Judas

Harry Potter - J. K. Rowling
F/M
G
Judas
All Chapters Forward

XIII. Puro Veneno

— ¡HAY QUE EMPUJAR EL BEZOAR EN SU GARGANTA! —gritaron Priscila Potter y Regulus Black al unísono.

El profesor Slughorn dio una carcajada, asintiendo, y finalmente no dejó que Peter Pettigrew muriera.

Sí, exacto como lo leen. Pasó que Peter bebió una poción que parecía haber sido preparada por la persona más troglodita de todo el castillo y el Slughorn lo vio como una oportunidad para poner a competir a cada uno de los presentes mientras Peter lloraba y se ahogaba en el suelo. Funcionaría también como una lección para que nadie más bebiera pociones hasta que fueran aprobadas por él. El profesor Slughorn se había quedado con la mano extendida a la espera de la cura, que no llegaba. Priscila y Regulus se habían aferrado a ella. Se miraban fijamente, sin pestañear, poniendo todas sus fuerzas para que el otro no pudiera ser quien la lleve a manos de Slughorn. Habían creído que solo uno podría ganar, al tratarse de una poción/cura de nivel inicial.

— ¡Por el amor de…! 20 puntos para Slytherin, gracias a Regulus Black, y 20 puntos para Ravenclaw, gracias a Priscila Potter. Felicidades, también lo considerare en su próxima nota. ¡DENME LA CURA!

Priscila chilló, saltando y aplaudiendo en el lugar, frente a Regulus. ¿Creyó que él chocaría los cinco cuando le mostró ambas palmas abiertas en el aire? Regulus resopló y giró, volviendo a la poción que habían estado preparando antes del show que dio Pettigrew. Sonriente, canturreando y moviendo su cabeza al ritmo, Priscila lo siguió hasta la mesada.

— Potter, ¿quieres callarte, por favor?

— No me digas Potter —dijo entre dientes. Regulus la miró de reojo—. Prefiero que sigas llamándome traidora.

Mientras acomodaba los ingredientes que ya no usarían, pensaba que ya no tenía sentido llamarla así si no le molestaba. Pero decir ‘‘Potter’’ le causaba arcadas también. Entrecerrando sus ojos, con la mirada perdida en un punto fijo, tuvo una ocurrencia.

— Prisilly, ¿quieres callarte, por favor?

Fastidiada, no le prestó atención extra. Suspiró y pasó por detrás suyo para ir a acomodar los frascos de las estanterías. Habían terminado antes la poción del día, y ya no tenían otras cosas qué hacer.    

 

:・゚ ✧ :・. ☽ ˚。・゚ ✧: ・. :

 

Hacía mucho más de un año que no asistía a partidos de Quidditch. Menos que menos si Sabrina no jugaba. Pero había sido arrastrada por la insistencia de todo el mundo. Desde las chicas de Gryffindor, hasta Sabrina y Ámbar, que querían levantar el ánimo de la segunda, e incluso Zaira Greengrass. El viernes 7 de octubre, Gryffindor y Hufflepuff inaugurarían la temporada de deporte. No hagan apuestas porque estaba claro quién ganaría. El equipo que tenía al buscador de cuatro ojos. Exacto. No era sorpresa. No había incentivos. Casi nada de adrenalina. Quizás nunca lograra sentir de nuevo la adrenalina de preparar la cura perfecta mientras Peter Pettigrew se asfixiaba a su lado. Eso sí era diversión.  Sin embargo, ahí estaba. En las gradas de la cancha de Quidditch con una remera antigua de James puesta para demostrarle cuanto lo apoyaba.

Había poco viento y mucho sol, los vítores y algunos abucheos comenzaban a sonar en aumento cuando las puertas se abrieron para que los jugadores pudieran salir al campo. Zaira comentaba con Sabrina que era extraño que Dorcas no hubiera aparecido aún. Le estaban guardando un lugar. ‘‘Está confirmando algo’’ dijo Emmeline, negando con su ceño fruncido.

— ¿Marlene no jugará esta tarde? —preguntó Priscila, señalando al esquipo de Gryffindor, en el que no se veía ninguna cabellera rubia.

— No lo creo si las sospechas de Dorcas con ciertas —gruñó Lily Evans.

— ¿De qué hablan? —preguntó Zaira entre risas.

— No hasta que…

— ¡SON UNOS CERDOS! —exclamó Dorcas, subiendo escalinatas, seguida de Marlene.

— Lo confirmó.

— ¡No puedo creerlo! —chilló Lily con disgusto.

— Yo sí puedo creerlo —escupió Dorcas sacudiendo un par de camisetas de Quidditch color rojo escarlata frente a los ojos de todas.

Todas las chicas Gryffindor estaban furiosas, pero no explicaban nada al resto. Sabrina y Priscila escucharon una sorbida de nariz. Ámbar se secaba una lárgima.

— ¿Qué…?

— ¿No ven lo obvio que es eso? —les dijo cerrándose la capa para que la camiseta roja que llevaba puesta no se viera. Sus amigas negaron— Les dan esas camisetas a sus ligues. ¿Verdad?  

— ¡Tienen una caja! ¡Una caja cada uno! —comunicó Marlene.

— ¡Qué asco!

— Ay, por Merlin —murmuró Priscila quitándose la que llevaba puesta con el apellido ‘‘Potter’’ en su espalda, asqueada, quedándose con una camiseta negra de tiras. Prefería tener frío.

— Sirius me dio una. Vi que era muy nueva, pero… Pero no lo sé. ¡Qué idiota! —murmuró Ámbar, tapándose la cara, negando.

— Los esperaremos en nuestra sala común con McGonagall y la evidencia. Después del partido vamos a confrontarlos.

— Y yo que creí que James estaba madurando.

Ámbar no lloraba, pero sí se había abrazado, aferrándose a sí misma.

— Deberías devolverle esa camiseta. Recuperar la dignidad. Es un cerdo, es peor que un cerdo —dijo Zaira a Ámbar—. ¡Está muy mal! No tienes que ponerte así por chicos como él. Como Sirius Black.

— Yo sé que sí está muy mal, pero… Pero a veces… —no habló más, agachó la cabeza y se fue de allí.

 

Forward
Sign in to leave a review.