
CAPÍTULO 5
El sonido del despertador provocó movimiento en la maraña de miembros enredados. Draco estiró el brazo y cogió la varita de la mesilla sacudiéndola un par de veces para apagar el molesto soniquete. Se acomodó de nuevo remoloneando bocabajo y metió el brazo para abrazar su almohada calentita…
Abrió un ojo confuso y adormilado y encontró que se habían movido por la noche al centro de la cama y acabaron abrazados. Bueno, él estaba usando a Granger como almohada y colchón.
Se levantó rápidamente, despierto por completo y carraspeó ligeramente mirando mortificado a Granger, quien solo farfulló algo mientras se daba la vuelta y se colocaba en posición fetal.
No pudo evitar estudiarla ahora que estaba en silencio -un milagro, sin duda-: pómulos elevados y sonrosados por el sueño llenos de pecas, piel bronceada y el pelo rizado un par de tonos más claro de lo que recordaba -seguramente por el sol del verano-. Claramente había estado mucho al aire libre en las vacaciones, puesto que las pecas no se detenían en las mejillas, sino que también tenía los hombros y parte de la espalda llenos de estas. Pasar tiempo al sol era una de las actividades -una de tantas- que su familia condenaba, pensó mirando su propio brazo.
Con un golpe de varita, cambió su pijama de seda verde esmeralda oscuro (serpiente hasta la médula) por el soso e insulso uniforme de Delegado con los colores de las cuatro casas.
Fue a la “cocina” o lo que quiera que fuera el cuchitril ese que les habían montado y llenó dos vasos de agua fresca. Uno se lo bebió con tranquilidad mirando por la ventana y cuando lo terminó, lo dejó en su sitio. Cogió el otro y mirándose el reloj, se dirigió a la habitación.
La sensación fría del agua despertó a Hermione de un agradable sueño. Abrió los ojos y se incorporó alterada mirando a todos lados antes de conseguir enfocar su vista en el causante de tan desagradable despertar, quien se dio la vuelta tranquilamente mientras dijo:
-Vas a llegar tarde, sabelotodo. No te va a quedar bacon en el desayuno.
Cogiendo la varita mientras le maldecía en todos los idiomas que pudo en esas condiciones que sonrojarían a un marinero, se secó y preparó el uniforme.
-Qué boca tan sucia, Granger- sonrió con suficiencia Malfoy. -No quiero llegar tarde y ya me estás retrasando. Desgraciadamente debemos presentarnos juntos a fichar, por lo que no puedo dejarte aquí.
Chasqueó los dedos impaciente y salió parsimoniosamente de la habitación cerrando la puerta, dejando a una rabiosa leona que le lanzó el despertador sin atinar.
Cuando salió tres minutos después, la placa de Delegada brillaba en su pecho y luchaba por hacerse el nudo de la corbata.
El uniforme de Delegado no tenía el color de una casa en particular, si no que utilizaba todos como representación de unidad de todas las divisiones de Hogwarts sin distinción. Líneas negras alternaban con rojas, amarillas, azules y verdes.
-Eres ridícula, Granger. ¿Tan perfecta como eres y después de todos estos años y no sabes anudarte la corbata del uniforme? - se acercó y le quitó las manos, realizándolo él en su lugar con sus ágiles manos a la perfección.
- ¡Oye! Soy perfectamente capaz de hacerme el nudo de la corbata sin ayuda- refunfuñó la chica con las manos en las caderas y fuego en los ojos- Hubiera tenido tiempo de sobra si alguien no hubiera apagado la alarma que configuré ayer.
-Me enervas, Granger- dijo entredientes Malfoy tocándose las sienes- intento acallar tu parloteo incesante, pero para mi desgracia tu voz de pito sabelotodo taladra mis oídos sin perdón. Casi me dan pena San Potter y el pobretón de Weasley por haber tenido que soportar esto durante años.
- ¡Ja! Pena dice -bufó Hermione acercándose con los brazos aún en jarras- Pues a mí los que me dan pena son los tarugos 1 y 2 que son tus esbirros Crabbe y Goyle. ¿Qué pasa Malfoy? ¿Necesitabas a alguien sin personalidad que no se quejara de oírte hablar porque en casa papi y mami no te hacían caso suficiente? O tal vez oírte hablar 24/7 de ti mismo como el pequeño niño mimado que eres necesitara un público arrollador.
-Cuidado, Granger- respondió bajo Malfoy tan cerca que su aliento chocó con el de ella- no te pases conmigo.
- ¿O qué? - desafió susurrando de vuelta Hermione. Sus ojos castaños miraban con chulería a los grises de él, duros como el acero.
-O te descubrirás rogando por saber exactamente lo “pequeño” que soy. – sus ojos ardían con algo que ella no quiso averiguar.
- ¿Es una amenaza, Malfoy? - susurró.
-Es una promesa, Granger- respondió en el mismo tono de vuelta, ocasionando algo extraño en ella.
Un golpe en la puerta les hizo mirar en esa dirección, rompiendo el momento, pero no la sensación que aún latía entre ellos.
-Y ahora deja de entretenerme, llegamos tarde y tengo hambre.
-Os lo juro -gruñó- le voy a estrangular. Un día de estos me llevan presa a Azkaban. - la ex leona se metió una cucharada de pastel de carne en la boca mientras pasaba el almuerzo con sus amigos.
-Por un lado, te entiendo, porque a ver, es Malfoy- comenzó Ginny- Por otro lado, después de lo que nos has contado diría que hay… ¿Cómo decirlo?
-Tensión sexual no resuelta- sorbió de su té Neville disfrutando la conversación.
- ¡¿Qué?! Pero ¿estáis-
-En lo cierto, Hermione- Luna se sentó a su lado, moviéndose de la mesa de Ravenclaw- Lo he visto en los posos de té esta mañana al preguntarles por qué llegabas tarde, por si te pasó algo y no querías comentarlo. En los de tu taza, por supuesto, los de la mía decían algo diferente.
-Luna, te lo agradezco, pero sabes que no creo en nada de la Adivinación- repuso Hermione dándole un apretón de agradecimiento a su amiga por preocuparse por ella y cerrando el libro de Alquimia. - Además, no empieces tú también como ellos…
- ¿Qué decían los posos sobre ti esta mañana? - le preguntó curiosa a Luna.
-Solo me han confirmado algo que ya sabía. Puede que pronto aparezca con pareja o con un corazón roto. -explicó calmadamente Luna mientras cogí un trozo de pastel de calabaza que, si hubiera visto Ron, se lo hubiera acabado hace rato.
-Genial, pues espero que sea lo primero. -Neville se apuró el té que le quedaba en la taza y se la tendió - ¿Oye, no te importaría leerme mi taza, Luna? Es que tengo curiosidad por algo.
-Claro que no, Neville. - miró la taza varios segundos y la giró varias veces- Mirando por encima, los posos de té dicen que tendrás suerte en el amor.
-Nev, venga ya- rezongó Hermione- los posos no te pueden decir o negar si sales con alguien o no.
-Es injusto, no sé por qué a tí y a Hermione os dice que os vais a echar novio, a Neville le dice que va a tener novia y a mí que voy a tener diarrea-se quejó Ginny comiendo más pastel de carne y alternándolo con helado de menta.
Sus amigos la miraron y ella solo siguió quejándose y comiendo más de aquella abominación culinaria.
Mirando de nuevo la taza de Neville, Luna le dio 5 vueltas en sentido contrario a las manecillas del reloj mientras musitaba algo inaudible.
-Bueno, esto es inesperado.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? - preguntó asustado Nev.
-Vaya- fue lo único que respondió la mística bruja.
Ginny se acercó para ver qué era aquello que estaba viendo la joven Ravenclaw: “Es una plasta amorfa sin sentido alguno” y se retiró a su asiento.
-Luna, dile algo, que al pobre le va a dar algo- la codeó Hermione.
- Neville, aquí dice algo extraño de una cumbre o un cerro rocoso siendo tu destino y un peligroso camino. Deberías tener entonces cuidado con las piedras o con la escalada supongo.
La cara de Neville cambió drásticamente de asustado a confundido.
-Entiendo, gracias. -miró de reojo a sus otras amigas solo par encontrarlas igual de confundidas que él. De repente un recuerdo de una clase años atrás brotó brevemente en su memoria. ¿sería eso lo que significaba…? Eliminó cualquier expresión de su cara que demostrase que estaba pensando en algo en concreto del significado. Pero su mejor amiga le había estado mirando antes de poder ocultarlo y le hizo una seña de tranquilidad. Bien. Hasta que no estuviera preparado, ella no le presionaría.
-De nada- respondió Luna con tranquilidad mientras se quitó un pendiente de rábano, lo metió en la salsa de la ensalada para luego morderlo distraída mientras abría del revés el último ejemplar de El Quisquilloso. Luna en todo su esplendor.