
CAPÍTULO 12
Capítulo 12
Harry solo tenía una teoría acerca de lo que había hecho que era tan terrible que había pedido que lo desmemorizaran. Debió haberle dicho a Draco sobre sus sentimientos. Draco probablemente no los había correspondido, y luego se asustó por lo que significaría para él si Harry se sintiera humillado, y Harry se ofreció a borrar su memoria para tranquilizar a Draco.
Lo que no podía entender era porque Draco era tan idiota cada vez que surgía el tema. Ni porque Draco parecía, en todo caso, más cariñoso que antes. Estaba constantemente encontrando maneras de apoyarse en Harry, de tocarlo. El otro día, Harry podría haber jurado que Draco le dio un beso en el cuello mientras le daba un abrazo de buenas noches.
No habían hablado del beso en la taberna. Ya habían pasado semanas. Harry se sentía demasiado culpable para mencionarlo, y sospechaba que Draco se habría sentido profundamente incómodo si lo hubiera hecho.
Hermione tampoco tenía una respuesta. Sabía que ella se inclinaba a pensar que había algo más siniestro en marcha. La teoría que había propuesto era que Draco había dicho algo horrible sobre la guerra y luego desmemorizo a Harry para que Harry no lo odiara por eso.
—¡Él no haría eso!
—¿No lo haría?
Estaban caminando para recoger a Draco de Aritmancia. Era una de las pocas veces que Harry podía hablar de él a sus espaldas.
—Hermione, vamos, tienes que admitir que ha cambiado.
—Estoy de acuerdo en que ha cambiado. Creo que realmente se preocupa por ti. También creo que podría haberse asustado si pensara que había perdido tu simpatía, te desmemorizo y luego se asustó demasiado para contarte lo que sucedió.
Harry frunció el ceño. Eso en realidad tenía más sentido que su propia teoría. Básicamente, ambas teorías era una mierda. Deseaba que Draco simplemente se lo dijera, pero estaba harto de pelear por eso.
Draco no estaba fuera del salón de clases.
—Eso es extraño —dijo— Voy a revisar el baño.
Fue al baño más cercano y abrió la puerta.
—Drac…
Él se detuvo.
Steven Hodges tenía a Draco contra la pared y lo besaba apasionadamente.
—Eh —dijo Harry.
Steven se separó de la boca de Draco.
—¿Lo necesitas ahora mismo, o puedo tener quince minutos? —él dijo. Draco comenzó a decir algo y Steven puso los ojos en blanco, murmurando— Silencio, tú —cariñosamente.
—Uh, no, eso es… sí… um… yo solo… Draco, eh, vuelve a la habitación cuando hayas… terminado —dijo Harry.
—Gracias, Harry —dijo Steven. Se giró hacia Draco— Ahora, Draco… ponte de rodillas y abre bien esa elegante boca.
Harry no podía huir del baño lo suficientemente rápido.
Draco se puso de rodillas y abrió la boca. Estaba tan enojado que no podía pensar, excepto por la parte de él que estaba reproduciendo la expresión devastada de Harry cuando los había visto.
—Oh, relájate —dijo Steven— No quiero tu repugnante boca cerca de mi pene. Por cierto, puedes volver a hablar.
—Me besaste.
—No me di cuenta de que estaría aquí tan pronto. Suele llegar tarde.
—Siempre llega a tiempo cuando viene con Hermione.
—¿No eres una fuente de conocimiento? Tenía que hacer algo, o se habría preguntado qué estábamos haciendo aquí juntos. Lo de la mamada era solo para humillarte. ¿Funcionó?
Draco no podía mentir. No estaba permitido.
—Sí.
—Soy bastante bueno en eso —reflexionó Steven.
—Deberías haber sido un mortífago. Te hubiera encantado.
Steven envió un hechizo ardiente al pecho de Draco.
—¡Mierda!
—No, mira, los mortífagos lastiman a personas inocentes, mientras que yo te lastimó a ti.
—¿Sabes lo gracioso de hacer el mal, Steven? Te jode para siempre. Puede que aún no lo sientas, pero lo sentirás.
Steven lo miró contemplativamente.
—Eso es interesante —dijo— Crees que lo que estoy haciendo es malvado, pero creo que lo que estoy haciendo es justo. Me pregunto: ¿Crees que te mereces algo mejor que esto?
—No. Sí. No lo sé —dijo Draco. Era difícil decir la verdad cuando no sabías cual era.
—Mmm. Ven conmigo a la sala común de Gryffindor. Escribirás mi ensayo de pociones.
Pero Harry dijo…
—… Volver cuando hayas terminado. No especificó más.
—Todo el mundo lo verá —dijo Draco.
—Sí —dijo Steven— Estás locamente enamorado de mí. Solo te estoy usando. Eso es lo que le diré a la gente, de todos modos, Tienes que hacerlo.
—Realmente nunca pensé que odiaría a alguien más que al Señor Oscuro —dijo Draco, casi asombrado.
—Eres muy difícil, Draco. ¿Tienes idea de cuántas vidas arruinó? Todo lo que estoy haciendo es corregir el error de tu extraño juicio nulo.
Harry esperó ansiosamente en su sala de estar durante más de una hora antes de ir a revisar el mapa. Seguía levantándose, luego se obligaba a sentarse, a confiar en Draco. Solo estaba perdiendo el tiempo con Steven Hodges en el baño. Estaba bien. Era terrible, obviamente… Oh, Dios, ¿Lograría olvidar alguna vez la vista de Draco arrodillándose obedientemente sin ninguna queja? Merlín, Harry odiaba a Steven Hodges, pero bien. Draco no era suyo. Él podía tener citas. Eso era probablemente, ya sabes, saludable.
Harry trató de limpiar su escoba, pero estaba demasiado enojado y seguía limpiando el sofá. El hecho era que pensaba en Draco como suyo. Su amigo, sin nada más. ¿Cómo Draco no le contó sobre esto?
Pero bueno, Draco nunca le decía nada, ¿Verdad? Harry le había revelado su alma a Draco, arrullado en confianza por sus despiadados y curiosos ojos grises, por la forma en que siempre hacía las preguntas correctas y nunca parecía sorprendido.
—¿En un armario? —repitió Draco, cuando Harry le habló por primera vez de los Dursley. Fue unas pocas semanas después de que llegaron a Hogwarts.
Harry nunca le había dicho a nadie sobre los Dursley. Realmente no. Ron sabía un poco, pero nunca le había preguntado nada. No porque no le importara, por supuesto que Harry sabía que le importaba. Probablemente solo pensó que Harry hablaría de eso cuando estuviera listo. Pero fue tan… deprimente. Harry nunca lo mencionó. La única forma en que se lo habría dicho a alguien era si le preguntaban; si parecían realmente interesados.
Y Draco siempre parecía interesado.
—Sí —dijo Harry— En primer lugar. Hasta que empezaron a llegar mis cartas de Hogwarts. Luego me dieron el segundo dormitorio de Dudley.
Draco se miró las manos y dudó durante mucho tiempo. Harry empezó a sentirse irritado y estúpido.
—Estoy tratando de pensar qué pregunta quiero hacer primero —dijo Draco, después de un rato— Es difícil, porque son demasiadas.
—No sé, no es tan interesante.
—Pienso que es interesante. ¿Eras cercano a Dudley?
—¿Cercano? ¡Lo odiaba casi tanto como te odiaba a ti!
Draco rio suavemente.
—¿Tanto?
—Si, bueno, tú y yo no éramos los mejores amigos cuando teníamos doce años.
—No —dijo Draco— ¿Piensas alguna vez en Dudley hoy en día?
—El trató de hacer las paces —dijo Harry, frunciendo el ceño— Me trajo una taza de té.
—El té es una bebida comunicativa —dijo Draco— Pero, ¿Piensas en él ahora?
—No —dijo Harry— Pienso en mi tía.
—¿Cómo era ella?
Y así le había dicho Harry. Le dijo que la gente parecía amarlo solo salpicando su vida, que siempre esperaba a que se secara. Había sido tan inesperado que a nadie le desagradara, cuando llegó a Hogwarts, y luego la escuela se había vuelto continuamente en su contra: En primer año, cuando perdió todos los puntos de la casa, en segundo año, cuando todos pensaban que era el Heredero de Slytherin, en cuarto año, cuando todos pensaban que era un imbécil que buscaba atención, en quinto año, cuando todos pensaban que estaba loco. Le agradaba a la gente en intervalos de odio.
—Pero si les agradas por el tiempo suficiente, los porcentajes cambiarán —dijo Draco— Entonces les habrás desagradado en los intervalos de amarte.
—No lo sé —dijo Harry— Winston Churchill no fue reelegido después de la Segunda Guerra Mundial.
—¿Qué?
Harry le explicó, Winston Churchill había guiado a Gran Bretaña durante la guerra. Pero una vez que ganaron, aunque la gente le estaba agradecida, ya nadie lo quería. Era tan irrelevante en la paz como había sido necesario en la guerra.
—Hary diferentes formas de poder —dijo Draco— Distintas formas de ser querido. ¿Quieres ser El Elegido toda tu vida?
—No, claro que no. Yo solo… —suspiró— Solo quiero que las cosas sean constantes.
—Hermione es constante —dijo Draco.
—Hermione se va a casar —dijo Harry rotundamente— Y comprara una linda casa con Ron, y los visitaré los domingos para almorzar.
—El tiempo lo cambia todo —dijo Draco— Incluso tus inseguridades.
—No estoy seguro.
—Todo el mundo es inseguro.
—¿De qué estás inseguro? —preguntó Harry, sabiendo que era inútil.
—¿Entonces los Weasley son lo más cercano que tienes a una familia? —preguntó Draco, como si Harry no hubiera hablado.
—Sí. Pero no es lo mismo, ya sabes. No se siente incondicional.
—¿Por qué no?
Fueron esas preguntas de “Por qué” las que hicieron que Harry se sintiera mucho mejor después de cada conversación con Draco. Siempre se había sentido como si hubiera procesado algo que se había estado agriando y pudriendo dentro de él. Como si hubiera guardado algo, ordenado el desorden en su corazón. Draco puso su alma en orden.
Y ahora Draco se estaba follando a Steven Hodges. Lo que estaba bien, estaba bien…
Harry no pudo soportarlo más. Revisó el mapa, sintiéndose como si estuviera en sexto año otra vez.
Draco ya no estaba en el baño, por supuesto. Estaba en la sala común de Gryffindor. Harry se levantó para ir a buscarlo y se obligó a sentarse de nuevo.
Claro, Draco coqueteaba con él. Draco era físicamente cariñoso. Draco lo tocaba como si Harry fuera importante para él. A Draco no pareció disgustarle ese beso en la taberna. Pero eso no significaba que a Draco le gustaba, y Harry no tenía derecho a estar enojado, molesto o herido.
Nada de esto impidió que Harry se sintiera enojado, molesto y herido. Era consciente de un sentimiento de rabia hervía a fuego lento justo debajo de la superficie de sus pensamientos. Había rescatado a Draco, no solo del Fuego Maligno, sino también de Azkaban. Había salvado el Mundo Mágico. Quería a Draco, y merecía tenerlo.
Cállate, se dijo a sí mismo, asqueado.
No cambiaba el cómo se sentía.
¿Qué estaba haciendo Draco en la sala común de Gryffindor? Seguía repitiendo la forma condescendiente y dominante en que Steven Hodges le había hablado a Draco, como si fuera su dueño «si alguien era el dueño de Draco, era Harry, no, alto, nadie era el dueño de Draco, ese era un pensamiento horrible». Se preguntó si Draco estaba saliendo con Steven o si solo estaban follando. No estaba seguro de que era peor. Se preguntó si Draco se acostaría con alguien más.
Estaba perfectamente en su derecho de acostarse con quien quisiera, por supuesto. Eso estaba bien. BIEN… Pero Harry le había dicho que volviera a la habitación; la razón del punto del Vínculo del Prisionero era que se suponía que Harry debía vigilar a Draco, y cómo se suponía que iba a hacer eso si Draco estaba teniendo orgias privadas, Carajo.
Era tarde cuando Draco regresó, y Harry había estado tan enojado durante tanto tiempo que estaba a punto de golpearse la cabeza contra la pared.
Cuando Draco regresó a su habitación, Harry estaba en pijama y se veía furioso.
—¿Qué diablos estabas haciendo en la sala común de Gryffindor todo este tiempo?
—Yo… ¿Cómo supiste que estaba allí?
—¡Te dije que volvieras cuando terminaras de chupársela, no que siguieras follando a la mitad del castillo!
Draco apretó los labios. Sabía que, si en realidad no estaba tramando nada bueno, Harry asumiría gran parte de la culpa: aceptar vincularse con él había requerido mucha fe por parte de Harry. Era razonable estar enojado, si Draco comenzaba a evadir las reglas mínimas que Harry le pedía que siguiera.
Pero eso no era por lo que Harry estaba enojado, estaba celoso y Draco no tenía paciencia para eso. Era impotente para tranquilizar a Harry, en cualquier caso. Steven le había dado una larga lista de órdenes que le impedían desviarse de la versión de los hechos de Steven.
—Lo siento. Steven tuvo una interpretación no especifica de lo que querías decir con «cuando hayas terminado».
—Entonces… entonces, ¿Qué, estás saliendo con Steven ahora?
Draco se rio.
—No.
—¿Así que solo están follando?
Y de repente, glorioso y dorado como la snitch, Draco vio una escapatoria.
—¿Eso te molesta? Podrías simplemente ordenarme que deje de verlo.
Harry abrió la boca y la volvió a cerrar.
—YO…
—Di la orden, Harry —dijo Draco, inclinándose hacia adelante— Dime que no puedo acercarme a él.
Harry le dirigió una mirada de frío disgusto.
—Puedes estar con quien quieras, Malfoy. No me importa.
Draco se hundió en el sofá. Harry se detuvo con la mano en la puerta de su habitación.
—Pero no me tomes el pelo —dijo— Te rescaté de Azkaban, ¿Sabes?
La madre de Draco apareció cuando Harry cerró la puerta.
—No empieces —dijo Draco, y se fue a la cama.