
CAPÍTULO 3
Capítulo 3
—Potter no quiere que sea amable con él —le dijo Draco a su madre. Potter estaba merodeando por las escaleras y Draco aún no había salido esa mañana. Cuando despertó, su madre estaba sentada tranquilamente al borde de la cama.
—Él no confía en ti.
—Esto es estúpido.
—No, Draco. Solo es difícil.
—Estás muerta.
—¿Sientes remordimiento?
—¡No!
—¿Por nada? ¿Qué pasa con las personas que torturaste?
Draco puso su cabeza entre sus manos.
—¡No puedo!
—¿Qué hay de tus amigos, que se unieron a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado por ti? ¿Qué pasa con Crabbe?
Quería gritarle. Ella también había hecho cosas. Nada tan mall como él, porque ella era una mujer. El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado había sido bastante sexista. Las mortífagas mujeres eran pocas y distantes entre sí, y tenían que ser más violentas de lo habitual para progresar en las filas. Su madre ni siquiera había tomado la Marca.
Pero había dejado que Draco la tomara. Y en cuanto a su padre…
Pero ella sabía todo eso. Sabía lo culpable que se sentía. No podía decirle eso a ella. En cambio, solo respiró por la nariz y trató de no pensar en Vincent.
De todos modos, temer el odio de otras personas no era una buena razón para arrepentirse. Eso era solo arrepentirse de haber sido atrapado, no sentir verdadero remordimiento. No era posible sentir verdadero remordimiento, ahora que habían perdido la guerra. Era un momento demasiado conveniente para cambiar de opinión. ¿Cómo podría confiar en que era real?
Y, sin embargo, Potter lo había llamado redimible. Como un bono.
O algo medio destruido que todavía valía la pena rescatar de un incendio.
—Nadie te amará si no te arrepientes —dijo su madre. Draco se preguntó si la odiaba.
—Lo sé, madre —dijo.
—Te amo.
—Yo sé que sí.
—Ten paciencia con Potter. Está sufriendo. Necesita alguien con quien hablar.
—Él no quiere hablar conmigo.
—La persona es irrelevante. Necesita un par de orejas y estará agradecido con quien se las proporcione.
La puerta de Draco se abrió de golpe y Potter asomó la cabeza. Draco notó con tristeza que Potter claramente no podía ver a su madre. Sabía que estaba muerta, pero esta nueva evidencia lo golpeó más fuerte de lo esperado. Cuidadosamente enderezó su rostro.
—Voy a salir —dijo Potter— No salgas de la casa.
Cerró la puerta y bajó ruidosamente las escaleras.
El miedo se apoderó de Draco. Persiguió a Potter, aterrorizado de que llegara demasiado tarde.
—¡Potter! ¡Potter, espera, espera!
Potter tenía su mano en la puerta principal.
—No puedes venir conmigo —dijo, sonando molesto.
—Yo no… eso no es… ¿Y si hay un incendio? —balbuceó Malfoy, con el corazón latiéndole en los oídos.
—¿Me estás amenazando? —gruño Potter.
—¿Qué? No. ¿Puedo irme si hay un incendio?
La expresión de Potter cambio por completo. Parecía más joven y amistoso y bastante perdido.
—Oh, mierda, lo siento. Sí. Uh, sí tu vida está en peligro, puedes hacer lo que sea necesario para salvarte.
Draco se agachó para sentarse en los escalones y apoyó la frente en la barandilla.
—Gracias.
Potter se detuvo por un momento junto a la puerta.
—Um, voy a ir al callejón Diagon —dijo torpemente— ¿Necesitas algo?
—Creo que será mejor que esperemos hasta que descubramos mi situación financiera.
—Correcto —dijo Potter— Pero podría comprar por ti hasta entonces, si hay algo que quieras.
«No pidas cosas, le había dicho su madre. Pero acepta los regalos cuando te los ofrezcan. Hace que las personas sientan que juzgaron correctamente».
—“Los Consuelos de la Filosofía Mágica” de Boecio —dijo Draco— Estará en Flourish y Blotts.
—No es un libro de hechizos ¿Verdad?
Draco se resistió a poner los ojos en blanco.
—Es filosofía, Potter. Y consuelo. Boecio lo escribió en prisión. Olvídalo, es estúpido.
—No, lo compraré.
—Te devolveré el dinero.
—No hay prisa —dijo Potter, y se fue.
—¡Estoy tan contenta de que estés leyendo esto, Harry! —dijo Hermione, mientras esperaba en la salida— Me preguntaba cuándo llegarías a mi lista de sugerencias.
—Es para Malfoy, en realidad.
Ron gimió.
—¿Le estás comprando libros?
—No es un regalo —dijo Harry a la defensiva— Me devolverá el dinero. Le pregunté si necesitaba algo.
—¿Y eligió esto? —preguntó Hermione— ¿No… ropa? ¿O productos para el cabello?
—Mira, ha estado jodidamente raro desde que volvió conmigo, ¿De acuerdo? No pretendo entender lo que pasa por su cabeza. De todos modos, ¿De qué trata este libro?
—Bueno… es algo apropiado, de verdad. Boecio fue un mago del Siglo VI que fue encarcelado por traición. Escribió “Los Consuelos de la Filosofía Mágica” en prisión. Es una conversación entre él y Lady Filosofía, quien creemos que puede haber sido el fantasma de una mujer a la que amaba, posiblemente su esposa o madre. Ella le aconseja cómo continuar cuando todo se ha perdido.
Harry pensó en la voz de Malfoy en las escaleras, «¿Eres real?».
—¿Qué le pasó a Boecio? —preguntó.
—Oh, fue ejecutado. Aun así, puedo ver por qué podría ofrecerle a Malfoy algo de consuelo. Aunque me sorprende; Boecio era famoso por ser hijo de muggles.
—¿Ya se disculpó por ser un idiota mortífago idiota? —preguntó Ron.
—No. No le creería si lo hiciera, para ser honesto.
—Creo que estás haciendo algo muy noble, Harry —dijo Hermione— Loco, pero noble.
—Gracias. Para ser justos, Malfoy también está loco. Creo que todavía cree que su madre está viva. Él sigue hablando con ella.
—Oh —dijo Hermione, luciendo desesperadamente triste.
—No hay… otra forma en que ella podría haber regresado, ¿Verdad? —preguntó casualmente— ¿Más allá de ser un fantasma?
—No, Harry —dijo Hermione, luciendo aún más triste— Si Malfoy le está hablando a ella, solo se está hablando a sí mismo.
—Correcto —dijo Harry— Sí, lo imagine.
—Gracias —dijo Malfoy, cuando Harry le dio el libro. Se lo llevó arriba y no bajó a cenar. Harry aún no lo había visto comer. Esperaba que Kreacher lo estuviera alimentando.
No se hizo más normal tener a Malfoy en la casa. No ayudaba que Malfoy hablara con él. Se sentará cerca de Harry, luciendo asquerosamente en forma, y le preguntará que estaba haciendo, cómo dormía, cómo se sentía, si tenía planes. Harry respondía con oraciones cortas y sospechosas, pero eso no pareció disuadir a Malfoy en lo más mínimo.
Sin embargo, cuando Harry le regresaba las preguntas, Malfoy se desviaba rápidamente.
—¿No estás harto de ese libro? —preguntó Malfoy, una tarde. Harry estaba leyendo “Quidditch a través de los tiempos” por quinta vez esa semana.
—Me gusta —dijo Harry, frunciendo el ceño.
—Merlín, a todos nos gusta. Pero hay otros libros de quidditch, ¿Sabes?
Harry se sorprendió por su malhumor.
—¿Existen?
—¡Por supuesto! Novelas enteras. ¿Nunca has leído “Un Aprieto3 de Snitches”?
—¿Un qué?
—¡Potter! ¡Dios mío! ¡Qué viaje estás a punto de emprender!
—¿De qué estás hablando?
Malfoy se inclinó hacia adelante. Sus ojos brillaban de emoción. Harry nunca lo había visto así, eufórico, sin malicia. Hacía que Malfoy pareciera vulnerable, aunque podía decir que Malfoy no se había dado cuenta de eso.
—Solo la mejor serie de misterio que jamás se haya escrito —dijo Malfoy— Emocionante aventura. Crímenes intrépidos. Héroes reacios, te gustará eso… me imagino. Todo ambientado en el mundo de la Liga Internacional de Quidditch. ¡Tienes que leer uno! Creo que el ultimo salió en junio.
Harry miró a Malfoy, tratando de averiguar si había algo que odiar de lo que estaba diciendo. No lo hubo, concluyó. Realmente no.
—Está bien, lo leeré —dijo.
—Deberías conseguir toda la serie. Una vez que leas uno, no podrás parar.
Resultó que Malfoy tenía toda la razón. Harry devoró “Perseguidores de Buscadores” en medio día. Terminó en suspenso. Cerró el libro con entusiasmo y Malfoy levantó la vista. Ambos estaban en la sala de estar. Malfoy parecía no hacer nada en todo el día más que repasar “Los Consuelos de la Filosofía Mágica”, aunque a menudo desaparecía en su habitación durante horas. Harry sabía que todavía hablaba con su madre allí arriba. Era deprimente.
—¿Terminaste? —preguntó Malfoy.
—¿Entonces el árbitro simplemente se escapa?
Malfoy sonrió.
—Lee el siguiente.
—¿Crees que Flourish & Blotts seguirá abierto?
Malfoy miró el reloj. No tenía reloj. Harry notó con culpabilidad que todavía estaba usando joggers y el suéter rojo que Harry le había dado el primer día… Harry no había pensado en darle nada nuevo. ¿Por qué Malfoy no había dicho nada? Entonces Harry recordó… le había dicho a Malfoy que no se quejara, ¿No?
—Debería estarlo, si te apuras —dijo Malfoy.
—¿Quieres venir?
—¿Contigo? ¿Afuera?
—Sí, ayúdame a elegir los siguientes libros de la serie.
—De acuerdo.
—Tal vez podamos conseguirte algunas túnicas, ya que estamos.
Malfoy parecía incómodo.
—¿Ha respondido el Ministerio sobre el estipendio?
—Sí —mintió Harry— Olvidé decirte que tienes tres galeones a la semana —no era casi nada, pero Harry no estaba seguro de que el Ministerio se pusiera en contacto con él alguna vez, y no quería tener que pagar las extravagancias de Malfoy todo el año.
—Brillante —dijo Malfoy. Sonaba bastante forzado. Harry imaginó que probablemente obtenía más dinero como mesada cuando tenía seis años.
Si era extraño tener a Malfoy en su casa, lo era aún más salir en público con él. Evidentemente, la noticia del vínculo de prisionero se había filtrado y la gente los miraba abiertamente. Malfoy ignoró a todos, aunque siguió mirando a Harry de manera que evidentemente pensó que era sutil.
Casi se pelearon a puñetazos la última vez que estuvieron juntos en Flourish & Blotts. Harry supo que ambos estaban pensando en eso, cuando entraron.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.
—Sí —dijo Harry— ¡Mira! ¡Tienen el último de la serie!
—Tranquilo —dijo Malfoy— Tienes que leer los primeros doce antes de llegar a ese.
—¿Hay doce?
—Cada uno mejor que el anterior. Bueno, excepto por el libro nueve. Griselda Crowley había recibido una dosis de Amortentia cuando escribió ese, por lo que es principalmente porno.
—No suena tan mal —dijo Harry. Malfoy se sonrojó. Había algo muy sexy en Malfoy cuando se sonrojaba, se dio cuenta Harry consternado.
Mientras Harry recogía los doce libros de “Un Aprieto de Snitches”, Malfoy deambulaba por los pasillos y volvía con su propia pila de libros.
—Eso te costará alrededor de 15 galeones, creo —dijo Harry.
—¿En verdad? —Malfoy dejó los libros y comenzó a mirar sus precios. Obviamente nunca había tenido que hacer eso, antes. De repente, Harry deseó haber dicho que el estipendio de Malfoy era un poco más. Solo podría comprar un libro de su pila, si también quisiera comprar ropa.
Malfoy dejó el último libro con un movimiento lento y deliberado.
—¿Qué estas eligiendo? —preguntó Harry
—Realmente no quiero nada —dijo Malfoy.
—Vamos. No puedes seguir releyendo a Boecio.
Malfoy parecía afligido.
—¿Querías decir eso como una orden?
—¡No! —dijo Harry, horrorizado— ¡Puedes leer lo que quieras! Lo siento.
—Gracias —dijo Malfoy.
Era como el incidente cuando Harry le dijo a Malfoy que se quedara en la casa. Sobre todo, Harry se olvidaba del vínculo, pero Malfoy, claramente, no podía.
—No me di cuenta de que lo había hecho —dijo Harry— Lo siento.
Malfoy le dio la espalda a Harry mientras devolvía los libros de su pila a sus estantes.
—De todos modos, ¿Cuánto costaba el de Boecio? —preguntó.
—Estaba en oferta —mintió Harry automáticamente.
—Mentiroso. Te crees tan astuto, Potter. Piensa que harás tus buenas obras sin que me dé cuenta. Pero siempre me doy cuenta.
—Eran dos galeones —admitió Harry— De todos modos, puedes conseguir estos la próxima vez, cuando vengamos a buscar nuestros libros de texto.
Malfoy se congeló.
—¿Libros escolares?
—¿Para el octavo año? ¿Para obtener nuestros EXTASIS?
—No puedo volver a Hogwarts.
Harry se sintió erizarse. Iba a volver a Hogwarts, ¿No? Aunque era donde habían muerto tantas personas a las que amaba, donde había muerto él mismo, ¿Pero Malfoy no podía soportarlo?
—Bueno, vas a tener que hacerlo —dijo— Porque iré, y en caso de que lo hayas olvidado, eres mi prisionero.
Malfoy solo lo miró. Harry acababa de prohibirle accidentalmente leer su libro favorito. Por supuesto que no había olvidado que era prisionero de Harry.
Ron tenía razón, se dio cuenta Harry. Harry era un imbécil.
—Malfoy —comenzó, pero Malfoy lo interrumpió.
—Solo me preocupa que no me den permiso para regresar. Sé que eso complicaría nuestra… a mí siendo tu prisionero. Y ya es complicado.
—Será mejor que te dejen volver —dijo Harry sombríamente. Malfoy encogió sus estrechos hombro.
—Deberíamos pagar, si queremos llegar a Malkin antes de que cierre —dijo.