Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia
Summary
En Azkaban, Narcissa Malfoy le da lecciones a Draco sobre cómo manipular a las personas para que lo amen. Cuando Draco es liberado con la condición de que esté unido a Harry como su prisionero, finalmente tiene la oportunidad de poner en práctica sus nuevas habilidades.Inspirado en una excelente historia llamada Unexpected Consequences de Lauren3210
Note
IMPORTANTE:La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia “LESSONS IN GRACE AND DECORUM”. Quien ha eliminado su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
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CAPÍTULO 18

Capítulo 18

 

Cuando despertó, la sala estaba a oscuras y Ginny Weasley dormía en sus brazos. Se había metido en la cama con él y su cabeza estaba apoyada en el hueco de su hombro. Harry se había ido.

 

Pensó en despertarla, pero era tan suave y cálida, y debió haberse subido por su propia voluntad. Ella había querido tocarlo. Fue abrumador, fundamentalmente reconfortante. Cerró los ojos de nuevo y se durmió con el sonido uniforme de su respiración.

 

Cuando volvió a despertarse, ella lo estaba observando. La luz de la luna se filtraba por las ventanas. Él la apretó más cerca.

 

   —Vas a estar bien —dijo, en voz baja, como si estuviera en una iglesia.

 

Era íntimo en la oscuridad, y se sentía como si estuviera soñando. Fue liberador.

 

   —Nunca he tenido un amigo como tú —dijo en voz baja.

 

   —Un amigo como yo, ¿Como?

 

Draco hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras. No era que no hubiera habido nadie digno de amistad en Slytherin. Todo lo contrario. Pero Draco había estado tan obsesionado con el poder, el prestigio y el respeto que no había logrado conectar con nadie. Había tenido secuaces y acólitos. Nunca había tenido…

 

   —Alguien sobre quien no estaba tratando de tener poder, supongo —dijo. Sabía lo horrible que lo hizo sonar, pero Ginny no reaccionó, excepto para asentir.

 

   —Yo tampoco —dijo ella.

 

   —¿Qué?

 

   —Pase mis primeros años en Hogwarts totalmente enamorada de Harry. Tenía a Fred y George, pero los adoraba como héroes, y tenía a Luna, pero eso es un poco como ser amigo de una obra de arte conceptual. Harry, Ron y Hermione me dejan acompañarlos a veces, como una especie de hermanita. Luego me puse bonita, y solo quería saber que podía conseguir —ella lo miró seriamente— Eres el primer amigo que he tenido que se siente como mi igual.

 

   —No soy tu igual Gin —susurró Draco.

 

Ginny se rio.

 

   —Oh, lo sé, eres mucho más bonito que yo, más elegante y sabes que tenedor usar en los restaurantes elegantes.

 

   —Eso no es lo que quise decir y lo sabes.

 

La sonrisa desapareció de su rostro.

 

   —No es cuando las cosas van bien para las personas que vemos su verdadero carácter. Es cuando las cosas colapsan. Tu vida explotó y respondiste con dignidad y gracia.

 

   —Es una fachada —dijo Draco— Solo hice eso para que la gente me quisiera.

 

   —Funcionó —dijo Ginny— Me agradas.

 

Draco sacudió la cabeza con impotencia. Ella no entendía, no sabía acerca de las lecciones, acerca de su madre, acerca de cómo él no podía sentir remordimiento.

 

   —Simplemente no me conoces lo suficientemente bien —dijo— Yo… yo te he manipulado para agradarte.

 

   —Eso se llama encanto, Draco. Lo tienes a raudales.

 

   —No, es diferente. Ya verás, cuando me conozcas mejor. Verás que en realidad no te agrado.

 

Ginny se acurrucó en él.

 

   —¿Todavía crees que soy una traidora de sangre, sucia y empobrecida? —ella preguntó.

 

   —Me da vergüenza haber pensado eso.

 

   —Creo que probablemente estemos bien, entonces.

 

Draco volvió a negar con la cabeza.

 

   —No —dijo— Verás…

 

   —Tu eres el que verá, Draco, cuando todavía esté aquí dentro de diez años.

 

Draco no supo cómo responder a eso. Su mente se fue a algo que ella había dicho antes y que se le había quedado en la garganta.

 

   —¿Sigues enamorada de Harry?

 

   —No.

 

   —Oh —dijo Draco.

 

Ginny se movió en sus brazos.

 

   —Nunca le ha hablado de eso a nadie, pero tengo la impresión de que no tuvo una gran infancia —dijo.

 

Draco estaba callado. Harry le había hablado de su infancia. Bastante extensamente, de hecho. Nunca se le había ocurrido que estaba escuchando secretos.

 

¿Con quién compartías secretos? Gente en la que confiabas, seguramente. ¿Qué tan traicionado se sentiría Harry cuando se diera cuenta de que Draco no era digno de confianza?

 

   —Supongo que solo quiero que esté con alguien que lo cuide —terminó Ginny— Alguien que lo ame como se merece —Ella le apartó el pelo de la cara— Eso es lo que quiero para ti también.

 

Algo ligero y esponjoso floreció en su pecho. «Un día, encontrarás un chico que te amará de la forma en que mereces ser amado», le había dicho su madre, todos esos años atrás. Ahora aquí estaba Ginny, diciendo más o menos lo mismo. Era una especie de alegría dolorosa, y Draco cerró los ojos, tratando de no sonreír.

 

   —Eres una tonta, Ginny Weasley.

 

   —Lo amas.

 

   —¿Blaise no estará celoso de encontrarte en la cama conmigo?

 

   —Hmm, podría estarlo, si no fueras irremediablemente homosexual.

 

   —Ya veo. Bueno, ya que planeas quedarte, ¿Te importaría no ocupar las tres cuartas partes de la cama? Yo soy el invalido aquí, ¿Sabes?

 

   —¡Quejas, quejas, quejas! —dijo Ginny, pero se hizo a un lado. Hablaron de Blaise durante un rato más «Ginny estaba empezando a sentirse bastante seria con él» y se durmieron.

 


 

Cuando Draco se despertó, Ginny todavía estaba en sus brazos, Harry estaba dormido en la silla junto a su cama y Ron miraba a Draco con horror abyecto.

 

   —¡Soy homosexual! —balbuceo Draco. Harry y Ginny se despertaron sobresaltados.

 

   —Entonces, ¿Por qué te acuestas con mi hermana? —preguntó Ron.

 

   —Solo literalmente —dijo Draco.

 

   —Ron, deja de intentar proteger la virginidad de Ginny, todo sabemos que ese barco ha zarpado —dijo Harry. Ginny se rio.

 

   —Mmm, Draco, gracias por todo el sexy sexo que tuvimos anoche —dijo.

 

   —Bien, vine a darte un regalo de alíviate pronto —dijo Ron— Pero me iré a la mierda, ¿De acuerdo?

 

   —¿Le compraste un regalo? —dijo Harry, sonando complacido.

 

   —Sí, bueno, Hermione dijo que ya no es un gran imbécil, así que pensé…

 

Draco luchó por sentarse en su cama. Ginny suspiró y salió. Ron pareció aliviado al ver que estaba completamente vestida.

 

   —Dijiste algo sobre un regalo —dijo Draco esperanzado. Ron le entrego una caja de bombones.

 

   —Te darán sueño. Pensé que sería mejor que tomar pociones para dormir todo el tiempo mientras te recuperas.

 

   —Eso es increíblemente considerado —dijo Draco. Era sorprendentemente fácil ser cortés y amable con Ron cuando pensaba en él como el hermano de Ginny y el mejor amigo de Harry, en lugar de como Ron Weasley, el chico que se burló de su nombre el primer día de clases.

 

   —Ese soy yo —dijo Ron— El Considerado Ron Weasley.

 

   —¿Dónde está Hermione? —preguntó Draco.

 

   —Ella está testificando contra Steven Hodges —dijo Harry— Ella no quería que tuvieras que volver a pasar por eso, así que les está mostrando a la corte su memoria de tu testimonio.

 

Draco se quedó sin palabras. Desde lejos, siempre había parecido que Hermione era la que expresaba verbalmente en el pequeño grupo de amigos de Harry, pero nunca había sido así con Draco. Había asumido que ella simplemente lo toleraba. Esta señal de su bondad hacia él lo hizo sentir terrible. No podía olvidar todos los números de la lista de Harry que la habían involucrado.

 

   —Eso fue rápido —logró decir.

 

Ginny sonrío.

 

   —Harry sacó su carta de El Salvador del Mundo Mágico. Parece que lo hace mucho cuando estás involucrado, Draco.

 

   —Cállate —dijo Harry, luciendo avergonzado, probablemente por eso Ron intentó cambiar de tema.

 

   —Entonces, ¿Es realmente cierto? —preguntó, conversacionalmente— ¿De verdad ya no eres un bastardo Mortífago intolerante?

 

   —¿Sientes remordimiento? —siseó la madre de Draco en su oído. Se giro bruscamente para mirarla. Su cara estaba distorsionada, desintegrándose, pudriéndose. Ella estaba inclinada hacia él en su almohada, su expresión cruel y burlona— Todos ellos piensan que lo estas. ¿Crees que les importarías una mierda si realmente te conocieran?

 

En la casa de los Malfoy, solo Draco solía jurar.

 

   —¿Está tu madre ahí? —preguntó Harry en voz baja, en su otro oído. A lo lejos, Draco podía oír las voces de Ron y Ginny, pero no podía concentrarse lo suficiente para entenderlas.

 

El asintió.

 

Harry se sentó en la cama y se agachó a su alrededor.

 

   —Estaba pensando en ir Grimmauld Place para Navidad —dijo— Porque de esa manera puedes hornear. ¿Alguna vez has hecho pasteles de carne picada?

 

   —Le estas mintiendo —dijo su madre.

 

   —No —dijo Draco.

 

   —Ah, bueno, hay una primera vez para todo —dijo Harry— Puedo ser sous-chef. Ginny quiere que te quedes en la Madriguera, por supuesto. Podemos hacerlo si quieres, pero te lo advierto la Señora Weasley no permite intrusos en su cocina.

 

   —Si fueras estúpido, Draco, tal vez podrías haber sido perdonado —dijo su madre— Pero sabías que estaba mal. Lo sabías, y aun así lanzaste la Cruciatus a los niños. Todavía intentaste asesinar. Y, sin embargo, no sientes remordimiento.

 

   —YO…

 

   —¿Alguna vez tuviste una gran Navidad? —preguntó Harry.

 

Draco asintió.

 

   —Cuéntame sobre eso —dijo Harry.

 

   —Cuanto más te conozca, menos le gustaras —dijo su madre.

 

   —Navidad, yo tenía siete años —murmuró Draco— Conseguí mi primera escoba. Volé por la sala de estar, me caí, me golpeé la cara en la mesa de café. Era brillante. Volando.

 

   —Estabas allí cuando volé por primera vez —dijo Harry.

 

   —Yo era un imbécil —dijo Draco.

 

   —Aun así, estabas allí —dijo Harry— Has estado allí prácticamente toda mi vida. Constantemente.

 

Draco se giró para mirarlo. Sabía lo que significaba la constancia para Harry. El rostro de Harry estaba muy cerca del suyo, y estaba sonriendo.

 

   —Como una enfermedad crónica —dijo Draco.

 

Harry se rio.

 

   —Si, exacto. Como un dolor en las articulaciones.

 

   —Estaba tan enojado porque eras bueno para volar. Realmente pensé que tendría ventaja sobre ti, allí.

 

   —No —dijo Harry, con aire de suficiencia— Soy mejor.

 

   —No eres mejor —dijo Draco— Solo eres más imprudente. Y tenías una escoba mejor, la mayor parte del tiempo.

 

   —Dices imprudente. Yo digo valiente.

 

   —Saca tu gran cabeza de mi almohada, Potter, me estás aplastando con tu arrogancia.

 

Harry sonrió y se alejó de la cama. Luego bajo la voz.

 

   —¿Se ha ido?

 

   —Sí.

 

   —¿Estás bien?

 

   —Sí.

 

   —Lo siento por Ron.

 

Draco se estremeció.

 

   —No, Potter —Se sentó en la cama y se dirigió a Ron— Disculpas, Weasley. Me distraje.

 

   —Lo siento, amigo, no fue mi intención molestarte así —dijo Ron, incomodo— ¿Qué fue eso?

 

   —Déjalo —dijo Harry.

 

   —Entonces, ¿Qué pasara con el Vínculo? —preguntó Ginny, como si nada hubiera pasado— ¿Lo restablecerán?

 

Harry les lanzó un muffliato y miró a Draco con cierta vacilación.

 

   —Hermione, Kingsley y yo estuvimos despiertos toda la noche, tratando de averiguar qué hacer. Lo mejor que se nos ocurrió fue… um… fingir que hemos restablecido el Vínculo.

 

   —¿Fingir? —preguntó Draco.

 

   —Sí. A Kingsley le gustó como plan porque significa que, si alguien intenta aprovecharse de ti, puedes denunciarlo. Significa que, si accidentalmente te ordeno que hagas algo en público, tendrás que obedecer. Pero aparte de eso, serías libre. Y luego Kingsley se encargará de que tu sentencia terminé antes de tiempo por buen comportamiento, alrededor de Pascua —Harry lo miró suplicante— Es lo mejor que pude hacer.

 

   —Pero… ¿Y si yo… no es un poco arriesgado? ¿Para ti?

 

   —No, ¿Por qué?

 

   —Podría lastimarte.

 

Ginny resopló.

 

   —Si, creo que me arriesgare, Draco —dijo Harry— Escuché lo que dijiste con el Veritaserum, recuerda.

 

   —Podría lastimar a alguien más.

 

   —No lo harás.

 

   —Pero si lo hiciera tendrías la mitad de la culpa. Y Kingsley sería despedido.

 

   —Él confía en mí. Y yo confío en ti.

 

   —¿Estás malditamente loco? ¡Soy un mortífago!

 

Harry parecía desconcertado.

 

   —Si, ¿Lo sé? No lo he olvidado.

 

Draco se derrumbó sobre sus almohadas.

 

   —Bueno, es tu decisión Potter. Creo que eres un maldito lunático.

 

   —Estoy contigo en eso, compañero —dijo Ron.

 

   —¿Así que lo harás? —instó Harry.

 

   —Por supuesto que lo haré. Gracias. Estás loco.

 

   —Me han dicho eso antes —dijo Harry, y Draco sintió una repentina punzada de culpa.

 

   —Lo siento —murmuró.

 

La puerta se abrió y Hermione entró tambaleándose, luciendo exhausta. Harry quitó el muffliato y Ron se puso de pie para que ella pudiera sentarse en su silla.

 

   —Bueno, Steven ha sido declarado culpable y sentenciado a tres años en Azkaban.

 

   —¿Tres? —dijo Harry indignado— ¿Solo tres?

 

   —Tres es suficiente —dijo Draco— No conoces Azkaban.

 

   —Sé lo que te hizo.

 

   —Me preguntó como terminara —dijo Draco— Irá de una forma u otra. Amargura o Redención.

 

   —Pareces muy tranquilo con todo esto —dijo Ginny.

 

   —Merecer algo es complicado —dijo Draco.

 

   —¿Merecer algo es complicado? —repitió Ron, incrédulo.

 

   —De hecho, dice cosas así muy a menudo —dijo Hermione.

 

   —Gracias Hermione. Por testificar por mí.

 

Lo dijo como si estuviera pidiendo perdón, porque nunca se permitía decir eso. Era una persona demasiado egoísta para confiar en sí mismo para disculparse. ¿Para quién eran?

 

   —Está bien, Draco —dijo Hermione, con una mirada cargada y serie en sus ojos. Él tuvo la impresión de que ella entendía.

 

Entró una enfermera y les dijo que todo tenían que irse. Harry se acercó a Draco y susurró.

 

   —Le prestare a Ginny mi capa de invisibilidad para que pueda hacerte compañía esta noche.

 

Draco no tuvo de responder antes de que Harry y sus amigos fueran sacados.

 


 

Draco se quedó en San Mungo durante una semana. Hermione regresó a Hogwarts, pero Harry y Ginny se quedaron en Grimmauld Place para hacerle compañía. Ginny pasaba las noches con él.

 

   —¿No quieres quedarte en la cama de Draco, Harry? —preguntó Ginny, sonriendo.

 

   —No es una buena idea —dijo Harry.

 

Ni siquiera era que tuviera apetito sexual tan insaciable. Era que estaba convencido de que Draco necesitaba a Ginny más que a él, en ese momento. Recordó lo que Draco había dicho, cuando esa chica le lanzó un hechizo punzante en la biblioteca: que sabía por qué Harry y Hermione eran amables con él, pero no sabía por qué Ginny lo era. Draco necesitaba eso, ahora: alguien que no creía que tuviera motivos ocultos. Y Harry no quería ser el único puerto seguro de Draco en una tormenta, quería que Draco tuviera opciones.

 

Así que Ginny se colaba en San Mungo todas las noches y Harry lo visitaba durante el día.

 


 

   —¿Vas a dormir con él? —preguntó Ginny.

 

   —No —dijo Draco.

 

   —¿Por qué no? ¿No quieres?

 

   —Yo quiero.

 

   —¿Así que…?

 

   —Una vez que se sacia el deseo, el objeto del deseo se vuelve repugnante —dijo Draco.

 

   —¿Qué clase de mierda manipuladora7 es esa? ¿Qué, crees que te follará y se dará cuenta de que todavía te odia?

 

   —No estoy seguro de quién sería el follado —dijo Draco pensativo.

 

   —No trates de distraerme. ¿Estás diciendo en serio que crees que se volverá contra ti si tienen una cita?

 

   —No saldríamos.

 

   —¿No quieres salir con él?

 

   —Ginny… quiero… quiero que mis padres y tu hermano sigan vivos. Quiero volver atrás en el tiempo y cambiarlo todo. Quiero salir con Harry. ¿Y qué?

 

   —Bueno, obviamente el último es diferente, porque en realidad es posible —ella hizo una pausa— Sin embargo, gracias por decir eso sobre Fred.

 

Draco asintió, aunque no sabía si ella podía verlo en la oscuridad.

 

   —No crees que es posible que Harry realmente quiera salir contigo —dijo Ginny.

 

   —No se trata de creer, Gin. Sé que no es posible.

 

   —Creo que conozco a Harry un poco mejor que tú, Draco.

 

   —Y me conozco a mí mismo. Confía en mí, él no me querrá.

 

   —¿Siempre fuiste así de inseguro? —preguntó Ginny, asombrada— ¿Cómo nos lo perdimos?

 

   —No es inseguridad.

 

   —A Harry le gustas.

 

   —¡Por qué él no me conoce!

 

   —Está bien —dijo Ginny, como si estuviera hablando con un caballo asustadizo— De acuerdo. Pero si quieres salir con él.

 

   —Ginny, vamos, no seas cruel.

 

   —¿Quieres que no hable más de eso?

 

   —Por favor.

 

   —Está bien —dijo ella— Tus deseos son órdenes.

 

Ella no volvió a mencionarlo.

 


 

Ella venía todas las noches. A veces dormía en su cama, a veces se dormía en la silla junto a él. Lo presiono y lo presiono hasta que él admitió lo asustado que había estado cuando Steven lo torturó, lo mucho que le había dolido, lo seguro que había estado de que no recibiría ayuda.

 

   —Sabía que algo andaba mal —dijo— Tus manos. Me siento estúpida.

 

   —No.

 

   —Pensé que era solo un trauma de posguerra.

 

   —Está bien. Se acabó.

 

Pero cuando Ginny le decía cuánto se preocupaba por él, Draco siempre entraba en pánico, tratando de explicarle que no lo entendía.

 

   —¡Por supuesto que te agrado! —dijo, una noche— ¡Eso es exactamente lo que quería que sintieras! Es un maldito engaño, y ustedes son Gryffindors inocentes, ¡Así que todos cayeron en la trampa, como tontos!

 

Ginny le entregó un pañuelo.

 

   —Joder —dijo. No se había dado cuenta de que estaba llorando. Se sintió miserable, pero su madre no apareció. Parecía que solo lo hacía cuando Draco estaba solo, o cuando estaba con Harry. Pensó que probablemente era porque confiaba en que Harry no se asustaría y lo llamaría loco. Harry sabía lo que se sentía cuando la gente pensaba que estabas loco.

 

De todos modos, cada vez que aparecía la madre de Draco cuando Harry estaba en la habitación, Harry siempre se daba cuenta de inmediato y le hablaba de algo mundano hasta que ella se iba. Draco no estaba seguro de cómo supo Harry que hacer para que se fuera, pero estaba agradecido de todos modos.

 

   —¿A quién le importa por qué nos hicimos amigos? —dijo Ginny— Sucedió, ahora.

 

   —Por favor, no lo hagas —dijo Draco.

 

   —¿De qué tienes tanto miedo?

 

   —¡Perderte! ¡Perderlo todo, otra vez!

 

Ginny asintió.

 

   —Está bien —dijo ella— Eso tiene sentido. Puedo ser paciente. Harry también.

 

   —Por favor, no lo hagas —dijo Draco, de nuevo. Así que paso a otra cosa, y el corazón de Draco dejó de sentirse tan lleno y agitado. Ella lo lastimaba cuando decía cosas como esa, porque la esperanza era veneno para personas como Draco.

 

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