![Inmortal She [H.P] [HoTD]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Capitulo 12
Walburga caminó hacia las habitaciones del rey.
Habría preferido cenar con los chicos, pero debía dejarle las cosas en claro a Viserys.
Ella ya no era Aemma. Ella estaba muerta para dejar paso a Walburga Callidora Black.
Aemma era un alma compasiva y amable, pero Walburga no. Podía oler la culpa y anhelo emanar de la patética figura que portaba una corona.
A sus setenta y dos podía decir que aún mantenía algo de belleza. Aún no tenía canas, no tenía muchas arrugas y todavía tenía algo de cintura.
Era una Black, lo hermoso iba de la mano con lo oscuro.
Así que transfiguró los vestidos que la mocosa de Alicent Hightower le entregó. Una falda negra y una blusa de botones blanco metalizados.
Un New Look acorde a esta época.
También cambió un tocado con velo a un tocado inglés con encaje ngro apropiado para una mujer de su estatus. Y no podían faltar unos guantes semi largos para complementar todo su atuendo.
Walburga miró a Ser Harrold.
—Ser Westerling — Walburga bajo la cabeza ante el caballero de la Guardia Real.
—Madame Black — el guardia bajó la cabeza y dejó abierta la puerta. El aroma a hierbas y muerte envolvieron a Walrbuga.
Walburga enderezó su espalda y entró a la habitación, en una modesta mesa estaba ya la cena servida y el rey estaba parado a su lado, sosteniéndose con un bastón.
—Majestad— Walburga hizo una reverencia. En parte se sentía molesta. Ella era una sangre pura, una de los sagrados veintiocho.
¿Por qué debía hacerle reverencia a un hombre que la muerte está listo para tomar su alma y corazón?
Pero era una dama educada, así que mostró sus buenos modales.
Uno de los criados le abrió la silla a ella y al rey, con un gesto de la mano le pidió que se fuera. Walruga notó que por su falta de brazo, el plato del rey ya tenía toda la comida hecha trozos listo para que el usara un tenedor.
Walburga sin nada que decir tomó la copa, disimuladamente miró a su anillo que estaba por debajo de sus guante, ella modificó el de los chicos y el suyo para que reaccionen a cosas peligrosas de aquí gracia a Proserpina.
Nada.
Su anillo le indicó que era seguro beber.
El vino era algo dulce a su lengua, ella prefería los vinos de la Toscana o un buen Bourbon.
—Aemma….
Y aquí estaba. Walburga bajo su copa y vio a Viserys.
Aemma Arryn había cedido a esa mirada, pero Walrbuga Black no.
—Ya no soy Aemma, majestad. — respondió Walburga— En el principio de la magia de reencarnaciones, podemos conservar el alma pero el destino de la persona es otro.
—Lucenys dijo que conservan algunos recuerdos de su vida anterior
—Si te preguntas si recuerdo cómo accediste a la sugerencia de los Maestres de abrir — dijo Walbruga cortando un pedazo de ciervo — Si, lo recuerdo…
Walburga probó el venado, tenía un sabor a hierbas y bayas. Tomó dos bocados más, su mirada se alzó a Viserys que la veía con culpa.
—¿Y para qué? — preguntó ella. — El bebé murió. ¿Cómo lo nombraste?
—Baelon
—Baelor — ella asintió con la cabeza — ¿Supongo que el consejo te presiono para unas segundas nupcias?
—Me casé luego de nombrar a Rhaenyra como princesa de Dragonstone.
Oh vaya sorpresa, Rhaenyra era la principal sucesora.
—Pero ahora tienes dos hijos varones — dijo ella — Los hijos que tanto soñaste.
—Pero los quería tener contigo — contestó Viserys — Quería que fuera tu hijo el que se sentara en el trono de hierro luego de mi. Si no fue un niño, que el destino sea de Rhaenyra.
Walburga bebió un poco más de su vino.
—Es, en cierta manera, que Lucenys y tú se hayan podido conocer en otra vida algo reconfortante — dijo Viserys viéndola con una sonrisa triste — La manera en que funciona el destino.
Walburga se permitió sonreír.
—Conoci mi pasado como Aemma como cada Black con alma reencarnada hace— empezó a contar —En Black Manor hay un pequeño santuario con un estanque que funciona como un pensadero. Mi tío Arcturus se dio cuenta de las señales y fue quien rezó el riyal cuando cumplí once años…
Walburga jugó con su medallon de oro negro.
—Vi todo sobre Aemma. Su vida, su infia, todos sus pérdidas— contó Walburga— El llanto de vida de Rhaenyra ... y mi muerte. Desde entonces, mi tío me entrenó en Oclumancia para bloquear o poder mantener en margen esos recuerdos.
—¿Por qué?
—Porque si alma vieja se pierde en ellos caemos en la locura — contestó ella.
—¿Y estas enseñando a Lucenys a no perderse en esos recuerdos — dijo él
—Es mi única nieta — dijo Walburga — Es la heredera de mi casa. No dejaré que nada malo le pase.
—¿Ella también se metió en ese estanque?
—Si, pero sus recuerdos fueron más desordenados — Walburga sirvió más vino— Pero lo suficientemente claros para saber que era de Nyra. Ya sea como Aemma o Walburga, la protegería de todo.
—¿Entonces? ¿En esos recuerdos? ¿No supo dar la identidad de quien fue que la llevó a suicidarse?
—No. Todos estaban muy desordenados y no iba a forzar la mente de mi nieta de once años a tal esfuerzo.
—Entiendo — dijo Viserys y empezó a botar lágrimas — Perder a Lucenys… perder a mi única nieta… fue volver a sentir el dolor que sentí el día que moriste. Lucenys era como una cálida luz, ella desde bebé era como una estrella brillante.
—Lo sé. Lucenys siempre tuvo una luz en su interior — sonrió levemente Walburga — Cuando le veía recordaba mucho a mi precioso Regulus.
—¿Uno de tus hijos?
—Mi adorado niño — Walburga abrió el medallón. Había dos fotos en su interior, una de Sirius antes de entrar a Hogwarts y otra de Regulus. Walrbuga se trago un sollozó.
Pasarán años y el dolor de perder a su adorado niño jamás sanará.
—Él fue mi segundo hijo — contó Walburga — Sirius podría ser mi primogénito, pero siempre vivíamos discutiendo, en cambio Regulus, mi pequeño cuervo , era un niño silencioso y observador. Liso hasta la médula, un hijo obediente.
—¿Y qué le pasó? — Walburga alzó su mirada — Perdón, no quise ser imprudente.
—Guerra — contestó Walbuga cerrando el medallón — En parte siento culpa de que mi hijo se haya unido a las filas de ese mago tenebroso. El señor Oscuro cometió el pecado más grave, fragmentar su alma por la inmortalidad. Mi Regulus descubrió eso y trató de destruir uno de los objetos malditos… y murió en ello. En un lago con criaturas oscuras.
“En nuestra casa, está ligada a su miembros. Cuando uno muere se siente como la magia impregnada cambia. Yo estaba en mi habitación cuando sentí las protecciones agitarse, desesperada corrí hacia el tapiz y vio como él debajo del resto de mi hijo estaba marcado el año de su muerte.”
—Me desmorone — dijo ella — Sirius huyó de casa a las dieciséis. Sé que soy la culpa de eso. Solo me quedaba Regulus y luego murió, mi niño murió.
Ella se secó las lágrimas.
—La guerra continuó un par de años más — dijo — Mi nueva, Cecilia murió. Luego los padres de Harry murieron. Y mi hijo fue culpado de por ellos, acusado de servir al Señor Oscuro, lo arrojaron a la prisión.
—¿Por qué?
—Porque el verdadero culpable se transformó en rata e inculpó a mi hijo — contestó — Yo tome la custodia de Lucenys de inmediato. Los Amato también querían la custodia, pero Lucenys era la heredera de los Black.
Ella se sirvió una cuarta copa de vino.
—Un par de años después logré demostrar la inocencia de mi hijo — siguió contando — Sirius asumió el cargo de Lord Black y yo me dedique a criar a Lucenys, no cometería en ella los errores que los tuve con Sirius.
Walburga rebuscó en el bolsillo de su falda el dibujo que Lucy hizo a los seis años. El bujo a crayones de cinco dragones y se lo extendió a Viserys.
Él soltó una sonrisa.
—Son Syrax — señaló al dorado — Seasmoke, el dragón del padre de Lucy, Laenor — señaló al gris — Este es Caraxes, el dragón de Daemon — señaló al rojo de largo cuello — Vermax, el dragón de Jacaerys — señaló al verde para luego señalar al blanco — Y este es Arrax, el dragón de ella.
Continuaron cenando, con Viserys queriendo saber todo de Lucenys.
Walburga le contó de sus clases de ballet, su amor por la equitación, la moda muggle y la música, pero sobre todo, como su nieta sería en un futuro, la dama más importante de la sociedad mágica.