Las perlas de Ouruel

Harry Potter - J. K. Rowling
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Las perlas de Ouruel
Summary
Cuando pensaba que todo se habría acabado y podría retomar su último curso con normalidad tras la Batalla de Hogwarts, la vida sorprende a Hermione con una última misión tras encontrar una carta de Dumbledore a su nombre en el buzón de casa de sus padres. Sin Harry ni Ron como acompañantes,esta vez deberá cumplir con alguien que no esperaba y enfrentarse a quien puede ser su mayor desafío para conseguir avanzar: ella misma.
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CAPÍTULO 11

Todavía con los brazos en alto, Hermione tomó la palabra rápidamente:

- Es todo un malentendido, estábamos aquí para buscarla a usted y me confundieron con su tataranieta por mi anillo y no pude acabar diciendo nada porque eran todo personas muy amables y no quería que se sintieran mal.

Araucaria Fernsby siguió apuntándoles mientras les rodeaba.

- ¿Por qué me buscáis? ¿Quiénes sois y quién os manda?

- Mire señora- empezó Malfoy – Estamos en verdad sorprendidos de que esté viva. Se supone que usted sería polvo enterrado y tendríamos que buscar respuestas en su casa o de sus descendientes.

- ¡Draco! – le fulminó Hermione con la mirada y le dio un manotazo en el hombro- Pero ¿qué maneras son esa de hablar? ¿No tienes modales o qué?

Mirando hacia la bruja se disculpó en su nombre y contestó sus preguntas:

- Somos dos estudiantes de octavo curso de Hogwarts, encontramos su diario y vinimos para ver si podamos encontrar respuestas. Dumbledore nos envió. Sé que parece extraño, porque está muerto desde hace como 2 años, pero es la verdad.

- Hogwarts no tiene 8 años, son 7. ¿Intentáis engañarme?

- Octavo curso es especial. Se ha ofrecido de manera puntual a los alumnos que durante la guerra estábamos en séptimo año. Para terminar la escuela. – explicó aburrido Malfoy.

Araucaria bajó la varita casi imperceptiblemente:

- ¿Cómo os llamáis?

Draco contestó de nuevo:

- Hermione Granger y Draco Malfoy.

- Dumbledore me escribió de vosotros dos. No me explicó por qué vendríais, solo que ibais a aparecer.

Bajó la varita por completo y los estudiantes se relajaron. Hermione tendió el diario a la dueña original mientras explicaba rápidamente los motivos de visita. Esta lo cogió.

- Venimos con la esperanza de que nos pueda decir cómo se deshizo del espejo. Es vital para nuestra misión.

- Es magia muy avanzada y poderos, yo lo descubrí por accidente y no he logrado reproducirla nunca más. – advirtió la experimentada bruja antes de tocar unos botes de detrás del mostrador en un ritmo que solo ella conocía. Ante ellos se reveló una puertecita, lo suficientemente alta y ancha para que pasara la señora Fernsby sin dificultad de perfil. Dándose la vuelta, les instó a entrar detrás de ella.

Con algo de dificultad, Hermione atravesó la puerta y extendió sin pensarlo una mano a Draco. Al principio lo intentó solo, pero acabó aceptando la ayuda de Hermione, era demasiado alto y tenía que contornearse demasiado como para no perder el equilibrio varias veces.

Dando un tirón hacia el interior, consiguió meterle en el pasillo estrecho. Atravesando el pasillo de igual manera, acabaron llegando a una sala alta, bien iluminada y decorada con numerosas plantas, botes de ingredientes, varios calderos borboteando pociones y cuadernos y libros flotando por todo el techo de la salita.

Araucaria murmuraba mientras varios libros iban y venían, hojeando y descartándolos. Un libro le dio a Malfoy en la cabeza, quien lo cogió algo enfadado y lo fue a dejar dando un golpe en una mesa cercana cuando la antigua alumna de Hogwarts miró y asintió:

- Ese es, ven aquí. – lo llevó hacia ella, esperando a que dijera algo.

- Bien, bien, bien. Ahí fue donde lo dejé. Ya me acuerdo. Llevaba buscando esa receta de hierbavisco 50 años, qué bien haberla encontrado.

Hermione parpadeó algo confusa, mirando a Draco poner su mejor cara de póker.

- ¿Está diciendo que casi me parto el cuello siguiéndola y solo hemos venido por una receta de… té? - trató de decir con educación el menor de los que estaban allí reunidos.

- No, muchacho impaciente. En esta receta tengo escrita la dirección donde escondí la otra mitad de ese cuaderno, pero deberías probarlo. Ayuda al estreñimiento, parece que te vendría bien, jovencito. – salió de vuelta en dirección a la tienda por el mismo camino angosto.

Atravesar ese túnel de tierra debería venir con una señal de peligro.

Ya en la trastienda y habiendo cerrado la tienda, Araucaria dio unos golpecitos al recetario.

- Iter revelio. – unas letras comenzaron a aparecer y Hermione aprovechó para escribirlas rápidamente.

Leyendo por encima, Draco afirmó que sabía dónde estaba aquel lugar.

- Queda cerca de una de las mansiones de mi familia en Francia. En Rochefort-en-Terre.

Hermione le miró:

- ¿Tu familia tiene varias casas en Francia?

- He dicho mansiones, no casas. – la rectificó mientras daba vueltas al anillo de plata familiar de los Malfoy - Y sí, ¿de dónde crees que viene el apellido Malfoy? Tengo sangre francesa. Mi familia escapó en el siglo XVI por la caza de brujas y por eso actualmente la mansión familiar principal es la de Wiltshire, pero no hemos perdido contacto con nuestras raíces francesas. Tengo familia que se volvió a vivir por allí.

- Vaya, si que es antiguo tu apellido. – murmuró Hermione.

- ¿Ni siquiera sabes que tu apellido también es de origen francés? De Normandía – la sorprendió Draco – viene de la palabra normanda granjero “Grainger” – dijo con perfecto acento francés – Que evolucionó en el francés antiguo a “Grangier” y que ahora conoces como tu apellido, Granger.

Hermione se quedó sin palabras, algo que no solía ocurrir a menudo, pero cuyo culpable solía ser el chico de ojos grises que tenía enfrente de ella.

- ¿Hablas francés también?

- Cariño, acaba de decir que su familia es francesa. – señaló Araucaria observando atenta toda la interacción. – Entonces, ¿decís que sois pareja no?

- Para nada, ya le dijimos que en el pueblo nos confundieron y eso, pero no. No somos, no somos- se atascó Hermione.

- Mhm. – fue lo único que ella respondió. Ambos jóvenes estaban sonrojados.


Acabaron por quedarse a dormir en casa de la adorable (y terrorífica cuando quería) Araucaria. Iniciarían el camino de vuelta pronto en la mañana para no levantar sospechas entre sus amigos. Con la mala suerte que se encontraron con la misma situación que en la escuela.

- Disculpadme, – le llevó a una habitación exigua con apenas espacio para una cama individual de las de antaño y le sonrió mientras les hizo entrar. - no tengo otra habitación disponible. Nos vemos mañana antes de que os marchéis, tengo algo para vosotros.

- No vas a caber. – se mordió el labio Hermione. – eres muy grande.

- No voy a caber. – confirmó Draco y suspiró.

– Tendremos que hacer algo de contorsionismo para entrar y no caernos. No me siento cómoda lanzando un hechizo para ampliar la cama en la casa de otra persona.

- Cállate y quítate esa ropa, Granger – comenzó a desnudarse Draco. – si encima dormimos con toda esta parafernalia sí que no entramos.

Hermione comenzó a quitarse capas de ropa hasta quedar con una camisola, que transformó en un pijama peludito con estampado de osos y las calcetas en calcetines gruesos de lana. La habitación tenía alguna gotera y las mantas no eran muy gruesas.

No como los bíceps de Draco, ¿cuándo se supone que hace ejercicio?, pensó Hermione distraída.

Con un golpe de varita, Draco transformó su camisa larga a un pijama de seda negra y unos calcetines con serpientes pequeñas. Se metieron como pudieron arrebujados en una cama que sería adecuada para un niño, pero no para dos adultos, uno de ellos de metro ochentaypico. A mitad de la noche, unos temblores al lado suyo la despertaron. Ante el ligero escalofrío de Draco, Hermione tocó las mantas y murmuró girando la varita:

- Focillo.

La manta adquirió un agradable y confortable calor que duró hasta el amanecer.


Ya en Hogwarts, se escabulleron a su habitación evitando al resto de estudiantes que disfrutaban del día libre. Hermione estaba pensativa y Draco se preguntaba si estaría ya pensando en cómo resolver todo el barullo en el que les había metido el viejo director cuando Hermione acariciaba de manera ausente al gato mirando a una pared en blanco ensimismada.

- ¿Rochefort-en-terre, tendrá algo que ver con el queso roquefort?

Draco parpadeó y le empezó a temblar el ojo del estrés:

- ¿Qué?

- Que si tendrá algo que ver-

- Te he oído, es que pensaba que estás de broma. ¿No te parece que hay algo más importante en lo que centrarnos? Como, por ejemplo, ¿ir a por el diario de un fósil viviente? ¿Cómo puedes ponerte a pensar en comida? – la cortó agitado el mago paseando de un lado a otro.

Ella se lo quedó mirando antes de decidir ignorarle.

- Llevo pegada a ti el día y la noche entera de ti, Malfoy. Necesito tiempo muerto.  – Hermione se levantó y salió en pantuflas con Crookshanks en brazos, dirección a la torre de Gryffindor en busca de sus amigos y dejando atrás a Malfoy con su tic en el ojo.

Por el camino se encontró con Luna y fueron juntas a la sala común de los leones.

- Hace mucho que no nos vemos ni hablamos, Hermione. ¿Está todo bien? Si necesitas una limpia de Nargles, dímelo. Yo estoy planeando una para la próxima luna menguante, últimamente andan muy traviesos. – ofreció Luna abrazando a Hermione, quien disfrutó de los grandes abrazos que daba su amiga.

- Ha sido culpa mía, los deberes como Delegada, las patrullas con Malfoy y las clases me han mantenido alejada de vosotros casi un mes. – se disculpó saliendo del abrazo para ir a los brazos de Nev -Estoy haciendo malabares hasta poder dar con el mejor horario para que me quede tiempo de estar con vosotros, también os he echado de menos.

- Es cierto que nos tienes un poco abandonados, pero la que peor lo pasa eres tú por estar lejos de tu apoyo moral encerrada con ese bicho. – la compadeció Ginny dándole palmaditas en la cabeza.

- No es tan malo. Solo es algo peculiar y hay que escarbar detrás de la máscara que muestra delante de todos.

- Estamos solamente preocupados por ti, si es que encima te estás quedando en los huesos, Mione. – la volvió a abrazar Neville – No te vemos en el Gran Comedor, ¿te estás saltando comidas? Sabes que el médico te dijo que no tienes que hacerlo.

Cuando restauró la memoria a sus padres, viendo el estado de su hija tras la Guerra la llevaron al médico muggle y al psicólogo mágico que estaba viendo la familia Weasley. La familia de pelirrojos lo pasó realmente mal tras casi haber perdido a varios de sus miembros delante de ellos y fue especialmente duro para los gemelos.

El psicólogo había determinado que Hermione padecía trastorno ansioso-depresivo, problemas del sueño y TEPT (Trastorno de Estrés Post-Traumático), desde entonces iba dos veces a la semana hasta San Mungo coincidiendo con las salidas al pueblo. El médico, por otro lado, había diagnosticado con malnutrición, amenorrea por estrés y varias fracturas óseas que ya se le habían curado. Algo muy importante en lo que coincidieron ambos médicos, fue en la importancia de la alimentación y el deporte.

Cosas que no estaba cuidando mucho, arrugó la nariz algo apenada.

- Yo…Puede que haya estado saltándome alguna comida por seguir con mis obligaciones. Pero prometo que va a cambiar.

Neville la miró muy serio y preocupado. Estuvo con ella durante un tiempo en verano antes de marchar a ayudar a Luna a reconstruir su casa y supo todo lo que le dijeron los profesionales sanitarios. Especialmente preocupado por saber las malas noches que ella pasaba (que todos pasaban, vaya. La Guerra no fue fácil para nadie y sus consecuencias nunca desaparecerían del todo) sabiendo cómo no se podía dormir o se dormía y saltaba al más mínimo ruido.

Sus amigos la miraron consternados. La guerra había dejado una huella en todos, pero Hermione además cargaba con las pruebas físicas de ella. Las palabras “sangre sucia” brillaban en color rojo carmesí en su antebrazo y se las frotaba a menudo sin darse cuenta.

Sí, Voldemort había caído, pero el costo fue muy alto para toda la comunidad mágica e incluso parte de la no mágica.

 

 

 

 

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