
Flowers die.
🎻⌛☕ —————————— Los Juicios contra aquellos seguidores de Voldemort, eran recordados como los juicios de salem modernos. Una vez que el Señor Oscuro fue derrotado, el frente del Ministerio se unificó con la Orden del Fénix, y cabalgaron contra todos aquellos magos que habían formado parte de la avanzada, cazando, capturando, torturando y en alguna ocasiones matando. Todos siempre tuvieron un mismo final: Un juicio precedido por Bartemius Crouch. El hombre era el mago más recto que jamás alguien pudiese conocer, fiel devoto al odio hacia la magia oscura, y aceptando que sus aurores se ensuciaran las manos para llevar a cabo sus objetivos.
— Acusado 1012 B. Evan Rosier.
Florentia jamás olvidaría aquel momento donde tuvo que compadecer, frente al juzgado mágico. Temblorosa y totalmente destruida moralmente. Con sus hijos esperando en la habitación contigua, celosamente protegidos por sus nodrizas.
— Se proclama al señor Rosier como el artífice de brutalidades mágicas, entre las mencionables, violación en primer grado, degradación de la dignidad de cuarenta y dos muggles, partícipe de los carnavales carnívoros de Fenrir Greyback y vocero principal de las bestias mágicas que tuvieron parte en esta guerra.
Gruesas lágrimas recorrían sus mejillas. Su hermano mayor había logrado se absuelto. Esperaba que los actos de su familia no repercutieran en sus pequeños hijos, o sería ella misma quien maldeciría el nombre de Evan Rosier a perpetuidad.
— Asesinado por Alastor Moody, Jefe de Aurores, con la maldición exorcizante.
Un jadeo escapó de sus labios, moviéndose apenas de su lugar, siendo aún retenida por las gruesas manos de la aurora que presionaba su varita contra sus lados.
Habían retorcido todos sus huesos, hechizando su sangre para que hirviera, conjurando lenguas antiguas para que poco a poco su centro mágico se secara. Era uno de los arrebatos mágicos más temidos y criticados por su comunidad, pero los aurores lo utilizaban para torturan por días enteros a su esposo. ¿Cómo habían sido tan bestiales? Solo habían sido muggles, escoria de baja calaña. Evan fue un mago sangre pura, con ancestros y una tradición que aún se celebraban en Francia y el este de Europa. ¿Debían ser maltratados quitando su esencia por sus poros, suplicando y chillando como cerdos, mientras la magia sale de ellos condenándolos al abismo? Preferiría morir mediante la maldición cruciatus que ser víctima de aquella conjuración.
— No hemos hallado conexiones significativas que esclarezcan que usted estuvo involucrada de algún modo en los actos de su esposo. ¿Su marido fue coaccionado, de igual forma que su hermano, cree?
Aquella era la pregunta de fuego. La incógnita que remitiría a su supervivencia o su ejecución. Porque si afirmaba que su hermano había sido puesto bajo la maldición Imperius, entonces, su marido podría haber ido por el mismo camino. ¿Verdad? Era lo que esperaban que dijeran, porque apenas habían creído a Corban y sería definitorio para castigarlos a todos para apaciguar las olas mediáticas y el hambre por el circo.
Florentia no había terminado la escuela. Eso no significaba que fuera escasa de luces. En esta situación, le venía más que bien que pensaran eso de ella, que le vieran débil, recién parida, temblando. Tomó medidas durante bastante tiempo, por si algo así llegaba a suceder.
— Mi esposo era un ser bestial, Señor Crouch. — lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Miró a su amiga Benedicta Bulstrode en las gradas, sentada junto a Percival Blishwick y Dorotea Shafiq, miembros respetados del Wizengamot que sólo cometían pecados bajo el aval de su propia moral. Repugnantes zabandijas que la miraban como si fueran mejor que ella. — Arremetió contra mi en ciento trece ocasiones. Tengo las pruebas del siniestro en mi cuerpo.
La verguenza le sonrojó las orejas y cayó de rodillas en aparente debilidad, ante la mácula que era dar esos informes íntimos a toda la comunidad mágica. Rita Skeeter, esa arrabalera, pronto la pondría en el titular de su siguiente infamia. La culparían de aquellas supuestas marcas y la volverían una escoria para la sociedad. Le tendrían lástima, y por su supuesto bien la excluirían de a poco.
¿Importaba el precio a pagar mientras pudiese criar a sus hijos? En aquellos momentos, nada más importaba que mantener a Achiller y Nerón a salvo, lejos de las garras de su familia. Ya no quedaban más Rosier en Gran Bretaña. Eran el último bastión de aquella sangre milenaria. No podría desperdiciarse como si nada.
— ¿Afirma usted que cree que su esposo no fue coaccionado?
— Estoy más que segura, Señor Crouch, que Evan fue la razón por la que mi hermano acabó siendo manipulado. Pueden darme veritaserum, pueden torturarme y verán que una vez hayan terminado, mis palabras seguirán siendo las mismas. Evan Rosier era un monstruo. Y estoy feliz que Alastor Moody lo torturase debidamente. — lloró desconsoladamente, el labio temblándole, siendo un manojo de nervios. — Sólo quiero sentirme segura con mis hijos. ¿Por qué debemos sufrir por sus actos? Ni siquiera quería casarme con él. Pero no tuve opción cuando me violó.
El gemido de toda la sala no se hizo esperar. Algunos gritaron que la levantaran y sentaran, que trajeran vasos de agua. Era mentira, Evan jamás la había tocado sin su permiso. Ambos habían querido ver a esas pequeñas escorias muggles pedir clemencia en su sótano, gritando y rogando porque alejaran a Fenrir Greyback de las celdas de los infantes, dándose festines completos con su pureza virginal y con su sangre derramada, comiendo su carne y devorándolos frente a sus padres para que enloquecieran.
Sus risas aún deberían hacer eco en las criptas, como escalofríos que asustarían a todos los presentes.
La violación era uno de los crímenes mágicos más atroces que podían concebirse. Había comenzado a serlo luego de que la presión del Ministerio por parir más magos y brujas, llevó a hombre a acechar los lechos de sus hijas como mandaban las viejas tradiciones, desflorándolas y cultivando su semilla, por el bien de su estirpe.
Era común. Ella había sido desflorada por su padre a sus trece, días después de su primer sangrado. Luego Corban había ocupado su lecho, tratando de que su vientre cobrara alguna vida. Jamás funcionó, hasta que Evan apareció. La compatibilidad de sus núcleos mágicos era la adecuada para que sus dones se concentraran e infundieran un ser como ellos, igual de perfecto, igual de puro.
Achilles nació cuando tenían dieciséis años, en la noche de Samhain cuando celebraban el final de las cosechas y el comienzo del invierno. Regulus lo había arropado y había sido quien lo bautizó con ayuda de las sacerdotisas de la santificación.
— Caso cerrado. — concedió Crouch después de que todos se calmaran. — Las propiedades y tenencias de la familia Rosier, así como la posición como cabeza de la casa y el puesto en el Wizengamot, pasarán a su hijo mayor. Podrá reclamar este último una vez culminados sus estudios. Acompañen a la señora Rosier.
La aurora que antes había mirado con la frente para arriba, le ayudaba a caminar hacia la salida. Los magos y brujas siguieron vociferando tras de sí cuando ni siquiera había cruzado la mitad de la habitación.
— ¡Siguiente caso! Acusado 1013 B, Peter Pettigrew. Asesinado por Remus Lupin a mano alzada. Sus restos serán incinerados y tirados a una fosa en Azkaban. Culpable de la muerte de Lily Potter, y conspirador de Quien No Debe Ser Nombrado. ¡Siguiente caso! Acusado 1014 C, Yosef Sorokin, vivo, acusado de . . .
Todo valió la pena cuando Achilles saltó a sus brazos. El niño de tres años, era su pequeña ancla, junto con su hermano recién nacido. No tenía ni siquiera seis meses y ya era forzado a abandonar su casa.
Los maldijo a todos y cada uno de ellos. Se vengaría de las cosas que le habían hecho hacer y decir. Pero no podía hacerlo sola. Debía confiar una vez en sus mejores amigos para que las cosas volvieran a ponerse en el correcto rumbo.