Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia
Summary
En Azkaban, Narcissa Malfoy le da lecciones a Draco sobre cómo manipular a las personas para que lo amen. Cuando Draco es liberado con la condición de que esté unido a Harry como su prisionero, finalmente tiene la oportunidad de poner en práctica sus nuevas habilidades.Inspirado en una excelente historia llamada Unexpected Consequences de Lauren3210
Note
IMPORTANTE:La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia “LESSONS IN GRACE AND DECORUM”. Quien ha eliminado su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
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CAPÍTULO 10

Capítulo 10

 

Narcissa Malfoy lloraba desconsoladamente sobre la cama.

 

   —Madre, por favor… lo siento… por supuesto que ha sido el peor año —dijo Draco.

 

No había estado pensando. ¿Cómo pudo haber dicho eso?

 

Era cierto, por supuesto. Sus padres muriendo, perdiendo la guerra, viendo a Vincent arder hasta la muerte, Azkaban… nada de eso se comparaba, en realidad, con el año después de haber tomado la Marca. Estaba entumecido, ahora, de una manera que no lo había estado entonces. Había leído en alguna parte que la congelación solo dolía al principio… el dolor terminaba cuando era demasiado tarde para salvar el área afectada. Ese primer año había sido una agonía. Cuando se dio cuenta de lo permanentemente que había destruido su vida, el entumecimiento superó al dolor.

 

   —Dijiste que me perdonabas —lloró su madre.

 

   —Te lo dije, no hay nada que perdonar —dijo Draco. Él no la tocó. Sabía que, si lo intentaba, no sería capaz de hacerlo, y la idea lo horrorizó.

 

Él le había dicho que la perdonaba. Había dado la absolución a sus padres. Había sentido la presión con la que lo pedían. Ahora lo enfurecía pensar en eso. Su padre sabía que iba a ser asesinado por los Aurores cuando vinieron por él, sabía que moriría antes que regresar a Azkaban. Él también debe haber sabido que Narcissa moriría a su lado. Narcissa nunca había dejado de seguirlo, sin importar las consecuencias para Draco.

 

Habían buscado el perdón y luego se habían ido con los brazos abiertos a la muerte, dejando a Draco atrás en el vacío. Si hubieran vivido, eventualmente los habría perdonado. Por supuesto que lo habría hecho. Pero le habrían permitido unos años resentirse con ellos, mientras aceptaba las consecuencias de la guerra. Le habrían permitido ser un adolescente enojado con sus padres.

 

   —No lo dijiste en serio —sollozó su madre— ¡Realmente no nos amas!

 

   —Por supuesto que te amo —dijo Draco.

 

   —¡Niño cruel e insensible…!

 

   —Madre, por favor… por favor…

 

   —¡Dijiste que nos perdonabas!

 

   —Yo… yo si… No hay nada… nada que perdonar —le dijo, hasta que ella dejó de llorar. Se incorporó, hipando, en la cama. Su pelo era la cosa más bonita del mundo.

 

   —¿Sientes remordimiento? —ella preguntó.

 

   —¿Por qué siempre tienes que preguntarme eso?

 

   —Quiero que seas amado de nuevo, algún día. Estoy empezando a dudar de que alguna vez lo seas.

 

Draco fue a la ventana, la abrió y asomó la cabeza. Fue un largo camino hacia abajo. Cuando estuvo más tranquilo, se recostó y cerró la ventana.

 

   —Estoy haciendo todo lo que puedo —dijo.

 

   —Nadie te amará si no sientes…

 

   —¡Sí, lo , madre!

 

Parecía como si estuviera a punto de estallar en lágrimas otra vez.

 

   —Lo siento —dijo Draco— No fue mi intención gritarte de esa manera. Por favor perdóname.

 

   —Siempre te perdonaré —dijo su madre— Porque te amo.

 

   —Yo también te amo —dijo Draco, entendiendo exactamente a qué se refería. Cuando volvió a mirar hacia ella, ella había desaparecido.

 

Draco se sentó en el suelo junto a su cama y trató de no pensar.

 

Cada vez era más difícil hacer eso. Para apagar sus pensamientos. Algo se estaba descongelando y, a medida que el entumecimiento se disipaba, el dolor lo reemplazaba. Sabía que era por Harry. O Ginny. Ambos, probablemente. Y Hermione había curado el escozor en su cara tan rápido esa tarde, como si no quisiera que sufriera un segundo más de lo que ya lo hacía…

 

Regresar a Hogwarts había sido tan desagradable como había pensado que sería. Alrededor de Potter, la gente mantenía la distancia. Pero lo compensaron con creces en los momentos en que Draco estaba solo.

 

El primer día de Draco había salido de Aritmancia solo para ser abordado de inmediato por el buscador de Gryffindor, Steven Hodges, quien lo arrastró hasta el baño más cercano y lo pateó. Draco había estado tan seguro de que Harry vendría y lo detendría, pero no lo hizo. Se olvidó de Draco, como si Draco fuera una tarea que no le hubiera gustado hacer, de todos modos.

 

Que, por supuesto, lo era.

 

Cuando Steven se fue, apareció la madre de Draco. Draco estaba hecho un ovillo en el suelo. Steven había tenido cuidado de golpearlo solo en lugares cubiertos por su túnica.

 

   —Levántate —dijo su madre— Para de llorar.

 

Draco obedeció. Se lavó la cara con agua fría y se arregló el cabello.

 

   —No debes parecer patético. No puedes contarle a nadie de esto —le dijo— Eventualmente lo descubrirán y te admirarán por tu estoicismo.

 

   —Eso es estúpido —dijo Draco.

 

   —¿Quieres que te amen?

 

   —Sí.

 

   —Entonces no debes ser patético.

 

   —No es patético pedir ayuda —dijo Draco, pensando en Harry. De lo mucho mejor que parecía Harry desde que le contó a Draco lo que realmente sucedió en el Bosque Prohibido con Voldemort, desde que se abrió sobre su infancia. Harry necesitaba ayuda, y Harry era la persona menos patética que conocía.

 

Pero luego dudó de sí mismo. Tal vez las cosas que eran patéticas para Draco, eran correctas para Harry.

 

   —Ya has tenido mucha ayuda, Draco —dijo su madre— Te has quedado sin ayuda.

 

Una vez más, se preguntó que ella no podría decir esas cosas, cosas que nunca hubiera pensado que su madre pensaría. Pero como siempre, ella tenía razón. Draco había crecido rico y privilegiado. Cuanto más aprendía sobre Harry, más se daba cuenta de todas las formas en que Harry era mejor que él. Otras personas superaban las cosas. Draco, mientras tanto, había tenido todo lo que una persona podía necesitar para tener éxito, y lo había arruinado todo. Había agotado sus ventajas. Las había acabado.

 

Así que fue a esperar afuera del salón de clases de Aritmancia y no dijo nada sobre la paliza cuando Harry finalmente lo recordó. Tampoco mencionó las innumerables otras veces que sucedió. Steven Hodges parecía haber memorizado su horario de clases. Con toda probabilidad, sus calificaciones estarían decayendo por lo mucho que acosaba a Draco.

 

Tampoco era solo Steven. Es cierto que Steven era el más comprometido de los torturadores de Draco, pero otros encontraron formas de hacerle daño, desde hechizos punzantes y zancadillas, hasta susurrarle cosas horribles en los pasillos, tan bajo que Harry podía fingir que no las escuchaba. La mayoría de los días, Steven y sus amigos encontraban al menos una oportunidad para golpear a Draco. No ayudaba que Harry no fuera exactamente puntual. Draco no sabía que hacía en el recorrido entre clases, pero a menudo pensaba, mientras Steven lanzaba maleficios cortantes en su espalda, que Harry prácticamente debía caminar arrodillado.

 

O tal vez solo lo sentía como demasiado tiempo porque tenía mucho dolor. Ciertamente, Steven siempre se iba antes de que llegara Harry.

 

Cuanto más lo lastimaban, más se encontraba tocando a Harry. El hecho era que Draco extrañaba a su madre. Extrañaba ser amado. Cuando ponía su cabeza en el regazo de Harry y Harry le acariciaba el cabello, podía cerrar los ojos e imaginar un mundo donde aún no había cometido sus errores, y todo aún era posible.

 

Harry también lo tocaba, en pequeñas formas. Draco sabía que solo era sexual, pero fingía para sí mismo que no lo era. Realmente no importaba si era sexual o no, de todos modos, porque sabía que Harry nunca actuaría en consecuencia. Draco recordaba la forma en que Harry se veía cuando le habían dicho que tocara su Marca. Él siempre lo recordaría; estaba grabado en él, en algún lugar profundo. Por mucho que Harry quisiera follarlo, en realidad no se rebajaría tanto.

 

Así que Draco se inclinaba hacia la intimidad física, porque era seguro y porque era bueno.

 

Llamaron a la puerta.

 

   —Adelante —dijo Draco.

 

Harry la abrió, lo vio y fue a sentarse a su lado en el suelo. Se sentó tan cerca que se tocaron a lo largo de sus cuerpos, desde los hombros hasta las piernas. Draco instantáneamente se inclinó hacia él, como si hubiera estado esperando a que llegara Harry. Lo cual, si era honesto consigo mismo, lo había hecho.

 

   —Realmente me gusta cuando hablas —dijo Harry.

 

Draco había estado demasiado molesto antes. Había hablado sin pensar, sin cuidado, podría haberlo estropeado todo. Pero ahora estaba bien. Pensó en las opciones. Acababa de decidirse por algo razonable y elegante, cuando se giró para mirar a Harry.

 

No se había dado cuenta de que Harry también lo estaba mirando. Sus rostros estaban cerca. Harry parecía preocupado, y Draco se dio cuenta, como si de repente estuviera comprendiendo algún problema complicado cuya lógica lo había evadido durante años, que estaba enamorado de él.

 

Miró los compasivos ojos verdes de Harry y pensó «Te amo».

 

Harry se acercó y apartó un mechón de cabello de la cara de Draco. La dulzura del gesto hizo que Draco se sintiera como un niño otra vez. Cerró los ojos y se preguntó si Harry lo besaría. A menudo pensaba que Harry estaba a punto de hacerlo, pero nunca lo hacía.

 

Hoy no fue la excepción. Harry giró la cabeza, puso un brazo alrededor del cuerpo acurrucado de Draco y lo atrajo hacia sí. Dolía. Usualmente lo hacía cuando Harry lo tocaba, debido a todos los moretones, cortes y quemaduras, pero nunca dolía lo suficiente como para que Draco se estremeciera, porque si se estremecía, Harry se detendría.

 

   —Ven a Hogsmeade con nosotros —dijo Harry— Ginny, Hermione y algunos otros irán. Ya le escribí a señora Rosmerta para preguntarle si podías ir y me dijo que estaba bien. Pero si no quieres ir allí, iremos a Cabeza de Puerco. Lo que sea. Solo ven.

 

Draco rio suavemente.

 

   —Tengo que ir, Potter. Me lo has ordenado.

 

Harry apoyó la cabeza en la de Draco y se rio también, una risa tranquila y entrecortada que hizo estremecer a Draco.

 

   —Lo siento —dijo Harry— No tienes que hacerlo. ¿Pero lo harás?

 

   —Sí.

 

Harry lo apretó. Draco se mordió el labio para evitar gritar de dolor.

 

   —Brillante. Ginny estará encantada, cree que serás su enlace para llevarla a la cama de Blaise.

 

   —Nadie necesita ayuda para acabar allí.

 

Harry se levantó de un salto y tomó las manos de Draco. Draco dejó que lo pusiera de pie, pero Harry no lo soltó cuando estuvieron de pie. Simplemente acercó a Draco y lo abrazó.

 

   —Lamentó que tu día haya sido una mierda —susurró en el cabello de Draco— No lo mencionaré de nuevo, lo prometo, pero aun así lo siento.

 

   —Te mantendré esa promesa, Potter —dijo Draco. Harry lo soltó y sonrió.

 

   —Vamos, ponte los zapatos. Necesito una bebida.

 


 

Si alguien le hubiera dicho a Draco hace un año que Ginny Weasley algún día sería la luz de su vida, se habría reído en su cara. Bueno, él los habría mirado con ojos atormentados y expresado su incredulidad leve pero apática. Realmente no había estado para reír, hace un año. Esa era una de las razones por las que Ginny era tan genial.

 

Cuando se unió por primera vez a sus sesiones de biblioteca «y Merlín, Hermione gobernada ese grupo de amigos con puño de hierro», Draco supo al instante lo que ella necesitaba. Era tan obvio.

 

Las lecciones de su madre lo habían obligado a pensar en otras personas en términos de lo que él podía darles, en lugar de lo que ellos podían darle a él, y desde entonces, se encontró diagnosticando fríamente las necesidades de todos. Era bastante divertido, de hecho. Pensaba que podría ser bastante bueno en eso.

 

Harry había necesitado a alguien que lo escuchara, que realmente escuchara lo que decía, no lo que defendía, o lo que debería o solía pensar. Necesitaba estar seguro de que no estaba aburriendo a nadie. Esencialmente, necesita a alguien que pudiera encontrarlo fascinante sin adorarlo. Convenientemente, Draco había estado fascinado por Harry toda su vida, y cuanto más aprendía, más crecía su fascinación.

 

McGonagall no confiaba en Draco. Quería que Harry estuviera seguro y feliz. Solo las acciones de Draco ganarían esa ronda, así que no tenía sentido hablar con ella. Era similar con Hermione. Él la escuchaba, por supuesto, pero eso fue más para su beneficio que para el de ella. Draco sospechaba que él y Hermione tendrían mucho de qué hablar si ella realmente confiaba en él. Pero eso llevaría tiempo, y su madre le había advertido que no intentara acortar el plazo de la confianza.

 

   «—El algo fundamentalmente poco confiable de intentar —dijo».

 

Así que Draco le daba espacio a Hermione. El progreso que hizo con ella había sido bastante accidental. Fue cuando Harry fue al baño una tarde, dejando a Draco, Ginny y Hermione solos en la biblioteca.

 

   —Se ve mejor —dijo Ginny. Hermione asintió.

 

   —Él no está ebrio —dijo.

 

Draco hizo un ruido de sorpresa.

 

   —¿Qué? —preguntó Hermione, bruscamente.

 

   —Nada, es solo que solamente se emborracha cuando se siente solo —dijo Draco.

 

   —Eso no es cierto. Se emborrachó conmigo y con Ron todo el tiempo este verano —dijo. Draco se mordió el labio.

 

   —¿Qué? —dijo Hermione de nuevo.

 

   —No es mi lugar —dijo Draco.

 

   —Bueno, es mío —dijo Ginny— Y creo que tiene razón, Draco. Está diciendo que Harry se siente solo contigo y Ron ahora que están juntos.

 

Los ojos de Hermione se agrandaron.

 

   —¿Harry ha dicho eso? —le preguntó a Ginny. Draco se alegró de que no le hubiera preguntado, porque Harry había dicho eso, aunque no con tantas palabras.

 

«Me alegro por ellos», decía a menudo «Estoy muy feliz por ellos». Pero luego mencionó el tiempo en Grimmauld Place durante la guerra, cuando notó que se habían quedado dormidos tomados de la mano, y había sentido una soledad interminable y «Pero ellos merecen ser felices, ¿Sabes?», dijo rápidamente.

 

   «—Tú tambiénle dijo Draco.

 

   —Apuesto a que tendrán hijos dijo Harry— Serán unos padres geniales.

 

   —No estás hecho para la soledad, lo sabes. Atraes a la gente».

 

Harry simplemente se encogió de hombros y cambio el tema.

 

   —Apenas me habló excepto, para decirme que quería terminar las cosas —dijo Ginny— Pregúntale a Draco, él es el único al que Harry le cuenta cosas.

 

   —¿Él habla contigo? —preguntó Hermione.

 

   —Eres la única familia de Harry —dijo Draco— Y ahora vas a empezar la tuya propia, sin él. O al menos, imagino que así se sentiría si fuera él.

 

   —¡Él… no estamos… él siempre será familia!

 

   —Todos siempre dejan a Harry —se encogió de hombros Draco— Como sea, el punto es que él no bebe mucho en Hogwarts. Son las vacaciones las que serán interesantes.

 

Hermione lo miraba como si acabara de anunciar que tenía la intención de postularse como Ministro de Magia.

 

   —Mira —dijo desconcertado— No debería haber dicho nada. Ignórame.

 

   —Él bebe menos cuando está cerca de ti —dijo Hermione— Por eso dejo de andar sin rumbo después de tu juicio. Lo haces sentir menos solo.

 

   —Oh, no lo creo —dijo Draco, horrorizado por esta interpretación, que ahora lo perseguiría con suerte durante meses— No, de verdad… creo que simplemente no quiere emborracharse conmigo y hacerme…

 

Bueno, había una oración que no pudo terminar, y estaba tratando de encontrar una manera de corregirse cuando Harry regresó.

 

Pero después de eso, Hermione fue notablemente más cálida con él, aunque todavía no tenía la impresión de que ella confiara en él.

 

Diez minutos después de este incidente, Ginny se acercó a su oído y dijo:

 

   —¿Te importaría si él te lo hiciera?

 

Draco sabía que ella entendió el rubor que floreció en sus mejillas tan claramente como si hubiera hablado.

 

Aunque, por supuesto, era más complicado que eso. Había una razón por la que Draco no había besado a Harry, a pesar de que sabía que Harry no se apartaría. Una vez que Harry lo hubiera tenido, Draco volvería a ser repugnante para él. Por muy dulce que sea la fruta, no podría valer la pena un bocado tan amargo.

 

Draco casi pensó que podría haberle explicado todo esto a Ginny, si alguna vez hubiera estado a solas con ella. Se entendían. Cuando era pequeño solía fingir que tenía hermanos, una gran familia maravillosa, siempre discutiendo y bromeando entre ellos. Ginny se sentía como la hermana imaginaria con la que había soñado en su infancia.

 

Y eso, él lo sabía, era lo que ella más necesitaba. Aunque George había sobrevivido, por lo que Draco entendió, ya no era el mismo. Ginny necesitaba que le bromearan y bromear a cambio. Necesitaba a alguien para satisfacer el dolor dejado por la muerte de Fred Weasley.

 

Tenían necesidades compatibles. Tal vez eso era todo lo que era la amistad. Una transacción emocional. Draco sospechaba que Ginny no lo necesitaría por mucho tiempo, y luego su tenue arreglo terminaría. Pero ese sería el caso con todas las relaciones de Draco, de ahora en adelante. Podría satisfacer brevemente las necesidades de una persona, pero no tendría ningún sentido mantenerlo cerca después de eso. El amor era lo que sellaba las cosas que eran permanentes y, como su madre le recordaba con tanta frecuencia, no lo tendría pronto.

 

Ginny Weasley se veía más bonita que de costumbre, y no dejaba de enroscarse el pelo con ansiedad entre los dedos. Se instalaron en una cabina de la esquina en Las Tres Escobas. Draco se había alejado discretamente cuando llegaron por primera vez y se disculpó con la señora Rosmerta. Sabía en qué posición tan incomoda la había puesto Harry y le explicó que si ella quería felizmente arreglaría que Harry le ordenara quedarse en Hogwarts cada vez que vinieran aquí. Pero la señora Rosmerta había sido amable y gentil, y Draco se reunió con los demás sintiéndose más ligero.

 

   —Deja de preocuparte —le decía a Ginny, ahora— Eres del tipo de Blaise.

 

   —¿Cuál es su tipo? —preguntó Harry.

 

   —Pálido, malcriado, bueno en quidditch —dijo Draco.

 

   —Hmm, ese es el tipo de Harry, también —dijo Ginny. Harry la miró— ¿Qué?

 

   —Ginny, está desesperado por ser rescatado de esa conversación con Millicent Bulstrode. Solo sonríe tanto cuando está aburrido. Ve a salvarlo y estará tan agradecido que no se pude decir lo que te permitirá hacerle.

 

   —¡Draco! —dijo Harry.

 

   —No seas mojigato —dijo Ginny— Esta bien, me voy. ¡Deséame suerte!

 

   —Estas hermosa —le dijo Draco cuando se fue.

 

   —¿Eres Bi? —Harry le preguntó, fingiendo ser casual.

 

   —Nop —dijo Draco— Solo hombres para mí.

 

Al otro lado de la mesa. Hermione captó su mirada y sonrió. Draco parpadeó. ¿Hermione estaba compartiendo una broma con él? Aparentemente sí, aunque no duró mucho.

 

   —Bueno, voy a regresar —dijo— ¿Vienen ustedes dos?

 

   —Podría tomar otro trago —dijo Harry— ¿Qué quieres hacer, Draco?

 

   —Me quedaré.

 

Hermione le dio un beso de despedida a Harry, asintió con la cabeza a Draco y los dejó solos en el reservado.

 

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