
CAPÍTULO 6
-Es una jodida sabelotodo- se quejaba Malfoy a su amigo Theodore Nott- si pudiera, un día de estos la metía un tapón en la boca para que se callara.
-Draco, me llevas diciendo lo mismo ocho años ya- pasó la página de El Diario del Profeta su amigo sin siquiera levantar la vista- ¿no has superado el puñetazo que te pegó en tercero o sigues tan colgado de ella que no sacas la cabeza del culo todavía?
- ¿Yo? ¿Enamorado de esa- de esa asquerosa hija de muggles? -gritó Draco enfadado en la sala común de la que fue su casa durante su etapa escolar en Hogwarts hasta ese año.
Theo le miró por encima del periódico levantando una ceja:
-Su origen muggle no le ha impedido ser la bruja más brillante de nuestra generación y mucho menos ha impedido que tengas una erección por ella desde que entraste a la pubertad el mismo año que te dio un puñetazo- Cerró el periódico y se incorporó levemente en la butaca oscura- Además de ese pequeño enamoramiento que tienes desd-
Draco se acercó a su amigo y le apuntó con la varita:
-Sigue hablando Nott, y tu madre perderá un hijo hoy por bocazas.
-Bueno, bueno- levantó Theo las manos- pero ambos sabemos que es verdad.
-Malditas borracheras con Hidromiel y Agua Alegre -maldijo Draco- además que estoy seguro de que echaste Veritaserum en mi copa en algún momento.
-No niego ni confirmo esa acusación. De todas maneras, siempre está bien saber cosas de la gente.
-Lo que eres es un cotilla de cuidado.
-Pues puede ser, no tiene nada de malo. En la aristocracia, lo más útil e importante es la información, ya lo sabes Draco. Puedes estar arruinado, pero si sabes cosas, te pagarán y sacarán de la pobreza o te harás más rico solo por que no salgan a la luz determinadas cosas. O te salvarán de líos.
Draco ignoró el comentario de su amigo que tan sabido se lo tenía gracias a sus padres, cuyas familias también formaban parte de la élite y aristocracia mágica desde hace generaciones. Se sentó en otro de los sillones orejudos y se dispuso a continuar un trabajo de Pociones que tendrían que entregar el mes siguiente (pero que él prefería dejar hecho cuanto antes) cuando un elfo doméstico del servicio de Hogwarts apareció con un chasquido de magia y se desapareció de nuevo entregando una nota.
"Ven al estudio cuando puedas, ha llegado una carta nueva de nuestro amigo A.
Hermione Granger"
La letra redonda de la joven bruja se hallaba un poco maltrecha por las prisas con las que había garabateado la nota y un manchurrón de tinta ensuciaba parte del final de la palabra "nuestro", como si se hubiera detenido un tiempo a pensar en cómo llamar al fallecido director que se las estaba arreglando para comunicarse con ellos de alguna manera extraña.
-Me cago en todo, justo ahora que iba a hacer cosas- murmuró el rubio arrugando la nota con el puño para acto seguido ponerse de pie y recoger con toda la parsimonia que pudo los pergaminos, plumas y libros que había extendido sobre la mesa. Theo, quien había vuelto a su lectura del periódico rato atrás, se levantó del sillón orejudo que se encontraba al lado de la chimenea de llamas plateadas e intentó coger la nota que Draco había hecho una bola para ver qué era.
- ¿Qué pone aquí que te has vuelto a enojar como un niño de cinco años? -solo alcanzó a ver la firma de Hermione antes de que Draco la cogiera de un manotazo y la echara al fuego. Sonrió pícaro a su amigo mientras se cruzaba de brazos apoyado en la mesa y el mago cerraba la bolsa- Mmm, ya veo. Tienes cita con la chica.
-Nada de citas, es solo cosas de Delegados- La piel tan pálida de Draco reveló rápidamente un rubor en las orejas y parte de las mejillas- Me voy a hacer cosas y no ser un vago que finge leer el periódico para ocultar una revista de Dulce Pasión.
- No sé de qué hablas. - Esta vez era el turno del castaño de sonrojarse-.
-Lo que tú digas, yo solo digo que me importa una mierda si te van más las pollas que los coños o ambas cosas, no hace falta que te ocultes. No somos tan intolerantes como la generación de nuestros padres- se puso la bolsa al hombro y añadió antes de salir de la sala común de Slytherinn- Además, te ví en Las Tres Escobas hace tres años escabullirte con un chico del pueblo y volver con el pelo revuelto y colocándote la ropa.
Hermione había vuelto a cambiarse después de que una poción fallida de Neville explotase en clase y les manchara a todos los que estaban a por lo menos 3 calderos de distancia cuando vio un papel asomarse de las patas de la cama.
Las palabras Estimados Señorita Granger y Señorito Malfoy estaban escritas en tinta verde y decidió mandar una nota a Malfoy para abrir juntos la carta.
-Me cago en todo lo cagable, joder- perdió los nervios en la ducha mientras intentaba desenredar su pelo que ya de por sí era difícil sin tener que añadir una poción pringosa en su pelo. Siguió batallando un poco más hasta por fin separar los mechones y quitarse la pegajosa mezcla de todo su cuerpo.
Se enredó en la primera toalla que pilló que resultó ser verde oscuro y, situándose frente al espejo del baño, practicó un hechizo de Ginny para secarse el pelo trenzarlo con un peinado protector.
- Siempre es: "Señorita Granger haga esto" por aquí, "Señorita Granger haga eso otro" por allá- refunfuñaba por lo bajo mientras se ponía el sujetador- pero nunca es "No se moleste Señorita Gran-".
La puerta de la habitación se abrió bruscamente por un Malfoy enfadado sacudiendo una nota en la mano:
- ¿Qué coño quieres aho-? -se cortó al ver que Hermione estaba en sujetador de cuclillas chillando del susto- ¿Por qué cojones estás desnuda, Granger? Ya te dije que no te hicieras ilusiones.
Hermione se levantó y le señaló acusadoramente:
-Lo primero no estoy desnuda. Lo segundo, yo estaba cambiándome de ropa tan tranquilamente y tú has entrado sin llamar como el maleducado que eres. Si me estoy cambiando de ropa, ¡claro que voy a estar medio desnuda, tarado! – gritó tapándose como pudo.
- No sé tampoco por qué te pones así, Granger. No es como que haya nada que quiera ver. -bufó saliendo de la habitación.
Hermione siempre creyó que no podía llegar a niveles más agresivos con Malfoy de los que ya había vivido. Hasta ese momento.
Mientras esperaba a que la joven bruja terminara de cambiarse (o empezase, según se viera), Draco se sentó en el cómodo sofá mostaza y se remangó las mangas de la camisa blanca que llevaba debajo de la túnica y el chaleco. Había venido corriendo para evitar estar en el camino de una Pansy cabreada por quién-sabe-por-qué, algo por lo que Draco definitivamente no quería escuchar.
Abrió el libro de Pociones y se puso a subrayar lo más importante del capítulo para el trabajo.
Era casi cómico ver a alguien tan grande en un sofá tan pequeño, pensó Hermione cuando salió de la habitación. "En verdad,se ve muy atractivo retirándose el pelo hacia atrás."
Las hebras pálidas del cabello de Malfoy estaban ligeramente húmedas, haciendo que se le quedase el pelo como lo acababa de peinar. Al oír la puerta de la habitación, levantó la vista y se quitó unas gafas plateadas de montura de metal que Hermione nunca le había visto antes. Se quedaron un rato en silencio mientras se preparaba un té de lavanda y miel, con el único sonido de los cacharros de la pseudo cocina y la tetera en el fuego.
-¿Vas a estar callada más tiempo o vas a decirme ya qué decía la carta?
Los puños se le pusieron blancos y Hermione se forzó a no contestar mal al heredero de los Malfoy.
-No he leído la misiva, estaba esperando a que su excelente serpentidad trajera su pomposo culo hasta el apartamento para leerla juntos.- respondió dando un sorbo a la taza de té, agradeciendo el ardor de la bebida en contraste con la frialdad del tono de su interlocutor.
Las cejas de Malfoy se elevaron al escuchar los términos con los que se había referido a él.
-Por una vez, Granger, voy a dejar pasar tus comentarios ya que ni siquiera están a la altura de lo normal. Supongo que la ducha te ha derretido el poco cerebro que te quedaba.- cerró el libro y se cruzó de piernas en el sofá extendiendo un brazo en el respaldo y apoyando el otro en el reposabrazos del mueble color mostaza. -Leamos esa carta entonces y a ver qué es lo que quiere ahora el viejo Albus, que ni muerto deja de molestar.