
CAPÍTULO 13
Capítulo 13
Después de eso, les resultó más difícil ser amistosos. Draco era lo más agradable posible siempre que podía sin romper una de las reglas de Steven, que aumentaban a diario. Había muchos temas que, si surgían en una conversación con Harry, Draco tenía que responder con hostilidad.
—¿Harry te está follando, por cierto? —preguntó Steven, ociosamente. Draco estaba jadeando en el piso del baño.
—No.
—Sí, nunca creí todos los rumores de esclavos sexuales. ¿Quién querría follarte?
—¿Cómo va tu vida sexual, Steven? ¿Mucha gente se vuelve psicópata en estos días?
Steven le dio una fuerte patada en las costillas.
—He pensado en ordenarte que seas cortés conmigo, pero creo que eso le quitaría la diversión, ¿No crees? —lo pateó tan fuerte en la columna que manchas blancas destellaron frente a los ojos de Draco— ¿Dolió?
—Sí.
—¿Cómo es tu relación con Harry, de todos modos?
—Complicada.
Steven lo pateó de nuevo. Sus botas eran gruesas y bastante puntiagudas.
—¿Son amigos?
—Algo así.
—¿Te gusta?
—Sí.
—¡Vaya! —Steven se rio— Oh, ¿Te gusta?
Draco apretó los dientes y pensó en no responder… pero era inútil. Terminaría respondiendo eventualmente.
—Sí.
—¿Cuánto?
—Mucho.
—¿Lo amas?
Draco no respondió.
—Contéstame —dijo Steven.
Draco sintió que el dolor aumentaba. Trató de recordar que no siempre estaría en este baño con Steven Hodges. En una hora, estaría en la biblioteca, compartiendo chistes con Ginny Weasley. Ese era el tipo de cosas que hacían que una vida valiera la pena. No se permitió pensar en Harry, porque el dolor físico era suficiente sin la opresión en su corazón que se producía cada vez que recordaba la frialdad actual de Harry hacia él.
—Sí —dijo.
—¿De verdad? —Steven sonaba asombrado.
—Sí.
—Eso es bastante romántico, en realidad. Y me da algo más con lo que trabajar —Steven lanzó algunos hechizos punzantes a Draco, pensando— Sabes, A mí no me agrada Harry. No es fácil ser el Buscador reemplazándolo. Tengo una idea… sí. Draco, debes ir a buscar en su habitación. Tráeme todo lo que encuentres que podamos filtrar a la prensa.
—No.
—¿Disculpa?
—No, no voy a hacer eso.
Los ojos de Steven se entrecerraron peligrosamente.
—Está bien, trata de no hacerlo. Sólo que te estoy dando un límite de tiempo. Debes haberlo hecho para la cena de esta noche. Eso hará que sea más fácil para el vínculo saber cuán castigarte. Me preguntó cuánto resistirá tu mente. Tu cuerpo ya está empezando a mostrar la tensión. No creas que no me he dado cuenta de lo temblorosas que están tus manos.
Eso era cierto. Las manos de Draco tenían un temblor casi constante. Ginny lo había comentado varias veces. Harry también le había preguntado al respecto, pero las preguntas sobre el dolor o la incomodidad era una de las cosas a las que Steven le había ordenado que respondiera con agresividad, por lo que prácticamente le había arrancado la cabeza de un mordisco. Harry nunca lo había mencionado de nuevo. Su maravillosa y frágil amistad se desvanecía rápidamente, ahora que Draco constantemente se comportaba como un imbécil y aparentemente también se acostaba con otra persona. No es que Harry se hubiera permitido tratar a Draco de manera diferente por eso. De hecho, unos días después de fingir la mamada en el baño, Harry le había dicho torpemente a Draco que, si alguna vez quería más tiempo a solas con Steven, o con cualquier otra persona, solo tenía que pedírselo.
—¡Oh, muchísimas gracias, Amo! Es tan bueno conmigo —dijo Draco, porque cualquier cosa que tuviera que ver con Steven tenía que ser respondida con descortesía.
—No sé qué diablos te pasa, Malfoy. O tal vez, no sé por qué brevemente no eras un imbécil. Porque una de estas versiones tuyas es una fachada y, sinceramente, no tengo idea de qué pensar.
Draco lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos, y deseó que él supiera. Pero Harry no era tan paciente con él como solía serlo.
De vez en cuando, había noches en las que no surgía ninguno de los temas prohibidos, y Draco podía ser agradable durante horas seguidas. Pero, por supuesto, Harry no sabía qué evitar y actuó como si estuviera pisando cáscaras de huevo.
Aun así, cuando Draco le traía tazas de té y le hacía preguntas reflexivas sobre su día, a veces Harry lo miraba como si…
Draco no estaba seguro de lo que significaba esa mirada.
Harry no lo tocó más y se congelaba cuando Draco se inclinaba hacia él. Esta era una de las mayores fuentes de dolor de Draco. Era espantoso ser torturado todos los días, espantoso tener a alguien manipulando sus elecciones, por supuesto. Pero perder las caricias gentiles y afectuosas de Harry dejó a Draco con una soledad resonante que le dolía tanto físicamente como cualquiera de sus heridas.
Intentó resistirse a entrar en la habitación de Harry. Al final, no fue el dolor lo que lo hizo ceder, eso no comenzó hasta la cena, después de todo, pero el hecho de no hacerlo lo mataría efectivamente. Por miserable que fuera Draco, siempre había tenido un firme control sobre una cosa: La Supervivencia. Entonces, como siempre, hizo lo egoísta que lo mantendría con vida. Se preguntó qué habría hecho Harry, en este escenario. Probablemente habría derrotado a Steven Hodges en algún enfrentamiento épico en el Gran Comedor, antes de matar algunos Basiliscos rebeldes y atrapar la maldita snitch.
Sin embargo, había un error que Draco podía ver. Steven le había ordenado que buscara suciedad en Harry, pero no había dicho nada de lo minucioso que tenía que ser Draco. Harry estaba volando con Ginny. Lo habían invitado, pero él se había negado, lo que implicaba que estaba demasiado traumatizado por la última vez que había estado en una escoba, escapando del Fuego Maligno, para volver a subirse a una ahora. En realidad, estaba demasiado herido para volar. Ya no confiaba en sus músculos. Obedecían de forma impredecible. Lo hacía sentir viejo.
Harry no había cerrado con llave su dormitorio, lo que hizo que algo parecido a la esperanza pinchara dolorosamente en el pecho de Draco. Harry confiaba en que no revisaría sus cosas. Erróneamente, como se veía ahora, pero, aun así.
Miró rápidamente alrededor de la habitación sin tocar nada. Cama armario, alfombra, nada que vender a El Profeta, trabajo hecho. Para estar seguro, decidió mirar dentro del baúl de Harry. Si Steven descubría cuán poco entusiasta había llevado a cabo su tarea, se aseguraría de darle a Draco ordenes más detalladas la próxima vez.
Abrió el cofre y puso los ojos en blanco. Con razón Potter estaba desaliñado todo el tiempo. ¿Por qué no colgaba sus camisas en el armario como una persona normal?
Había un pedazo de papel con el nombre de Draco. Antes de que pudiera detenerse, lo había arrancado de una pila de camisas arrugadas.
"Razones por las que Draco Malfoy es una persona malditamente horrible", decía. Y luego había una lista.
Draco se arrodilló mientras leía. La lista arecía ser más o menos cronológica, comenzando con Draco aparentemente insultando a Hagrid en Madam Malkin´s cuando tenían once «que Draco no podía recordar» y terminando con:
***
- Trató de arrastrarme fuera de la Sala de Menesteres y ¡¡entregarme al Maldito Voldemort!!
***
Sin embargo, no eran los incidentes que Draco recordaba lo que lo perturbaban. Por supuesto que sabía que Harry lo odiaba por… por las insignias, por llamar sangre sucia a Hermione, por atrapar al ED, por casi envenenar a Ron Weasley, por casi matar a Katie Bell, por dejar entrar a los mortífagos en la escuela y muchas otras cosas terribles, Draco. Lo había hecho. Estaba íntimamente familiarizado con la vergüenza humillante y que encogía el alma de esos actos.
No, lo terrible eran los números de la lista que no había recordado o notado. ¿Realmente había dicho, en segundo año, que esperaba que el Heredero de Slytherin matara a Hermione? ¿Realmente se había reído de la muerte de Cedric, en cuarto año? Y las cosas que dijo sobre los padres de Harry, las pequeñas formas que había hecho que Harry se sintiera inferior y mal durante años, tantas formas en las que era, tal como decía la lista, una persona jodidamente horrible.
La lista estaba escrita con la letra pequeña y apretada de Harry y, sin embargo, el pergamino estaba repleto de los pecados de Draco. Y «el corazón de Draco se desplomo» ¿Cuántas listas más como esta podrían existir? ¿Cómo sería la lista de Hermione sobre Draco? ¿La de Ginny?
Ahora estaba en su dormitorio. No estaba seguro de cuándo había salido de la habitación de Harry, o si había cerrado el baúl o guardado la lista. Se sentó en su asiento junto a la ventana, mirando hacia los jardines.
¿Qué era el remordimiento, de todos modos? ¿Podría sentir remordimiento sin asumir la responsabilidad? ¿Y cómo podía asumir la responsabilidad cuando todavía culpaba a sus padres por tanto?
No, no era remordimiento lo que estaba sintiendo, decidió. Era sólo… era sólo algo tan doloroso que no podía soportarlo.
La voz de Harry llegó desde la sala de estar. Sonaba molesto.
—¿Malfoy? ¿Has estado en mi habitación? —una pausa, mientras Harry iba a investigar. Draco no se movió de la ventana. Sabía que Harry pronto agregaría el «68. Escudriño mis cosas como un maldito asqueroso». ¿Qué diferencia hacia?
Harry entró en su habitación. Tenía la lista en la mano.
—Draco —dijo. No lo había llamado así en días. Draco no podía moverse.
Harry se sentó en el suelo junto a la pierna colgando de Draco. Apoyó la cara contra la pantorrilla de Draco.
—Draco, escribí eso hace años. Cuando nos reunimos por primera vez. Estaba confundido, te estabas comportando de manera tan diferente, yo solo…
Enterró su rostro en la rodilla de Draco. Draco dejó caer una de sus manos sobre la cabeza de Harry.
—Shh —dijo en voz baja.
—Lo siento.
—No estoy molesto porque lo escribiste, Harry.
—Pero estás molesto.
—Sí —dijo Draco.
—¿Qué estabas buscando de todos modos?
—Un libro —dijo Draco, como le habían ordenado. Se tensó, preocupado de que Harry hiciera más preguntas y Draco se viera obligado a responder con crueldad. Pero Harry solo pasó un brazo alrededor de la pierna de Draco, abrazándola contra su pecho.
—No creo que seas una mala persona —dijo Harry.
El cristal de la ventana estaba frío en la frente de Draco.
—¿Qué hay de últimamente? —preguntó. Harry vaciló.
—Yo… me gustaría que me hablaras más. No sé qué te pasa; se siente como si estuvieras escondiendo cosas; No te conozco lo suficiente como para saber lo que quieres decir y lo que no. Pero, ¿Cómo eras en Grimmauld Place? ¿Cómo eres con Ginny y Hermione? Realmente, realmente me gusta esa persona.
—A mí también me gusta esa persona —dijo.
—Echo de menos a ese Draco, cuando no está cerca —dijo Harry— Porque es uno de mis amigos más cercanos.
Draco trató de pensar qué decir. De repente parecía como si hubiera un millón de opciones viables, o las habría habido si no hubiera sido por las órdenes de Steven. ¿Cómo pudo haber desperdiciado tantas semanas, meses, pensando cosas que ahora deseaba decir y no decirlas?
—Lo que sea que estés pensando, solo dilo —dijo Harry.
—No puedo —dijo Draco. Harry levantó la vista cuando escuchó las lágrimas en su voz. Llegó a sentarse en el alféizar de la ventana junto a Draco y lo atrajo hacia sí. Había pasado tanto tiempo desde que había hecho eso. Draco tragó saliva y parpadeó hasta que la creciente oleada de lágrimas fue reprimida. Se sentía más cerca de Harry que desde que se besaron en la taberna, hace un mes. Tenía que intentar expresarse, al menos un poco— Lo… siento… —comenzó, diciendo cada palabra lentamente, como si estuviera caminando sobre hielo negro— … cuando… te… molesté. Yo… siempre… lo lamento.
No siguió ningún dolor. Dejó escapar un suspiro en el cuello de Harry.
—Sé que lo sientes —dijo Harry— Siempre encuentras una manera de mostrármelo. Entiendo lo que significa una taza de té no solicitada en el lenguaje de Draco Malfoy.
Draco se rio con delicadez, tratando de no derramar más lágrimas.
—Pero —continuó Harry— Últimamente me has estado haciendo sentir como una mierda.
—Lo sé.
—¿Vas a parar?
—Yo… —quería decir No puedo. No puedo parar. Pero sabía que rompería una orden, y para cuando Harry se hubiera dado cuenta de lo que había pasado, los sesos de Draco ya estarían revueltos. Así que presionó un suave beso en la línea de la mandíbula de Harry— No —dijo.
—¿Por qué no?
—Por favor, no preguntes.
Harry inclinó su cuello ligeramente para que Draco pudiera tener mejor acceso a él. Draco lo besó lentamente, con reverencia.
—Draco…
—¿Mmm?
—¿Qué está pasando entre tú y Steven Hodges?
De inmediato, Draco sintió que la compulsión se apoderaba de él, y quiso gritar por la injusticia de eso, se sentía como un hombre muriéndose de ser al que le acaban de arrebatar un vaso de agua fresca, pero no había nada que hacer. Cerró los ojos.
—Merlín, Potter, ¿A quién le quieres chupar la polla, a él o a mí?
Harry se sentó tan rápido como si Draco lo hubiera golpeado.
—Por el amor de Dios, Malfoy. Eres un niño.
Draco se encogió de hombros, mirándolo fijamente. «Cambia de tema», rogó en silencio. «Di algo a lo que pueda responder como yo».
—Es una pregunta perfectamente justa que te haga cuando prácticamente estás lamiendo tu camino hacia mi cuello. ¿Qué está pasando contigo y Steven?
—Te dije. Si te molesta, solo ordéname que no lo vuelva a ver.
—¡Sabes que nunca haría eso! Solo porqué te gusta que te digan qué hacer sexualmente…
Draco hizo un sonido agudo y avergonzado.
—Oh, por favor —dijo Harry— Te vi en ese baño, obedeciendo cada una de sus órdenes, te encantó.
—¡Vete a la mierda! —Draco se puso de pie. La hostilidad era suya, esta vez, alimentada por la ira, no por las ordenes de Steven— ¿Cómo te atreves, no tienes ni idea? Vete a la mierda, ni siquiera puedo…
—Draco —dijo Harry, sus ojos se abrieron alarmados— Lo siento, oye, Draco…
—¡Fuera! —grito Draco— ¡Fuera!
—Lo siento, yo no…
—¡Déjame en paz!
Harry casi salió corriendo de la habitación cerrando la puerta suavemente detrás de él.