudiera llevar como regalo. Al final no llevo nada.
Malfoy vivía en un bloque de apartamentos ordinario en una pequeña calle principal bastante concurrida. Harry se apareció en un callejón, encontró la puerta principal y tocó el timbre.
Scorpius fue a recibirlo en la entrada.
—¡Sí vino!
—Eh —dijo Harry, mientras Scorpius se arrojaba a sus brazos. Fue muy agradable, en realidad. La gente realmente no abrazaba mucho a Harry. La señora Weasley lo hizo, por supuesto, cuando la veía. Pero el ya nunca la veía.
Scorpius parloteó mientras conducía a Harry por las escaleras hasta el apartamento. De alguna manera era exactamente lo que Harry esperaba y nada parecido a lo que esperaba. Era pequeño, limpio y repleto de libros «todo eso tenía sentido». Pero también era acogedor y sin pretensiones. Parecía completamente habitado. Y justo ahora estaba lleno de risas y ruido.
Malfoy se levantó para saludarlo, bebida en mano. Llevaba ropa muggle y se veía predeciblemente caliente sin esfuerzo, a pesar del moretón morado en su pómulo.
—Viniste —dijo, como Scorpius, aunque con mucho menos entusiasmo.
—Er… sí, espero esté… bien… —dijo Harry.
—Tú debes ser Harry —dijo una mujer con cabello rosado y un arete en la nariz. Soy Eva. Los dos que se ven tan asquerosamente enamorados son Nick y Flora.
Nick y Flora, de hecho, se veían asquerosamente enamorados y tenían dos hijos, Andy y Fran, a quienes Harry recordaba que Scorpius mencionaba en una de sus cartas. Los tres niños desaparecieron instantáneamente en la habitación de Scorpius para jugar con Hogarth.
—No puedo creer que le hayas comprado una lechuza, Draco —dijo Flora.
—No lo hice. Potter lo hizo.
—¿Ese fuiste tú? —preguntó Eva— ¿Por qué?
—Tuve una cuando era niño —dijo Harry. Eve lo condujo al sofá y le entregó un plato de pretzels.
—Fuiste a la misma escuela de raros elegantes con Draco, ¿No?
Harry hizo una mueca ante la palabra “raro”, que le recordaba mucho a la tía Petunia.
—Solo eran raros, Eve —dijo Malfoy, cómodamente, desde donde estaba recostado, con la cabeza en el regazo de Flora, ella estaba acariciando su cabello, y a Nick no parecía importarle— No tenías que ser elegante. Difícilmente era clasista.
Eve resopló.
—Era un internado. Por supuesto que era clasista.
—Purista, tal vez —murmuró Harry. Malfoy le lanzó una mirada ilegible— Pero Malfoy tiene razón, no soy exactamente elegante.
—No —dijo Eve, y sonrió. A Harry se le ocurrió que había pensado que los amigos muggles de Malfoy serían elegantes, más como los chicos que Dudley solía traer a casa de Smeltings; o la pequeña Pansy Parkinson muggle. Pero Nick, Eve y Flora parecían claramente normales. Le recordaban más a Tonks que a cualquier otra persona.
—Nunca antes habíamos conocido a uno de los amigos de la escuela de Draco —dijo Nick.
—No éramos amigos —dijo Malfoy rápidamente.
—Nunca es tarde para hacer amigos —dijo Flora.
—Potter está aquí por Scorpius —dijo Malfoy.
—No te culpo —dijo Eve a Harry— Yo misma no estoy interesada en Draco. No puedo soportar todas sus tonterías de Sufrir-En-Silencio-Haciendo-El-Bien.
Harry se atragantó con un pretzel. Nick lo golpeó en la espalda.
—Entonces… er, ¿Han conocido a…Draco…por mucho tiempo? —preguntó Harry. No podía creer el riesgo que estaba tomando Malfoy al invitar a Harry, cuando evidentemente había inflado a sus amigos muggles con mentiras sobre la trágica víctima que era. Debe ser conveniente, pensó amargamente, tener amigos que no sepan que eras básicamente un nazi.
—Casi desde que salió de presión —dijo Flora, sin dejar de acariciar el cabello de Malfoy. Malfoy cerró los ojos.
—¿Prisión…?
—¡Oh, mierda! —dijo Flora— ¿Él no lo sabía, Draco? Solo que…tú siempre le dices a todo el mundo…
—Él lo sabía —dijo Malfoy, secamente— Solo está sorprendido de que no se los haya estado ocultando.
Nick, Flora y Eve se rieron.
—Cristo —dijo Eve— Si alguna vez encuentras una manera de evitar que Draco hable sobre su pasado accidentado, háznoslo saber.
—Me haces sonar terriblemente repetitivo —dijo Malfoy.
—Te amamos por eso —dijo Flora en voz baja.
—Tranquila, moza8, o tu marido se enterará de nuestra aventura —dijo Malfoy.
—Scorpius dijo que te sientes solo, Harry —dijo Eve. Harry se atragantó de nuevo.
—¿Qué? Yo no…
—Eve está bajo el malentendido de que su rudeza es encantadora —dijo Malfoy.
—Oh vamos. Harry, voy a tener una fiesta de vino y queso el viernes. Tienes que venir.
—Erm… —dijo Harry, mirando a Malfoy, quien sonrió bastante maliciosamente.
—No busques mi ayuda, Potter. Ella me atrapó en su astuta red social hace mucho tiempo.
—Y tengo toda la intención de atraparte también, Harry —dijo Eve.
—No tienes que venir —dijo Flora con dulzura— Puedes decir que no.
—No, yo… eso suena bien. Sí. Iré —dijo Harry. No estaba seguro de por qué. Tal vez había pasado demasiado tiempo desde que tenía planes para un viernes por la noche. Malfoy levantó una ceja, pero no dijo nada.
—¿Alguna vez vamos a comenzar esta película? —preguntó Nick.
—Harry necesita un trago —dijo Eve— ¿Vas a conseguirle uno, Draco?
—No —dijo Malfoy— Tu hazlo.
—Eres un pésimo anfitrión.
—Soy un excelente anfitrión. Me anticipo a las necesidades de todos mis huéspedes. Tu necesidad, en este momento, es quedar sola con Potter y asarlo a la parrilla, y gentilmente te estoy proporcionando lo que quieres.
Eve sonrió.
—Demasiado cierto. Vamos Harry.
—¿Quieres asarme a la parrilla? —preguntó Harry nerviosamente, mientras Eve tomaba el tazón de pretzels de sus manos y lo ponía de pie.
—Oh, sí, como pescado, por ambos lados, hasta que estés listo para comer.
—Potter —dijo Malfoy, y Harry se giró para mirarlo— No olvides el Estatuto Internacional del Secreto, ¿Quieres?
Harry lo miró con ojos desorbitados, pero los demás simplemente se rieron, y Malfoy sonrió como si hubiera hecho una buena broma.
—No sé cómo se le ocurre esa mierda —dijo Eve, llevándolo hacia la cocina.
—Sí —dijo Harry— Tan… inventivo.
Le había dicho a Scorpius que Malfoy era inventivo. Y él había sido, ingeniosamente horrible, con las insignias de (Potter Apesta) y engañándolo en un duelo falso en primer año y disfrazándose de Dementor en tercer año y cualquier cantidad de cosas terribles que había hecho para torturar a Harry.
Harry no pudo evitar notar que era un tipo especial de ingenio, usar la verdad para enmascarar la verdad, como acababa de hacer Malfoy.
—Entonces —dijo Eve— ¿Eres soltero?
—Er, sí —dijo Harry, alarmado.
—No te preocupes. No voy a coquetear contigo —ella hizo una pausa— ¿A menos que quieras que lo haga?
—No, está bien —dijo Harry. Eve parecía ofendida— Estoy como… resolviendo cosas.
—Hmm… —dijo Eve, sacando una botella de vino blanco de la nevera. Draco también está perpetuamente soltero. Dice que está esperando a que Scorpius se vaya a la escuela, pero en realidad no quiere que sepa que es gay.
Harry podía sentir su rostro calentarse.
—Malfoy no es gay —dijo— Tenía una esposa.
Eve se rio.
—Oscar Wilde9 también. Y no solo descubrí a Draco, por cierto, él no es reservado al respecto en general, solo alrededor de Scorpius.
—Scorpius no me parece un homófobo virulento —dijo Harry.
—No —estuvo de acuerdo Eve— Pero Draco parece pensar que va a ser acosado en esta escuela elegante a la que tiene la misteriosa intención de enviarlo. No quiere echarle leña al fuego.
—Oh —dijo Harry, repentinamente miserable— Eso es horrible.
—Horrible en verdad —dijo Eve, saltando para sentarse en el mostrador. Ella inclinó la cabeza, como un pájaro.
—Así que. Escupe. ¿Cómo era realmente?
—¿Malfoy?
—No, la Reina. ¡Por supuesto, Malfoy!
—Er… —dijo Harry, jugando con el tiempo. Era difícil pensar en algo que no fuera que «Malfoy es gay»— ¿Qué te ha dicho?
—Todo —dijo Eve, y por un segundo Harry pensó que realmente lo decía en serio, que Malfoy había roto el Estatuto y les había hablado sobre la magia, pero luego continuó— Sobre cómo estaba en una especie de pandilla violenta de supremacistas blancos o algo así.
—Oh —dijo Harry— Correcto. Sí. Quiero decir que no se trataba realmente de la raza, pero lo suficientemente cerca.
Eve miró sus rodillas, todos los rastros de alegría desvaneciéndose.
—Tuve cáncer de mama hace unos años —dijo Eve.
—Lo siento.
—Draco vino a cada sesión de quimioterapia. Me hizo tarjetas estúpidas con caricaturas en ellas. No es que no tuviera mucho en su plato; Quiero decir, era tan pobre y se culpaba a sí mismo por Astoria, y tenía todos estos enemigos de la prisión o lo que sea que seguían irrumpiendo y atacándolo a él y a Scorpius, pero me cuidó muy bien. Solía hacerme esta extraña bebida a base de hierbas que juro que funcionó mejor que la quimioterapia.
Harry sospecho que eso realmente estaba violando el Estatuto del Secreto. Los magos habían descubierto hace mucho tiempo una poción contra el cáncer; solo necesitaba tomarse todos los días durante un período prolongado. Si Malfoy hubiera sido atrapado dándoselo a un muggle, lo habrían enviado de regreso a Azkaban en un santiamén.
Lo que hizo que el corazón de Harry latiera más rápido.
—Solo estoy tratando de entender —dijo Eve— Hace que suene como si fuera una especie de asesino en masa.
—Él nunca mató a nadie —dijo Harry— Aunque no fue por falta de intentarlo. Casi enveneno a mi mejor amigo Ron.
Si hubiera podido volver a poner las palabras en su boca, lo habría hecho, porque Malfoy había entrado en la cocina y su expresión tranquila se congeló cuando escucho lo que Harry había dicho.
Eve saltó del mostrador, viéndose presa del pánico.
—Draco…
—No, tiene toda la razón —dijo Malfoy, con voz estrangulada— Casi mato a Ron Weasley. Y Katie Bell. Y Dumbledore, y ciertamente soy responsable de lo que le pasó a la cara de Bill Weasley. Yo tengo la culpa de Astoria, y bien podría haber matado a Vincent Cra… —dejó de hablar, sus ojos repentinamente en blanco— Eve lo tomó por las muñecas.
—Draco —dijo suavemente— Draco, soy Eve. Estás en tu apartamento. En Londres. Draco —sacudió la cabeza y siguió hablando como si nada hubiera pasado.
—… en el fuego, ya sabes. No es una buena forma de hacerlo. Pero entonces, él era uno de nosotros, probablemente se lo merecía. No sé, Suéltame, Eve.
Eve se alejó y Malfoy captó la mirada de Harry.
—He tratado de explicárselos, Potter. Ellos no escuchan. Quizá tengas mejor suerte.
Se dio la vuelta, dejando la cocina sin decir una palabra más.
—¿Explicar qué? —dijo Harry.
—Por qué no deberíamos ser amigos de él —dijo Eve— Draco…
Ella fue tras él, dejando a Harry en la cocina, agitado por la culpa confusa.
Cuando regresó a la sala de estar, Scorpius y sus amigos habían regresado.
—¡Solo íbamos a venir a buscarte! Tenemos que empezar la película —dijo, empujando a Harry para que se sentara a su lado en el sofá. Draco se sentó rígidamente al otro lado de Scorpius, mirando al frente.
Vieron Notting Hill10. Harry lo había visto antes, y le resultó difícil concentrarse, porque estaba redactando discursos para Malfoy en su cabeza. «Lo siento, pero intentaste matar a Ron», comenzó uno, «¡Solo estaba tratando de explicar que no eras un loco asesino en serie!», fue otro. «No tengo que darte explicaciones», decía un tercero. Pero ninguno de sus discursos logró transmitir sus sentimientos, porque en realidad no sabía cuáles eran.
Todo lo que sabía era que, desde la perspectiva de Malfoy, Harry había ido a su casa e inmediatamente les contó a sus amigos sobre su comportamiento en la guerra.
Scorpius se acurrucó contra Harry. Los ojos de Malfoy se lanzaron hacia ellos y de vuelta a la pantalla. Parecía como si estuviera sentado en una silla de respaldo recto, no en un sofá: sus manos jugueteaban sobre sus rodillas, los pies plantados en el suelo, su postura impecable. Harry sospechó que no estaba viendo la película más que Harry.
Scorpius se acurrucó más cerca y Harry lo rodeó con sus brazos, golpeado por el extraño deseo de abrazar a Malfoy. Decirle que honestamente lo habría perdonado por casi todo. «Algunas cosas que sentía que no podía perdonar sin saber con certeza que Malfoy las lamentaba, como llamar sangre sucia a Hermione. Pero claro, Malfoy era claramente amigo personal cercano de los muggles ahora, por lo que sus teorías sobre la pureza de la sangre deben haber cambiado. Debe ser así, ¿No?»
A Harry se le ocurrió que Malfoy podría haber pensado que estaba tratando de disuadir a Eve de su amistad con él. El pensamiento hizo que su estómago se revolviera. ¡Y que Scorpius se abrazara a él, justo cuando Malfoy pensaba que Harry estaba tratando de poner a todos en su contra…!
—Deberías ir a abrazar a tu Padre —susurró al oído de Scorpius. Scorpius lo miró con curiosidad, pero hizo lo que le dijo. Harry observó por el rabillo del ojo cómo Scorpius acariciaba bajo el brazo de Malfoy. Supo al instante que había hecho bien en sugerirlo, porque todo en Malfoy se relajó. Le sonrió a Scorpius y se recostó en el sofá, acercándolo y acariciando su cabello. Harry lo vio hablar en voz baja, vio que sus labios se movían para decir «Te amo».
Fue muy difícil concentrarse en la película.
Cuando aparecieron los créditos, Malfoy se estiró elegantemente.
—¿Tú sabes qué tiene de increíble esa película? —preguntó.
—Papá —dijo Scorpius en tono de advertencia.
—Quiero decir, ¿Lo que me atrapa cada vez?
—¡Papá!
Malfoy estaba sonriendo ahora.
—Así es, como el director se las arregla para transmitir su mensaje con tanta claridad…
—¡Papá, todos odian esta broma!
—Yo no —dijo Eve.
—El mensaje de que es la hora de acostarse de Scorpius —terminó Malfoy.
—Te odio —dijo Scorpius.
—Di buenas noches y cepíllate los dientes.
—Buenas noches y cepíllate los dientes —gruño Scorpius, alejándose de su Padre— En realidad no te odio —agregó.
—Está bien si lo haces —dijo Malfoy.
—Pero no lo hago.
—Deja de perder el tiempo y ve a lavarte los dientes.
Scorpius les deseó buenas noches a todos, dándole a Harry un abrazo extra largo antes de irse. Nick y Flora recogieron a sus dos hijos y también se fueron. Harry, Eve y Malfoy se quedaron rondando por la puerta principal. Harry esperaba que Eve se fuera para poder hablar a solas con Malfoy; pero Eve evidentemente esperaba lo mismo.
—Te ayudaré a ordenar —le dijo a Malfoy. Parecía una señal social bastante clara de que Harry debería irse.
—Será mejor que me vaya —dijo.
—Deberías volver la próxima semana —dijo Malfoy inesperadamente. Es el último de Scorpius antes de la escuela, así que es su turno de elegir. Será insoportablemente pretencioso, pero deberías venir.
Harry frunció el ceño.
—No estoy solo.
—No tienes que sentirte solo para odiar ver el cine francés de los 60, Potter.
—Solo me estás invitando porque Scorpius te dijo que no tengo amigos. Lo cual no es cierto.
—Ah, claro. No te gustan mis amigos. No son lo suficientemente especiales para ti.
—Eso no es lo que yo…
—Lamento que mis amigos no sean tan mágicos como los tuyos…
¿Malfoy lo estaba acusando de odiar a los muggles? ¿Frente a un muggle, nada menos?
—No seas ridículo, Malfoy. Eso era cosa tuya, no mía.
Malfoy inmediatamente dejo de sonreir.
—Sí. Lo había olvidado. Soy una excelente razón para que no vengas. Haz lo que quieras.
—Eso no es lo que yo dije.
—Buenas noches, Potter.
Lo dijo con tal firmeza que Harry descubrió que ni siquiera podía discutir. Simplemente asintió a Eve y se dio la vuelta para bajar las escaleras. No había recorrido la mitad de ellos cuando escucho a Eve gritar su nombre.
—¡Harry!
Ella lo alcanzó.
—Harry. ¿Puedo simplemente… Draco alguna vez te lastimó?
Harry casi se rio.
—Me pisoteó la cara una vez. Me rompió la nariz —dijo.
—¿Eras tú? Recuerdo que nos contó sobre eso. Bueno, escucha. No te estoy pidiendo que lo perdones. Pero por favor, por el amor de Dios, ¿Puedes dejar de reprocharle? ¿Hasta que lo conozcas mejor?
—Lo conozco bastante.
Los ojos de Eve brillaron peligrosamente.
—¡De acuerdo! Bien. Pero no se lo estaba reprochando, ¿Sabes? —dijo Harry.
—Te veré el viernes para mi fiesta de vino y queso.
—¿Todavía quieres que vaya?
—Oh, tienes que venir —dijo Eve amenazadoramente, antes de regresar al departamento de Malfoy.