
Necesito un momento
Capítulo 2: Necesito un momento.
No se trataba de una espantosa pesadilla.
—Mira, aquí haremos esas fiestas grandotas y extravagantes que te encantan —dijo Harry con una preciosa sonrisa en el rostro junto con una barba de diez días sin rasurar—, te verás cual príncipe y te obligaré a bailar con este desastre —se señaló de pies a cabeza, soltando una risa.
Draco olió humedad en el salón principal de Grimmauld Place, mirando a Harry alzó su elegante ceja. La sonrisa del salvador vaciló.
— ¿Está bien? Tu madre dijo que debía existir algo nuevo, algo viejo y algo prestado. ¡Grimmauld Place es muy viejo!
Lord Malfoy rio a carcajadas y abrazó a Harry Potter por su deliciosa cintura, pasando sus dedos por la ancha espalda de auror. ¿Cual desastre? Lo único que logra ver es la perfección encarnada.
El hogar ancestral de la familia Black todavía olía a humedad. Los muebles de alta calidad, opacados por el polvo, descuidos y nula atención de un señor Black. La magia antigua lo reconoció como un heredero y le abrió las puertas sin dudar. Pero allí no estaba su Harry. No estaba el póster de Freddy Mercury saludando en el salón de juegos, o la snitch dorada pululando cuando Harry llegaba antes del trabajo. O la risa exagerada de Teddy cuando los visitaba.
¿Cómo terminó en el pasado?
Sus rodillas tronaron contra el suelo, el peso de la realidad amontonándose como piedras. No podía quedarse ni un segundo más en el banquete del ministerio. Instantes antes, las luces no eran verdes, eran amarillas gracias a las velas flotantes, el grupo de violinistas no estaba en el centro como recordaba, estaba en la esquina cerca de la red flu. El piso era gris en lugar de celeste y las paredes no eran mármol crema, eran mármol negro.
Su ubicación era la misma que registraba. Estrechó manos con algunos pura sangre que deseaban codearse con el salvador del mundo mágico, ¿y qué mejor manera que hacerlo mediante su esposo? Puaj. Respira, respira, Merlín, respira.
Se desplazó en el tiempo, no de espacio. Cada cosa, cada detalle no era, pero había estado.
—¿Kreacher? —susurró.
Un puf hueco y polvoso sonó a su lado.
—Mis ojos deben estar mal... He aquí un verdadero Black.