Long live if we can

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - C. S. Lewis
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Niñez

Prólogo

27/03/1960
Era un día lluvioso. Euphemia Potter, una mujer de 52 años, daba a luz a dos hermosos mellizos Martha y James Potter, tan parecidos que si no hubiesen sido de sexos opuestos hubieran sido gemelos. En la sala de espera, se encontraba Fleamont Potter, su esposo de 55 años, dando vueltas por el pequeño pasillo, como si pudiera adelantar el tiempo con cada una de ellas. Al final, la enfermera salió a darle la enhorabuena al padre, y le invitó a pasar a verles. Su corazón no podía de la emoción al ver la escena y cuando tuvo la oportunidad de cogerles en brazos, estalló en lágrimas.

A la semana del nacimiento de los mellizos, pudieron regresar a casa. La mansión de los Potter. En ella habían creado una habitación para los dos. Las paredes eran de un color amarillo crema. Había dos cunas en la mitad del cuarto separadas por un pequeño mueble con una lámpara pequeña y un reloj que aparentaba ser de hacía dos décadas. En la pared más cercana a la puerta estaban los muebles correspondientes para cada uno de ellos. Llenos de ropa que la propia Euphemia había tejido. En el otro lado del cuarto, donde se encontraba la ventana, había un librero amplio para guardar todos los libros que fuesen comprando a los niños. Al lado había una pequeña mecedora con una lámpara de suelo, y en él, una hermosa alfombra redonda amarilla con bordes naranja.

La familia no podía ser más feliz de lo que ya aparentaban. Ambos padres, llevaban desde 1934 intentando tener hijos y cuando el agosto anterior supieron de la noticia, estaban más que felices.

Durante el mes de abril, mayo y junio, familiares y amigos fueron a visitarlos y a darles las más sinceras bendiciones. Familias como los Longbotton, los Crouch o los Prewett, fueron los que más veces fueron a visitarlos pues eran los más cercanos a ellos. 

Cuando nacieron, aquel mes de marzo, en el caso de los Longbotton, el pequeño hijo de 6 años de Augusta y Charles, Frank se las pasaba las tardes divirtiéndose con los dos niños de un mes de edad. Él ya los consideraba sus hermanos pequeños. Y a quien más apego le tenía era a la pequeña Martha, con quien solía jugar con sus peluches para hacerla contentar. 

En el caso de los Prewett, fueron solo el matrimonio a excepción de 1 semana que fueron con sus hijos Molly, y Fabian y Gideon, los gemelos, pues estos iban al primer y cuarto curso de Hogwarts respectivamente, así que no tuvieron oportunidad de verles más que en las vacaciones de Semana Santa y verano. 

Por último, en el caso de los Crouch, Lisa y Bartemius, venían de vez en cuando, ya que éstos también esperaban un hijo para noviembre. Lisa, estaba muy emocionada, ya que sus hijos tendrían la misma edad. Por otro lado, Bartemius, no era muy afectuoso. No obstante, para contentar a su esposa, iban al menos 2 veces al mes de visita.

Un año después, en 1962, se mudaron cerca de la zona otra familia de magos. Los Pettigrew. Denise y Thomas. Junto con sus 2 hijos pequeños. Uno, de la edad de sus hijos llamado Peter, y otra niña de unos 10 años llamada Anne.

Con el paso del tiempo, en enero de 1963, el pequeño James de casi 3 años, empezó a emitir los primeros signos de magia dentro de él, a consecuencia de esto, sus padres, estaban demasiado felices y le organizaron una fiesta en su honor. Por el contrario, su hermana melliza seguía sin dar señales de magia en su cuerpo. Esto la entristeció bastante. Ella era demasiado pequeña como para entender que la magia toma su tiempo. 

No fue hasta que Frank la animó contándole historias y cuentos para distraerla que ésta empezó a poder dormir mejor, ya que anteriormente se pasaba las noches llorando. Ephi y Monty ( como les llamaban sus amigos cercanos), le habían dicho que no importaba que ella aún no hubiese manifestado esos signos, que solían tardar en manifestarse hasta los 5 o 6. 

Durante esos años de espera, solían bajar al pueblo, a Cotswolds, allí solían dar una vuelta, por los alrededores. Era un pueblo bastante tranquilo. La naturaleza respiraba y olía con nitidez. En el verano de 1964, durante esos paseos, vió a un montón de niños que iban y venían con mochilas. Ya fuese por la mañana como por la tarde. En una de las ocasiones, vió a un grupo de niñas vestidas todas iguales, de malla rosa con una falda de un tono más oscuro.

Le preguntó a su madre a donde iban y como no tenía respuesta le pidió que las siguieran. Todas las niñas se paraban en una especie de entrada del edificio. Las paredes eran de cristal, y se podía ver el interior. Iban a una escuela de ballet. 

-¡Mamá! Porfa, porfa, yo también quiero. -Dijo la pequeña Martha señalando el sitio.

-Cuando vayamos a casa ya hablamos. -Dijo su madre. Sabía que no se le iba a olvidar fácilmente, pero esperaba que para la vuelta ya se le hubiesen ido las ganas.

Por el contrario, al  llegar a casa insistió más y más. No se le iba de la cabeza. Su padre tuvo que actuar por medio, e hicieron un trato. Si al mes, seguía con las mismas ganas, la apuntarían.

Ese mes de agosto, Martha instó a sus padres y a su hermano a que pasasen por aquel local. Su hermano no entendía nada. Pero también estaba impresionado. Al acabar el mes, sus padres, viendo como la insistencia de su hija no paraba, cedieron, y la apuntaron a clases de ballet.

Con el paso del tiempo, fue haciéndose más y más profesional hasta que sus profesoras la empezaron a  dejar hacer solos. A los 8 años, ya había ganado competiciones. Su hermano era su mayor fan. Siempre iba a sus shows. Sus padres estaban muy orgullosos de ella. Frank no podía asistir. Él había empezado Hogwarts en el 65, pero sus padres siempre le mandaban una carta contándole sus actuaciones.

Aún no había desarrollado su magia. Ella cada vez estaba más nerviosa por eso. A consecuencia, usaba ese estrés para el ballet. Se concentraba más y más, intentando hacer lo que no podía en el otro.

En 1970, y a punto de cumplir los 10, Martha le contó vía carta a Frank ( pues este ya iba a 5), que a causa de no haber dado señales todavía,  que se convertiría en una bailarina profesional. 

James, paralelamente, en esos años había hecho migas con Peter Pettigrew. Martha le había visto mucho. Solía estar en su casa casi siempre. Sin embargo, no habían congeniado tanto como en el caso de su hermano.

James y Martha estaban muy unidos a pesar de todo. Siempre estaban juntos. James le apoyaba en sus competiciones de ballet, y Martha en sus partidos caseros de Quidditch.

Sus padres no podían estar más orgullosos de ellos. Si bien, ellos pensaban que tener 2 niños podía acarrear problemas estaban más que equivocados. O eso pensaban ellos.

Martha, sobre el verano del ‘70,  fue poco a poco envidiando a su hermano. Ella era la mejor bailarina de la comarca. Lo había demostrado tanto al público como a ella misma. Pero sentía envidia porque su hermano pudiese ir a Hogwarts y ella no. Estaba resentida de que fuese su turno. Sabía que sus padres estaban orgullosos de ella. Pero seguía sintiéndose inferior que él.

A causa de eso, se fue distanciando de él. La envidia le superó y empezó a encerrarse en su habitación a perfeccionar el ballet cada vez que le entraba un mínimo de celos. 

Por su lado, su hermano estaba más que extrañado. Antes de hablar con sus padres le envió una carta a Frank, preguntándole si sabía algo. Éste le contestó que no. Extrañado también. Y fue a hablar con su hermana.

-¿Se puede?. -Preguntó desde la puerta de su habitación. Martha se giró en la barra y al verle en vez de decir algo se dió la vuelta para continuar entrenando. - Oye, ¿Te pasa algo conmigo? Si he hecho algo mal lo siento, no fue queriendo.

-James, no me has hecho nada. ¿Qué te hace pensar eso?. Dijo desde la barra.

-Eeee… - Mientras, se acercó a estar cara a cara. - ¿El hecho de que me ignores? ¿O qué cuando entre a un cuarto en el que estás, tú te salgas?

Martha dejó de entrenar. - No tiene nada que ver.

-Martha, por Merlín, te pasa algo. Llevas rara un tiempo.

-James ¡no me pasa nada! Todo está bien. ¿Vale?. Estamos bien. Simplemente necesito tiempo para entrenar.


Las semanas pasaron y la competición llegó. James pensaba que todo estaría normal a partir de ahí. Pero a Martha la envidia cada vez le comía más. Sentía que su hermano era perfecto. Él tenía amigos, cosa que ella no. Él iba a ir a Hogwarts, cosa que ella no. Él no tenía que esforzarse para enorgullecer a sus padres. Ella sentía que no estarían lo suficientemente orgullosos si no mejoraba. Ya que al no poder asistir a la escuela era su único futuro.

Como consecuencia, ya no le hablaba casi nunca, James se sentía sólo. Tenía a su mejor amigo Peter, quien estaba con él siempre, y gracias a él se distraía. No le había contado nada sobre este tema porque temía que no le comprendiera. Él tenía una hermana mayor.  Iba ya a 7mo, y en nada entraría como curandera en San Mungo. A pesar de su diferencia de edad ellos eran muy unidos.

A sus padres tampoco les contó nada, ni siquiera a Frank. Los mellizos cada vez se iban distanciando más y más. Incluso se había cambiado de cuarto.

Fleamont y Euphemia estaban muy disgustados por la relación de sus dos hijos. No entendían que podría haber ocasionado tal distanciamiento. Probaron a hablar con ellos individualmente, e incluso lo intentaron durante alguna de las comidas.

Al final, el 26 de mayo de 1971, con once años y casi 2 meses, Martha logró manifestar por primera vez sus signos mágicos. Todo ello fue a causa de una pelea que tuvieron James y ella en la cocina aquella mañana en la hora del desayuno; cosa que para entonces, ya era muy común. 

Martha estaba sentada en la mesa del comedor cuando su hermano se sentó al otro lado de la mesa. Desde ahí, Martha vió cómo James usaba su magia descontrolada para hacer traer las cosas. A causa de eso, Martha rodó los ojos, cosa que James vió e, imitó.

-¿No tienes otra cosa que hacer? - Le dijo Martha en tono despectivo.

-Mmmm.. - Se acercó el dedo a la barbilla en señal ( irónica ) de pensar. - A ver, podría… practicar Quidditch… A no eso ya hice. Podría… eeee… plantar unas flores…. A no que eso ya hice también. Mmmmm… Entonces ¿Qué me queda? ¿Molestar a mi hermana mientras me como ésta mandarina? Si me da a mí que ese va a ser el plan.

Martha volvió a rodar los ojos.

-James para ya. Te estás comportando como un niño.

-Eso es porque lo soy. Además no soy yo quien actúa como una niña.

.¿Y eso de que va?

-Desde que vas al ballet ya no eres la de antes Mars.

-Pues bien que ibas a verme…- Cruzó los brazos.

-Eso era antes. Llevas rara mucho tiempo. Y no me gusta. Te comportas como si te hubieras transformado en algo que no eres. 

-No sabes nada… -Para ese momento las lágrimas amenazaban con salirse de los ojos. Pero James necesitaba soltarlo todo y yo no había marcha atrás.

-Oh si. Sí que sé. ¿O crees que no me doy cuenta cómo cada vez que uso mi magia en un lugar donde tú lo ves no me pones cara de asco? No eres tú Martha. No sé si es pena o envidia o lo que sea. Pero te está consumiendo. SI sigues de esa manera por la vida, vas a acabar mal-

No pudo terminar la frase porque Martha, quien ya no aguantó más, rompió los cristales  con sus ojos, y tiró a James de la silla produciéndole una herida medio grave en la cabeza.

-Aaaa. -Gritó James.

Entre tanto, Monty se había ido ya a trabajar y Ephi se estaba alistando para llevar a Martha al ballet. Cuando oyó aquel ruido no dudó en bajar a ver qué ocurría pues en el periódico estaban mencionando que estaban habiendo revueltas en el Ministerio y que la situación nunca había estado tan tensa desde Grindelwald. Al ver la situación exigió a sus dos pequeños que había ocurrido y Martha al estar sin palabras del shock, tuvo que salir su hermano a contarlo. Con un tipo de magia raro que él jamás había visto.

Aquel mes de junio fue muy tenso para ambos pues cada vez que Martha quería explicarle a James lo que había pasado, este la rehuía diciendo que tenía otras cosas que hacer y que no tenía tiempo. Básicamente, se habían intercambiado los papeles.

Cuando Frank volvió de cursar su 6º año en el colegio de Hogwarts, esta le contó lo que hizo. Él, al principio, le dio una mirada preocupante pero al ver que ella estaba a punto de llorar, su mirada se tranquilizó y le explicó que eso era por que era un magia avanzada, que no se daba hasta 7º curos y sólo a los mejores, pues era muy difícil de lograr, e incluso estos muchas veces no podían conseguir hacer magia con la mirada.

No fue hasta el 4 de julio que les llegó sus cartas de Hogwarts que James no habló con su hermana.

-Oye, ¿podemos hablar?- Dijo James, dubitativo en la puerta de su antiguo cuarto y pensándose mucho si entrar o no.

-Amm, si pasa, ¿Qué ocurre?, ¿He hecho algo malo otra vez?- Dijo la pequeña niña desde su escritorio e invitándole a que se sentase en su cama.

-No, no mira, escucha, sé que hice las cosas mal ¿Vale? Sé que no debí gritarte y recriminarte por cosas que no habías hecho, pero pensé que cuando abandonaste todas las posibilidades de ser una bruja, no sólo habías renunciado a eso, sino también a mí. Y... y me sentí fatal. Como si me hubiesen clavado un puñal. Lo siento y mucho. ¿Hay algo que pueda hacer para que me perdones y volvamos a ser mejores amigos?

Martha llevaba llorando desde la primera frase de disculpa. Cuando James terminó, esta salió corriendo hacia donde él y se abalanzó sobre sus brazos, hasta el punto de que si no hubiese sido porque James estaba sentado en su cama, se hubiesen caído al suelo. Cuando este estaba abrazando a su hermana, esta le susurró al oído

-Yo también lo siento, siempre debí de confiar en que lo lograría y no debí de haberte hecho aquella herida gorda en la cabeza.Me llevé por la envidia en vez de por la creencia de que podría. Lo siento mucho. Todo ha sido mi culpa. - Tras eso se abrazaron más fuerte.

Aquel verano del '71, aún no lo sabrían pero sería el mejor verano que tuvieron ellos dos juntos.

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