
¹𝔦𝔫𝔦𝔠𝔦𝖔
Todo inició en Hogwarts, el amor de tres personas cambiaría el destino de todo el mundo mágico. Tom había sido el primero en darse cuenta, eran inicios del séptimo año, la mayoría de los estudiantes ya habían despertado su ‘descendencia’, incitando la aparición de la criatura mágica con la que nacían los magos y magas de sangre pura, los mestizos e hijos de muggles también las tenían, solo que ellos tenían los sentidos adormecidos, causando que solo fueran conscientes de la existencia de un lazo con sus destinados, más no podían como tal ‘marcar’ a sus parejas o cambiar de forma, los mestizos eran capaces de percibir y generar feromonas, mientras los hijos de muggles sólo eran capaces de emitir feromonas.
Ninguno de los tres esperaba enamorarse de alguien de la casa contraria, para su sorpresa eran algo más que destinados, pertenecían a un selecto grupo llamado ‘almas eternas’ una vez se encontraban no volvían a separarse, en algunos casos los pertenecientes al lazo se convertían en vampiros, debido a esto se veían obligados a consumir sangre - de animales ó de sus destinados-.
Su relación no fue de risas y unicornios, vivieron años muy felices, algunos años después de terminar sus estudios tuvieron un hijo, que fue arrebatado bruscamente de sus brazos por las atroces manos de la vida, cerca de un siglo después volvieron a tener un hijo, al que juraron proteger, fundando así a los mortífagos.
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Ese hijo se encontraba ahora en el número cuatro de Privet Drive cocinando la cena de sus tíos, el sonido del timbre lo obligó a interrumpir sus labores, bajó la intensidad de la llama antes de ir a abrir la puerta, estaba ligeramente sorprendido pues no le habían informado de la presencia de ningún invitado.
“Buenas tardes. ¿Qué se le ofrece?” Cuestionó analizando a la persona frente a él, era un anciano con lentes de media luna y barba de cabra. “¿Se encuentran tus tíos?”Interrogó “Sí, pase por favor. ¿Se le ofrece un café? ¿Té? ¿Algún refresco?” Ofreció. “Sólo agua, hervida” Solicitó. “Enseguida la traigo”
Antes de llamar a sus tíos ingresó a la cocina, puso el agua en un cazo que después colocó sobre la estufa, una vez terminada la tarea subió a la habitación de sus tíos, tocó la puerta con suavidad. “¿Qué quieres, escoria?” Inquirió su tío. “Disculpe, su señoría, un invitado lo espera abajo” Informó.
Vernon bajó las escaleras con rapidez, después de una corta conversación con Dumbledore se dirigió al sótano, en donde los esperaban Petunia y Dudley, el asunto de la reunión estaba claro: HARRY.
“No es suficiente, Albus” Comenzó Petunia. “Lo sé, pero no puedo darles más dinero, con lo que les doy se levantan más sospechas de las necesarias a fin de cuentas es el dinero de un menor de edad.” Replicó el mago. “Si nos das permiso de liberar el estrés de Dudley en el…” Comentó Vernon “No será posible, los servicios que ya les ofrece y los Mila galeones que les pagaré deberían ser suficientes.” Respondió. “¡No es válido! Dudley está teniendo mucho estrés por culpa de esto.” Objetó Petunia “Lo entiendo, puedo ofrecerles a alguien más para esa tarea, Harry no deberá enterarse de esto. ¿Entendido?” Recalcó.
“Un poco tarde, viejo.” Murmuró alguien en la oscuridad.
Los cuatro magos subieron las escaleras para comer la cena preparada por el mismo que los mantenía y era maltratado por ellos, Harry se había enterado de todo, pues había bajado al sótano por unos manteles, a partir de ese momento, el tiempo pasó con una rapidez casi aterradora. El reloj marcaba las doce de la noche con treinta minutos, Harry estaba en su habitación debajo de las escaleras, ese día se había dormido tarde, pues sus tíos lo habían obligado a limpiar el patio trasero antes de acostarse, claro, había aprovechado para guardar algunas de las hierbas.
Poco a poco comenzó a soñar, todo a su alrededor estaba oscuro, pero, para su sorpresa no estaba asustado, al contrario, se sentía completo, de la nada un agujero de abrió, siguiendo la luz consiguió salir de aquella cueva, escuchó algunos lloriqueos y exclamaciones de sorpresa. El calor de los brazos de sus padres lo rodeó. Despertó al sentir el tacto frío de la nieve a su alrededor, al levantarse descubrió que la helada superficie -que debía ser blanca- se encontraba teñida de rojo. Un dolor punzante se hizo presente, ignorándolo se preguntó. “¿En dónde estoy?” “¡Harry! Oh, por Merlín. ¿Te encuentras bien?” Una chica de cabellos negros y ojos verdes lo saludó con clara preocupación. “Supongo…Lo siento. ¿Quién es usted?” Cuestionó “Mi nombre es Lily, Lily Evans-Potter” Respondió ella. “¿Eres…mi madre?” Titubeó “No, soy la media hermana de tu padre”
Un fuerte dolor laceró la mano del infante, lo que por supuesto causó que se despertara, sin esperar encontrarse con su primo apuñalándolo con una pluma en la palma de la mano, no reaccionó, solo dejó que siguiera clavando el bolígrafo por todo su cuerpo. Más tarde llegó la verdadera tortura, sus tíos lo obligaron a hacer el aseo de toda la casa sin permitirle curar sus heridas o siquiera comer, mas no hizo nada, ya no sentía nada, su estómago dejó de suplicar por comida, ya no había dolor, sus ojos verdes estaban vacíos.
Llegó la noche y con ella la golpiza de su vida, el dolor era más fuerte de lo que estaba acostumbrado, los músculos de su espalda se desgarraron, la piel se abrió, la sangre manchó el blusón de manta blanca que vestía; la cabeza le daba vueltas, el piso no paraba de moverse; la voz no le salía y sus encías comenzaron a sangrar. Llegó un momento e el que se convirtió en polvo y se expandió por toda la habitación, sin embargo su consciencia estaba ahí. Una vez abandonado su cuerpo material no había nada que impidiera su escape, y, por supuesto nada que le causase dolor a excepción tal vez de los lamentos que acompañaban su mente.
Cruzó la puerta del pequeño cuarto debajo de las escaleras y recorrió con lentitud los largos pasillos pintados de blanco hasta llegar a un cuadro, que desde su perspectiva era aterrador, el lienzo era negro, sobre este trazado con lo que parecían rayos de sangre y tormentas de dagas estaba el rostro de una mujer, las iniciales L.E.P grabadas en la esquina inferior del cuadro.
Ignorando los escalofríos cruzó aquel lienzo. “¿Cómo llegaste aquí?” Cuestionó una voz conocida. “Crucé el lienzo” Respondió en un murmullo mientras se acercaba al sitio del que salía la voz, chocó con un armario, era negro, tenía dos pequeños orificios y tenía grabadas las iniciales L.E.P. en sus puertas. Con una mano temerosa abrió una de las puertas, un fuerte hedor se apoderó de la habitación, una vez recuperado de la impresión causada por el olor observó lo que se se encontraba cautivo en el interior del armario, una chica de ojos color verde eléctrico lo buscó con la mirada; se encontraba encadenada con grilletes a la pared del mueble, tenía múltiples heridas en las muñecas, piernas, cuello y rostro.
“Harry” Suspiró. “No debías haberme encontrado y mucho menos perder tu cuerpo físico.” El niño se mantuvo en silencio. “Es que así ya no siento dolor” Pronunció intentando excusarse. “Libérame, ahora.” Ordenó la desconocida con la alarma clara en su voz. Tras seguir las indicaciones dadas consiguió liberarla. “No debes decirle a nadie que me liberaste ¿entendido?” Harry asintió ¿a quién se suponía que le dijera? No tenía a nadie a quien pudiera decirle. “Eventualmente te ayudaré a escapar. De momento tendrás que esperar. Necesito que recuperes tu cuerpo, para eso tienes que concentrarte en la línea que separa lo inmaterial de lo material ¿de acuerdo?” El pequeño azabache no contestó, pero siguió las indicaciones que fueron dadas, de inmediato sintió dos conexiones, una de ellas le resultaba familiar así que se decidió por esa, ignorando por completo la otra. Abrió lo ojos, ignorando el dolor que atormentaba su cuerpo, segundos después la puerta de la alacena se abrió.
“Levántate, tenemos visitas.” Gritó Tío Vernon sin siquiera mirarlo. Harry se levantó de inmediato, entre más se tardara más castigos acumularía, salió de su pequeña ‘habitación’ sólo para encontrar a un anciano con barba de cabra y lentes de media luna esperándolo en la cocina, bajó la mirada y reverenció a su superior, que apartó la mirada del menor fingiendo estar incómodo. “Veo que ya te recuperaste de la golpiza de ayer, la verdad.” Recalcó Petunia que recién entraba a la cocina; el pequeño no dijo nada, reverenció y comenzó a cocinar. “Es un pequeño malcriado, la verdad” Comentó Petunia al Invitado. “Ya lo creo, para nada es como Dummy”. Aseguró Vernon. “𝚩𝛍𝚵𝚴𝚯, 𝚼𝚫 𝛏𝚫𝚩𝚵𝚷 𝚸𝚯𝛕𝚹𝛍𝚵´∇𝚰 𝚷 𝚵” Suspiró el viejo en una lengua que todos los magos aprenden. Un fuerte ruido se escuchó, Harry había dejado caer un tazón que contenía salsa de tomate al suelo, al parecer se le había resbalado. Los adultos se miraron, sin embargo lo dejaron pasar, estaban de muy buen humor hoy como para enojarse por algo tan trivial. “𝚵𝚷𝜿𝚯𝚷𝚪𝛕𝚫𝛕𝚯𝚷 𝛭𝛍𝚵𝛕𝚪𝚯 𝚫 𝛹𝛥𝛭𝛯𝛇”