
CAPÍTULO 9
Capítulo 9
Ginny comenzó a sentarse con ellos más a menudo, después de eso. Estaba impaciente con los silencios de Draco y lo pinchaba con un lápiz cada vez que pensaba demasiado.
—Deja de maquinar —decía ella.
—No hago maquinaciones.
—¿Qué estás pensando, entonces?
—¡Qué eres implacable!
—Sí, pero ¿Qué pasa con mi pregunta?
—No recuerdo tu pregunta.
—Si lo haces. ¿Por qué no bebes alcohol?
—Harry, ¿Podrías intervenir, por favor?
La primera vez que Draco lo llamó Harry en público, Hermione hizo un sonido de sorpresa desde el fondo de su garganta. Draco todavía casi nunca le hablaba. Harry le preguntó al respecto una vez.
—Ella no quiere que hable con ella —dijo Draco.
Herirás sus sentimientos si la ignoras todo el tiempo.
—La escucho —dijo Draco, y era verdad. Cuando Hermione hablaba, Draco siempre dejaba de hacer lo que estaba haciendo y prestaba mucha atención, como si estuviera en clase.
—Deberías hablar con ella. Eres bueno hablando.
Draco negó con la cabeza.
—No lo soy.
Pero empezó a hablar con Hermione, después de eso, haciéndole preguntas cuidadosas sobre su trabajo escolar. Parecía medir cada palabra que decía tres veces, y la utilizaba con delicadeza, especialmente en comparación con la forma natural en que jugaba con Ginny. Harry no podía identificar por qué Draco era tan cauteloso con Hermione. Era un hecho incómodo que Hermione hubiera sido torturada en su casa, pero eso por sí solo no lo explicaba. Lo único que tenía sentido para Harry era que Draco sabía que Hermione sospechaba de su cambio de comportamiento y, por lo tanto, no quería exponerla a ella.
Sin embargo, nadie era inmune a las habilidades conversacionales de Draco. Harry regresó del baño un día y encontró a Hermione y Draco teniendo una tensa discusión que interrumpieron en el momento en que se sentó. Fuera lo que fuera de lo que hablaron, pareció mejorar mucho la opinión de Hermione sobre Draco.
Después de unas semanas en Hogwarts, Draco finalmente parecía un poco menos infeliz. Harry y él pasaban mucho tiempo en su salar de estar, sin hacer casi nada. Draco tenía el hábito de distraerse al usar los muebles incorrectamente. Se tumbaba en la mesa de café y se sentaba con las piernas cruzadas sobre el escritorio. Era como un gato en la forma en que reclamaba el espacio con gracia, y eso hizo que Harry se sintiera más cómodo que en cualquier otro lugar en el que hubiera estado.
Tampoco había dejado de tocar a Harry. A veces, cuando estaban leyendo en su sala de estar, le lanzaba a Harry una mirada inquisitiva, ponía una almohada en el regazo de Harry y acomodaba la cabeza sobre ella. Las primeras veces, Harry se abstuvo de acariciar su cabello, pero cuando siguió ocurriendo, decidió que a Draco claramente no le importaba un poco de intimidad física. Harry puso su mano sobre la cabeza de Draco, y Draco cerró los ojos con una sonrisa soñadora. En cuestión de minutos, se había quedado dormido.
—Eres un gato —le dijo Harry, veinte minutos más tarde, cuando Draco abrió los ojos y se estiró.
—Esa fue la mejor siesta que he tenido en unos cien años —dijo Draco.
—Feliz de estar de servicio.
Para la mezcla de alegría y horror de Harry, la siesta de Draco se convirtió en una parte regular de su vida juntos. Como Draco escuchándolo con esa expresión tranquila y reconfortante en las noches, cuando Harry hablaba de la guerra o de su infancia. Y Draco y Ginny se volvieron uña y mugre, mejorando la relación de Harry con ella después de la ruptura.
Draco, Harry se sorprendió al descubrir, encajaba en la vida de Harry. Pulcramente. Y con él alrededor, esa ira desbordante y ardiente en el pecho de Harry pareció evaporarse. Había pasado gran parte de su vida aclimatándose a la pérdida y el arrepentimiento. Draco viviendo con él fue lo primero en años que le hizo sentir que el cambio podría traerle felicidad.
A Harry le molestaba que el resto de la escuela pensara que estaba usando a Draco para tener relaciones sexuales, pero Draco nunca dijo nada al respecto y, en general, la gente lo dejaba en paz. De vez en cuando, Harry escuchaba comentarios mordaces «siempre dirigidos a Draco, no a él», pero Draco nunca reaccionaba a ellos, y Harry sabía lo avergonzado que estaría si sacaba el tema.
Estaban trabajando en la biblioteca. Ginny le susurró algo a Draco, quien sonrió y dijo.
—Esa es una pregunta bastante personal, Ginevra.
—Sí, pero no es probable que encuentre la respuesta ahora, ¿Verdad? No vas a tener sexo conmigo exactamente.
Harry se sentó sobresaltado. El pie de Draco encontró el suyo debajo de la mesa y lo presionó con dulzura.
—No creo que tengas lo que necesito, cariño —dijo Draco.
—Solo digo. Blaise es sexy. Como tu amiga, siento que merezco más información.
—Tu solicitud de amistad todavía está bajo revisión.
—¿Qué pasa con Zabini? —preguntó Harry.
—Él y yo solíamos salir, y Ginny está enamorada de él. Él es bisexual, Ginny; Yo diría que tienes una buena oportunidad.
—Deja de juntar a mi ex novia con tu ex novio —dijo Harry— Es raro.
Draco se rio.
Un maleficio punzante lo golpeó en la cara. Dio un pequeño grito y presionó sus manos en la herida.
—¿Cómo te atreves a reírte? —dijo la chica que había lanzado el maleficio. Ella era de sexto año. Había aparecido de repente frente a la mesa y su varita aún estaba desenvainada. Tembló cuando ella apuntó a Draco. Harry, Ginny y Hermione sacaron sus varitas.
—Retrocede —dijo Harry. Pero la chica solo tenía ojos para Draco.
—Deberías pudrirte en Azkaban por el resto de tu vida —dijo— ¿Cómo te atreves a reírte?
—La guerra ha terminado —dijo Harry— Márchate.
Apartó los ojos de Draco para mirar al resto de ellos.
—Deberían avergonzarse de sí mismos, todos ustedes, por asociarse con él —dijo, y salió furiosa de la biblioteca.
Hermione curó el escozor en la mejilla de Draco sin decir una palabra más.
—Gracias —dijo.
—Ella no debería haber hecho eso —dijo Hermione. Draco no respondió. Harry puso su mano junto a la de Draco y juntaron sus pequeños dedos.
—¿Estás bien? —preguntó Ginny.
—No —dijo Draco. Su mano se separó de la de Harry— Ginny. ¿Por qué eres amable conmigo? Sé por qué Potter me soporta y Hermione me tolera en su nombre. Pero no tienes por qué hacerlo.
Harry se preguntó cuál pensaba Draco que era la razón por la que Harry lo “soportaba”. Se preocupo que Draco pensara que era por sexo. Lo cual sería una extraña línea de razonamiento, en realidad, dado que no habían tenido sexo. Excepto en la cabeza de Harry, donde tenían sexo todo el tiempo. Entonces, en realidad, tal vez Draco acertó en algo, si eso era lo que pensaba.
Ginny se estiró y agarró una de las manos de Draco.
—No esperaba que me agradaras —dijo ella— Pero decidí no odiarte más después de la batalla. Pronto, tal vez. Todo el mundo sabrá que eras un mortífago de mierda.
—¿Qué? —dijo Draco sin comprender.
—Tus Cruciatus nunca funcionaron.
—¿Qué? —repitió Draco, su voz elevándose ligeramente mientras arrancaba su mano de la de ella.
—El año pasado. Era de conocimiento común que si alguien te tenia como su torturador, todo lo que tenían que hacer era fingir que sentían dolor y retorcerse un poco.
—Lo dices en serio —respiró Harry.
Draco se había levantado a medias de su silla. Se veía horrible.
—Pero pensé que lo decía en serio…
—¡Caramba, Draco!, estoy tratando de decir que no eras malvado, ¡No te ofendas! —dijo Ginny.
—Él no está ofendido —dijo Harry, rápidamente.
—Pensé que funcionaba… cada vez… incluso con los primeros años…
Estaba tan pálido que Harry le preocupaba desmayarse.
—Yo… —miró de repente a Harry— YO…
—Volvamos a la habitación —dijo Harry con firmeza. Draco asintió y buscó a tientas para empacar sus cosas en su bolso. Harry terminó haciéndolo por él.
—Draco, lo siento —dijo Ginny— No fue mi intención molestarte.
—No… no te disculpes —dijo.
—¿Por qué diablos no hablaste en su juicio? —preguntó Harry, cuando se le ocurrió la idea— ¿Sabes que fue condenado por veintisiete cargos de lanzar la maldición Cruciatus?
—Todavía los lance, maldita sea, Potter, aunque fuera ineptamente —dijo Draco.
—No pensé —dijo Ginny— Lo siento.
Draco gimió.
—¡Oh Dios, por favor no te disculpes más…!
Harry puso su mano en el codo de Draco y lo condujo fuera de la biblioteca, por el pasillo y hacia su sala de estar.
Draco se derrumbó en el sofá y puso su cabeza entre sus manos.
—Estabas lanzando la maldición a los niños de once años y te pareció que funcionó —dijo Harry. Draco asintió— Eso debe haber jodido tu cabeza.
—Pensé que lo decía en serio. Quiero decir, lo dije en serio. Lo intenté, al menos —sus ojos se dirigieron a Harry— Mierda. No quise decir eso.
—¿Crees que lo dijiste en serio cuando se lo lanzaste a Rowle?
Draco no parecía sorprendido de que Harry supiera eso. Respondió con veneno antes de ponerse de pie y caminar por la habitación.
—Sí.
—¿Por qué crees que te soporto? —preguntó Harry.
—¿Qué? ¿Cómo debería saberlo?
—Dijiste que lo hacía. Le dijiste a Ginny que sabías que te soportaba.
Draco dejo de pasearse.
—Sabes perfectamente bien lo que quise decir, Potter.
—¿Por el Vínculo?
—No.
—¿Por qué quiero acostarme contigo?
Draco se rio y comenzó a caminar de nuevo.
—No deberías haber accedido a esto —dijo— Dejarme fuera de Azkaban. No es justo para los otros estudiantes. Todo el asunto es ridículo.
—¿Te hago sentir incómodo?
—¡Por supuesto que no!
—Quiero decir, porque…
—Sé lo que quieres decir, Potter. No me haces sentir incómodo. Encaja, en realidad, tienes un mal gusto para la ropa y un mal gusto para los hombres.
—No creo que seas malditamente horrible.
—Sí, bueno, también usas jeans que parecen haber sido encontrados en un basurero.
—Draco.
—Joder, lo siento. Lo siento. Sólo estoy. Realmente pensé que había torturado a esos niños…
Se cubrió la cara con las manos, respiró hondo y miró hacia arriba.
Su rostro era impasible, sereno. Harry se había estado preguntando cuándo sucedería esto. Cuando Draco recuperaría sus sentidos y comenzaría a esconderse de nuevo.
—Estoy siendo dramático. Pido disculpas. Creo que debería estar solo; no dejes que te retenga.
—No necesitas fingir que estás bien.
—No estoy fingiendo.
—No mientas.
La ira parpadeó en la mirada serena.
—¡Lo siento! ¡Puedes mentir! Aunque realmente preferiría que no lo hicieras —dijo Harry.
—Estoy bien. No hay nada por lo que deba estar molesto —dijo Draco. Se inclinó sobre su mochila y buscó dentro, como si estuviera planeando continuar con su tarea.
—Draco, vamos. Está bien si no estás bien. Aparte de todo lo demás, has tenido un año bastante duro.
—He tenido peores —dijo Draco, bruscamente.
—Draco. Tus padres murieron.
Draco se congeló y luego se puso de pie tan rápido que su bolso se volcó. Libros y plumas se derramaron sobre la alfombra.
—Mierda, mierda, mierda —dijo Draco. Y corrió a su habitación, cerrando la puerta detrás de él.
—¿Draco?
Harry fue a la puerta con la intención de tocar, pero algo lo detuvo: la voz de Draco, baja y suplicante.
—Lo siento —dijo— No quise decir eso, madre, lo siento…