
CAPÍTULO 15
Capítulo 15
Harry todavía estaba prácticamente echando chispas de furia cuando encontró a Ginny y Hermione en la biblioteca.
—¿Qué ocurre? —preguntó Hermione, mientras se sentaba— ¿Dónde está Draco?
—Con Steven Hodges —escupió Harry— De quién está enamorado, aparentemente.
—¿Qué? —preguntó Hermione, sorprendida.
—De verdad, los de octavo año están fuera de todo —dijo Ginny— Todos saben eso. Steven prácticamente puso un anuncio en los periódicos.
Harry dejo caer su bolsa de libros.
—¿Sabías que Draco estaba enamorado de él?
—Quiero decir, él no lo está —dijo Ginny, sonando aburrida— Pero sabía que Steven dice que lo está, sí.
—¿Qué quieres decir con que no lo está? ¡Él me lo dijo, Ginny!
Ginny suspiró.
—Si, él también me dijo eso, cuando le pregunte. Pero no es de quien está enamorado, Harry.
—¿Qué significa eso?
Ginny negó la cabeza.
—No puedo decir más. Y no es que me haya dicho nada explícitamente. Pero no quiero traicionar su confianza.
—Bueno, no me importa su confianza —dijo Hermione— Él está enamorado de ti, Harry, cualquiera que tenga ojos puede verlo.
Harry luchó por un momento para encontrar las palabras.
—¡Eso es… tú estás… él me dijo que está enamorado de Steven!
—Si, eso tiene sentido —dijo Hermione, serenamente.
—¿Cómo tiene sentido?
—Porque cree que no puede tenerte, así que está tratando de olvidarte diciéndose a sí mismo que está enamorado de otra persona.
Harry se dejó caer en su silla, abrumado por el argumento de Hermione. Tenía tantas ganas de creerlo que era muy difícil saber si en realidad era racionalmente convincente o no.
—Yo… ¿Ginny? —preguntó.
—No delatare los sentimientos de Draco —dijo Ginny— Pero definitivamente no está enamorado de Steven Hodges. Cada que aparece el nombre de Steven, Draco se cierra por completo. Ni siquiera creo que le guste mucho.
—Eso también tiene sentido —dijo Hermione, asintiendo— Podría ser un tipo de inseguridad. No creo que se merezca a alguien que lo trate bien, ese tipo de cosas.
—Él no está enamorado de mí —dijo Harry débilmente. Hermione hizo un sonido de exasperación.
—¡Oh, honestamente, Harry! Te mira como si fuera la cosa más maravillosa que jamás haya visto. Él aprovecha todas las oportunidades que puede para tocarte, y no creas que no podemos saber cuándo ustedes dos están jugando con los pies debajo de la mesa. Dijiste que te escuchó hablar durante horas en Grimmauld Place con incansable interés, te ha estado quitando el alcohol en silencio durante meses, ha hecho todo lo posible para congraciarse con tus amigos, y te desmemorizo cuando pensó que dijo algo que te desagradaría. Está bastante claro cuáles son sus sentimientos.
—No sabemos por qué me desmemorizo —respondió Harry— Y él no me mira así. Y es amable con ustedes dos porque está tratando de ser una mejor persona.
—Lo que quiero saber —dijo Ginny— ¿Qué es lo que sientes por él?
Harry se pasó las manos por el cabello.
—Está bien digamos que le gusto, o lo que sea —dijo Harry— Eso es solo, eso del Síndrome de Oslo.
—Síndrome de Estocolmo —corrigió Hermione.
—Que. Donde los prisioneros se enamoran de sus captores porque están muy agradecidos de que no los traten peor.
Hermione y Ginny se quedaron en silencio. Después:
—No lo creo —dijo Ginny, al mismo tiempo que Hermione decía.
—Puede que tengas razón.
—No es el Síndrome de Estocolmo —dijo Ginny— ¡No entiendes a Draco en absoluto, Hermione, si eso es lo que piensas!
—Harry está diciendo un buen punto. Draco tiene muy pocas opciones. Probablemente esté tan abrumado por la gratitud hacia Harry que le resulta difícil saber lo que realmente siente.
—Harry nunca lo ha tratado como un prisionero —protestó Ginny.
—No importa —dijo Harry— Porque lo es.
—Le gustas porque puede ayudarte —dijo— Y Ron me dijo lo que dijiste en su juicio: lo llamaste redimible, ¿No puedes ver lo que eso debe haber significado para él? Es mucho más profundo que la gratitud. De todos modos… —hizo una pausa— No debería decir esto. Me matará.
—No le diré —dijo Harry, rápidamente.
Ginny parecía estar en guerra consigo misma. Harry mantuvo sus ojos fijos en ella, tratando de convencerla. Finalmente, ella suspiró.
—De acuerdo. No le digas que te lo dije, pero… te quiere desde hace años. Mucho antes de la guerra. Una vez me dijo que solía pensar en ti cuando se masturbaba en quinto año.
—¿Él te dijo eso?
Quinto año. ¿Cómo era posible?
—Bueno, está bien, lo supuse —dijo Ginny— Le hago preguntas, y si se sonroja, significa que sí.
—Entonces, ¿Todas esas veces en que ustedes dos se reían y susurraban entre sí, hablaban de que él se masturbaba conmigo?
Ginny puso los ojos en blanco.
—Por favor. Esa fue una conversación. El resto del tiempo, estuvimos intercambiando historias sobre Blaise. Sabes, Draco me ha enseñado un par de cosas sobre…
—¡Detente! ¡No quiero saber!
—Bien. Simplemente no descartes sus sentimientos como un síndrome.
—Sigo pensando que es más complicado que eso —dijo Hermione— Y ciertamente no creo que Harry pueda decirle a Draco que lo ama hasta después de que se rompa el vínculo.
—No lo amo—dijo Harry automáticamente.
—Oh, está bien entonces —suspiró Hermione— Espera hasta que se rompa el vínculo para decirle que piensas en él todo el tiempo y que quieres tomar su mano y acariciar su hermoso cabello rubio y mantenerlo a salvo por toda la eternidad. ¿Eso está mejor?
—Un poco —dijo Harry, malhumorado— Sí.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Ginny— ¿Sobre Steven?
—Nada —dijo Harrry, sorprendido— No le voy a decir a Draco qué hacer. Y Hermione tiene razón, él y yo no podemos empezar nada hasta terminar el vínculo. Tengo demasiado poder sobre él para que sea saludable.
—¡Pero en este momento él piensa que no te gusta!
—Mira, por lo que sé, ustedes dos están equivocadas, y él realmente está enamorado de otra persona. Si me acerco a él, como su dueño, lo va a poner jodidamente incómodo. Quiero decir, la razón por la que empezó a comportarse como un imbécil de nuevo fue porque lo besé en la taberna.
—¿Tú qué? —dijo Hermione.
—¡Fue un accidente! ¡Estaba borracho, y él estaba… él solo me miraba, con esos… malditos ojos!
—¡Y luego fue un imbécil contigo porque pensó que no lo decías en serio, y eso hirió sus sentimientos! —dijo Ginny.
—¡Tal vez, tal vez no! —dijo Harry— De cualquier manera, no me estoy arriesgando. No es justo para él.
—Eso es estúpido —dijo Ginny.
—Tú eres estúpida —dijo Harry.
—Está bien —dijo Hermione, moderando— Dejemos que las cosas se calmen por un par de días. Todavía estamos tratando de convencer a Draco de que vaya a ver a la señora Pomfrey, ¿No? Una cosa a la vez. Una vez que se solucione, podemos trabajar en el matrimonio.
—¡No me voy a casar con él!
Ginny y Hermione se rieron, y Harry se dio por vencido.
Draco fue curiosamente frío con Harry cuando regresó a su habitación esa noche, aunque seguía siendo tan desagradable como siempre cuando Harry preguntaba por Steven. Harry decidió no leer demasiado. Hermione tenía razón. Lo que sea que estaba pasando con la salud de Draco era más importante que los sentimientos de Harry por él «que Harry estaba incómodamente consciente de que definitivamente no eran diferentes al amor».
Pero no cambio al día siguiente en el desayuno.