Long live if we can

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - C. S. Lewis
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Marzo del '72

Marzo del ‘72

El mes de marzo pasó bastante tranquilo a comparación del anterior. Durante la primera semana de marzo, en una de las horas que Ravenclaw no tenía clase, Martha fue a uno de los baños del castillo. No estaba cerca de muchas aulas, pero era precioso. Tenía un ventanal gigante al final del pasillo, donde te podías sentar y todo. Además los cristales eran vidrieras y se podía ver más allá del bosque prohibido. por lo que sabía que apenas iba a haber alguien allí. Cuando entró, encontró a Remus sentado en el alféizar de la ventana. Él no la notó hasta que ella se acercó a él.

 

-¿Qué haces aquí sólo? Pensaba que teníais vuelo con Slytherin. - Recordaba como Dorcas le había dicho lo mucho que odia las clases con Gryffindor a causa de la eterna rivalidad y cómo siempre acababan castigándoles o quitándoles puntos a ambas casas.

 

-Eee… Ya, pero es que no me encontraba muy bien- No se giró de la ventana al decirlo. Parecía nervioso y algo indeciso.

 

-Remus, ¿Estás bien?- Al decir eso, se sentó a su lado para mirarle a la cara. Cuando fue a seguir hablando le vió la cara llena de cicatrices. Pero no los que solía tener siempre. Éstos parecían nuevos.

 

Remus al darse cuenta de que le había visto, se giró rápidamente para irse, pero Martha fue más rápida y le agarró la muñeca.

 

-¡Merlín! ¿Qué te ha pasado? ¿ Ha sido mi hermano? Suele ser muy bruto a veces. Te juro que como haya sido él ahora mismo mando una carta a nuestros padres. Va a estar castigado de por vida.

 

-¡No!. Mira Martha, no es el mejor momento, de veras. Me gustaría estar solo. Había venido aquí porque pensé que no habría nadie, pero me equivocaba. Adiós.

 

.¡Espera! De verdad que te quiero ayudar, ¿Quién ha sido? ¿ Han sido los mayores? Dile a Frank el es el delegado. Si te da vergüenza o no tienes suficiente confianza, le puedo decir yo. Obviaría tu nombre, sería anónimo.

 

-No…- Empezaba a cansarse de aquella conversación.

 

-Te lo juro, todo saldrá bien, ya verás. ¿Han sido de otra casa o de la tuya? ¿Ha sido Bellatrix? Últimamente se la pasa atormentándonos a nosotros de primero.

 

-Martha por favor…

 

- ¿Ha sido ella? ¡Lo sabía! Sabía que- Fue interrumpida.

 

-Martha ¡Ya basta!. No digas nada ¿Vale?. A nadie. No quiero que me ayudes. No quiero tu ayuda. Ni la tuya ni la de nadie. No necesito intermediarios para mi vida. Déjame ya - Lo dijo gritando. Estaba un poco histérico al decirlo. Tras eso se marchó dejando a Martha sola en el baño.

 

Aquello le sentó bastante mal. Sólo quería ayudar, pero salió siendo gritada. Se pasó un par de días tristes. Cada vez que se encontraban él la rehuía. Hasta James, Sirius y Peter lo notaron. Martha no podía seguir así. Intentó ignorarlo también pero no podía. Sabía que le había atosigado un poco. Pero había sido por que quería ayudarlo. Él había sido la primera persona que conoció y uno de los más decentes de Gryffindor junto con Lily Evans.

 

Después de pensarlo, fue en busca de Frank. No tardó mucho en encontrarle, puesto que, como de costumbre, estaba sentado en el comedor, estudiando un libro de Encantamientos.

 

-¡Frank!- Gritó desde la puerta para después echar a correr a donde él. No había muchos estudiantes a esa hora. Y él estaba en una mesa completamente vacía. Cuando ésta le gritó, todos levantaron la cabeza y él al oírla la esperó a que llegase a la mesa.

 

-Hola pequeña. ¿ Qué pasa?- Preguntó extrañado.

 

-Hace un par de días discutí con un compañero. - Ante eso Frank frunció el ceño y cerró el libro.- ¡No te asustes! No fue tan grave. Pero fue mi culpa. Quise ayudarlo y en vez de eso acabé metiéndome de lleno donde no debía.

 

Frank asintió con la cabeza en señal de que continuase hablando.

 

-A causa de ello, estos días he estado pensando qué hacer para solucionarlo. No es que seamos amigos, pero es de las pocas personas del curso con el que hablaba de vez en cuando. Este fin de semana, podéis salir a Hogsmeade. Sé que estás muy liado estudiando, pero ¿Podrías, si te doy unos galones, comprar en Honeydukes unos cuantos dulces? 

 

Frank suspiró y la miró con una pequeña sonrisa. - Veré lo que puedo hacer- 

 

Tras eso Martha se tiró a donde él a abrazarlo. - Gracias, gracias, gracias. Eres el mejor. ¿Te lo había dicho alguna vez? Gracias.- Frank rió, y le devolvió el abrazo. Antes de que Martha se marchase le dió un beso en la mejilla.

 

El lunes siguiente, a la hora de la cena, Frank se acercó a la mesa de Ravenclaw. Aprovechó que estaba sola en una esquina ya que al mediodía había estado comiendo con Dorcas y supuso que preferiría no tener que dar ningún tipo de explicaciones. Ella estaba de espaldas, llevaba la túnica del colegio y 2 coletas que le sostenían su corto cabello. Leía un libro que su madre le había enviado hacía poco. Era el de Alicia en el País de las Maravillas. estaba muy concentrada leyendo lo que no se dió cuenta cuando Frank se sentó a su lado.

 

-Qué libro más interesante, ¿Cómo se llama?- Le preguntó sonriendo.

 

Martha al escucharlo, sonrió. Le miró y empezó a explicarle con los ojos muy iluminados.

 

-Es un libro muggle. Va de una niña del siglo XIX que sigue a un conejo blanco por un prado, hasta que cae por un agujero que le lleva a un mundo mágico. No como aquí claro. Allí, todo es extraño. Se encuentra con un gato parlanchín, una reina estricta y un sombrerero que toma té todo el día. ¡Hasta celebra su no cumpleaños!

 

-¿Qué es su ‘no cumpleaños’?- Preguntó Frank confundido

 

-Pues eso, celebra que no es su cumpleaños- Martha tras eso río. Y Frank también

 

-Cuando acabe el curso me tendrás que prestar el libro tiene buena pinta.-Martha asintió mientras que Frank se sacaba algo de su túnica. Era una bolsa. No era muy grande, pero cuando Martha la abrió estaba llena de chocolate y dulces. Martha sonrió y volvió a darle una abrazo a Frank

 

-¡Eres el mejor! Gracias otra vez.- Frank le sonrió

 

-Deja de decirme eso o al final te creeré. Bueno, yo me tengo que marchar. He quedado con unos amigos para estudiar un rato más en la biblioteca.

 

-¿No te cansas de estudiar todo el día? 

 

-Mucho, pero para ser Auror se necesita mucho esfuerzo. En fin, hasta mañana.

 

-Hasta mañana, y gracias de nuevo. Frank le sonrió antes de irse de nuevo.

 

Se guardó la bolsa en la túnica y acabó de cenar. Tras eso, pensó cómo iba a dárselo. No podía ir a donde él tal cual. Llevaba los últimos días huyendo de ella. Pensó en ir de nuevo a aquel baño, pero supuso que ya no se atrevería a ir. También pensó en metérsela en su túnica pero eso sería muy difícil. Volvió a pensar en la túnica. No podría hacerlo personalmente. La pillarían. Pero se le vino a la mente la lavandería. ¿Quién la pondría? 

 

Lo primero que pensó fue en ir a donde Frank. Pero él estaba estudiando. No le iba a molestar ahora. Su segunda opción fue un profesor. Tras eso se le ocurrió Madam Pomfrey. Ella es la enfermera. Le vienen toallas y sábanas limpias todas las semanas ella tendría que saberlo.

 

Fue a la enfermería. No estaba llena. Cosa que era raro. Tocó en su despachó.

 

-¿Si?-Preguntó Pomfrey.

 

-Hola buenas, amm… Sé que suena un poco raro pero, me gustaría saber quien es el responsable de las coladas. Es que he perdido un anillo importante que me dió mi madre. La tenía en una túnica, pero se la han llevado con el resto de la ropa sucia. Y necesito encontrarlo antes de que sea tarde. - La excusa le salió bastante mejor de lo que hubiera pensado.

 

-¿Y qué tiene eso que ver con la enfermería?

 

-Bueno, verás, pensé que como la enfermería recibe prendas limpias todas las semanas, usted sabría quien se encarga de ello

 

Madam Pomfrey se le quedó mirando un rato. Debatiendo internamente si era o no buena idea decirle. Pero al final tras un suspiró le dijo.-Son los elfos domésticos. Se encuentran en las mazmorras. Hay un pasillo largo, cerca de pociones, allí hay unas escaleras ocultas que te llevarán a las cocinas. Diles a ellos y ellos te acompañarán.

 

-Gracias señora Pomfrey. Me acaba usted de ahorrar un castigo. -Se dió la vuelta para irse. 

 

-Señorita Potter, le confío ésto puesto que se ve una alumna digna. El mal trato de esta información podría conllevar un castigo mayor. ¿ Lo sabe verdad?

 

-Si, lo tendré en cuenta. Gracias de nuevo.

 

Al salir se dirigió a las cocinas. No tardó mucho en llegar, y nada más verla una elfa llamada Minsky le preguntó qué podía hacer por ella.

 

Martha le pidió que le llevase esa bolsa de dulces al cuarto de Remus Lupin, cuando ni éste ni ninguno de los otros 3 estuviesen en el cuarto. Antes de darle la bolsa escribió en un papel una pequeña nota en la que ponía un "Lo siento’’. También le pidió que no dijese nada y mucho menos a él. Minsky aceptó y le prometió que cuando le entregase la bolsa le haría saber.

 

De esa manera, el miércoles antes de salir de su cuarto, Minsky se le apareció diciéndole que ya lo había hecho. Ella sonrió y le dió las gracias antes de irse a clase. Compartían esa primera hora con Gryffindor, así que él no lo sabría hasta más tarde.

 

Pasaron las clases y se fue a dar una vuelta por el castillo. Acabó meándose de nuevo, así que se apresuró a aquel baño apartado. Tras salir y lavarse las manos, se fue a sentar en el alféizar. Era un día soleado, pero seguía haciendo frío de invierno. se quedó allí un rato largo. No sabría decirte cuánto puesto que perdió el sentido del tiempo. Pero tras un largo rato, se oyó la puerta abrirse. Martha se giró para ver quien era. Al verle a él sonrió de manera apenada y se dió la vuelta de vergüenza.

 

Seguramente habría visto la bolsa ya. Martha se puso roja y quiso desaparecer en ese momento.

 

Remus se sentó a su lado. Y se sacó unos dulces del bolsillo. Le ofreció la mitad sonriendo.

 

-Al fin y al cabo, yo tampoco actué bien. Siento haber sido tan brusco el otro día. Pero no estaba en el mejor momento.

 

-No pasa nada. Siento haber sido tan pesada. Me dijiste que no una vez, y tendría que haberlo respetado. Perdón. ¿Estás mejor ya?

 

-Sí. Mucho mejor.-Tras eso le sonrió y se giró al mirar el paisaje.

 

Durante la semana siguiente, le fueron llenando con deberes y exámenes para después de las vacaciones de Pascua. Martha estaba harta ya de que en cada asignatura que pasase le mandasen algo. Lo fue haciendo durante los ratos libres para así quitárselo antes de vacaciones y poder disfrutar de éstas.

 

Su cumpleaños también se acercaba. Pero eso significaba que también el de su hermano. Los amigos de éstos estaban haciéndole un cumpleaños sorpresa para 25, ya que su cumpleaños en verdad caía en lunes. A lo largo de aquella semana, invitaron a todo el mundo. Bueno. A casi todos. Los Slytherin no recibieron invitación. Ella tampoco.

 

Por un lado lo entendía. No se hablaban. No era como en otoño. En febrero cuando le hicieron aquello a Sophie y Henry se dieron un alto en fuego. No se hablaban, pero tampoco se molestaban. Pero pensaba que aún así le dirían. Se equivocaba.

 

El día 24, estaba con Dorcas en el gran comedor terminando unos trabajos de astronomía. 

 

-Sólo nos falta Saturno y ya habremos terminado.-Dijo Dorcas sin levantar la vista de su libro. - Oye, ¿Te apetece ir luego a mi habitación a escuchar música?

 

A Martha le apetecía por un lado, pero seguía bastante desanimada por lo de la fiesta. No quería decirle que no de manera brusca, por lo que se inventó una excusa.

 

-No puedo, lo siento. Tenía que ir a hacer una cosa después y si no, no me va a dar tiempo. ¿Qué te parece otro día? Ya hemos acabado prácticamente todos los deberes. Tendremos las vacaciones libres. Le diré a mis padres que vengas. Será divertido.

 

-Pues otro día será.

 

Al acabar la tarea se fue a dar una vuelta. Últimamente, siempre acababa en aquel baño. Cada vez estaba más segura de que apenas alguien lo conocía. Siempre estaba desierto, y aquellas vistas le tranquilizaba bastante.

 

Tras un largo rato mirándolas, se levantó para irse. Justo en ese momento se topó con Remus en la puerta.

 

-¡Te estaba buscando!

 

Martha le miró extrañada. Después de aquel día en el baño no volvieron a verse. Hicieron como que no había pasado nada. 

 

-¿Qué pasa?

 

-Bueno, verás, vamos a hacerle un cumpleaños sorpresa a James, no sé si te habrás enterado…

 

-Si la verdad es que no sois muy silenciosos que digamos.

 

-Ya bueno… eee… Tú eres su hermana.

 

-Si.

 

-Melliza.

 

-Si.- Para ese punto Martha ya solo asentía con la cabeza mientras le miraba para que continuase hablando.

 

-Pues verás… eee.. Sé que no os habláis y tal, pero estoy convencida que le encantaría que estuvieses ahí.

 

Martha suspiró. La verdad es que a pesar de haber recibido la invitación, no le parecía muy bien que hubiese sido un día antes. Debería de sentirse emocionada puesto que en lo más profundo de ella era lo que quería pero en cambio, se sentía mal.

 

-Ya veré, igual mañana tengo cosas que hacer.- Salió del baño y avanzó lo más rápido que sus piernas podían sin correr, pero Remus le alcanzó.

 

-Por favor, sé que sería lo que más ilusión le haría. Si le oyeses hablar…- Ante eso abrió los ojos, sabía que si James se enteraba que lo había dicho, le mataría. - No le menciones que te lo he dicho.

 

Martha rodó los ojos y siguió alejándose, Remus le volvió a alcanzar. -Venga Martha por favor.

 

-Si te digo que sí, ¿ Me dejarás en paz?

 

-No te molestaré nunca más.

 

-Aggh. Está bien. Iré. ¿A qué hora es?- Remus sonrió.

 

-20.30. Será después de la cena.


 

James Pov

-James cierra los ojos.-Sirius le llevaba repitiéndo lo mismo por lo menos 5 minutos.

 

-¡Los llevo cerrando prácticamente desde que salimos del Gran comedor!.

 

Los 3 amigos se rieron tras eso. James sabía que tramaban algo, y teniendo en cuenta que su cumpleaños era tan sólo en 2 días, tampoco tuvo que pensarlo mucho para adivinarlo. 

 

15 días atrás había sido el de Remus. A él le habían organizado también una fiesta. No fue muy grande, ya que sabían que a Remus no le gustaban mucho las fiestas extravagantes. A pesar de ello, en un aula, celebraron por la noche el cumpleaños. Tuvieron mucho cuidado, claro está.

 

Filch y su gata siempre están en los pasillos, y ya habían sido castigados en alguna ocasión a cuenta de ellos.

 

Aún así, James le pidió a Frank si podía ayudarle a hacer una tarta de cumpleaños. A Frank se le daba muy bien la cocina, y ya había organizado alguna vez sus fiestas de cumpleaños. Así que entre los 2 hicieron un pastel de chocolate con unas fresas alrededor. La llevaron a aquella aula y le pusieron un encantamiento para que no se derritiera ni estropease por al menos 12 horas. 

 

Peter se encargó de decorar el aula con globos, y Sirius de hacer una gran pancarta. James quiso invitar a Lily Evans, pero sabía que a causa de su enemistad con Severus, se negaría y además se chivaría de que no estábamos en nuestro cuarto. 

 

Los 3 le regalaron montones de dulces y Sirius, que se había dado cuenta lo que le gustaba leer a Remus, le había regalado unos cuantos libros.

 

Aquella fiesta salió bien, y se lo pasaron de maravilla.

 

-Vale, cuando te digamos… abrelos. Pero no antes de tiempo de acuerdo?- En ese momento notó cómo Peter dejaba de sostenerle.

 

-Vale… ¡Ya!

 

Al abrirlos al principio sólo vió oscuridad, entonces las luces se encendieron y vió que estaba en la sala común de Gryffindor. No sólo eso, sino que también había un montón de personas de las 3 casas.

 

-¡Sorpresaa!

 

El primero en acercarse a él fue Sirius. Le dió una palmada en el hombro, y se acercó a la multitud de gente.

 

-Macho, eres muy popular, a éste ritmo, no quiero ni pensar en la popularidad que tendrás en 7mo.-Este comentario le hizo reír y se sonrojó un poco.

 

La fiesta fue buena. Todo el mundo se acercaba a felicitarlo, incluso ¡Evans!, aquello le pareció uno de los mejores regalos, y había música sonando. Bailó durante mucho rato con la gente pero tras un par de horas, consiguió escabullirse a una esquina a servirse más ponche ( en éste caso sin alcohol puesto que aún tenían 12 años ) y a comer unas galletas.

 

Le alegraba ver a tanta gente. No obstante, seguía faltando Martha. La había estado buscando durante un largo rato con la mirada desde la pista de baile que habían encantado para que estuviese en mitad de la sala.

 

Se terminó sus galletas, y volvió a servirse ponche. Cuando se giró con el vaso repuesto, vió cómo había alguien que entraba en ese momento. Era Martha. Se alegró al instante de verla y se acercó sin pensarlo a ella.

 

Martha se veía un poco aturdida con la música tan alta, y se la veía un poco incómoda. Las veces que había estado era para estar con Frank en su cuarto, pero siempre había más tranquilidad. Al principio ella no le vió. Siguió caminando hacia adelante, con unos pasos un poco tímidos. Se giró para ir a por bebida y fue ahí cuando vió que James se le acercaba.

 

James en ese momento supo que no había vuelta atrás y que era el momento para solucionar las cosas.

 

-Hola…-Martha parecía un poco incómoda. Tuvo que decirlo casi gritando de lo alta que estaba la música.

 

-Hola… amm Bonita fiesta.

 

-Gracias. Te recomiendo la bebida. Está bastante buena. Creo que es zumo de piña.

 

-Genial. Pues… amm… Lo probaré ahora.

 

La situación acabó siendo un poco violenta. James se estaba rascando la nuca intentando que la incomodidad no le matase, y Martha estaba jugando con sus mangas del jersey.

 

-Oye Martha, ¿Podemos hablar?.

 

-Aquí me da que va a ser muy complicado James… Además de que la fiesta está para que tú la disfrutes, no para que nos vayamos ahora a charlar.

 

-Llevo bailando y saludando a gente por lo menos 2h. No creo que vaya a pasar nada por que me ausente un rato.- Tras eso le hizo un ademán con la cabeza a su hermana para que

la siguiese. No miró atrás, porque sabía que posiblemente si lo hacía ésta le acabaría poniendo una excusa. La llevó a su habitación.

 

El cuarto estaba medio desordenado. Las camas suyas y la de Remus estaban bien ordenadas, pero Peter y Sirius las tenían patas arriba. Por suerte el cuarto había sido ventilado antes de la fiesta por lo que el mal olor se había disipado.

 

-Está bien James, ¿Qué pasa?.

 

-Estoy cansado Martha. Cansado de que estemos peleados. Fui un idiota. Lo comprendo. Te hice daño. Lo comprendo. Pero lo quiero solucionar. Dime, ¿Qué he de hacer para que seamos hermanos? Pero no hermanos como hasta ahora. Me gustaría que tuvieras la confianza que le tienes a Frank conmigo. 

 

-James… Las cosas no funcionan así. A mí también me encantaría que volviéramos a hablar y que dejásemos de estar peleados. Pero cada vez que nos lo proponemos acabamos más dañados. No me gusta pero es así.

 

-Entonces, ¿qué propones?. ¿Qué nos odiemos para siempre?- James estaba dolido y confundido por las palabras de su hermana. Acababa de disculparse y ella ¿Le estaba rechazando?

 

-Yo no he dicho eso…

 

-Y entonces ¿Qué has dicho?

 

-Yo sólo… - suspiró- James… Me encantaría tener una buena relación. En verano la tuvimos, así que incapaces no somos, pero… es más complicado. Temo que si nos enfadaremos de nuevo sería más fuerte. Nos destruiría a ambos más.

 

-¿Y por qué nos enfadaríamos?

 

-No lo sé… Pero somos así. ¿ No lo ves? Estamos discutiendo. Otra vez. ¡Y nos estamos gritando! Otra vez.

 

-Yo sólo quería hacer las paces. Tener un buen trato… Si no lo querías podrías haberlo dicho desde el inicio y haberte quitado de rodeos…- Se estaba empezando a desesperar.

- Pero es que yo también quiero que nos llevemos bien. 

 

-Por favor Martha… 

 

-Está bien. Espero que esta vez las cosas vayan bien.-Tras decir eso sonrió.

 

James le sonrió de vuelta, y la abrazó. Había querido hacer aquello durante mucho tiempo, y al fin podía. Aquel momento hizo que su fiesta de cumpleaños mejorase al 1000 por cien.

 

-Bueno, creo que ya es hora de bajar, ¿no crees?-Sugirió Martha al separarse.

 

James simplemente asintió con la cabeza, y ambos bajaron de nuevo a la fiesta.


 

Además, Martha no tuvo que soportar más a Sophie y Henry siendo unos plastas. Desde aquella ‘misteriosa’ pelea no se volvieron a hablar y lo más curioso era que se habían vuelto más callados. Sophie se pasaba las clases prácticamente en completo silencio. Ya no se creía el centro de atención. ¿Lo mejor? La había dejado en paz.

 

Por otro lado, había empezado a ir con más frecuencia al aula abandonada que encontró en noviembre. Se la había mostrado a Dorcas y la habían transformado en su rincón. Habían quitado las mesas y las sillas viejas y habían colocado una gran alfombra ( la cual estaba en un almacén antiguo ). Dorcas le había pedido a sus padres que le trajesen una caja llena de banderines y guirnaldas, y Martha por su parte llena de pósters. Le pidió a sus padres que le comprasen una cámara de fotos para así llenar la habitación de recuerdos.

 

-Necesitamos un sofá.- Dijo Dorcas mirando la habitación desde una esquina. 

 

Martha la miró sonriendo. - Dos. - Dorcas le devolvió la mirada.

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