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"Poco sé de la noche pero la noche parece saber de mí, y más aún, me asiste como si me quisiera, me cubre la conciencia con sus estrellas."
Fragmento de "La Noche". Alejandra Pizarnik.
Su vida siempre estuvo rodeada de secretos, los secretos lo componen, es quien es.
Los secretos unen de una manera permanente a sus contrapartes, pero con Draco siempre fue algo más.
Los secretos, para Draco, unen a las personas. Incluso cuando no quieres que lo hagan porque das una parte de ti en ellos en tu propio interior.
Así fue, con sus amigos, con él.
Draco nunca fue algo diferente que un conjunto de mentiras guardadas, suyas o de otros.
Nunca más que otra mentira fabricada.
Siempre estuvo en conflicto con sus decisiones, con sus sentimientos, de un lado o de otro, pero de algo que se arrepiente por completo es de compartirlo con Potter.
Al final sin embargo, ¿No era algo más allá de sus propios destinos sino sus propias decisiones, del hambre, y la libertad, la complejidad de ser, de ellos serlo, culpa suya de ese desastroso final?
No existe el silencio o la paz en ese interminable círculo vicioso que llegó a su fin.
Duele tanto, que se quemó sobre sus ojos.
No quedó nada.
Nada.
Nada más.
La primera vez que lo vio fue accidental, como muchas otras lo serían en el futuro de estos primeros años escolares, no fue sorprendente, no se escandalizó.
Solo observo, y él le devolvió la mirada desafiante con los dientes expuestos listo para morder y atacar, cubrir su debilidad frente al enemigo eso estuvo bien tal reacción si la situación fuera distinta.
El entendió, entendió porqué Potter era de la forma que es, tan estúpidamente hambriento de lo que sea que le puedan dar, ser o señalar y en su caso, odiar.
Pero cuando lo notó, no fue solo a él.
Era Pansy
Era Blaise
Era… Era Theodore
Sus caras cubrieron en su totalidad la de Potter y solo pudo hacer lo único que sabía.
Guardó silencio.
Escondió el secreto.
Lo compartió con él y solo con Potter.
Y le dio la espalda, supo que Potter se cubrió de nuevo aquellos moretones en sus antebrazos.
Claro esperar sensatez de un tipo bruto y sin sentido alguno de autocontrol fue bastante obvio que no lo entendió a la primera, por tanto en la cena lo miró lleno de algo sin nombre, pero lo ignoró y continuó su rutina.
Continuó con sus ataques, sus abusos contra él y sus compañeros con furia, con un enojo que al principio era meramente un requisito de su nombre, de quien es. Pero después de ese encuentro se volvió real.
Supo junto con todo lo demás que Potter también tenía un papel y por un momento tan solo uno, esperaba que él fuera diferente.
A ellos, al resto del mundo.
Pero al final es solo es otro niño herido, como ellos, como él mismo.
Lo decepcionó tanto.
Pero, lo entendió.
Sabe que Potter comprende de igual forma, su mirada fija la primera noche, la segunda, ya a la tercera sin ningún escándalo de su secreto, Potter guardó silencio por una vez desde que se conocen.
Nada cambió de su nefasta relación, excepto que si lo hizo.
En el fondo, corrido y escondido, como un susurro lleno de mentiras.
Solo lo observa a veces con profundo cansancio.
Tú también, querido héroe.
A ti, ¿Quién te salvará al final?
Al final del primer año, ganó un nuevo título. La copa de su casa, y amigos leales.
¿Lo son, en realidad? ¿Qué parte de ti es real con ellos? ¿Ellos te ven como yo te veo?. Son preguntas que rondan en su mente cuando los ve reír, festejar en la gloria del momento, mientras ignora la melancolía de su propia mesa.
Sus ojos contenían esas preguntas cuando sus miradas se cruzaron por un momento.
Pero desvió la mirada.
Pero su respuesta fue tan minúscula como el cambio de su relación.
Una mentira disfrazada.
“Esa fue la primera vez que ellos compartieron un secreto aunque fuera accidental”.
La segunda fue un evento desafortunado y vergonzoso.
En aquella tienda del Callejón Knockturn, sabía que estaba allí, ese tipo de ardor e intensidad solo su tan conocido enemigo la posee.
Contempló cómo su padre lo trataba con frialdad, y presionó su bastón en su hombro como si se tratase de una sinfonía compleja y extremadamente complicada con una extraña suavidad que no tenía nada que ver con el ardor familiar de viejas heridas.
Su recordatorio de sus fracasos, lo llamó su padre.
Cuando se dispuso a salir del local lo vio escondido, solo sus ojos esmeraldas quemaban su espalda cuando se fue.
¿Dime Potter, desde cuando sabes guardar secretos?
Yo, desde luego no soy nada más que una caja, una de oro y diamantes, lleno de secretos si se escaparan quedaría vacío.
Vacío.
Observó a los Weasley, a cada niño y a sus padres, se pregunta cómo se sentirá ser uno de ellos pertenecer a su agitada familia mientras su padre peleaba con el señor Weasley.
¿Cómo se sentirá no estar vacío? Draco de 12 años nunca supo cómo sentirse lleno de algo, de lo que sea.
Excepto cuando estaban con los chicos, ellos saben y entienden.
A su manera, también es afortunado de tener a sus amigos.
No está solo, aunque a veces se siente como si lo estuviera.
No miró a Potter ni una sola vez.
El segundo año es sin duda uno movido, Pansy con su enamoramiento de ese farsante de maestro de defensa, Blaise sumergido en aprender chino para poder viajar en busca de tesoros escondidos, y Theo bueno, el siempre está sumergido en algún libro de runas.
Pero siempre, siempre lo observa. Atento a cualquier cosa, cada día le guarda una manzana para él, sujeta su mochila en el baño.
Con él es fácil, fácil dejar vacía la caja.
Y Theo cada vez, está con él. Siempre.
Por eso, lo miró fijamente a los ojos cuando desvió la mirada a Potter por un momento después de humillar a la hermana de Weasley por ese horrendo poema y lo encontró observando.
Pero no preguntó, Theo no lo hace al menos que sea lo que Draco necesite que le pregunten.
Pero él no dijo nada, de alguna manera retorcida Draco quiso que preguntara.
Se dio media vuelta y corrió, a los lejos se escuchaban los gritos furiosos pero fundidos de preocupación de Pansy, la risa nerviosa de Blaise, pero de Theo, nada.
Nada, y eso lo hace peor.
Entró al baño del tercer piso, pero no miró su reflejo.
Escucho pasos suaves, lentos y perezosos.
Conoce quién viene, lo hizo desde siempre.
Fue la primera mano que sostuvo, el primero que se quedó sin un secreto de por medio, sino porque ambos no lo necesitaron para acercarse.
Él único que realmente lo ve, Theo siempre ha sido alguien esencial, algo que siempre estuvo allí, ellos se sostienen mutuamente.
Siempre.
Sintió su abrazo detrás de su espalda inclinándose lo suficiente para que su cabeza estuviera en el hueco de su cuello, su manta de cabello castaño le hace cosquillas en su mejilla.
— Lo siento, pero no puedo decírtelo cuando eso agrega más a tu carga —. Su voz tan suave y baja, era esa voz que usa sólo con Draco.
Solo para Draco.
— Es solo algo-mm un secreto más Theo eso soy, creo…Creo que siempre lo seré y eso me aterra tanto tanto —. Lloró, mientras que Theo de nuevo, lo sostenía.
Lloro porque sabe, sabe la razón del porque Theo no dijo nada.
La razón de su huída.
Le gustaba Potter.
“Las personas dicen que el infierno es engañoso, lleno de comodidades y mentiras encantadoras que desearíamos que fueran realidad, damos por sentado que lo son.
Entonces, ¿Nuestra relación era nuestro propio infierno, Harry?
En ese entonces no sabía, no comprendía que la gravedad de esos sentimientos tendría un desenlace desgarrador”.
Llegó a la mansión después del mensaje de Pansy, entró directamente a la cocina observando el desorden, la harina y mezcla de galletas en todos lados.
Sabía que sucedía cada vez que Pansy horneaba.
Cómo siempre sus padres no estaban en casa.
Pansy lo observa con manchas de harina en la cara, batiendo más mezcla de galletas.
Le dio una sonrisa, pero sus ojos eran como los de una muñeca.
Parpadean, Parpadean.
Pero no hay nada, vacíos, huecos y sonrientes, atenuando el verde claro de sus ojos.
Eso es lo que implica ser una señorita de la familia Parkinson.
Y tiene esos ojos cuando se lo recuerdan, que no es aceptable ser menos que eso.
Le ofreció con ambas manos un plato lleno de galletas.
Recordó el secreto que los conecto, que los unió y los hizo hermanos.
El secreto que presenció.
Cuándo una Pansy de 7 años su madre le enseña profundamente los fundamentos de ser una Parkinson, cuándo se le negó ser cualquier cosa, hasta ser una niña llena de sueños.
Los sueños no le son permitidos, no es digno.
Le hicieron creer que no es merecedora de ellos, excepto su propio rol en su familia.
Algo en ese día se apagó en Pansy para siempre.
La señora Parkinson tomó un plato como ese y lo tiró al suelo;
— Desechalos, tira a la basura esas cosas horribles.
En cambio, Draco hizo lo mismo en ese entonces;
La tomó y la comió.
Con una sonrisa, le dijo:
— Dámelos todos, es tan delicioso.—
La sonrisa de Pansy hizo su sabor más dulce.
Le devolvió la sonrisa.
Ciertamente los sentimientos hacen que las personas actúen estúpidamente obvios, sobre todo Draco según Blaise.
Por supuesto los demás están de acuerdo.
Desgraciadamente es verdad, es una traición admitirlo en voz alta, cosa que nunca hará.
Supo del asunto de Potter y el dementor, simplemente no pudo evitarlo, es como una gran ola que lo arrastra cada vez más lejos con el veneno más letal posible.
No existe otra manera y no quiere que lo sea, aunque algo duela en su interior por la idea.
Sus amigos lo apoyan en su acoso con igual fuerza porque ellos saben lo que sucedió en segundo año, son los únicos que pueden leerlo, ellos comprenden que a Draco no le queda nada más que esa ola lleno de amargos encuentros por muy estúpidos que sean, lo acompañan conscientes de esa verdad subyacente entre ellos sin reconocerlo, sin hablar de eso ni una sola vez.
“Ojalá ese pensamiento se mantuviera, ojalá no se cegara con las llamas de la juventud, la comodidad y lo que sería por primera vez la verdadera complicidad feliz de compartir un secreto”.
Después de un tiempo, una noche en la torre de astronomía casi era el toque de queda, estaba oscuro y solitario pero le encantaba perderse en un mar de estrellas brillantes.
Las estrellas bailaban y cantaban a su alrededor lo relaja a un nivel donde todas sus barreras, sus máscaras quedan al descubierto por lo insignificancia de ser una existencia minúscula frente a la galaxia, estrellas y planetas enteros.
No se dio cuenta de la llegada de otra persona a su lado, Draco apoyado en el mismo barandal y con mirada fija al cielo, pensó por un momento que era Theo el único que podría interrumpir ese momento privado y salir ileso al respecto.
No, la vida nunca fue lo suficientemente bondadosa al respecto, no le dio un descanso de todo lo que implicaba su vida dentro de esos muros.
Potter estaba a su lado, sus ridículamente grandes anteojos reflejaban la luz de las estrellas, se preguntó si podría quedar ciego si lo miraba fijamente.
Sin devolverle la mirada, dijo sarcásticamente — Por un momento no parecías tú mismo Malfoy, cualquiera que te viera pensaría que si eres capaz de tener algún sentimiento, casi pareces un ser humano —. Afirma encogiéndose de hombros.
Draco sorprendido, rompe a carcajadas.
Su pelo se alborota, sus mejillas se sonrojan por la risa, sus manos sosteniendo el barandal, y como un impulso del momento burbujeante le dice la verdad.
— Tengo la impresión desde pequeño, de que tengo que ser perfecto para ser amado, entonces sí Potter, tengo sentimientos incluso cuando mi padre le gustaría que no los tuviera —. Potter lo mira de esa manera, como lo hizo en el primer año cuando guardó silencio sobre su secreto, o al inicio del segundo sabiendo el suyo.
— ¿Por qué me dices esto? ¿Crees que eso te excusa de ser un bastardo? Pues lo eres, ya que tú decidiste serlo en primer lugar y eso no cambiará nada tu situación. —Lo cuestiona con una ceja arqueada en desafío al cual, Draco no accedió.
— Tienes razón. —
Potter lo mira sorprendido.
— Sin embargo, ¿No haces lo mismo? No debo ser el único que nota tú propia situación y parece que nadie está interesado en cambiarlo, nadie hace nada al respecto, eso es una hipocresía de tu parte señalarme cuando tú haces lo que haces para mantener a la gente que te importa a tu lado, sin embargo no cambia nada sigues viviendo un infierno cada vez que sales de este castillo. — La calma de su voz, llenaba el ambiente con certeza de cada una de sus palabras.
No explotó ni le discutió cómo pensó que lo haría, de hecho se encontraba pensativo cosa que no esperaba precisamente de él.
— ¿A qué te refieres, cuándo dices que hago algo? — preguntó ladeando un poco la cabeza.
— Haces lo que sea para ser amado Potter, dándoles tanto de ti, tomando lo que sea que te den — No abundó en lo que dijo, pero cuando lo dijo lo hizo mirándolo a los ojos, en cambio Potter se la sostuvo.
No lo contradijo, y no lo haría en los años venideros.
— No eres diferente Malfoy, tú lo sabes. Realmente no te interesa mi vida.
Tiene razón, él no hizo el esfuerzo en hacer lo correcto al respecto de su vida hogareña porque sabe que el momento que lo haga tomaría una posición y eso conlleva que sus amigos se unieran a él, porque lo seguirán donde sea que vaya.
No podía arriesgarse, nunca.
Potter, sin darse cuenta le dio a escoger.
Fue fácil, siempre serian ellos.
Aunque una parte de sí mismo muera con aquella elección.
Le duele el pecho, arde y nubla su mente pero su rostro es pasivo sin ningún cambio, de algo bueno debe servir su entrenamiento Malfoy.
Sin más, asiente a lo que dice Potter, se da media vuelta y se va sin decir más palabras innecesarias.
“Me pregunta en la actualidad, ¿Por qué no pudo marcar esa línea en el futuro?, tal vez las cosas no serían tan fáciles de romper”.
Cuando entró a la sala común, Theo le lanzó una manzana sin darle una segunda mirada mientras sostenía un libro, Pansy parloteaba sobre una revista nueva de moda y Blaise sacaba su juego de ajedrez.
Este último subió la mirada y le sonrió cándidamente.
— ¿Qué tal una partida, el que pierda le hace la tarea de transformación al otro?—
Draco observando a los 3, entiende que era una maravillosa manera de morir si es por ellos.
Su familia.
Ellos piensan que él vale la pena, mientras los 4 estén juntos Draco aguanta, cada elección cada trozo de su ser arrancado o incinerado.
El aguantará.
Con una sonrisa, el pecho adolorido pero satisfecho
— Oh, Cállate Blaise— Se sentó a jugar.
En ningún momento tanto Potter como él hablan de sus secretos compartidos, debieron hacerlo, confrontarse y así nunca serían algo más que desconocidos desafortunados en momentos incómodos.
“Típico error de comunicación, que luego más tarde desarrollan lazos tóxicos que no debían existir y que estos, le rodeará el cuello en el futuro.
¿Eres mi propia arma suicida, Harry?
Creo que todos llegan a ser una flecha puntiaguda destinada a matar cuando amas a alguien.
Al final yo tampoco soy diferente de todos ellos, ni ahora, ni en ese entonces”.
Cuando llamó sangre sucia a Hermione Granger, como de costumbre estaba buscando algo dentro de su pecho, algo que indique dónde parar, detener el daño, el veneno, pero no sabe cuándo parar y por dónde comienza.
Draco no siente nada, el odio que debería sentir por su mera existencia no está. No existe.
Cada degradación, cada humillación que cae sobre ella, en realidad está en automático de un modo sistemático sólo para herir, herir por siempre.
Porque sabe que esas palabras nunca se van, no realmente. Siempre estarán en el fondo de su mente, punzando y cortando una y otra vez.
Draco sabe.
Lo vive.
Nunca es suficiente, no lo será alguna vez.
Pero el daña, daña, daña, es lo único que sabe hacer desde afuera.
Fuera de su zona de confort.
Y no lo quiere cambiar, entiende que no podría ser una persona peor que esta.
Qué comprende lo que hace mal y no hace nada para cambiarlo, no quiere hacerlo.
Entonces, ¿Por qué nunca puede reunir el odio suficiente?
Le sorprendió que Potter se encontrara en la torre esa misma noche del acontecimiento. Está allí con él de nuevo, espero otro puñetazo, un insulto lleno de rabia o algo.
Pero de nuevo, está actuando como su primer encuentro, despojado y taciturno.
— Y yo que pensaba que eras menos imbécil, hasta que me recordaste lo racista que eres. —
Draco se queda pensativo, racismo, él sabe que es, Blaise se lo contó cuando eran niños ya que las parejas de su madre son muy variadas.
Debía estar lleno de horror, que todo lo que conoce y vocifera es una expresión falsa y llena de odio, se suponía que tendría una crisis de identidad y cuestionarse hasta su propia existencia.
No lo hizo, comprendió desde muy joven que todo lo que diga o haga su padre no debe ser cierto del todo cuando comprendió que nada debe ser cuestionado.
Alguien que te ame nunca te trataría de esa manera pensarían las personas de afuera, personas que no entienden cómo funciona el tipo de hogar que vive Draco.
Tanto sus padres como el mismo Draco no saben ser otra cosa que personas que fueron criados por el odio.
Potter debe saber algo al respecto.
— Déjame aclararte algo Potter, no soy una buena persona y no lo seré pero eso ya lo sabes, eso está claro entre nosotras así que déjame preguntarte algo. ¿Qué quieres de mí? ¿Llenar una absurda expectativa que creaste sobre mi, cosa que nunca te pedí ni te alente o quieres algo específico? No soy uno de tus leones Potter yo no te debo nada.
— Es cierto, no me debes nada no sé qué espero de ti es ridículo esperar algo diferente de alguien cómo tú lo sé, es solo que este lugar y a esta hora todo es más visible, se siente como si fuéramos personas reales Malfoy y que nuestra relación por un momento se siente diferente.
Siempre lo fue.
Claramente Potter no lo reconoce, es uno de esos temas que no toca aparentemente.
Es gracioso imaginar que tal afirmación podría hundirse en su piel como pequeñas gotas de ácido.
— Si esos son tus pensamientos y sabes mis respuestas, ¿Por qué vuelves? Sabes que se pondrá peor. —Afirmó cruel y crudamente.
Potter no contestó, se quedaron allí un rato más uno al lado del otro contemplando las estrellas.
Pero tiene razón, cuando están juntos en este lugar se siente que pueden ser cualquier cosa.
Y volvían a reunirse al menos 2 veces por semana sin falta.
En su mayoría no hablaban, pero cuando lo hacían nunca se mentían o al menos por el momento.
Eso es claramente una bella mentira.
Porque todo en ellos, en el fondo nunca fue real.
De nuevo, Draco debe aprender a controlarse a la hora de actuar alrededor de Potter, ahora hace que un hipogrifo lo hiera.
Si, es un maldito idiota.
Hizo llorar a Pansy, cosa que no hacía desde que tienen 7 años, por primera en años se borró en su totalidad la sonrisa de Blaise y Theo dejó caer en el barro su libro, LO DEJÓ CAER EN EL BARRO. Cuando prefiere que alguien se parta la pierna a que un libro se maltrate.
Sobre todo, los recuerdos lo invadieron, esas garras cambiaron por los látigos conjurados de su padre, el dolor profundo de sus hechizos cortantes, la sangre por merlín tanta sangre cuando lo hace enojar.
Grito, grito fuerte y alto lleno de verdadero miedo.
Todos a su alrededor estaban pálidos y quietos, desde allí las cosas se pusieron borrosas solo atino a mirar a sus amigos, cosa que no debía hacer porque ahora se siente malditamente culpable.
Y por encima tendrá que lidiar con su padre, este día será largo.
No puede evitar suspirar con cansancio.
El último día en la enfermería acostado en medio de la noche su cabeza está vueltas adormecido a un nivel que no siente las puntas de sus píes, cada vez que ve la decepción, el señalamiento de que no es suficiente.
Aún resuenan sus palabras cómo dagas cubiertas de veneno, listo para matar.
— Llorar te hace débil— decía su padre con frialdad. — Estas solo Draco, debes entender que tu imagen debe ser intachable sé que tal fachada no puede esconder tu frágil persona. — el desprecio gotea en cada palabras las siente cómo algún digo de garras, cortando y cortando dentro de su pecho.
—Esos herederos no son tus amigos, son medios para un fin ¿Te imaginas cómo quedaste con esos futuros jefes de familia con esta humillación de mi heredero?
Siempre que espero algo meramente decente de ti, caes más bajo de tu apellido. — Ahora está escupiendo cada palabra, perdiendo ligeramente su habitual calma. —Eres un Malfoy, espero que actúes cómo tal.
No lo toco, eso sería demasiado obvio y arriesgado.
Mientras su padre condenaba al animal que hirió su orgullo, Draco se pregunta cómo se siente tener un adulto que te ame. Ser abrazado al menos una vez, que te miren con orgullo por los logros que se mata por obtener, de tener una madre menos silenciosa y ausente, de un padre que lo mire menos como la extensión de su apellido sino como su hijo.
¿Por qué no puede ser amado?
Entonces, si trabaja duro y de alguna manera logra que esté orgulloso de él, tal vez ese orgullo cubra ese amor.
Porque, debe ser lo mismo. ¿No es así?
Si, debe serlo.
Cuando dijo ese pensamiento a sus amigos, todo quedó en silencio excepto por lo el llanto de Pansy, murmuró:
— Somos niños, no deberíamos rogar ser amados, no deberíamos ser más de lo que somos, ¿Por qué para todos ellos nunca es suficiente? Nos arruinaron. Pero nos tenemos unos a otros y siempre permaneceremos así, quiero que sepas que te quiero Draco, lo hacemos todos nosotros. — Mientras tocaba su pelo delicadamente con ternura como si Draco fuera algo terriblemente valioso y frágil.
Se siente un poco como si Pansy fuera algún tipo de madre, ella siempre ha sido así, Blaise se sentó a su lado cubriendo la puerta, negando que otros vean su momento de debilidad protegiéndolo.
Y Theo sosteniendo su mano, dejó que Draco lo apriete con la suficiente fuerza que lo lastimó necesita un ancla que lo mantuviera fuera de la niebla de su mente, que le recordé que no está solo.
No está solo, y sabe que nunca lo estará.
Aunque en las vacaciones habrá consecuencias de su humillación.
Su madre, su figura inexistente, no fue a verlo.
No fue la primera semana libre de la enfermería a la torre, siempre que se encontraba allí sabía que Potter estaría y no podía, no ahora mismo.
El resentimiento en sus ojos, se siente real.
Lo es.
Duele, duele, duele.
Pero de alguna manera después de que su padre lo visitó entró en un tipo de limbo, uno donde el frenesí del movimiento aleatorio de su acostumbrada ola de veneno se saliera de control.
Y explotó.
Toca clases de defensa, cuando Lupin indicó que hicieran filas sintió que algo andaba mal cuando hablo de esas criaturas lo supo, que su mayor miedo sería expuesto frente a toda la clase.
Es como si desnudara a sus estudiantes en pleno salón.
Es obligatorio aprobar, es tan despreciable por el hecho que no es una maldita elección, de no querer exponerse de tal barbaridad.
Pero claro, ellos nunca la tienen.
En casa, en la sociedad, fomentado hasta en el mismo maldito colegio.
Nunca nadie les da opciones, pero no puede negar que la posibilidad de que no la tomen existe, a veces es más difícil dejar ir lo que conoces por algo nuevo y vulnerable.
Tal vez es mejor así como están.
Pero Draco tiene miedo, su cuerpo está temblando muy ligeramente, Theo frunce el ceño con los labios apretados se dirige hacia él pero alguien más lo detuvo del brazo, Blaise se colocó frente a él.
No dudo, no tembló ante la probabilidad de exposición de sus secretos.
Sabe que solo faltan dos personas, sabe que nada sería igual después de eso.
Pero, no dudo.
Y lo hizo con una sonrisa, como si no significaran nada.
NO.
¡NO PUEDE PERMITIRSE!
Sujetando la manga de la túnica de Blaise cosa que no se había dado cuenta en qué momento la tomo lo apretó con fuerza pero antes de decir cualquier cosa, lo silencio.
— Está bien Draco, tú siempre sostendrás la otra pala.— Afirmó con seguridad, con su típica sonrisa, con sus típicos ojos juguetones.
Su mejor amigo, su compañero explorador, el que siempre saca sus mejores sonrisas, el sepultero de su propia madre, su hermano.
Cerrando los ojos lo ve todavía, a un pequeño Blaise de 8 años en medio de la lluvia con una pala en sus manos, sonriendo.
Sonreía en medio de su llanto, la tierra manchando su bello rostro.
Sin dudarlo tomó la otra pala.
Blaise no dejó de sonreír, pese a sus llantos silenciosos.
Protegiéndolo, él Blaise que nada le importa además de sus aventuras, el risueño de mente abierta a lo desconocido.
El sepulturero.
Su cuerpo se inclinó en su espalda.
El que llora riendo.
Va a ir a Azkaban. Después de ese pensamiento todo dejó de importar, su reputación, su amor por su familia, su propia libertad.
Porque si apresan a Blaise, lo tomarán a él también.
Y sin aliento, pálido y con manos temblorosas susurró:
— Siempre.
Todo se siente como un tipo de trance aterrador, Blaise lo esconde tras su espalda, siente como se queda sin aire en cada segundo que pasa, es tan lento y tortuoso como un tipo de broma pesada.
Escucho como saltaban a Potter, eso lo enferma, está bien enfrentar todos los demás sus miedos más temidos, pero para el Salvador las reglas no se aplican.
Siempre, siempre son los demás quienes sufren las consecuencias, Blaise la sufrirá.
Y el odio ardiente estanca su garganta.
Al final de la clase, gracias a Merlín no llegó el turno de Blaise olvidando toda clase de decoro o elegancia lo tomó de la mano y se lo llevó.
Los otros chicos, solo asintieron a su dirección.
Arrastrandolos lo llevó a la esquina más lejana y solitaria posible lo empujó a la pared y lo abrazó con todas sus fuerzas, su cabeza en el hueco de su cuello inhalando el perfume caro italiano claramente su favorito con los ojos cerrados, lo apretó en sus brazos.
Está conmigo aquí, no se va ir. Nunca lo permitiré, primero muerto a que me quiten a mis amigos.
Lo escucho hablándome lento y bajo que respire, que él no se irá a ningún lado, que todo está bien.
Realmente nada estaba bien, por primera vez comprendió lo efímero que puede llegar a ser tus seres queridos.
Comprendió entonces, que él debe ser lo suficientemente fuerte para que incluso la muerte no los toque.
Algún día piensa, complira su palabra.
No se dio cuenta de que una mirada ardiente lo siguió cuando salió del salón de clases, cuando se reencontró con su grupo aun sosteniendo la manga de Zabini.
Observó como Nott lo miró y le asintió, una Parkinson hablando sin parar de chismes jugosos tontos pero que cumplía con el deber de distraer de ese tema, de todo lo que acaba de pasar.
Observó como un silencioso Nott rozo su mano con una delicadeza llena de significado.
Contempló cómo ese simple contacto puso en sintonía todo el funcionamiento de Malfoy.
Quiere partirle la maldita mano en dos.
Un solo roce, un solo contacto bastó para mejorar lo que está mal.
Sabía que era lo que estaba mal.
Lo vío una vez el año pasado.
Comparten algo tan privado e íntimo que los conecta ¿Por qué nunca pudo tener tales influencias?.
Y solo bastó un solo roce y todo estuvo bien.
En definitiva, ese chico debe ser especial.
Aún más que todos sus amigos.
El poseedor de la mirada ardiente, siente como algo en su pecho se enciende con ira y destellos rojos.
Rojo, rojo, rojo.
Cerró los ojos, ignorando solo un segundo la plática de sus amigos, comprendió que no podía más, no podía seguir negándolo.
Él no puede ser de nadie más.
Y por primera vez, Harry decide ser egoísta, aun cuando el otro no quiera nada de esto.
“Sin embargo con los pasos de los años nunca supe parar, cuando es tomar demasiado y cuando no. Y quizás debía consumirlo por completo tal y como él me hizo desde el primer encuentro en la tienda de túnicas cuando su mirada plateada chocó con la mía.
Pero el rojo nunca se detuvo a su lado tan solo lo cubrió a ambos por completo.
En el rojo murieron y los resucitó.
El rojo los unió, pero es el gris de su mirada que los condenó al final.
Siempre teniendo la última palabra Draco.
Siempre fuiste tú, pero no es suficiente.
No lo fuiste.
Y lo sabes.
Así fue desde el comienzo.
Pero te llevaste la parte real de mi.
La única y casi inexistente.
En cambio, yo me llevo cada parte de ti que era humano.
Supongo que estamos a mano, por una vez”.
Ha pasado un tiempo desde que estuvo aquí parado observando las estrellas en su lugar preferido, pero sabía que no estaría solo el tiempo suficiente, por desgracia.
Desgracia por el hecho de que lo desea hasta los huesos.
Con todos los insultos que tendrá por el juicio del animal, o tal vez no, aquí en este lugar ellos parecen ser alguien más con los sentimientos de alguien más, ojalá también fueran la vida de otros.
Pero, se siente como lo más cercano a un lugar casi sagrado.
Sus anteriores encuentros aun frescos continúan en su mente, observando y hablando con un Potter no muy alegre, menos explosivo y no tan estúpido como parece.
El sabe de mentiras, de máscaras y realidades disfrazadas.
Y de dolor, de soledad y hambre de todo tipo, (aunque estas líneas nunca fueron expresadas en voz alta).
Cosas como esas no necesitan ser expresadas para entender, entenderlo todo.
Porque son lo mismo, en el fondo no son tan diferentes.
Y lo saben, ambos lo hacen.
Escuchó el ruido de pasos a su lado y supo que estaba allí con él.
Draco se preparó.
Un Potter por primera vez en este lugar lo miró con una fría furia que le congeló su sangre.
— ¡Eres un farsante Malfoy! Dices que haces esos actos horribles para que tu padre te ame pero tu y yo sabemos que no es solo eso, eres un ser humano horrible igual que tu padre, así que felicidades eso debe hacerte muy feliz. —Lo miro directamente a los ojos diciendo y saboreando cada palabra.
Su sangre se calentó de golpe, porque le dolió sus palabras, porque usa su conocimiento para recalcar hechos que no sabe, qué no piensa entender.
Maldito hipócrita.
— Al menos tengo personas que a pesar de ver mi lado horrible se quedan conmigo, ellos ven lo peor y lo mejor de mi que pocos tienen el honor de presenciar, deciden quedarse. ¿Lo harían los tuyos, sin embargo? Puedo admitir que soy cruel y horrible solo para que me ame pero, ¿No te hace una mala persona fingir que eres bueno, cuando sabes que no eres del todo una buena persona solo para que se queden y no te abandonen? Al menos ellos ven por todos los lados de mi y nunca me abandonarían.
Potter dio un paso atrás impactado.
Eso le dio una satisfacción profunda en su pecho.
Porque es verdad, Harry Potter es una persona compleja con muchos secretos cuya esencia se resguarda con un feroz recelo, miedo tal vez de aceptar lo que habita en él o de que eso signifique su completa soledad.
Dio un paso más cerca.
Sonríe con malicia mientras por dentro arde con rabia y dolor.
— Te crees que tienes la moral más alta aquí, déjame esclarecer tu perspectiva errónea para que puedas usar el escaso actividad cerebral que habita dentro de tu cabeza, antes de señalarme o condenarme ten esto muy presente Potter, al menos yo soy el mismo de frente mientras todos te den la espalda tu máscara cae. — Se limpia las manos en su túnica como si algo terriblemente sucio lo toco, aun muy cerca de Potter sin desviar ni un poco la mirada.
Potter estaba afectado por un profundo ceño fruncido marcando su rostro mientras sus ojos brillaban peligrosamente.
Entonces, así de la nada sorpresivamente sin un poco de maldito sentido, Potter lo estaba besando.
Fue solo un ligero toque, podría jurar por un instante que todo fue un mero sueño de cualquier día.
Pero no lo fue.
Él se separó de Draco y con una voz tan firme que esto de alguna manera retorcida piensa que no está nada afectado por lo que paso no es más que otra prueba de su ilegitimidad.
Hasta qué abrió su jodida boca.
— No me agradas, nada de ti ni lo que representan de ninguna maldita manera me gustan, pero eres el único que me ve y puede borrar la fina línea de lo irreal que me siento la mitad del tiempo, porque puede que no me muestres gran parte de ti como lo haces con Zabini o mayormente Nott pero al menos lo haces de frente cada vez, comprendí que deje de odiarte después de la primera charla porque al final necesitamos esto, esta libertad. Dime Draco, ¿Quieres ser libre? Yo te la daré, se que lo necesitas con una ferocidad digna de mi casa— Sus labios se rozan, una pequeña sonrisa llena de picardía esperaba su respuesta, sabe qué le diría una mentira mirándolo a los ojos y se burla de ese hecho.
Bastardo.
— Tu no sabes una mierda de lo que necesito. — contestó, su voz sin vacilación alguna pero sus ojos eran temblorosos.
Potter lo supo, sonrió con burla, con deleite alegre y algo oscuro como el sueño de un pecador.
Parece triunfante de manera morbosa que brinda lo prohibido.
Potter lo beso, dientes y lenguas demandantes exigiendo que se someta con brutalidad y resolución absoluta alzándose como quien toma y toma sin descanso.
Lo mordió hasta sangrar, cuando se reveló mostrando las consecuencias de tal atrevimiento guió sus manos detrás del cuello de su torturador mientras Potter lo sostenía con una fuerza que lastimaba su cadera pero no le importa los dolorosos moretones que tendrá y el dolor punzante al día siguiente.
Cuando se separaron Potter tenía sus labios manchados con sangre, su cabello aún más desordenado y sus mejillas sumamente rojas.
Pero sus ojos, brillan tan intensos que es intoxicante, lo atrapó e inmovilizó por completo.
De nuevo, está esa mirada que vio desde el principio que no entendió hasta ahora.
Era deseo.
La cuestión era, ¿De qué?.
Solo lo comprenderá cuando el deseo se desvanezca y muestre su verdadera forma.
Sin perder esa excéntrica sonrisa dijo con una abrasadora certeza como una condena, cadenas unen sus pies y manos incapaz de huir o al menos objetar.
— Ahora eres mío Malfoy.
No había duda en su mirada.
Y fue allí donde se abrió la puerta del infierno, cuando reclamó a Draco también introdujo algo suyo para su futura influencia.
Draco siempre ha sido débil, y este muchacho el futuro hombre se aprovechó al máximo de tales influencias.
Draco también lo hizo después, algo demasiado tarde, demasiado roto donde el daño ya estaba palpable en su lecho.
Debió hacerlo desde el principio.