
CAPÍTULO 5
Capítulo 5
Draco bajó las escaleras a la mañana siguiente, decidido a redimirse después del vergonzoso fiasco del color favorito. Harry estaba sentado en la mesa de la cocina luciendo claramente con resaca, lo que hizo que Draco se sintiera aún peor. Se había dado cuenta de que en las noches en que evitaba a Harry, Harry salía solo a un club. Llegaba a casa tambaleándose en las primeras horas de la mañana fuera de sí y torpe. Pero cuando los dos se quedaban hablando, Harry tomaba una copa de vino y se iba a la cama.
—Buenos días —dijo Potter.
—Cuando era pequeño, alguien me contó una historia sobre un niño pequeño que se deslizó a otro mundo. La gente de allí vestía ropa hecha del cielo. Cuando llegó allí, una hermosa bruja le preguntó de qué tipo de cielo quería que se cortara su túnica: atardecer, nublado, verano, noche estrellada, ella los tenía todos doblados en cajones. Pero el pequeño quería ver cómo cortaban el cielo, así que pidió el color que tenía en ese momento: fría mañana de invierno. La hermosa bruja desplego la escalera, la subió y corto un trozó de azul pálido del cielo con un par de visillos de tela encantados. Cuando regresó, le hizo al niño un conjunto de las túnicas más exquisitas que se puedan imaginar; azul pálido, como una mañana fría de invierno.
Potter lo miró fijamente. Draco podía sentir la sangre corriendo por su rostro.
—Entonces —dijo felizmente— Es por eso que el azul pálido es mi color favorito. ¿Por qué el verde es el tuyo?
Potter parpadeó un par de veces.
—La gente siempre me dice que tengo los ojos de mi madre —dijo— Así que eso es parte de eso. También me veo bastante bien en verde.
Draco sintió como si se hubiera quitado toda ropa y bailado desnudo por la cocina. Fue al mostrador y llenó la tetera.
—¿Té?
—Sí, por favor. Me gustó esa historia.
—Había más, creo. Algo sobre el niño derrotando a las fuerzas del mal. Por supuesto, mi pobre corazoncito gay se fijó en túnicas cortas del cielo en el momento en que lo escuché.
—¿Eres?
—¿Disculpa?
—¿Gay?
Esto era mucho más de lo que Draco pretendía revelar.
—¿Desayuno inglés4 o Earl Grey? —preguntó. Tranquilamente.
—Desayuno inglés —dijo Potter— ¿Quién te contó la historia?
- La verdad: mi padre: «Imposible, odia a mi padre, o lo haría, si mi padre no estuviera muerto».
- Severus: «Imposible, odiaba a Severus».
- Mi madre: «Imposible, si dice algo desagradable sobre ella le daré un puñetazo y terminare en Azkaban».
Potter todavía estaba esperando la respuesta.
—No lo recuerdo —dijo Draco.
Potter resopló con incredulidad, pero no curioseó.
—Gracias por decírmelo —dijo— Me gusta escuchar sobre ti, ¿Sabes?
—Mm —dijo Draco. Potter vaciló.
—Tu mamá…
Draco se giró bruscamente hacia las tazas de té. No golpearía a Potter. Él no lo haría.
—Ella me salvó la vida —terminó Potter— ¿Sabías?
—¿Qué? —susurró Draco.
—Cuando Voldemort…
Draco se estremeció y apretó su cabeza. Tenía ganas de vomitar. Un sabor metálico a sangre lleno su boca.
—Oh, cálmate —dijo Potter con impaciencia— Una vez que me maldijo, le pidió a tu madre que comprobara si estaba muerto. Ella mintió y dijo que lo estaba.
Draco todavía no confiaba en sí mismo para hablar. Su lengua se sentía suelta en su boca. Potter continuó.
—Ella me preguntó si estabas vivo. Creo que solo quería que todo terminara para que estuvieras a salvo. ¿Te dijo algo de esto?
Draco negó con la cabeza. No había habido tiempo. Habían regresado a la Mansión después de la batalla. Su madre había llorado tanto que Draco temía que pudiera enfermarse. Su padre rompió una silla y se fue a su estudio a beber. Al día siguiente llegaron los Aurores.
Su madre le rogó que la perdonara una y otra vez, presa del pánico, arañandolo. Su padre lo había hecho solo una vez, bruscamente, después de romper la silla.
—Perdóname, Draco. Te amo.
Parecía tan mortal.
—No hay nada que perdonar —dijo Draco— También te amo.
Se lo dijo a sus padres porque era lo que necesitaban escuchar. Se alegró de haberles dicho, ya que no habría tenido otra oportunidad de decirlo.
Fue después de que dijo las palabras que la ira comenzó a arder a través de él. Todavía lo sentía ahora, cegándolo.
—Le debo mi vida a ella —dijo Potter. Draco no dijo nada. Sacó las bolsitas de té y las tiró a la basura.
—¿Leche? —preguntó, aunque ya sabía cómo tomaba Harry su té.
—Sí —dijo Potter— Supongo que lo que quiero decir es que puedes decírmelo, si ella es quien te contó la historia.
—Ella no fue.
—Vaya.
Draco sabía que acababa de revelar que era su padre quien solía sentarse junto a su cama e inventar historias para él. Para su mayor horror, una lágrima cálida se deslizó por su mejilla.
Echó leche en el té, pero no pudo dárselo a Potter hasta que recuperó el control de sí mismo. Hizo todo un espectáculo lavando la cuchara para revolverla.
—Bueno, si alguna vez quieres hablar de tú mamá… —dijo Harry.
—Yo no.
—De acuerdo.
Las lágrimas estaban cada vez peor. Era hora de abandonar el barco.
—… creo que Kreacher me está llamando —murmuró. Bajó la cabeza para que sus cabellos cubrieran su rostro y huyó de la habitación. Aparentemente, eso era algo que estaría haciendo mucho, de ahora en adelante.
Las cosas cambiaron poco después de eso. Draco había decidido que, para no molestar a Harry, ofrecería información inofensiva sobre sí mismo. Harry prácticamente le había dicho que cualquier cosa relacionada con la madre de Draco contaba como inofensiva, lo que abrió una rica vena de anécdotas de Draco Malfoy. No es que se sumergiera demasiado en ellos. Todo lo que compartía tenía que pasar por filtros bastantes rigurosos. Antes de abrir la boca, se preguntaba:
- ¿Es interesante esta historia?
- ¿Hay alguna referencia, por fugaz que sea, a mi padre, El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, Hogwarts, alguien que conocí en Hogwarts, ¿tradiciones Sangre Pura o a mi entre los 11 y 18 años?
- ¿Esta historia me hace parecer patético?
- ¿Le interesara a Harry?
- ¿Sigue escuchando o he pasado mucho tiempo revisando los filtros que ha empezado a hacer otra cosa?
De vez en cuando, una historia pasaría la prueba. Draco le contó a Harry sobre la primera vez que conoció a un fantasma en un parque cuando tenía nueve años; era una niña pequeña que se había caído de un columpio, sobre sus libros favoritos de la infancia, sobre unas vacaciones que pasó en Nueva Orleans, donde no podía entender a nadie por sus acentos y su madre tuvo que lanzarle un hechizo de subtítulos para que no se avergonzara.
Harry lo llamó “Draco” por primera vez después de la última. Regresó a “Malfoy” de inmediato, pero sucedió.
Harry le dijo que el Ministerio había duplicado su estipendio.
—¿Ah, de verdad? —preguntó Draco. Harry se frotó la nuca.
—Sí, ellos… um… pensaron que tres galeones podrían ser insuficientes.
—Eso es muy generoso de su parte —dijo Draco con seriedad, y Harry se sonrojó. Era guapo cuando se sonrojaba.
Harry regresó del Pub borracho.
Iba al pub con Weasley y Granger con bastante frecuencia. Draco nunca fue invitado, por supuesto. Lo cual estaba bien, no esperaba serlo. De todos modos, los trucos de su madre para hacer que la gente como él funcionaba mejor uno a uno. Weasley no iba a volver a la escuela ese año, ¿Dirigiría una especie de tienda de bromas?, por lo que Draco tendría la oportunidad de encantar a Granger una vez que regresara a la escuela. El hecho de que ella había sido torturada recientemente en su sala de estar era, sin duda, un obstáculo. Pero lo intentaría.
Por lo general, Harry regresaba del pub un poco alegre, tomaba una copa de vino con Draco y se relajaba en una conversación alegre.
Hoy, sin embargo, estaba claramente borracho, y Draco sabía por qué. Mañana era el último de los juicios: El de Fenrir Greyback.
—¿No viviste malditamente con él, o algo así? —balbuceó.
—No —dijo Draco brevemente. No tenía ningún deseo de hablar de Greyback. Potter extendió un brazo y torpemente arrastró a Draco a la sala de estar. Era la primera vez que se tocaban desde el juicio de Draco. Draco había sido extraordinariamente cuidadoso en mantener su distancia. Recordó lo enloquecedor que había sido el deseo de ser tocado por Potter, en quinto año. Recordó las peleas que había iniciado con Harry por eso.
—Ven a sentarte —dijo Potter. Draco tuvo que obedecer. No era solo porque sería castigado si no lo hacía, sino que estaba obligado a hacer cualquier cosa que Potter le ordenara, con toda la fuerza de una maldición Imperius. Estaba seguro de que habían usado aspectos de eso para crear el vínculo del prisionero.
—¿Qué crees que se merece? —preguntó Harry, haciendo girar su copa fresca de whisky de fuego.
—¿Qué crees que se merece? —replicó Draco.
—No lo sé. ¿Viste lo que le hizo a Lavender Brown en la cara?
Draco negó con la cabeza. Potter lo miró y soltó una carcajada furiosa.
—Y Bill Weasley. Eso fue tu culpa, por supuesto.
«Podría decir que lo siento», pensó Draco. «Él está borracho. Probablemente ni siquiera lo recordará. Podría solo decirle».
—Él también estaba en forma antes —continuó Potter. Miró a Draco— Estás en forma.
Draco se quedó muy quieto.
—Ven aquí —dijo Potter. Las campanas de alarme estaban sonando en la cabeza de Draco. No era que no quisiera tener sexo con Potter. Dios, absolutamente lo quería, más que nada, lo había querido durante años… Pero Harry se sentiría muy mal por eso en la mañana, por muchas razones.
Se sentó al lado de Potter, quien lo rodeó con un brazo y lo atrajo hacia sí. Merlín, se sentía bien; no podía recordar la última vez que alguien lo había tocado así, no porque tuviera que hacerlo, o porque quisieran lastimarlo.
Tenía que recordarle a Potter sobre el vínculo. Potter siempre parecía olvidarlo, ordenándole a Draco que hiciera cosas sin querer.
Decidió esperar un poco más antes de recordárselo.
—Eres gay — dijo Potter.
—No lo confirmare ni negare —dijo Draco.
—Lo dijiste el otro día. Dijiste que eras gay. Como yo.
Aunque Draco ya sabía esto Potter no leía El Profeta, pero aun así llegaba a su casa sin falta todas las mañanas, y Draco había leído más de un artículo de opinión sobre la sexualidad de Potter, era extraordinario escucharlo decirlo.
—Eres gay y estás en forma y estás en mi casa —dijo Potter. Su aliento apestaba a alcohol. Sus ojos eran dolorosamente verdes— Estás en mis brazos, Malfoy.
Su cerebro estaba en cortocircuito ante la perspectiva de que le ordenaran hacer las cosas que más deseaba. De verse obligado, impotente a detenerse, a ceder a sus sentimientos.
Sin embargo, Harry estaría tan horrorizado de haberse aprovechado de él. Y no era solo Harry quien se sentiría herido por esto. Draco también lo estaría, cuando Harry despertara lleno de disgusto por lo que había sucedido. Dejaría de hablarle a Draco, dejaría de traerle esporádicas tazas de té, ciertamente nunca más lo llamaría “Draco”.
—Bes… —empezó Potter, pero Draco lo interrumpió.
—Tengo que obedecerte. Por favor, no lo olvides.
Potter saltó del sofá como si lo hubiera quemado.
—¡Oh, joder, joder, joder!
—Estás bien.
—¡Mierda!
—Potter. Ve a la cama.
—Estaba a punto de…
—Está bien.
—Oh, joder, ¡Joder!
—Buenas noches, Potter.
—Estoy tan avergonzado —dijo Potter.
—No lo estés. Sólo duerme un poco.
Draco salió de la habitación.
Su madre lo estaba esperando arriba.
—Él quiere acostarse conmigo —le dijo. Era extraño decírselo a tu madre, pero, de nuevo, su madre estaba muerta, su vida estaba vacía y la persona en la que confiaba para absolutamente todo se despertaría a la mañana siguiente sintiéndose humillado por su culpa. Draco estaba bastante desesperado.
—Difícilmente —dijo su madre. Ella se acarició la barbilla.
—Tal vez debería hacerlo —dijo Draco esperanzado.
Ella negó con la cabeza, aparentemente imperturbable ante esta sugerencia, que no era propia de ella.
—No. Una vez que se sacia el deseo, el objeto deseado se vuelve repugnante. Ya eres demasiado detestado para correr el riesgo.
Sabía que ella tenía razón, pero las palabras seguían siendo agudas y dolorosas.
—Podría ofrecerme a dejar que me desmemorice.
—Él no hará eso.
—¿Pretender que no pasó nada?
—El querrá hablar contigo sobre el vínculo. Incluso puede sugerir que se elimine. Le alarmará que pudo haberte obligado a hacer algo que no querías.
Como si él lo hiciera.
—Dijiste que las experiencias negativas se adhieren a las personas con las que están conectados. Esta es una experiencia negativa, y él la conectará conmigo —dijo Draco.
—Sí —dijo su madre— Es complicado. Por supuesto, una vez que llegues a Hogwarts, ampliarás tu red. Es peligroso que una persona tenga tanto poder sobre ti. Necesitas que otras personas te amen. Entonces no importará que no lo haga.
—Correcto —dijo Draco. Era tarde. Él estaba cansado.
—Lo tengo —dijo su madre— ¡Dile que estás enamorado de él!
—¿Qué? —dijo Draco, su voz estrangulada.
—Oh sí. Entonces él no sentirá que malinterpreto tus señales. ¡Puedes apelar a su mejor naturaleza y decirle que debe esperar hasta que se elimine el vínculo, y él se apiadará de tu amor no correspondido!
—No hare eso. Todo está jugando con su cabeza lo suficiente como está.
—Entonces él te odiara.
—¡Bien!
—Mi niño, mi dulce…
—Estoy cansado. No puedo. No lo haré.
Su madre lo miró con ojos cansados.
—¿Sientes remordimiento? —ella preguntó. Sabía que ella preguntaría. Siempre preguntaba.
—No —dijo, y algo muy pesado se asentó en su pecho.