Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia
Summary
En Azkaban, Narcissa Malfoy le da lecciones a Draco sobre cómo manipular a las personas para que lo amen. Cuando Draco es liberado con la condición de que esté unido a Harry como su prisionero, finalmente tiene la oportunidad de poner en práctica sus nuevas habilidades.Inspirado en una excelente historia llamada Unexpected Consequences de Lauren3210
Note
IMPORTANTE:La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia “LESSONS IN GRACE AND DECORUM”. Quien ha eliminado su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
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CAPÍTULO 1

Capítulo 1

 

La verdadera Narcissa amando a su hijo Draco

Arte por Nadiasna7

 

   —Ojalá hubieras sido una niña —dijo Narcissa Malfoy.

 

Draco se rio. Hacía mucho frío en Azkaban. El número de Dementores se había reducido considerablemente, pero había suficientes para que la cabeza de Draco se sintiera nublada y ligera, como si no hubiera dormido en días. Quizás no lo había hecho.

 

   —Ese es uno nuevo —dijo— ¿Por qué?

 

   —Te criamos para inspirar respeto. Si hubieras sido una niña, te habríamos criado para ser amada —dijo su madre.

 

Eran los únicos prisioneros que compartían una celda, que Draco supiera. No sabía a quien tenía que agradecer por esa misericordia, pero sabía que era lo único que lo mantenía cuerdo. Su madre se sentó frente a él en la celda, su cabello misteriosamente brillante y limpio, a pesar de lo irregular que les permitían ducharse. Se las arregló para mantener su dignidad, incluso aquí.

 

   —Pero tú me amas —dijo.

 

   —¡Por supuesto! Mi dulce niño, por supuesto. Pero no fuiste entrenado para hacer que la gente te amara. Y lo necesitarás, ahora.

 

   —Lo haré —dijo Draco rotundamente.

 

   —Es tarde —dijo su madre— Pero hay que enseñarte. Es la única forma.

 

   —¿Enseñarme qué? ¿Cómo ser una niña?

 

   —Cómo hacer que la gente te ame.

 

   —No puedes estar hablando enserio.

 

La voz de su madre era urgente.

 

   —Vas a salir de aquí, Draco, y va a ser muy difícil. Nadie te respetará. Te compadecerán, si tienes suerte. Pero la lástima se puede traducir fácilmente en amor, y eventualmente eso conducirá al respeto. Tienes que hacer que te amen.

 

   —¿Quién?

 

   —Todo el mundo.

 

Draco suspiró.

 

   —Bueno, supongo que hará que el tiempo pase. Adelante entonces. ¿Cuál es mi primera lección?

 


 

Completamente borracho, Harry salió a trompicones por la puerta principal. Ron tuvo que desbloquearla por él.

 

   —Tranquilo, compañero —dijo Ron.

 

Harry lo ignoró y fue al gabinete de licores.

 

   —¿Whisky de Fuego? —preguntó

 

   —No gracias, estoy a punto de vomitar. Y tú también. Ve a la cama.

 

   —¡Mierda! ¡Maldita mierda! —dijo Harry. No quedaba whisky de fuego— ¡Kreacher!

 

Kreacher apareció con un pop. Ron parecía claramente incómodo.

 

   —¿Dónde diablos está el maldito whisky de fuego, Kreacher? ¿Lo bebiste? ¿Dónde está?

 

   —El amo está borracho de nuevo —dijo Kreacher.

 

   —Harry, vamos, ve a la cama.

 

   —Oh, vete a la mierda con Hermione.

 

   —¿Sabes qué? Lo haré —dijo Ron, yendo a la chimenea. Su rostro hacía juego con su cabello por el color— Este acto del Harry-Furioso-De-Quinto-Año se está volviendo bastante viejo, en realidad.

 

   —Oh, lo siento, ¿Te está molestando mi trauma?

 

   —Todos tenemos un trauma, Harry, pero no todos somos idiotas al respecto.

 

   —¡No estoy siendo un idiota!

 

   —Absolutamente lo eres compañero. Mira lo entiendo, los juicios son difíciles, pero si tan solo nos hablaras al respecto.

 

   —¡No hay nada de qué hablar! —gritó Harry.

 

Ron parecía cansado.

 

   —De acuerdo, Bien. Llévalo a la cama, ¿Quieres, Kreacher?

 

   —El amo no está obedeciendo a Kreacher, Señor Weasley. Kreacher debe obedecer al amo.

 

   —Sí —dijo Harry— Así es. Y ahora mismo, te ordeno que vayas a buscar más whisky de fuego. Debe haber algún lugar que todavía esté abierto.

 

   —Buenas noches, Harry —dijo Ron, desapareciendo en la chimenea. El estallido verde del suelo hizo que Harry se estremeciera. Ya no le gustaba que la gente usara polvos flu a su alrededor. Era demasiado vívido. Todo era un poco demasiado vívido, desde mayo. Sobresaturado. Por eso la bebida ayudaba; calmaba los colores.

 

Kreacher le encontró otra botella de alcohol y, finalmente, Harry se desmayó en la mesa de la cocina.

 


 

   —Todo el mundo quiere hablar de algo. Solo necesitas averiguar qué es y preguntarle al respecto —dijo Narcissa Malfoy— Esa es la clave para ser un buen conversador. Hacer las preguntas correctas.

 

   —¿Qué pasa si son tediosos hasta la médula?

 

   —Nadie lo es, Draco.

 

Practicaron. Narcissa interpretó a una invitada tímida y monosilábica. Draco le hizo preguntas de sondeo en un intento de involucrarla. Después de media hora, estaba furioso.

 

   —Cualquiera que sea tan difícil de hablar merece ser hechizado —dijo.

 

   —Mi cielo, debes ser paciente. La paciencia te hará adorable. Intenta otra vez.

 

Le tomó varias veces, pero finalmente la quebró. Ella había escogido un tema de antemano sin decírselo, y cuando Draco se dio con él «magia de los sueños del siglo XVIII» ella comenzó a hablar con entusiasmo. A Draco le pareció como comer mariscos uno tenía que romper el cascarón para acceder a la carne.

 

   —Eso estuvo bien —dijo— Ahora te enseñare palabras mágicas: ¿Qué quieres decir?

 

   —¿Qué quieres decir? —preguntó Draco. Su madre asintió— No —dijo Draco—¿Qué quieres decir? ¿Cómo son esas palabras mágicas?

 

   —Todos quieres ser entendidos, Draco. Cuando le preguntas a alguien qué quiere decir, especialmente después de que ya han estado hablando mucho, les hace sentir valiosa. A la gente le encanta ser valiosa. Aman a quienes los hacen sentir de esa manera.

 

Draco cerró los ojos y estiró las piernas. Le dolían por estar acurrucados en su pecho todo el día, ¿O fue toda la noche? Estaba tan oscuro en Azkaban. Tan oscuro y tan frío. Su columna se estremeció dolorosamente, y echó las piernas hacia atrás para calentarse, aunque le dolía.

 

   —¿Dónde había estado esta creencia durante la guerra?, se preguntó. Todo el mundo quiere ser entendido. ¿Habían tratado sus padres de entender a los hijos muggles? ¿Traidores de Sangre?

 

El no dijo nada. Preguntarle a su madre cómo podía tener dos puntos de vista tan opuestos sería criticarla y él no podía hacer eso. Era divertido: cuando era adolescente «y todavía era un adolescente, se recordó a sí mismo» nunca había tratado de ahorrarse los sentimientos de sus padres. Les dijo que los odiaba cuando no le compraban lo que quería. Les insultaba constantemente. Pero ahora que estaban los tres en prisión, la idea de aumentar su culpa de alguna manera le revolvía el estómago.

 

   —¿Sientes remordimiento, Draco? —preguntó su madre un día. Sabía que era de día porque acababan de comer. Pan. Draco tenía tanta hambre que a veces se sentía como si sus entrañas se estuvieran comiendo a sí mismas.

 

   —Estoy demasiado enojado para sentir remordimiento —dijo.

 

   —Debes arrepentirte —dijo Ella— Nadie te amará ahí fuera, si no lo haces.

 

   —¿Sientes remordimiento? —le preguntó a ella.

 

   —Lo siento, Draco. Ojalá pudieras perdonarme.

 

Parecía tan infeliz.

 

   —Ya te lo dije —dijo Draco— No hay nada que perdonar.

 

A menudo le había dicho cuánto lo sentía, pero a Draco le parecía que solo lamentaba cómo sus acciones lo habían impactado, no su inmoralidad innata. No es que pensara mucho en la moralidad. Era como él dijo: estaba demasiado enojado. Cuando pensaba en la guerra, sentía una oleada de furia que lo cegaba y no podía distinguir ningún sentimiento diferente más allá de injusto, injusto, injusto. No se permitía pensar en ello. Así se caía en la locura.

 

El tiempo paso con las lecciones.

 

   —La autocompasión es repulsiva —dijo su madre— No hay nada menos probable que gane la simpatía que buscarla. Debes soportar el dolor con valentía y sin quejarte.

 

   —Nunca he sido valiente —dijo Draco.

 

   —Debes serlo, ahora, o nadie te amara.

 

   —Me amas —dijo. Porque sus palabras lo inquietaron.

 

   —Sí. sí, te quiero mucho. Quiero que estés a salvo. Quiero que seas feliz. Será muy difícil para ti, allá afuera.

 

A veces, Draco no quería dejar Azkaban. Estaba oscuro y frío, y tenía hambre, pero su madre estaba allí. Tal vez ambos saldrían. De alguna manera, sabía que no lo harían. Su madre parecía saber esto también. Cuando hablaba de que Draco se iba, siempre era con el entendimiento de que se iría solo.

 

   —No hables de ti mismo. Solo haz preguntas —dijo su madre.

 

   —¿Por qué?

 

   —Afecta el equilibrio de poder. Al principio, la gente pensará que estás fascinado por ellos. Esto eventualmente hará que se sientas fascinados por ti. Cuando sabes todo sobre ellos y ellos no saben nada sobre ti, tienes las cartas y te amarán por ello.

 

No era bondad lo que le estaba enseñando. Era una especie de código de conducta Slytherin. Era una forma de robar poder a través de las emociones. Todas las cosas de las que se enorgullecía le habían sido despojadas, y ella le ofrecía otro tipo de fuerza.

 

   —¿Sientes remordimiento? —ella le preguntaba, a menudo.

 

Estaba nublado en su cabeza, en cualquier caso, a causa de los Dementores. Su madre se sentaba apartada de él, excepto cuando dormía. Despertaba de sus pesadillas con el fantasma de su toque en su cabello.

 

   —Tienes que arrepentirte —le dijo— Debes aceptar la responsabilidad por el daño que hiciste.

 

   —El daño que hicimos —corrigió Draco.

 

   —Sí —dijo ella débilmente, y él fue inmediatamente golpeado por una culpa terrible y desgarradora.

 

   —Lo siento —dijo.

 

   —Nadie te amará. Tienes que. Tienes que arrepentirte.

 

   —No puedo —dijo.

 

   —Bueno, a la siguiente lección. Cumplidos.

 

Ella lo entrenó durante horas seguidas. Ella lo llenó de teorías sobre las personas, sobre lo que querían, sobre cómo hacer que lo amaran. Estaba tan asustada de que nadie volviera a amarlo. Draco entendió que su miedo se basaba en la culpa, pero deseaba que no lo dijera tan a menudo.

 

El día antes de su juicio, lo dijo tanto que Draco quiso sacudirla. Él estaba callado, aunque trató de consolarla.

 

   —No importa qué, Draco, debes salir de este lugar. Toma cualquier opción, excepto aquí. Te volverás loco si te quedas.

 

   —No quiero dejarte —dijo.

 

   —Me romperás el corazón si no te vas —dijo simplemente.

 

   —Te visitare.

 

   —Eso es bueno de tu parte. Será muy difícil para ti, allá afuera.

 

Draco golpeó su cabeza contra la pared, suavemente, pera que ella no lo escuchara.

 

Cuando el guardia vino a buscarlo, ella estaba frenética.

 

   —Recuerda… deber ser valiente… humilde… sin acobardarte, pero no arrogante… valiente… estoico… recuerda… nadie te amará sino… sé valiente…

 

   —Lo sé —dijo Draco.

 

No se abrazaron. Él asintió con la cabeza y siguió al guardia hasta el traslador.

 


 

Harry había estado temiendo el juicio de Malfoy más que cualquiera de los otros. Fue el único hasta ahora donde testificó por la defensa. En privado, Harry sentía que Malfoy no debería haber ido a juicio. ¿No debería ser suficiente la opinión de Harry? Había salvado a todo el mundo mágico. ¿No podían confiar en su juicio sobre un miserable imbécil de dieciocho años? Malfoy ha había perdido suficiente.

 

Pronuncio su parte, explicando como Malfoy había salvado su vida en la mansión, cómo había tratado de evitar que Crabbe y Goyle lo matarán, cómo había bajado su varita en lugar de matar a Dumbledore. Malfoy parecía completamente desaliñado, pero se sentó erguido, con lo ojos bajos. Solo había estado en Azkaban durante tres meses, pero se estaba consumiendo. Evidentemente, el dolor lo había golpeado con fuerza. No intercambio mirada con Harry, a pesar de que Harry trató de hacer que lo mirara.

 

Harry, había que decirlo, todavía estaba borracho de la noche anterior. Había ido a un club muggle y se había acostado con dos hombres diferentes. El primero fue una mierda, así que tuvo que regresar por el segundo. El segundo no fue mucho mejor, pero cuando terminaron, Harry estaba tan borracho que no podía ponerse de pie y dio por terminada su noche.

 

El fiscal era el tipo de persona que Harry odiaba más. No había estado involucrado en la guerra, pero acusó a Malfoy con una santurronería tan engreída que hizo hervir a Harry. No es que Harry no pensara también que Malfoy era un pequeño intolerante de mierda. Era solo que Harry sentía que su palabra debería tener más peso que el abogado gilipollas satisfecho de sí mismo que obtenía respuestas concisas y monosilábicas de Malfoy con tal deleite jactancioso.

 

   —¿Estás bien? —susurró Hermione.

 

   —Bien.

 

El juez se aclaró la garganta. Era hora de escuchar la sentencia de Malfoy. Harry odiaba este momento. Siempre miraba al acusado y recordaba cómo se había sentido al sentarse en esa silla, en quinto año.

 

Malfoy estaba muy quieto, como si no le molestaran las cadenas que lo envolvían. Su rostro estaba impasible.

 

   —Por este medio, este tribunal sentencia a Draco Lucius Malfoy a cinco años en Azkaban bajo la custodia de un Dementor…

 

   —¡No!

 

Harry no se dio cuenta de que había gritado hasta después de que sucedió.

 

   —¡Harry! ¡Siéntate! —dijo Hermione.

 

   —¡No! —dijo Harry— Esto es ridículo. He testificado a favor de una persona, en todos estos juicios. ¿Una persona que creo podría ser redimible, y ustedes ni siquiera escucharán?

 

   —Señor Potter, sin su testimonio, la sentencia sin duda habría sido de diez a quince…

 

   —¡No me importa! ¡No se trata de él! ¡Es sobre mí!

 

Dios, realmente estaba bastante borracho. ¿Acaba de decir eso? Pero continuó, ignorando la mirada ceñuda de Ron. Hermione tenía la cabeza en las manos. Malfoy, exasperadamente, parecía completamente imperturbable.

 

   —¡Morí por ustedes! ¡Por todos ustedes! ¡Y tienen el descaro de no confiar en mi juicio…!

 

   —Harry —susurró Hermione— ¡El Wizengamout no puede satisfacer tus caprichos!

 

   —¡Míralo! —grito Harry, señalando a Malfoy, quien finalmente reaccionó. Levantó las cejas— ¡Se ve como una mierda! No va a durar cinco años allí. Ya está medio muerto después de tres meses. Sentencia cumplida, déjenlo irse.

 

   —El tribunal declara un breve receso —dijo el juez. El murmullo que había comenzado con el arrebato de Harry se convirtió en un fuerte balbuceo de emoción e indignación.

 

   —Te has vuelto loco —dijo Ron— Acabas de tener un colapso mental por Malfoy yendo a Azkaban. Te encanta enviar Malfoys a Azkaban.

 

   —No se trata de Malfoy —dijo Harry— Se trata de… se trata de que las personas obtengan lo que se merecen.

 

   —Él era un mortífago, Harry —dijo Hermione— ¿No crees que merece ser castigado?

 

   —No se trata de lo que se merece. Se trata de lo que merezco. ¡Merezco que me escuchen!

 

   —Para de gritar.

 

   —¡No estoy gritando!

 

El juez reapareció y el tribunal declaro.

 

   —En vista de las circunstancias inusuales del testigo clave en este caso —dijo— Nos gustaría ofrecer un juicio alternativo. El Señor Malfoy puede pasar cinco años en Azkaban, o… —hizo una pausa para sonreírle a Harry— … él puede someterse a un Vínculo de Prisionero con Harry Potter por un período de un año.

 

Todos empezaron a hablar a la vez.

 

   —Harry, no puedes, es demasiada responsabilidad, es lo último que necesitas en este momento —dijo Hermione con urgencia.

 

   —Amigo, de ninguna manera, es Malfoy, no quieres a ese imbécil en tu casa.

 

   —¡Orden! ¡Orden! Señor Potter, el Vínculo del Prisionero aseguraría que el Señor Malfoy tendría que obedecer cualquier orden que le diera. Tampoco podría alejarse más de quince metros de usted sin su permiso expreso. Se le prohibiría realizar magia. En esencia, te convertirías en su carcelero.

 

Harry miró a Malfoy. La única señal que había escuchado era que estaba apretando la mandíbula.

 

   —Están haciendo esto para humillarme —le dijo Harry al Juez. Hermione hizo un pequeño gemido. Él la ignoró.

 

   —El Señor Malfoy es un peligro para la sociedad —dijo el Juez— Creemos que podría neutralizar ese riesgo, pero si no está dispuesto, por supuesto, estamos felices de enviarlo a Azkaban, según nuestra decisión original.

 

   —No —dijo Harry con firmeza— Lo haré.

 

   —¡Harry!

 

Malfoy levantó las cejas de nuevo.

 

   —Señor Malfoy, ¿Está de acuerdo?

 

   —Sí —dijo Malfoy, sin dudarlo.

 

   —Harry, no puedes —dijo Hermione.

 

   —Hermione, ¿honestamente? ¡A la mierda!

 

Trepó por los banquillos para llegar a donde estaba el Juez junto a la silla de Malfoy.

 

   —Extiende tu brazo —dijo el Juez. Las cadenas alrededor del pecho de Malfoy se aflojaron.

 

Malfoy extendió su brazo derecho.

 

   —Su otro brazo, Señor Malfoy.

 

Malfoy se sonrojó y extendió su brazo izquierdo. Con los harapos grises que vestía, su antebrazo estaba expuesto, la Marca Tenebrosa era horrible y parecía magullada.

 

   —Señor Potter, ¿Podría poner su mano sobre su Marca?

 

Harry se acobardó. Una cosa era aceptar tener un poder completo sobre Malfoy y otra completamente diferente tocar su Marca Tenebrosa. Era repugnante. Lo hizo sudar con sólo mirarlo.

 

Malfoy bajó el brazo.

 

   —No importa, Potter —dijo— Gracias de todos modos.

 

Harry lo agarró y puso su mano sobre la marca. Había esperado que se sintiera diferente, pero era solo piel, piel ligeramente fría. También fue el mayor contacto que había tenido con Malfoy sin que ninguno de ellos intentara matarse el uno al otro.

 

   —¿Ambos entienden que este es un contrato mágicamente vinculante?

 

   —Sí —dijeron. Malfoy estaba evitando su mirada de nuevo.

 

   —En ese caso… ¡Captivus Carcerem2!

 

La marca se calentó bajo la mano de Harry. Malfoy se estremeció, pero no dijo nada.

 

   —Bueno, veamos si eso funcionó. Señor Potter, ¿Podría dar una orden?

 

   —Mírame —dijo Harry. Malfoy dirigió sus ojos grises hacia él. Era firmes y sin emociones.

 

Harry se desanimó al notar que Azkaban en realidad no lo había hecho menos guapo.

 

   —Tal vez algo que él no estaría dispuesto a hacer, intente —dijo el Juez.

 

Malfoy frunció el ceño un poco.

 

   —Um… —dijo Harry— ¿Salta arriba y abajo?

 

Malfoy todavía estaba encadenado a la silla. Trató de levantarse, no pudo, y comenzó a retorcerse, jadeando, en lo que claramente era una agonía.

 

   —¡Detente! ¡Permanece sentado! —dijo Harry rápidamente. Malfoy se desplomó, su cabello sucio cayendo sobre su rostro— ¿Qué demonios fue eso?

 

   —El vínculo usa la maldición Cruciatus como un mecanismo de seguridad. Es para prevenir la desobediencia.

 

   —¡Qué mierda!

 

El Juez resopló un poco.

 

   —Bueno, el hechizo parece haber funcionado. Enviaré un folleto informático que debería responder cualquier pregunta que pueda tener. Ambos son libres de irse.

 

Tocó las cadenas que aún encerraban a Malfoy y cayeron al suelo con un clamor.

 

   —Espera —dijo Malfoy— Pensé que regresaría a Azkaban para esperar la liberación. Tengo que despedirme de mi madre.

 

Un escalofrío helado se extendió por Harry.

 

   —Señor Malfoy, su madre está muerta —dijo el Juez— La mataron cuando detuvieron a su padre.

 

   —No —dijo Malfoy, con confianza— Ella estaba en mi celda conmigo.

 

   —A su padre también lo mataron —dijo el Juez, con lo que Harry pensó que era demasiado entusiasmo, al decirlo— Ambos están muertos. Usted estaba allí.

 

   —No —dijo Malfoy, pero sonaba menos confiado ahora— No, porque… porque la vi. Hoy la vi… —De repente sus ojos se abrieron— Oh —dijo, en voz baja.

 

   —Vámonos de aquí —dijo Harry, porque parecía que Malfoy iba a llorar, y había fotógrafos revoloteando.

 

Era como si Malfoy ordenara sus emociones. Desaparecieron limpiamente de su rostro, y sonrió.

 

   —Dirige el camino —dijo.

 

   —Aparición conjunta, ¿De acuerdo?

 

   —Sí.

 

Harry puso su mano en el codo de Malfoy y los llevó hacia Grimmauld Place.

 

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