Calaveras Azuccaradas.

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Calaveras Azuccaradas.
Summary
La injusticia paseaba por el mundo de mano de la corrupción, condenando, sacrificando y haciendo oídos sordos a las réplicas que no formara parte de sus ambiciones. Bartemius Crouch había mandado a su propio hijo a cadena perpetua en Azkaban, supuestamente por torturar hasta la locura a los Longbottom. Luego, se hubo arrepentido, ayudándole a huir, condenándolo a otra cadena perpetua pero ahora enlazados para siempre.En un mundo donde las relaciones entre personas suelen ser más complicadas debido a los magnetismos de la magia y la búsqueda de la compatibilidad, las personas a las que puede acudir para su escape, son los hijos de un antiguo amigo.Voldemort se alzará una vez más al poder y sería con su ayuda devota. Sólo esperaba que los Rosier no le dejaran de lado llegado el momento, sería una pena liberar de su alma a esos ojos tan bellos que portaba el hijo mayor de Evan, Achilles. A su vez, necesitaba si o sí a los niños, puesto que necesita a Harry Potter para completar un elaborado plan de contranatura que beneficiaría a todos ellos.La mayor debilidad de los hombres, eran los límites difusos que enmarcaban su ambición.
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Young and Beautiful

🎓 ————————— SER JOVEN, RICO, BELLO O TALENTOSO, es la peor droga que los niños jamás deberían de probar. Achilles era esas cuatro cosas y puede que algunas más. Era bien conocido en el mundo mágico por saltarse las fiestas formales, para dirigirse a parrandear con sus amigos a sitios que ninguna familia decente permitiría, pero siempre podían hacer una excepción por él.

La familia Rosier había quedado casi extinta luego de que las líneas femeninas cruzaran el océano y encontraran sitio en América. En Gran Bretaña tan sólo quedaba una familia, y era la que manejaba todo el dinero y todas las propiedades a su nombre. En Francia eran parte del Gobierno, tenían trabajos honorables, pero en la fortaleza de Cadir, los Rosier se volvían reyes de la noches y la escena pública.

El mundo ha estado más de diez años en paz luego de una guerra atroz que sacudió a todo su país y alrededores, era menester celebrar y disfrutar cada verano que pudiesen, con la luz del sol pegando en sus coronillas mientras corren, o tirados sobre el césped bien cortado, descansando debajo de las parras.

Nada podía arruinar el humor y la sed y el hambre por el circo de la sociedad mágico, siempre había alguna excusa para celebrar. Esa noche, era la firma de los acuerdos entre Ministerios, cerrando las discusiones sobre la conmemoración de una nueva edición de los juegos favoritos de toda la historia mágica: El Torneo de los Tres Magos.

— Sólo imagina lo grandioso que sería tener a Koldovstoretz participando. Soviéticos caminando de aquí para allá con sus seños fruncidos y bailando polkas.

Achilles también gustaba de esas ideas que Enrietta tenía cuando fumaban un poco de opio. La melena pelirroja estaba sujeta en un moño descuidado, el vestido de flores se le pegaba a la espalda por el sudor y sus labios estaban rojos, más de lo habitual, luego de tantas horas besando a su novio. Cedric Diggory no sólo era el chico dorado de Hogwarts, prefecto, buenas notas, Capitán del Equipo de Quidditch, y el varón más codiciado de la sociedad mágica, también era el prometido de Enrietta Dankworth y el mejor amigo de Achilles Rosier.

Achilles jamás salía sin sus dos inseparables amigos, aunque al principio Cedric había sido más reticente debido a su padre, y Enrietta no estaba demasiado metida en la relación como para interesarse por los amigos de Diggory. Como siempre, él tuvo que resolverlo todo, y quizá recibió un poco de ayuda de la mejor amiga de Enrietta, Viena, Premio Anual de Séptimo, dos años mayor que él y Cedric, y tan dispuesta a la diversión como él.

Viena se había unido a ellos el año anterior. Debería estar graduada, igual que Enrietta, pero había repetido el quinto curso. Era tan buen estudiante, que había sorprendido a muchos que dejara la escuela durante dos meses.

— Estoy tan feliz de haber dejado la escuela, pero me hubiese gustado ver ese Torneo. ¿Qué piensas tu, hermano?

Malaquías y Meredith Grayson, eran sus amigos recurrentes. Muy recientes, de la generación de Enrietta. Achilles no sabía mucho de ellos, pero conocía a su hermano mayor, Corintio, trabajaba en el Ministerio de Magia como asistente de Dolores Umbridge, y era buen amigo de Lancel Diggory, hermano mayor de Cedric, y de Gwendoline Tremaine, todos ellos antiguos Slytherin.

Los Grayson eran una familia extraña. Cuatro hermanos que habían quedado seleccionados en cuatro distintas casas. A la gente le gustaba comentarlo con gracia, más que con sorna. No era imposible por supuesto.

— Siempre fuiste mejor que yo en la magia, me darían una buena paliza.

Eran un grupo pintoresco. Niños de alta cuna, algunos con más dinero que otros, con sangre más pura o más mezclada, de edades similares y con diferentes personalidades. Era sorprendente que se llevaran bien. Malaquías era beligerante, Cedric era más tranquilo y serio, Achilles solía saltar de un lado a otro aventurándose, Enrietta miraba siempre en la lejanía, en compañía de Viena, compartiendo cigarrillos, y Meredith era un caso especial, porque había días en que podría sumarse a una locura, y otros en los que se quedaría recostada contra alguna silla y preferiría disfrutar viéndolos. Vivía más tiempo en su cabeza que en la realidad.

— ¿Van a competir? — preguntó Enrietta mirando a Viena. — Dime que lo intentarás.

— No pienso meterme en un juego que podría asesinarme. Prefiero deleitarme viendo a algún idiota sufrir las consecuencias de sus acciones, o muriendo en el intento.

Todos largaron a reírse cuando Cedric se ahogó con la cerveza.

La música estaba sonando lo suficientemente fuerte como para que el resto de invitados a la fiesta de los Rosier, no pudiera escucharlo, a ellos, seis adolescentes tirado sobre divanes y almohadones gigantes en el suelo, compartiendo risas y bebiendo de forma cauta, porque no había peor cosa que arruinar la noche con un borracho.

— Nadie ha muerto en siglos.

— Pero es posible. — afirmó poniendo la mano sobre su hombro, apretando ligeramente y queriendo transmitirle confort. — ¿Qué importa lo que diga el viejo Amos, querido Ceddy, a fin de cuentas? Dile que te presentaste y que escogieron a otro.

Viena alzó su botella: — ¿A quién podrían escoger como campeón de Hogwarts, sino a Cedric The Perfect Diggory? Todos dicen que serás mi gran sucesor. Tienes más medallas que Meredith, creo.

— Medallas sin ingenio, ¿Qué nos queda luego de eso?

Todos alzaron la vista y vieron al gran chico de dos metros parado a un costado de su oasis de plumas. Achilles sonrió de costado e hizo chasquear sus anillos, llamando su atención.

— Miren nada más. ¡Cassius Warrington! ¿Y ese de ahí es el pequeño Silas?

El niño regordete con las mejillas rosadas, se escondió detrás de su hermano. Era corto para su anda, y quizá más ancho de lo que se esperaría, pero tanto su hermano como su padre, Uriel, eran hombres grandes, corpulentos y totalmente inamovibles. La pubertad le llegaría algún día, no debía ser mayor que su hermanito Nerón. Dudaba si alguna vez le había visto en Hogwarts.

— Saluda. — ordenó, y el manojo de nervios, sonrió. La dulzura fue innegable y todos sonrieron de regreso. De cerca, se podía ver la grasa de bebé en sus ojos y en su cuello. Era sólo un niño, no iban a asustarlo, ¿Por qué les tendría miedo? — Son mis compañeros del colegio. Achilles, Cedric, Enrietta, Viena, Malaquías y su hermana Meredith. — las miradas atónitas no se hicieron esperar. Los conocía a todos, al menos de nombre. — Son idiotas de primera categoría, pero pueden valer la pena.

El silencio sepulcral tomó cuatro segundos en romperse nuevamente. Por Cassius.

— ¿Nos buscas bebidas?

El niño salió disparado, caminando deprisa para perderse dentro del salón principal donde la gente bailaba y cotilleaba. Juraba haber visto a su profesor de Pociones por allí, interactuando a mala gana con su sobrina. También recordaba ver las canas del abogado de la familia, Halston Abernathy.

— ¿Qué edad tiene tu hermano? — con fuerza, el Slytherin cayó sentado encima de unos cojines entre Achilles y Cedric. — ¿Nerón?

— Cumplió trece en mayo.

¿Qué tramaba el muchacho con los ojos más verdes que había visto jamás?

— ¿Y tu hermana, Enrietta?

— Once. — respondió con soltura, como si no le afectara el hecho del interrogatorio. — Creo que Silas tiene su misma edad. ¿Entrará a Hogwarts?

— Sí, — contestó con un suspiro desabrochando el botón superior de su camisa. Impoluta, costosa, simple. Ideal para pasar como muggle. — ¿Te importaría pedirle que se le acerque? Silas es demasiado tímido, si entra en Slytherin o Gryffindor lo comerán vivo. — la madre de Cassius, Anjali Prakash si no se equivocaba en la pronunciación, había ido a esta última. Lo sabía, sólo porque su padrino no paraba de hablar de James Potter. Al ser su prima, había sido introducida varias veces en las historias de su juventud. — No conozco a nadie más que valga la pena para Silas, no quiero que acabe con un montón de niños problemáticos. Es listo, sólo debe abrir más la boca.

La sonrisa que Enrietta le otorgó, podría haberlos dejado sin aire para siempre.

— Sólo si prometes, sociabilizar más, Cassius. No te recuerdo como alguien hablador.

— No hay mucho de lo que pueda decir, que sus mentes cortas de ingenio capten.

La risa de Meredith sonó por lo bajo. Malaquías la rodeó por los hombros, sonriendo también, más ligeramente.

Cedric estaba tirado con Enrietta demasiado cerca, porque era menester mirar a los ojos de Cassius. Ambos orbes verdes parecían luchar por quien tenía razón.

La contienda fue detenida por la presencia del niño, que volvía con unas siete botellas de cerveza de mantequilla en sus brazos anchos.

— Eres muy amable, Silas. Me contaba tu hermano que entrarás en Hogwarts este año. — el niño asintió ansioso, los ojos totalmente abiertos, alertas, y los labios regordetes sin moverse. Fue pasando las bebidas a cada uno, incluido su nuevo acompañante, y cuando sus manos estuvieron vacías, Achilles, se concentró e invocó una barra de chocolate. — Si tienes problemas, no dudes en recurrir a nosotros, ¿Sí? Cedric es prefecto y Viena Premio Anual, y yo vivo para ayudar a almas desafortunadas. También tengo un hermano menor, y este tiene una habilidad envidiable para meterse en problemas.

Jóvenes, hermosos y con influencia en las siguientes generaciones. Achilles rodeó los hombros de Cassius, y lo miró fijamente.

— ¿Te gustaría probar un poco de ineptidud esta noche, Warrington?

No estaba seguro de qué le convenció. La deuda silenciosa a pagar, el aburrimiento de una fiesta sin futuro para él, o genuinas ganas de conocer que estupidez hacían cuando se infiltraban en el mundo muggle.

Fuera cualesquiera el motivo, esa noche sería inolvidable.

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