
CAPÍTULO 12
Un sonido de alguien teniendo arcadas y vomitando despertó a Draco del sueño ligero que había conseguido mantener por unas pocas horas. Se levantó cuando se dio cuenta que Hermione no estaba a su lado, sino en el baño devolviendo la cena.
Se arrodilló a su lado y la sujetó el pelo para que no se le cayera mientras seguía mala encima del inodoro. Estaba pálida y temblando con sudores fríos. Cuando se tranquilizaron lar arcadas un poco, Le pasó papel para limpiarse la boca y una taza con agua para aclararse mientras la acariciaba la espalda con movimientos suaves y circulares.
- ¿Estás mejor? – le preguntó de manera tranquila y dulce Draco.
- No sé. -susurró ella sin fuerzas.
- Debe haberte sentado mal la cena, tranquila. – la calmó de nuevo cuando una nueva náusea se apoderó de ella.
- No. No cena. Mal…sueño. – balbuceó débil la bruja.
Podía comprender eso mejor que nadie. Draco apenas conseguía dormir desde quinto y con la guerra, se había agravado su problema más aún. Sin embargo, examinar cuidadosamente a una Hermione pálida con círculos negros bajo sus ojos castaños y sin apenas fuerzas para hablar por culpa de un sueño, le dejó totalmente indefenso. No le gustaba nada verla así, ella siempre estaba enérgica y hablando por los codos. Era una de las personas más fuertes que había conocido.
- Draco…gracias. – musitó.
Atrapado en el sentimiento, apoyó la espalda de la chica contra su pecho acunándola. Se quedaron así por horas: ella en los brazos de él mientras este le había recogido el pelo, la acariciaba la espalda con un ritmo lento y consolador con otra de sus manos en la rodilla de ella. El sueño por fin venció a Hermione, quien quedó laxa en los fuertes brazos del mago. Este se levantó y la depositó delicadamente en la cama tapándola.
Recogió el baño, mandó una nota a los profesores de ese día explicando la ausencia de las clases ese día con el consentimiento de la Señora Pomfey y McGonagall y otra a las cocinas pidiendo comida a la hora del almuerzo en la habitación.
Se tumbó también en la cama al lado de la chica por si volvía a ponerse mala. Sintiéndole en la cama, aún dormida, Hermione se dio la vuelta y cogió la mano a Draco, acunándola entre las suyas. Se quedó dormido pocos minutos después sin darse cuenta.
Parpadeando perezosamente, Hermione comenzó a abrir los ojos algo desorientada. Paredes de piedra, nórdico suave y Draco proporcionándole un calorcito agradable envolviéndola entre sus brazos. Se acurrucó contenta volviendo a cerrar los ojos mientras su cerebro procesaba la información que acababa de recoger.
“Draco abrazándome…mmm. La verdad que da buenos abrazos, y está bastante fuerte. Me siento protegida…Un momento.” abrió los ojos “Draco… ¿abrazándome? ¿Me siento protegida? Pero bueno, Hermione Jean Granger, ¿qué mierda estás diciendo? Anoche me debí dar varias veces en la cabeza contra el váter vomitando, si no, no me explico.”
Frunció el ceño, todavía envuelta como en un capullo en el nórdico y Draco “La verdad que no me esperaba que se ocupara de mí, menos aún con el cariño con el que me sujetó el pelo o me abrazó después. ¿Será que se le está derritiendo el bloque de hielo que tiene en el pecho?” Sacudió la cabeza y cerró los ojos un segundo antes de levantarse e ir al baño a seguir con su monólogo interno “No, no, no. Imposible. Draco Malfoy no es el tipo de chico que te cuida cuando enfermas.” se paralizó en el baño al ver que todo estaba recogido y limpio como los chorros del oro “Ni es el tipo de chico que recoge el baño cuando estás mala,” salió del baño después de hacer sus necesidades, lavarse los dientes y ducharse cuando vio en la sala había un carrito con comida para dos que algún elfo doméstico debió haber dejado sin que se dieran cuenta. “ni el tipo de chico que se encarga de que comas después de haber vomitado toda la cena sabiendo que necesitas comer porque te saltas comidas y no estás bien alimentada.”
Y, sin embargo, lo era.
No por primera vez, Hermione recordó algunas veces en las que Malfoy había traído comida para ella.
Llevaban horas encerrados en la biblioteca cuando Hermione ignoró el sonido de sus tripas no por primera vez en varias horas. Estaba muy cerca de encontrar una pista, lo presentía.
- Haz el favor de comer algo. Granger. Tus tripas no me dejan concentrarme. No te creas que no me creo que no lo haces aposta solo para molestarme y desconcentrarme.
- No te creas que todo gira entorno a ti, Malfoy. No puedo levantarme ahora, no cuando estoy tan cerca, estoy segura, de encontrar algo.
- Si no puedes ir por lo menos pídeselo a un elfo. – chasqueó los dedos y apareció un elfo doméstico al instante.
- ¿Necesitan algo, señor Malfoy? – hizo una pequeña reverencia.
- Tráenos comida y agua. Tal vez también un par de vasos de zumo de calabaza y un par de dulces. Necesitaremos la energía. – miró hacia la torre de libros que habían seleccionado entre ambos.
Draco dejó unos emparedados y agua encima de la mesa con un ruido sordo sobresaltando a Hermione, quien estaba enfrascada en la lectura de varios libros buscando posibles combinaciones para pociones.
- Granger haz el favor y come. No te he visto llevarte nada a la boca desde ayer por la noche y no has ido ni al desayuno ni al almuerzo. No quiero tener que llevar tu escuálido culo a la enfermería porque estás demasiado ocupada siendo una sabelotodo.
Dejó a Draco descansar mientras puso sobre la mesa los platos de comida y las bebidas. Una vez todo estaba colocado, movió los libros que había quitado de la mesa y había puesto en el sofá hacia una mesa auxiliar que había aparecido al pedirla a la habitación.
Descorrió las cortinas, con la luz de la mañana entrando a través de la cristalera, que abrió para ventilar. La primavera ya estaba llegando a Escocia y se notaba en el dulzor de la brisa. Volvió a la habitación y le dio unos toques suaves a Draco en el hombro.
- Draco, ¿quieres comer algo? He preparado la mesa. – preguntó bajito.
Draco había pateado las sábanas y estaba abrazado a la almohada como un koala con parte de la camiseta subida. Puso una expresión entrañable frunciendo los labios haciendo un puchero e hizo un sonido indeterminado, abrazándose más a la almohada.
Hermione se rio, su pecho haciendo un pequeño salto ante esa vista tan inusual del temible Draco Malfoy como un bebé.
- Venga, vamos a desayunar. – sonrió la leona.
Draco abrió un ojo y luego lo cerró abriendo el otro gruñendo. Farfulló algo ininteligible mientras Hermione se iba de la habitación.
Rato después, apareció con el pelo húmedo, una toalla en el hombro y solo unos pantalones que colgaban bajos en sus caderas. No llevaba ningún tipo de camiseta y a Hermione se le cayó un trozo de pan de la boca que rápidamente volvió a meterse antes de que Malfoy pudiera ver nada.
- Gracias por cuidarme ayer. De verdad. Normalmente no me suele ocurrir, pero anoche no sé qué fue lo que me pasó. – comenzó Hermione a decir antes de que una mirada de Draco la silenciara.
- Hagamos como que no ha pasado nada. Es lo mínimo que podía hacer cuando estabas potando hasta la primera papilla a mi lado. – mordió una ciruela antes de preguntar indiferente a Hermione - ¿Te pasa con mucha frecuencia?
- ¿Las pesadillas o las náuseas? – untó mermelada de manzana en un bollito.
- No, las pesadillas sé que las tienes. También que no duermes mucho. Hablaba de las náuseas. – sorbió un poco de té y cogió un emparedado de pepino.
- ¿Cómo sabes eso? – parpadeó. – Bueno, tú tampoco duermes mucho, supongo que por eso lo has notado.
- Aprendes mucho durmiendo al lado de una persona. Y no has contestado.
Hermione dejó el bollito en el plato, mirándolo fijamente antes de responder.
- Las náuseas solo vienen cuando sueño los recuerdo de cuando fui torturada por Bellatrix. Cargaré probablemente el resto de mi vida con las cicatrices mentales y físicas. – enseñó el brazo para especificar a qué se refería. – Lo que viví en tu casa me perseguirá para siempre, pero es algo de lo que no me arrepiento tampoco.
Draco dejó de moverse y la miró con algo parecido al dolor en los ojos.
- Esa casa es una maldición como tal. Lamento mucho lo que mi tía te hizo a ti y lo que tuvisteis que sufrir. Nunca ha sido un hogar, así que también he sentido rechazo ante ella desde pequeño, pero desde aquel día con los demás mortífagos y el Señor Oscuro… no he, - se atragantó, lo que estaba diciendo era muy duro para él – no he vuelto a pisar Malfoy Manor.
Hermione le creyó. Después de saber que había sido un espía para Dumbledore y estar presente cuando le mintió diciendo que no era Harry en su propia casa…Hermione le creía. Al darse la vuelta a recoger la toalla que se escurrió de su hombro, se fijó en su espalda desnuda y llega de cicatrices. Sin pensar, trazó delicadamente el recorrido de una de ellas que cruzaba toda la longitud desde el omóplato izquierdo hasta la parte superior de la cadera derecha.
- ¿Quién te ha hecho esto? - trató de tragarse la furia. Alguien había hecho daño y se había asegurado de dejar marca en su preciosa piel de alabastro.
Draco se tensó ante el roce ligero como una pluma de las yemas de los dedos de Hermione, calentando el recorrido que hacía en su espalda. Se giró y atrapó su muñeca, pero quedó atónito ante la oscuridad en los ojos de color de oro de la bruja y la furia subyacente en el tono.
Apenas pudo decirle.
-Voldemort no era el único monstruo, sus filas estaban llenas de ellos. Mi padre es un fiel creyente de que la letra con sangre entra. Así que cada vez que le desobedecía, me azotaba con su bastón y me negaba curación mágica, obligándome a curarme como un muggle. Para él, ese es el peor castigo de todos.