
CAPÍTULO 6
Capítulo 6
Draco se quedó en su habitación hasta que Potter se fue al juicio y Potter no regresó hasta después de la cena. Draco pasó el tiempo haciendo tarta de melaza, que supuso que a Harry le gustaba, ya que siempre la comía tan agresivamente cada vez que se la ofrecían en Hogwarts.
Estaba sacándolo del horno cuando Harry apareció en la puerta.
—Oye —dijo, solemnemente.
—¿Cómo estuvo el juicio?
—Fue… —Harry se pasó las manos por el cabello. «Negro como una pizarra», pensó Draco aburridamente— Lo que sea. Recibirá el beso esta noche.
—Hice tarta de melaza.
—Malfoy.
—¿Ya cenaste?
—Malfoy, siento mucho lo de anoche.
—Potter. No seas tan insoportablemente bueno. Estabas borracho, no pasó nada, está bien.
—Creo que deberíamos eliminar el Vínculo.
Draco trató de evitar que su rostro lo traicionara. Su madre le había advertido que Harry diría esto. Todavía dolía. ¿Por qué anticipar el dolor nunca lo disminuía?
Sin embargo, su madre no le había dicho como responder. Draco pensó en sus opciones.
- Por favor, no me hagas volver a Azkaban: «Imposible. Patético».
- Si lo deseas: «Imposible. Él me tomará la palabra».
- Por favor, por favor no me hagas volver a Azkaban: «Imposible, imposible».
- ¡Por favor, no creo que pueda enfrentarlo, me volveré loco, ya me estoy volviendo loco, por favor…!: «Imposible, ¿Qué te pasa?».
—¿Qué estás pensando? —preguntó Harry.
Draco se sorprendió al responder.
—No quiero volver a Azkaban —miro su tarta de melaza. Había resultado mejor de lo esperado. «No debes parecer egoísta», había dicho su madre— Pero entiendo si esto no está funcionando para ti. Depende de ti, por supuesto.
—Yo… esto del Vínculo me está afectando la cabeza.
Draco asintió, su estómago revolviéndose con infelicidad.
—Sí, por supuesto. Yo solo. Iré a empacar mis cosas.
—No dejaré que te envíen a Azkaban.
Draco se rio.
—Potter… en realidad no eres el Rey del Mundo Mágico. ¿Sabes eso?
—Joder —suspiró Harry, sentándose en la mesa de la cocina— Casi te ordeno que me beses anoche. Esto es tan jodido.
Se veía horrible. Muy bien, pero, aun así. Le estaba pasando factura. Draco le estaba pasando factura.
—Potter… —Draco hizo una pausa. No podía pensar en una manera de tranquilizar a Harry sin hablar de sí mismo. Tendría que intentarlo y esperar que no resultara patético— Confío en que no querrás aprovecharte.
Un músculo se estaba tensando en la mandíbula de Harry.
—¿De verdad crees que te enviarán de regreso a Azkaban si eliminamos el vínculo?
Draco estaba 100% seguro de que lo harían. Más que eso, Harry perdería cualquier poder para intervenir positivamente la sentencia de Draco… señalarían el Vínculo fallido y dirían que había demostrado ser inconsistente. Pero Harry se veía tan desgastado, y Draco comenzaba a sentir que él era el carcelero, no Harry.
—No sé. Tal vez no —dijo.
—Estás mintiendo.
—No lo sé, Potter. Es posible ¿No? O tal vez reducirían mi sentencia a un año.
Harry negó con la cabeza.
—Estas mintiendo. Bueno. Lo mantendremos.
Una ola de alivio inundó a Draco. Se dio cuenta que se había estado clavando las uñas en las palmas de las manos.
—Gracias.
—Dios, no me des las gracias, te acosé anoche.
Draco no iba a seguir el consejo de su madre. Pero Harry estaba tan avergonzado. Tenía que darle algo.
—Mira, yo… soy gay.
—¡Eso no significa que tengas que besarme!
—No, pero también creo que estás en forma. No creo que debamos hacer nada…
—No —Potter se estremeció. Debe haber estado absolutamente destrozado la noche anterior, para poder superar su aversión. No por primera vez, Draco recordó la forma en que Harry se veía cuando el juez le dijo que tocara la Marca de Draco. Como si le hubiera pedido que lamiera un inodoro.
—Pero no estabas… no estabas malinterpretando las señales —continuo Draco— Así que no te castigues, ¿Sí?
Potter suspiró y se frotó la cicatriz.
—Si, todo bien. ¿Es eso realmente tarta de melaza?
—Lo es.
—Me gusta tu nuevo talento para hornear.
Draco se dio la vuelta rápidamente porque…
Me gusta no era lo mismo que Te amo, en ninguna versión de la imaginación. Pero había algo en él que Potter no odiaba, y eso era una victoria en el libro de Draco.
Regresarían a Hogwarts en unos días. Draco se sentía en carne viva e inestable después del incidente de Potter ebrio acosándolo y casi enviándolo de regreso a Azkaban porque se sentía avergonzado y porque sabía que iba a regresar a Hogwarts. Se sentía horrible.
No estaba durmiendo bien lo que le dificultaba controlarse. Estaba cansado todo el tiempo. Tal vez si no hubiera estado tan cansado, no se habría derrumbado de la forma en que lo hizo, la siguiente vez que Harry le ordeno que hiciera algo.
Pronto regresarían a Hogwarts. Harry le había escrito a la profesora McGonagall para obtener permiso para que Malgoy asistiera, y ella había sido extremadamente difícil de persuadir. Fue solo cuando Harry dijo que no obtendría sus EXTASIS si Malfoy no podía regresar que ella cedió.
Las cosas habían estado raras desde el incidente del beso. Malfoy lo evitaba en su mayoría, y cuando no lo hacía, estaba más callado que de costumbre. Pero también había comenzado a tocar a Harry, de maneras pequeñas e inocuas que Harry estaba seguro que lo volverían loco.
Malfoy era homosexual. Pensaba que Harry estaba en forma.
Harry salió a una discoteca solo y recogió a un lindo rubio. Pero, aunque el sexo le alivio, fue insípido. No conocía al lindo rubio.
En casa Malfoy se sentó junto a Harry en el sofá y acurruco sus pies. Las puntas de los dedos de sus pies enfundados en medias tocaban el muslo de Harry. No había razón para que fuera erótico. A Harry no le gustaban los pies.
No, solo le gustaba Malfoy.
Miró sin ver su libro y pensó en todas las cosas horribles que Malfoy había hecho alguna vez. Había tantas de los que hacer un seguimiento que no podía manejarlo. Esa noche, lo escribió en una hoja de papel. La lista seguía y seguía, docenas de razones por las que Malfoy era una persona jodidamente horrible.
No le impedía ser hermoso.
Además, no había sido exactamente horrible últimamente, ¿Cierto?, cierto, había sido más considerado. Ni siquiera había tratado de convencer a Harry para que mantuviera el vínculo, aunque eso significaba regresar a Azkaban.
Harry sacó el folleto sobre el Vínculo del Prisionero y lo leyó de cabo a rabo. No decía nada sobre cambiar la personalidad del prisionero.
Hermione probablemente le diría que Malfoy había cambiado, y tal vez lo había hecho. Pero a Harry le parecía que Malfoy evitaba pensar en la guerra tan férreamente que no podía haber cambiado de opinión al respecto. Y a Harry le molestaba infinitamente que no llamara a Voldemort por su nombre. Era la respuesta de un Mortífago, como si Malfoy todavía esperara que Voldemort saliera de la tumba y lo castigara. Como si Malfoy todavía lo venerara y admirara.
Volvió a surgir el día antes de que fueran a Hogwarts. Estaban sentados en la cocina, comiendo un pastel de ruibarbo que había horneado Malfoy, hablando de Hogwarts. Harry se preguntó si se vería diferente. No dijo «después de la batalla», pero el rostro de Malfoy seguía en blanco.
—Supongo que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado habrá dejado su huella —dijo, y Harry vio rojo.
Escena ilustrada por Alliando*
—¡Llámalo Voldemort!
Era una orden. Podía ver a Malfoy sentarse cuando lo golpeó.
—No puedo —dijo, con voz tensa.
—Eres un maldito cobarde, Malfoy —se burló Harry— Lo suficientemente grande como para unirte a los Mortífagos, pero ni siquiera poder decir el nombre de tu Amo, ni siquiera después de que lo maté.
Malfoy se había puesto rojo. Agarró su tenedor como un arma. Harry de repente se dio cuenta de que no había visto a Malfoy enfadarse desde… tal vez desde que lo maldijo en sexto año.
Pero no solo estaba enojado. Todo su cuerpo temblaba y sus dientes comenzaron a castañear. Cuando habló, las palabras eran temblorosas y furiosas.
—Tú piensas… vete a la mierda… como si fuera lo mismo… no puedo… él no esperaba que lo respetaras… tú no… no puedo…
Cerró la boca y se puso de pie. Harry pensó que iba a huir, como siempre lo hacía, pero se quedó de pie, temblando, en el centro de la cocina.
—Lo llamé así una vez… en su cara… después… él me tortu… estaba tan enojado…
Se detuvo, se llevó las manos a la mandíbula para tratar de detener el castañeo de sus dientes. Se veía salvaje.
—¿Sabes lo que me hizo?
Harry no se atrevió a moverse.
Los ojos de Draco parecieron arder a través de él.
—No lo acuerdo —dijo— No se… excepto que sueño… creo… creo que dejó que la tía Bella me cortara la lengua…
Lucía distraído por un momento, luego su rabia pareció sacudirlo hacia atrás.
—No tienes idea… te crees tan valiente… saboreo la sangre cada vez que lo dices… no puedo… no puedes obligarme… más de lo que él pudo detenerme…
Draco jadeaba, y Harry no estaba seguro de cuándo se había puesto de pie, cuándo había avanzado para acercarse a Draco, cuándo había puesto un dedo debajo de la barbilla de Draco y la había levantado.
—¿Me dejarías ver tu lengua? —preguntó. No sabía por qué, pero era importante. Tenía que comprobar que estaba bien.
—La hicieron crecer otra vez —dijo Draco— Finalmente.
—Lo sé. ¿Puedo verla?
Draco frunció el ceño, pero abrió mucho la boca y dejó que su lengua colgara. Harry la tocó suavemente con su dedo. Se sentía raro, porque las lenguas eran raras, pero también se sentía como algo que quería inspeccionar mucho más de cerca, posiblemente con la boca.
—Pensé… pensé que no podías decirlo porque todavía lo admirabas mucho —dijo, y Draco hizo un pequeño sonido de incredulidad. Todavía estaba temblando. Lamió el dedo de Harry antes de retirar su lengua. Harry estaba tocando el labio inferior de Draco ahora. Él lo acaricio. Draco tembló.
—Llámalo como quieras —dijo Harry— Lo siento.
Draco se inclinó hacia su mano. Sus rostros casi se tocaban.
—No lo sabias —dijo en voz baja.
—No —estuvo de acuerdo Harry— No lo sabía. Lo siento.
Iba a besarlo. Draco iba a dejarlo. Podía sentirlo. Los ojos de Draco ya estaban medio cerrados, y todavía estaba tan tembloroso y molesto, y Harry solo quería besarlo hasta que Draco supiera cuánto lo lamentaba. Porque debería haber sabido, en realidad, que Draco ya no era el mismo; debería haberlo sabido en el juicio de Draco, cuando Harry se negó a tocar su Marca, y Draco reaccionó con compresión. Le había preguntado si estaba bien, a pesar de que Draco era el que acababa de perder a sus padres.
Y entonces Harry recordó lo impotente que era Draco en esta relación. Si algo salía mal, lo perdería todo.
Él se alejó. Draco abrió los ojos. Ya no parecía enojado, solo agotado, distraído.
—Joder, eres tan hermoso —dijo Harry, involuntariamente. Los ojos de Draco se agrandaron— Lo siento. Sigo invadiendo tu espacio personal.
—Está bien —se atragantó Draco.
—No deberíamos —dijo Harry.
—No —dijo Draco, pero se humedeció los labios.
Se miraron el uno al otro. Harry tuvo la impresión de que ambos estaban esperando a que el otro dijera «… pero a la mierda, hagámoslo de todos modos».
Ninguno de los dos habló.
—Tengo que empacar —dijo Harry, y se alejó de la habitación en la que estaba Draco Malfoy, con ojos hambrientos, esperando ser besado.