
CAPÍTULO 10
- Tenemos que ir hoy mismo, cuanto más tiempo perdamos, más difícil va a ser completar la misión.
- Todavía no es día de Hogsmeade, no sé cómo pretendes que lleguemos allí. La directora ha dicho que podremos ir el fin de semana que viene.
- La Directora no tiene la misión, no comprende lo vital que es el tiempo en cualquier investigación. Nosotros sí. Sígueme y, por Merlín, no hagas ruido Malfoy. - le dio un manotazo cuando él habló más alto de lo que era seguro según ella- Sé cómo salir de Hogwarts.
Draco enarcó una de sus rubias cejas mientras la miraba escéptico:
- ¿Tú? ¿La señorita Siempre-Cumplo-Las-Normas va a quebrarlas para salir de Hogwarts con un exmortífago? ¡Qué escándalo! Si se enterase la buena de Rita Skeeter…
- A esa escarabajo ni la nombres. Y obviamente no me gusta romper las reglas, pero soy amiga de Harry Potter, soy flexible cuando las reglas deben ser esquivadas.
Hermione le guio por los pasillos hasta la una bruja tuerta en el tercer piso. Asegurándose que no había nadie, la golpeó con la punta de la varita suavemente:
- Dissendium. -susurró Hermione.
Ante ellos se abrió la joroba de la bruja revelando un pequeño tobogán hacia un túnel que conduce por debajo del castillo hasta el pueblecito.
- Este sitio me suena. Creo que vi a Potter merodeando por aquí en tercero. -pensó en voz alta Draco.
- Por tu culpa casi expulsaron a Harry, sí – respondió seca Hermione.
Draco desechó el pensamiento con un gesto de la mano:
- ¿A dónde lleva este sitio?
- Lleva a un pasillo hasta el sótano de Honeydukes. Desde el pasillo podremos aparecernos en Hillsbreath. Tardaremos aproximadamente una hora en llegar a Hogsmeade. – respondió la joven bruja antes de saltar al túnel.
- Maldita Gryffindor, saltando como si nada en ese túnel sucio, oscuro y mugroso. – Draco se estremeció, miró asegurándose que no les veía nadie y saltó, la joroba de la estatua cerrando el túnel y dejándolo en la penumbra más absoluta.
En el sótano de la tienda de dulces, Draco y Hermione se miraron antes de darse la mano y realizar una Aparición Conjunta en la comunidad mágica de Hillsbreath. Se encontraba a las puertas de un bosque con una señal algo vieja señalando hacia un camino que se internaba en el bosque y ponía “Hillsbreath”
Andando en esa dirección, tardaron aproximadamente otra hora en llegar hasta el pueblo como tal. Música, banderines y un ambiente festivo inundaban las pocas calles de la comunidad. Brujas y magos realizando hechizos sencillos para entretener a los niños y tomando pequeños vasitos de bebida vestían lo que presumía ser el traje regional de la zona. Escondiéndose detrás de un árbol, Hermione transfiguró sus ropas para que ambos parecieran locales y poder pasar más desapercibidos.
Su ropa se transformó en una túnica hasta los tobillos y de manga francesa con muchos volantes en la falda y las mangas. Los zapatos se transformaron en unas Merceditas de tacón verde oscuro con unas calcetas de perlé hasta por debajo de la rodilla. Encima de la túnica, apareció un delantal de cintura de color blanco roto con volantes y motivos florales con dos bolsillos: uno alargado y delgado para la varita y otro grande. Conjuró un abrigo por el fresco y su atención fue para Malfoy y la transformación de la ropa de él en la que llevaban todos.
Cambió la ropa de Draco a una túnica larga con volantes en las mangas y unos zapatos que eran un cruce entre Oxford y botas de caña baja. También con las calcetas de perlé, no le apareció un delantal sino un zurrón de cuero y lana de oveja con los motivos florales del delantal y un accesorio para guardar la varita.
Hermione se observó a sí misma un momento antes de darse la vuelta para salir a mezclarse con el resto del pueblo y preguntar por Araucaria y/o sus posibles descendientes. Draco la paró antes de salir y la apuntó al pelo con la varita:
- No puedes intentar mezclarte si no vas vestida por completo como ellos, ahora el pelo parece el de una persona normal. -movió un poco la varita y recolocó el cabello de Hermione en un precioso semirrecogido con una trenza como corona trasera y apuntando a unas macetas con flores las llevó a ella y se las colocó suavemente en el pelo. Le sujetó la cara con una delicadeza nunca vista y sus ojos de plata se quedaron fijos en los de ella. Paralizados como por un hechizo hasta que un aumento de la música les despertó y se alejaron – Ahora sí. Vamos, Granger.
Moviéndose como pez en el agua entre la gente, fueron hablando con unos y con otros hasta que una familia vio el anillo de plata que Hermione llevaba en la mano derecha.
- Pero bueno, no me extraña que hayas preguntado por Araucaria, si es tu tatarabuela. Tenías que haber empezado por ahí.
- No, en realidad-. – intentó desmentir Hermione. El anillo era de su abuela, sí. Pero la de verdad.
- Ya nos dijo que vendrías con tu prometido, es ese muchacho tan alto rubio, ¿no? No te ha quitado el ojo de encima -la interrumpió entusiasmado Ticcus McFlint, un hombre bajito cerca de los setenta que iba de la mano de su mujer. Se miraron enamorados. – Ah, el amor joven, tan mágico como la brujería misma.
- O más. – añadió su esposa mirándole con cariño.
Se acercaron a Draco rápido, lo que hizo que Hermione corriera detrás de ellos y le hiciera una seña a Malfoy que les miraba muy raro mientras hablaban rápido. Cuando llegó a su altura, Draco rodeó la cintura de Hermione y la acercó a su cuerpo. Ella se sobresaltó y le escuchó decir:
- Sí, estamos muy enamorados. Desde que la vi después de que se salvara la hermana de un amigo suyo, lo supe. Me casaría con esta bruja y no habría nadie más para mí. -Lo que desde fuera parecía una mirada de amor e intensidad, Hermione sabía que era burla en sus ojos, una mentira de principio a fin.
Bastante creíble si no le conoces, la verdad, pensó Hermione algo incómoda antes de seguir fingiendo un poco más. Decidida a hacérselo pasar tan mal a él como se lo estaba haciendo pasar a ella, se acurrucó contra él y le puso la mano en el pecho mientras le llamaba por nombres cariñosos muggles ridículos.
- Eso le dije yo, ¿verdad osito gruñón? - se burló ella haciéndole moñerías - Mi terroncito de azúcar es muy tímido a veces, por eso no habla mucho, pero se lo está pasando muy bien, ¿a que sí, mi bebito hermoso? No le hagáis caso si veis que está serio, mi leoncito se suelta después de un rato.
La mano de Draco en la cadera de Hermione la apretaba tanto que hacía un poco de daño, pero ella se lo estaba pasando muy bien.
- Hombre, no te preocupes, ¿por qué no vienes con nosotros? – ofreció el nieto de Ticcus. Debía andar por los veintipocos y era un muchacho muy gracioso. – vamos a juntarnos ahora para un partido de Quidditch.
Aceptaron y Hermione le susurró a Draco que podían aprovechar a seguir investigando más sobre esa mujer.
Tras haber pasado toda la tarde viendo cómo Draco jugaba al Quidditch e iba haciendo pesquisas disimuladamente entre los jugadores, Hermione investigó un poco por su cuenta.
- Lo raro es que tu tatarabuela no haya llegado todavía, ¿te dijo algo? – le preguntó Clavel McFlint algo preocupada.
Hermione echó balones fuera como pudo antes de que la mujer continuara.
- Tu tatarabuela es la mujer más ilustre de la comunidad, estamos tan orgullosos de ella. Fue la primera de todo el pueblo en ir a Hogwarts y eso abrió las puertas a salvar al pueblo de la pobreza. Vino mucha gente por su fama y muchos se acabaron instalando en este pueblo que vivía principalmente de la ganadería en aquella época. Ya me lo dijo mi madre - dijo recordando - “Araucaria McFlint es una excelente bruja y su legado va a vivir durante muchísimos años, ese potencial no puede morir sin haber enseñado y transmitido su sabiduría” Y fíjate, 116 años y está como una rosa. Una gran persona tu tatarabuela…
Hermione dejó de escuchar cuando Clavel dijo esto. ¡116 años! Y sigue viva, ¡podríamos preguntar directamente a la fuente!
- Creo que me pasaré a ver a mi tatarabuela un rato, pero la verdad que hace tanto que no venía que no recuerdo muy bien dónde está su casa. -intentó pescar la dirección.
-Comprensible, cariño. Mira, tienes que subir la calle ancha y al lado de la botica está. Muy inteligente fue, que puso la botica al lado y no tiene que andar y subiendo cuestas para ir al trabajo.
- Ya recuerdo dónde dices, sí. ¡Muchas gracias! Voy a buscar a mi prometido.
Se levantó y fue a por Draco, que al verla se había empezado a acercar también. Resplandecía tras haber estado jugando y no hizo sino que Hermione se preguntase, ¿Hace cuánto no se deja ir fuera de las estrictas reglas de su familia y juega como un chico de 18 años normal?
Antes de poder irse, algunas personas con las que habían hablado antes les llamaron desde el pub y les invitaron a una última ronda, a la que accedieron por educación. Al fin y al cabo, aunque estuvieran haciendo lo que habían venido a hacer aquí, la gente era muy agradable y estaban pasándoselo muy bien también.
El pub estaba muy lleno, tanto que en la puerta había un tapón de personas. La fachada que estaban manteniendo de parejita estaba comenzando a desdibujarse con cada abrazo y toqueteo del pecho de Draco, cubierto con el jersey de Navidad más feo que tenía el padre de Hermione. Se lo había dado cuando jugaba al Quidditch ya que se había estado quejando un poco del frío. Un señor de aspecto amable y risueño con una bufanda a cuadros y una cerveza les llamó la atención desde la calle.
- ¡Eh! ¡Vosotros! Estáis bajo el muérdago: bésala, muchacho. No querréis mala suerte para vuestro futuro.
Malfoy le miró sin entender ni decir nada y Hermione se sobresaltó al darse cuenta de que estaban bajo el dintel de la puerta con un acebo encima. Respiró aliviada.
-No es muérdago. El muérdago es blanco y esto es rojo, acebo. Además, las hojas del acebo son diferentes e inconfundibles con el muérdago. - comentó en voz alta nerviosa.
El grito de aquel señor hizo que se reuniera un pequeño público que estaba tomándose algo en el jardincillo del pub. Aquellos extraños con los que se habían estado congraciando toda la noche en busca de algo de información ahora les jaleaba para que se besaran.
Aprisionándola con su mirada plateada, que ahora resaltaba más debido a que el alcohol y el frio habían sonrojado sus mejillas, normalmente pálidas. Hermione se puso nerviosa ante la situación y se sobresaltó cuando alguien la empujó hacia él, haciendo que sus cuerpos colisionaran e instintivamente le cogiera de la cintura y ella se apoyase en su pecho, cogiendo las solapas del abrigo.
- No tienes que hacerlo solo porque ellos lo estén pidiendo. - dijo sin mirarle - De hecho, no lo hagas porque ellos los estén pidiendo.
- Hermione - su voz algo ronca por el alcohol diciendo su nombre removieron algo en ella - ¿Podrías simplemente callarte mientras pienso? Además, es solo un beso.
Hermione.
- Es que - cogió aire, tímida de repente y un poco a la defensiva - nunca me han besado.
- Impresionante, ¿nunca? ¿Ni siquiera Weaselby, que va como un perrito detrás de ti, lo ha intentado? ¿Cómo es eso? - levantó la ceja, el frío condensando su aliento en pequeñas nubecitas blancas.
- No va detrás de mí, además no me gusta él y-
Draco interrumpió a Hermione agarrándola más cerca y besando sus labios tentativamente. Una chispa compartida les recorrió, profundizando más el beso. La mente de Hermione dejó de girar y se vació, encontrando una tranquilidad que pocas veces había conseguido, rodas antes de la Guerra.
Subió una mano tentativamente desde la solapa hasta el lateral de su mandíbula, sosteniéndole. Esto hizo que el beso cambiara de velocidad apresurada a una tranquila, pacífica. Él, por su parte, dejo un brazo rodeando su cintura y el otro subió paralelo al de ella, al lateral de la mandíbula de la joven bruja. Un tenue resplandor rojo brilló antes de desaparecer, uniendo un dedo de ambos.
Cuando el aire se volvió imprescindible, pararon, con las frentes juntas respirando agitadamente.
- Así es como se da un beso. - jadeó ronco Draco.
Unos sonidos silbidos y gente jaleando les sacaron de su burbuja, volviendo a la realidad de la situación. Se separaron lo que pudieron en aquel espacio reducido y no se miraron, sin darse cuenta de que se habían dado la mano hasta horas después.
- Qué alegría ver a mi joven tataranieta con su prometido aquí - exclamó una anciana vestida con una túnica color berenjena de corte muy elegante apareció de repente mientras les daba una sonrisa cariñosa. Se colgó del brazo de cada uno y echó a andar - Ticcus, no te importará que me los lleve, ¿verdad? La he echado mucho de menos y tenía ganas de conocer a este jovencito.
Ticcus McFlint no pudo decir nada, ya que la anciana se los había llevado a su casa mediante aparición conjunta. Les llegó tan de improviso, que mientras parpadeaban fuertemente y luchaban contra las náuseas de aparecerse con alcohol en sus sistemas que no se percataron de cómo Araucaria Fernsby se había separado y les apuntaba con la varita sin que le temblara el pulso.
Para cuando se dieron cuenta, levantaron las manos ante la amenaza. La bondadosa anciana había desaparecido y en su lugar, una fría máscara de inquisición adornaba sus rasgos.
- Tengo algunas preguntas para vosotros.