Long live if we can

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - C. S. Lewis
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Diciembre '71

Diciembre '71

Aquel último mes de clase antes de las vacaciones de Navidad, fue bastante rápido. No obstante, ocurrieron bastantes cosas. Para empezar, James y sus amigos decidieron gastar otra broma a todas las casas. Martha ya se empezaba a aburrir de tener que esquivar cuadros o tener que tener cuidado de donde pisara puesto que se podría quedar pegada sino.

 

Al igual que ella, muchos alumnos ya empezaban a mosquearse, sobre todo la casa de Slytherin que era quien más sufría. 

-Estoy harta de estas bromas estúpidas. Le he dicho a mis padres y ellos están consternados. -Dijo una alumna de Hufflepuff.

 

-Los míos también. Mis padres tuvieron que comprarme otra túnica porque la anterior me la estropearon. -Le respondía otra chica de Slytherin

 

-Te juro que como descubra quienes son…

 

-¡Total!. Este año se está volviendo loco. Menos mal que sólo nos queda un año. No sé qué haría sino.

 

Como esa conversación,ya había oído por el pasillo a unos cuantos alumnos quejarse. 

 

-Si ellos supieran- Pensó Martha.

 

Su distanciamiento con sus amigos, cada vez era más notable también, y Martha ya estaba escéptica puesto que sentía que le estaba pasando lo mismo que con su hermano.

 

Cada vez veía a Sophie y a Henry más juntos con gente de otras casas, y notaba como cada vez que ella se acercaba las conversaciones cesaban o cómo a veces se daban miradas cómplices que ella no entendía.

 

Además de que ella, por su cuenta no había sido capaz de hacer más amigos, cosa que a pesar de que al inicio no le diese tanta importancia, ahora notaba como había sido una mala elección. Tenía también, la mala suerte de no ser muy popular, así que tampoco le resultaba fácil hacer amigos.

 

Los populares solían ser más su hermano y su grupo. Conocían a más personas de las que realmente había en el castillo.

 

En consecuencia, Sophie y Henry al ser su amiga, habían descendido del ranking de popularidad.

 

Con Frank también estaba la cosa un poco tensa. Desde aquella discusión de noviembre ella sentía que él se había enfadado de verdad con ella, y no sabía qué hacer para estar de nuevo bien con él. 

 

Le dijo que hiciese las paces con James, pero ya era muy tarde. Sentía que había dejado ir la oportunidad y que no iba a ser nada fácil arreglarlo. Además ¿Qué iba a decir ella? Ni siquiera fue su culpa esa vez. 

 

Por suerte, a pesar de todas esas penas, al tener tareas y exámenes, se le pasó el mes rápido. Cada vez notaba cómo astronomía e historia de la magia le iban gustando más y más. Últimamente, la que peor estaba llevando era pociones. No porque se le diese mal, sino porque se sentía muy incómoda con Sophie. 

 

Ya no era lo mismo sentía.  Y tenía razón. El 15 de diciembre en uno de los descansos entre clase y clase, fue al baño un momento. Cuando entró, no había nadie. Cosa que le relajó. No le gustaba tener que ir al baño cuando había más gente. Le resultaba bastante incómodo.

 

Por eso cuando oyó unas voces entrar puso una mueca. Reconoció una de las voces. La de Sophie.

 

-Vamos a hacer una fiesta de pijamas este fin de semana para despedir el año. - Eso lo dijo una que se llamaba Verónica. No había hablado mucho con ella a pesar de estar en la misma casa. Era bastante repelente.

 

-¡Genial!.Llevaré mis revistas. ¡Os van a encantar! .- Esa era Sophie.

 

-Lo único., te lo hemos dicho aquí para que nadie nos oiga. No queremos que traigas a tu otra amiga… ¿Marla?- Martha le puso cara de asco, a pesar de que no la viese. Ésa era Charlotte, una de Hufflepuff.

 

Se oyeron risas tras eso. Eso le dolió. -Es Martha pero para el caso. No te preocupes que no le iba a decir nada.- Se oyeron más risas.

 

-¿Cómo es que te hiciste amiga de alguien como ella?- Le preguntó Charlotte entre risas.

 

-¡Eso! Me muero de ganas de saber el motivo. Eres demasiado para alguien como ella. 

 

Martha esperaba que ella la defendiese -No lo sé… - Ahí Martha empezó a sentir sus ojos llorosos. Estaba alucinando. - Al inicio me calló bien. Pero luego conocí a Henry, y claro, ya sabéis que a mi Henry me gusta mucho…

 

-Creénos que sí, Lottie, ¿Cuántas veces nos lo habrá dicho?

 

-Querida Vero, si no fue 1000 veces, fue ninguna.

 

-¡Bueno dejadlo!- Dijo Sophie con voz de vergüenza y entre risas. - La cosa es que cuánto más tiempo paso con él y con vosotras más, menos quiero salir con ella. Pero me da un poco de pena. Se hubo portado bien conmigo.

 

-¡Ay! Me he dado un golpe.

 

-Mejor vámonos, que llegaremos tarde sino a la siguiente clase.

 

Martha ya no entendía nada. Salió del baño casi al mismo tiempo que ellas. Quería que supieran que ella lo sabía. Paso por el medio de ellas tirando a Verónica al suelo.

 

-¡Eh!- Oyó por detrás. A ella no le importó. Y salió corriendo.

 

- ¡Martha espera!- Gritó Sophie corriendo hacía ella. La niña venía con sus 2 libros de la mañana en brazos.

 

-Sophie por favor, déjame. Ya he oído suficiente.

-¡No es lo que parece!. 

 

-No quiero ninguna explicación. Lo he comprendido bastante bien.

 

Sophie siguió insistiendo pero Martha la ignoró todo lo que pudo.

 

Los días pasaron. Martha estaba asistiendo a clase pero se empezó a sentar sola en las que pudo. Intentaba evitar por completo a todo el mundo. Realizaba los exámenes, participaba lo suficiente en clase para que le diesen 5 puntos y desaparecía. Al comedor había dejado de ir también. Prefería bajar a las cocinas con Minsky. Era su mejor compañía.

 

La tarde del 20 de diciembre, un día antes de que regresaran a casa, encontró a Henry y a Sophie con unos Hufflepuffs que eran considerados los más populares de todo el curso seguido del grupo de James y sus amigos, en la biblioteca. Ellos no la vieron a ella, ya que estaban sentados en una mesa y ella se había acercado por la estantería de detrás a por un libro.

 

Sin que la descubrieran, se quedó en la esquina para ver si la mencionaban.

 

-Vale, ya hemos hablado de los Black. Pasemos a los Potter.

 

-James me cae bien. Además de que es bastante guapo - Tras ese comentario rodó los ojos. 

 

-Tienes razón. El rojo le sienta de maravilla.- Acto seguido, escuchó unas risas.

 

-Por otro laaado, su hermana.

 

-Eugh.

 

-Todo lo contrario. 

 

-Sophie, ¿No te llevabas tú con ella?

 

-Eeee - Se le notaba nerviosa. -Ya no. Fue al inicio sólo.

 

-Menos mal que te juntaste con nosotros. De la que te has librado.

 

-¡Cuidado! Ahí viene Madam Pince.

 

Martha se giró tras aquello. No tenía nada más que escuchar. La que había considerado su amiga, y eso es lo que recibía a cambio. Flipante. Tras escuchar todo eso se fue lo más rápido que pudo hacía su sala común.

 

Frank Pov

 

-¡Buen entreno!- 

 

-¡Gracias cap!.

 

-¡Frank!. Vámonos ya. He quedado con Madelaine y no quiero llegar tarde. - Era Kingsley.

 

Acababan de tener un entrenamiento. Iba a ser el último antes de vacaciones y querían ver cómo controlaban los nuevos pases.

 

-No te va a pasar nada porque llegues 5 minutos tarde.

 

-¿No conoces a Maddie o qué?- Dijo entre risas.

 

Frank se rió ante aquel comentario. Madelaine era Gryffindor también. Era de su mismo año. Kingsley y ella empezaron a salir a finales de su quinto año, y desde entonces eran inseparables. Ella le gustaba para su amigo. Era risueña, extrovertida y tocaba muy bien los instrumentos. Pero odiaba la tardanza. 

 

-Tienes razón. Me gustaría no morir en sus manos.- Ambos volvieron a reír.

 

Se dirigían a su habitación para dejar las cosas. Ya estaban a un piso de distancia, cuando vió a Martha… ¿llorando?. Se quedó con el ceño fruncido y empezó a preocuparse.

 

-Eh, ahora te alcanzo. Ten. - Le dió su equipamiento.

 

-¡A dónde vas!. -Preguntó su amigo indignado.

 

-¡Vete yendo!.- Tras eso salió corriendo, dejando a Kingsley confundido en mitad del pasillo.

 

No había hablado con ella, desde la última vez. Se sentía un poco mal porque sabía que había sido duro con ella. Pero era una pelea tonta la que estaban teniendo y debía acabarse cuánto antes.

 

Había notado como en las horas de la comida no la había visto en el Gran Comedor, cosa que le había preocupado. Y ahora la veía llorando.

 

-¡Martha!. - Faltándole poco para alcanzarla, dejó de correr y empezó a andar rápido. Ésta no se giró. Por lo que volvió a llamarla. - ¿Martha?¿Estás bien?.

 

Le tocó el hombro, y ésta se giró lentamente. Estaba llorando. Y llorando feo. Frank le atrajo en un abrazo hacia él para intentar calmarla.

 

Tras unos minutos, la alejó un poco de él para mirarle a la cara -Martha, ¿Qué ocurre?. - Ella fue incapaz de contestarle. Seguía llorando. - ¿Estás así por alguien?- Asintió con la cabeza. Frank se tensó ante aquello, y apretó la mandíbula. - ¿Quién ha sido? ¿James?- Negó desconsoladamente. - Entonces…

 

Frank empezaba a enfadarse. Quien quiera que hubiera hecho que ella estuviera así lo iba a pagar. - ¿No habrán sido esos amigos tuyos verdad?. - Martha al oír aquello, le abrazó y empezó a llorar más fuerte. Acaban de ganarse la ruina. Pensó.

 

-Ven, dame la mano.

 

Frank la dirigió a su cuarto. Dió las gracias que en la sala común no hubiese apenas nadie, porque sabía que sería bastante incómodo. Subieron las escaleras y llegaron al cuarto de éste.

 

-Siéntate, ahora vengo. - Dijo Frank mientras le acariciaba la cabeza.

 

Fue al baño, para saber si Kingsley se había ido ya o no. Por suerte sí.

 

-De acuerdo. -Dijo sentándose a su lado en la cama. - ¿Qué te han hecho?

 

Martha seguía llorando, pero se había calmado un poco. - E-ellos… - Suspiró.- ya no me quieren como amiga. Les he oído hablar mal de mí en la biblioteca. No sólo eso, se estaban riendo de mí. Y… no es la primera vez. La semana pasada, oí a Sopie reírse de mí en unos baños con otras chicas. - Tras eso volvió a llorar y se abrazó al cuello de  Frank.

 

Frank no sabía si lo que sentía era rabia, enfado, o ganas de matar a alguien. La sostuvo entre sus brazos unos cuantos minutos hasta que su respiración se calmó.

 

-Martha mírame. - Acunó su cara con sus manos. - Esos no saben lo que se están perdiendo. Son sólo unos niñatos. Tú vales más. ¿Me entiendes? Mucho más. Si ellos verdaderamente piensan eso… Déjales. Ya se darán cuenta más tarde de lo que vales y ahí será tarde. - Tras eso le quitó con los pulgares las lágrimas que salían de sus ojos.

 

-Gr-gracias. -Le dió una pequeña sonrisa.

 

Frank le besó la frente. - Mira, te lo iba a dar otro día, pero creo que éste es el momento adecuado. ¿Te acuerdas que me pediste a principios de curso ese vinilo? Pues ¡Lo he conseguido! .- Se levantó de la cama y se sacó de su cómoda el vinilo.- ¿Eran éstos? The Doors y Strange Days.

 

-Sii ¡Qué bien! Gracias, de verdad. Llevaba tiempo queriéndolo pero mamá no me dejaba. Decía que era muy chica para ese tipo de cantantes pero es uno de mis favoritos. -  Las lágrimas le cesaron un poco.

 

-Me alegro. -Le sonrió y se volvió a sentar con ella.

 

-Oye Frank

 

-¿Sí?

 

-¿Puedo dormir esta noche contigo

 

-Claro pequeña.

Al día siguiente, cuando se subió al tren, vió a Sophie y a Henry junto con los Hufflepuff pasando al lado de su vagón vacío mientras uno de ellos contaba algo gracioso y se reían. Ni siquiera miraron a su lado cuando la vieron. Y eso le dolió lo suyo. Pero esta vez no iba a llorar. 

 

Se sentó en un compartimiento vacío. No tenía muchas ganas de lidiar con el mundo en aquellos momentos. Poco después, el tren arrancó y su desértico vagón quedó inundado en un silencio que le dió paz. 

 

Durante el trayecto, se la pasó pensando nuevas formas de agrandar su cuarto, puesto que aún no había conseguido realizar el hechizo. Ya había visto, que aún necesitaba más práctica, y se le ocurrió mirar en la biblioteca familiar. Mientras estaba sumida en sus pensamientos, la puerta del vagón se abrió. Tan rápido como lo hizo, Martha giró la cabeza bruscamente para ver quien era.

 

- Hey, estaba viniendo del baño cuando te he visto aquí sola y me ha extrañado. Creo que he visto a Sophie y Henry pasar y me ha extrañado no verte junto a ellos.- Exclamó Remus acercándose al asiento de enfrente para sentarse.

 

No iba a llorar, no iba a llorar, no iba a llorar- Ya, qué se le va a hacer… Ammm… Las personas cambian.- Tuvo que para o se iba a poner a  llorar.- Pero no le cuentes a mi hermano nada de ésto. Lo último que quiero es que después de todo el trimestre venga ahora de superhéroe sin capa.- Esto último lo dijo rodando sus ojos.

 

- ¿Estás segura? Aunque no lo parezca James lleva preocupándose por ti estos meses, a pesar de que no quiera admitirlo. Más de una vez le hemos pillado mirándote.

 

-En fin...- Calló y miró por la ventana unos segundos.- Oye, ¿Podemos cambiar de tema ? Me incomoda bastante hablar de él y encima con uno de sus mejores amigos.

 

- Está bien, si eso es lo que quieres.- Ante eso, sacó 2 ranas de chocolate del bolsillo derecho y le ofreció una a ella.- Ten, te sentará bien. ¿Qué?. No me mires así, te debía una después de que tú me invitaste en septiembre.

 

- Gracias, de verás. 

 

- De nada.

 

- Supongo que tendrás que volverte con ellos, después de todo éste rato, supongo que andarán preguntando dónde estás.

 

- Bueno, si tanto les interesa, ya me buscarán, y hasta entonces... - Le dió una amplia sonrisa y se comió el chocolate que quedaba. Ante eso, la niña le sonrió para acabar riéndose y acabarse el chocolate también.



 

 

24/12/1971

 

La mañana de Noche Buena se despertó a causa de un olor delicioso. Magdalenas de limón y vainilla. Le encantaba cuando su madre hacía repostería. Cuando su madre era joven, había tenido una panadería. Era una de las mejores, pero la muerte de su padre fue un golpe muy duro para ella, y tuvo que dejarlo.

 

Se puso las zapatillas de andar por casa y salió corriendo escaleras abajo a saludar a su madre y a su padre y desayunó mientras veía el amanecer desde la ventana de la cocina. A la media hora, bajó James, con todo el pelo alborotado y el pijama de cuadros rojo medio torcido sobre su torso. Bajaba bostezando y colocándose las gafas bien mientras iba a saludar a su madre, que seguía en la cocina. Fleamont, por el contrario, había salido pues tenía una reunión con un viejo socio. Cuando se sentó en la mesa, ambos se miraron durante unos segundos fijamente, pero al poco apartaron la vista y desayunaron como si no existiese el otro.

 

Euphemia, cada vez lo pasaba peor viendo el panorama y siempre les reñía cuando se ignoraban. Tras aquello ella se marchó y les dejó solos en la cocina.

 

- Aghh, mira lo que has conseguido- Dijo Martha rodando los ojos mientras terminaba las magdalenas.

 

-¿Yo?. Eres tú la que ha hecho que mamá nos riña. Yo acabo de bajar. Aún no he hecho nada.

 

- Por favor... Llevas aplicándome la ley del hielo desde casi octubre porque no aceptas que estoy en otra casa distinta a la tuya. Cada día demuestras más infantilidad en tu persona.

 

- ¡Eso no es verdad!. Cada vez que me intento acercar tu huyes. Te aíslas completamente y no dejas que nadie se acerque a tí.

 

- ¡Mentira!

 

-¡Verdad! Lo intenté, cada vez que me acercaba a tí huías. Pero no sólo conmigo,sino, dime ¿Dónde están tus amigos?

 

En ese punto de la discusión, ambos habían acabado levantándose con la mesa de separación pero cada vez arrimándose más. Pero, ante aquello Martha se calló. No dijo absolutamente nada. Directamente salió de la cocina sin haber terminado de desayunar, con las lágrimas saliéndose de sus ojos. Mientras subía las escaleras medio llorando, escuchó a sus espaldas como su madre entraba a la cocina.

 

Al llegar al cuarto, se encerró, y se la pasó llorando abrazada a su conejo blanco de peluche en la cama tumbada pensando en que a pesar de que le daba rabia admitirlo, su hermano tenía razón. 

 

Había dejado que la pisotearan. Había sido muy dura con quien quería disculparse y muy blanda con quien quería hacerla daño.

 

Con el paso de las horas, acabó quedándose dormida no sin dejar de abrazar a su peluche y se despertó tras oír un ruido proveniente de su cuarto. Al abrir los ojos aún humedecidos, lo primero que notó era que la luz del sol ya no pegaba directamente al cuarto. Lo siguiente que notó James parado en el marco de la puerta.

 

Martha no dijo nada, se quedó mirándole a los ojos sin mostrar reacción alguna. James por el contrario, estaba nervioso y optaba por mirar a cualquier parte del cuarto antes que a ella.

 

- Ehh... Venía para... Avisarte de que han llegado Frank y sus padres... Ehh para que te prepares.- Le dijo mientras se rascaba la espalda.

 

Martha no dijo nada, pero aún mirándole a los ojos asintió.

 

- Oye, siento si me he pasado antes. No quería... Bueno no creía que podrías llegar a tomártelo así. Pensaba que me gritarías o que me pegarías pero no que te pondrías a llorar tanto. No debí decirte eso. Lo siento.- Se disculpó, esta vez mirándole a los ojos.

 

Ante aquello, Martha apartó la mirada de él, y la posó en su ventana.- No deberías decir cosas que sabes que pueden sentar mal a la gente, y menos aún si sabes que pueden dañar tanto. - Tras eso le volvió a mirarle a la cara.- Mira, tú y yo tenemos nuestras diferencias. No sé si es porque el destino nos ha designado esta vida o porque somos incapaces de convivir en armonía pero lo que sí sé es que así no podemos seguir. No sólo por nosotros sino por mamá y papá. Así que hagamos un trato. A partir de ahora, delante de ellos, seremos los mejores hermanos y los mejores amigos, cruzando estas puertas yo seguiré mi vida y tú la tuya.

 

James se quedó estático tras aquellas palabras- De acuerdo.- Dijo éste mirándole a los ojos y la voz apagadas.

 

- Pues entonces, si no hay nada más que decir, me voy a cambiar cierra la puerta al salir.

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