
10. Visitas
Al día siguiente del viaje al Callejón Diagon, Caelum y Acrux despertaron no mucho después de la salida del Sol, gracias a Sirius.
-¡Vamos, vamos! –gritó Sirius entrando a la habitación.
-¿Qué te pasa? –le respondió Acrux, tallándose los ojos– ¡Es muy temprano!
Los lamentos y quejas de ambos hermanos no detuvieron a Sirius en su afán de levantarlos. Luego de que Dobby les trajera el desayuno, un hermoso búho con plumas negras picoteaba en la ventana de la habitación. Acrux la abrió y dejo entrar al búho, quien le entregó la carta a Sirius. Este la leyó y después de unos minutos habló.
-Es de Lord Greengrass, no invita esta tarde a una cena en su Mansión. –sacó del sobre lo que parecía un vaso de cristal– y nos adjunta un Traslador. Hasta entonces, tenemos toda la mañana para educar a Caelum en las cuestiones sangre puras más básicas.
Caelum vio a su hermano y a su tío con una sonrisa diabólica que no auguraba nada bueno.
Pero su hermano y su tío fracasaron miserablemente, fue, gracias a sus nuevas habilidades bastante interesantes, en esa mañana tomó como suya la famosa frase de Rowena Ravenclaw: “Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres”.
En lo que al parecer alguna vez fue un salón de baile, Sirius lo hizo caminar con 4 libros en la cabeza y le enseñó los tipos de reverencias de acuerdo al status de la persona.
En primer lugar, según Sirius, había dos tipos de reverencia: las de cuerpo entero y las de cabezas, que eran más bien una ligera inclinación de la cabeza. Ante cualquier persona inferior a él, que incluía a todos los miembros de las Nobles Casas y las Nobles y Antiguas, incluidos los Lores y Herederos, y los miembros y Herederos de las Nobles y Ancestrales Casas, debía hacer una reverencia de cabeza después de que la otra persona hiciera una reverencia de cuerpo entero. El problema empezaba con los Lores de Nobles y Antiguas Casas. Pues como heredero Black y Potter debía hacer una reverencia de cuerpo entero ya que la otra persona tendría más estatus, pero como Heredero Peverell, Gryffindor, Slytherin y Ravencalw, era considerado un igual, y por tanto ambos deberían hacer una reverencia de cuerpo entero, haciéndola primera el Lord de la Noble y Ancestral Casa. Con los Herederos las cosas permanecían igual.
Le costó un poco aprenderse todo el protocolo a seguir, porque había muchas condiciones y variantes en cada caso, y debía ver cuales se ajustaban a su posición.
Su hermano se sorprendió grandemente al saber que sus modales en la mesa eran impecables, y prácticamente inmejorables. Todo eso gracias a que el escuchaba lo que le decía Petunia a Dudley en la mesa. Solo dos o tres cuestiones relacionadas con las cenas en la sociedad mágicas, y estaría listo.
A las 4 de la tarde estaban ambos hermanos en su habitación, vestidos con un pantalón negro, camisa blanca, túnica verde Slytherin con brocados y botones plateados y zapatos negros. Esperaban a su padrino, quien entró con un traje muy parecido al suyo, a excepción de la túnica color negro, como representación de la Casa Black.
Sirius sacó el vaso-traslador, y unos segundos después fueron sacados de ahí, todo se volvió negro y Caelum sintió una presión en todas las partes del cuerpo, le era imposible respirar, como si unas bandas de hierro se le ciñeran al pecho, sus globos oculares empujaban hacia el cráneo, y los tímpanos se le hundían más y más en la cabeza, entonces…
Todo volvió a la normalidad, fueron recibidos por un hermoso vestíbulo bellamente decorado en distintos tonos de azul, en sus paredes colgaban hermosos cuadros que representaban diversas escenas mágicas. Después de observar sus alrededores, Caelum se fijó en las cuatro personas que estaban a solos unos metros de ellos: Daphne, Astoria y sus padres.
Sirius fue el primero en acercarse y Caelum y Acrux lo siguieron, Lord Greengrass, le hizo una reverencia de cuerpo completo a Sirius y le tendió la mano, Sirius respondió con una reverencia de cabeza y tomó la mano, las tres mujeres le hicieron reverencias, él se las respondió y él les beso el dorso de las manos. Caelum y Acrux, lo imitaron.
Lord Greengrass los condujo por una de las puertas laterales hacia un salón. En todos los lugares se derrochaba clase y opulencia. Y en esos momentos Caelum se preguntó cómo sería la Mansión Potter después de casi 15 años abandonada. Les indicaron donde sentarse y ambos hermanos quedaron frente a sus prometidas.
-Es un placer tener su presencia en mi Mansión… -dijo Lord Greengrass, pero fue interrumpido inmediatamente por su esposa.
-Oh, Daniel, corta el rollo, esto no es una fiesta sociedad –Daphne y Astoria se rieron de las palabras de su madre.
-Disculpen a mi esposa, está algo ansiosa –dijo, pero Sirius levantó la mano.
-No te preocupes, ella tiene razón, esto es algo más informal, estamos aquí para conocernos un poco.
Sirius pudo notar que aún los miembros de la familia Greengrass estaban algo ansiosos por su presencia así que decidió realizar algo para calmar sus nervios. Sacó su varita de un bolsillo interior de la túnica y dijo:
-Yo, Sirius Orión Black, Lord de la Noble y Ancestral Casa, juró por mi vida y por mi magia que no cometido ninguno de los crímenes que he cometido. –después de pronunciar las palabras, Sirius murmuró un Lumus y la punta de su varita brilló– Espero que esto sirva como prueba
-Muchas gracias, Lord Black. Creo que lo mejor sería que nuestras hijas les enseñen la Mansión a sus sobrinos, mientras nosotros hablamos sobre el contrato, ellos pueden leerlo más tarde. –intervino Lady Greengrass.
-Madre, Padre, Lord Black –dijeron Daphne y Astoria mientras de sus asientos.
-Lord Greengrass, Lady Greengrass, tío Sirius –dijeron Caelum y Acrux, y tomaron las manos de sus prometidas.
Mientras Daphne y Astoria le mostraban los salones y el jardín de la mansión, los tres adultos permanecieron en el Salón.
El silencio se hizo presentes hasta que unos segundos después Sirius buscó en su túnica y sacó un pergamino perfectamente enrollado con una cinta roja.
-Este es el contrato original, Ragnek me lo entregó –dijo Sirius, y Lord Greengrass se levantó de su asiento y buscó encima de una mesilla su copia del contrato.
-Hay algunos temas que me preocupan, como la descendencia. –dijo Lady Greengrass.
-Caelum siempre ha deseado una familia extensa, espero que entiendan eso. Pero el contrato establece que en los cincos años posteriores al matrimonio, deben nacer los herederos principales, es decir, los herederos Potter y Greengrass.
-“En caso de que uno de los cónyuges tenga otra herencia, esos herederos deberán producirse en los quince años posteriores al matrimonio” –leyó Lord Greengrass.
En la siguiente hora los adultos continuaron discutiendo los puntos más importantes del contrato, e iniciaron los planes para la boda. Cuando los jóvenes llegaron, leyeron el contrato y lo firmaron de forma oficial.
La cena ocurrió sin ningún tipo de contratiempos. Caelum, pensó que podría llegar a ser feliz junto a Daphne y que no tendría muchos problemas con su suegro.
Después de terminar la velada, se despidieron y Sirius los condujo hacia un lugar que no era Grimmauld Place.
Aparecieron en lo que Harry reconoció que era la calle Privet Drive.
-¿Qué hacemos aquí? –preguntó Harry nervioso, estar allí le causaba una ansiedad terrible.
-Tengo que resolver algunos problemas. Y tú tienes que recoger tus cosas. –Harry asintió aún nervioso.
Sirius le indicó que dirigiera el camino, y Harry los condujo hasta el número 4 de Privet Drive. Sirius pasó adelante y toco el timbre. Esperaron unos segundos hasta que Petunia abrió la puerta.
-Hola, tía Petunia –dijo Harry con sorna. Acrux y Sirius rieron.
-¿Qué no te habías ido, muchacho? –escupió Petunia.
-Cuidado como le hablas –Sirius intervino– Y estamos aquí para acabar con esto.
Sirius pasó dentro de la casa, seguido de sus sobrinos, ignorando las quejas de Petunia.
-¿Quién es, Petunia? –se oyó la voz de Vernon desde el salón.
Sirius sacó su varita y amenazó a Petunia, esta los llevó hasta el salón.
-Tú debes ser Vernon –dijo Sirius, con una pequeña sonrisa– Tienes que cuidarte, podría darte un infarto.
-Me estás amenazando. –dijo Vernon, con la roja tan roja como el cabello de los Weasley.
-No, solo estoy avisando. Ahora, siéntense, ambos –Sirius se giró hacia Caelum– Ve a buscar tus cosas.
Quince minutos después Caelum bajó las escaleras con su viejo baúl lleno de las pocas cosas que tenía allí, que incluían, su Saeta de Fuego, el Mapa del Merodeador, la Capa de Invisibilidad, y las túnicas y libros de la escuela. Acrux venía detrás de él. Sirius los esperaba frente a la puerta con una sonrisa en el rostro y unos papeles en la mano.
-¿Qué son esos? –preguntó Acrux.
-Desde este momento soy oficialmente el tutor legal de Caelum en el mundo muggle –Caelum sintió a su corazón latir fuertemente, su vida había mejorada mucho en los últimas días.
-¿Y los Dursley? –preguntó Caelum.
-Bueno, están pagando por sus pecados –ambos hermanos lo miraron incrédulos– Está bien, puede que les haya echado dos o tres maldiciones, van a sentir lo mismo que su sentías.
A veces, Caelum, sospechaba que Sirius era más sádico de lo que aparentaba. Pero su mente decía que los Dursley se lo merecían.
Salieron a la noche, la luna estaba en lo alto, y el cielo, de color añil, estaba salpicado de estrellas. Recorrieron hasta la calle Magnolia, en busca de un punto de aparición. Después de unos pasos, algo extraño sucedió.
Algo le había pasado a la noche. El cielo, estaba de pronto completamente negro, todo, la luna, las estrellas, y las luces de las farolas se habían ido. El sonido de los coches y del movimiento de los árboles, también había cesado. Un frío glacial se había apoderado de la noche, hasta entonces templada y agradable. Estaban rodeados de una oscuridad total, impenetrable y silenciosa, como si la calle hubiera sido cubierta con un grueso y frío manto, dejándolos ciegos.