
Escopaestesia
Escopaestesia,
la sensación de sentirse observado.
Al fin llegó a la cafetería, la cajera, Cate, le recibió con una sonrisa, ya era un cliente recurrente en el pequeño local.
- ¿Lo de siempre, o quizás nos atrevemos con algo nuevo? -ese ya era su pequeño juego personal
-Lo de siempre, por favor. -la respuesta salió fácil mientras sacaba el dinero
-No sé cómo aguantas tomar algo tan dulce siempre -se giró y empezó a preparara su pedido, un expreso con leche condensada, debe admitir que se obsesionó con él desde la primera vez que lo probó.
Solo se encogió de hombros, siendo recompensado con una sonrisa divertida de parte de la cajera, una vez su café estuvo listo lo tomó y pagó.
-Disfruta de tu lectura -le dijo con su característica sonrisa mientras él se alejaba.
Fue a su lugar habitual, una pequeña mesa con dos sillas junto a la gran vidriera que daba vistas a la calle, estaba algo nublado pero aun lo bastante bien para leer.
Sacó su nueva lectura, la última adquisición de su pequeña colección, fue escrito por una psicóloga y contaba algunas historias sombre sus pacientes, y tenía que admitir que era refrescante leer historias así, toda su vida leyó libros de magia, pociones o las historias de grandes magos del pasado, y ,aunque estos libros le gustasen, descubrió que le encantaban estas historias donde exploran los diferentes matices de un personaje, donde nadie es completamente bueno o malo y no todo era como uno pensaba al principio, historias donde los personajes podían cambiar según avanzaba la historia, para bien o para mal, y leer esto de algún modo le tranquilizaba, podría decir incluso le daba esperanzas para un futuro mejor, si esos personajes lograron cambiar y seguir adelante aun con sus errores del pasado, ¿Por qué él no? Quizás algún día se levantará sin esa presión en el pecho, a lo mejor logrará mirar a su brazo por más de un minuto sin que un escalofrío recorra todo su cuerpo y después intente quitarse esa maldita marca una vez más.
Pero bien él sabía que esto no era una de sus novelas, era la vida real y a menos que él lo lograse por su cuenta no cambiaría nada, no sucedería nada relevante en su vida para cambiarla y quizás apreciarla un poco más, nadie vendría y le demostraría que el aun vale, que no es un desperdicio absoluto para este mundo, que podría ser perdonado y redimido, que podría ser feliz, pero eso no sucedería, quiera o no este era el mundo real y tendría que vivir con eso por mucho que doliese.
Y probablemente se merezca eso.
Siguió adelante con su lectura, tomando un sorbo ocasional de su café mientras escuchaba la música ambiental mezclarse con el ruedo de fondo, aunque este último no era mucho, era un día tranquilo y solo había dos personas más aparte de él.
Por eso le pareció extraño sentir como alguien le miraba.
Levantó su vista del libro y miró a su alrededor, pero nada, los otros dos clientes estaban ocupados con sus teléfonos móviles, no parecía que ninguno hubiese apartado la mirada, dirigió su mirada a los únicos dos trabajadores que había ahora y estos estaban entretenidos hablando entre si, no parecía que nadie hubiese estado observándole.
Con esa conclusión retomó su tarea anterior y siguió leyendo, pero algo no andaba bien, no estaba satisfecho, no fue hasta unas páginas después que sintió otra vez como le observaban, solo que esta vez no levanto la mirada de inmediato, si alguien tenía algo que ver que lo haga, no sería la primera vez que alguien sentía curiosidad sobre él, quizás era por su pelo, casi podía confundirse con un blanco plateado, de todos modos no dudaría tanto, seguramente esa persona después de saciar esa curiosidad le dejaría en paz.
Solo que no fue así, siguió leyendo como hacía de normal, tomando monótonamente su café hasta casi terminarlo y aun seguía ahí, alguien le estaba mirando, lo habían estado haciendo todo este tiempo, podía sentir el peso de una mirada en él y algo era extrañamente familiar, pero no podía ubicar el porqué.
Miró de soslayo a la calle sin que se le notase, pero aun así nada y esto se estaba convirtiendo en algo inquietante, una de las razones por las que venía aquí era para no llamar la atención y que se le quedasen observando, juzgándole en silencio.
Sin querer aguantarlo más, se tomó lo que quedaba de su café de un sorbo, marcó la página por donde se quedó y guardó el libro mientras se levantaba y se dirigía a la salida, se despidió descuidadamente de Cate y pudo escuchar su respuesta, parecía algo desconcertada, lo cual era normal ya que acostumbraba a quedarse más tiempo.
Una vez en la calle limpió esta con la mirada, no parecía haber nada de lo normal, la gente caminada y charlaban entre ellos sin prestarle atención.
Empezó a caminar de regresó a su casa, acelerando el paso más de lo normal, seguía algo inquieto por todo dándole vueltas en la cabeza. ¿Quizás algún mago o bruja le reconoció? No solían ir otros por esa zona, se aseguró de ello, pero siempre estaría la posibilidad, quizás alguién le reconoció y quería asegurarse de quien era, con suerte solo sería alguien curioso, o podría ser alguien con resentimientos hacia él por la guerra y sus actos.
Con esto último en mente cambió su ruta, fue por las calles más transitadas mezclándose con la gente que iban a contracorriente, siempre con su mano en su bolsillo descansando sobre su varita, ya le habían intentado hechizar más de una vez y, aunque no cree que alguien sería tan idiota como para hacerlo rodeado de muggles, tenía sus dudas sobre eso.
Pasó un largo rato desviándose y dando vueltas hasta que por fin llegó a su tienda, comprobó por última vez que no había nadie y entró cerrando la puerta detrás de él.
Con un último suspiro recorrió la tienda hasta llegar a unas cortinas, las abrió y subió las escaleras que se encontraban detrás de estas, una vez arriba abrió la ultima puerta y entró a su casa.
Una vez cerró la puerta y comprobar que sus protecciones seguían ahí, se quitó y colgó su abrigo en un perchero cercano, pasó una mano por su cabello y se dirigió a su pequeño despacho, no era muy grande al igual que el resto de la casa, pero era lo suficiente como para no sentirse claustrofóbico.
Dejó su libro en la estantería y se sentó en su escritorio, tenía que revisar los pedidos recibidos y los que aun tenía que hacer, ya hizo todo lo pendiente para hoy y parte de lo de mañana, solo tendría que hacer una que otra poción y revisar los ingredientes que tenía y encargar de los que tenga menos suministros.
Con todo eso en mente, decidió que era buen momento para dormir, ya era tarde y llegó a casa después de lo previsto debido a las vueltas que había dado intentando evitar a cualquier acosador que le estaba siguiendo.
Se fue a la cama y se durmió con una extraña sensación, anticipación, pero no sabía el porqué y no quería darle más vueltas al asunto, mañana tenía que trabajar y sería un día como otro cualquiera.
...
Se despertó como de costumbre a la misma hora de siempre acompañado con el sonido de la lluvia en su ventana, parecía que iba a llover todo el día.
Levantándose de su cama se fue a la cocina e hizo su rutina diaria, se hizo su desayuno con magia y se lo tomó tranquilamente mientras veía las gotas resbalar por su ventana, le gustaba la lluvia, de algún modo escucharla en estos momentos donde no hacía nada le relajaba, le hacía sentir menos... solitario.
Colocó todo de nuevo en su lugar, se duchó y se vistió poniéndose por último una túnica, antes de salir por la puerta se vio en el espejo, tenía ojeras pero no se le marcaban tanto como otras veces, para su sorpresa durmió bastante bien comparando las noches anteriores y el acontecimiento del otro día, solamente se despertó dos veces mientras dormía.
Peinándose un poco salió por la puerta y bajo las escaleras hasta llegar a la tienda, las luces se encendieron y vio todo exactamente como lo dejo ayer, tras comprobar esto fue directamente a la habitación donde creaba las pociones y se puso a trabajar.
Sus movimientos eran fluidos, sabía exactamente dónde estaba cada ingrediente y como prepararlos adecuadamente, no eran pociones difíciles de realizar y siempre le gustó hacerlas, quizás porque siempre se le dio bien, después de todo tuvo al mejor maestro de pociones que pudo desear, conocía sus habilidades y siempre le alentaba a exigirse y mejorar un poco más, y aun con todo eso nunca se sintió realmente presionado a esto, de hecho extrañaba eso, tener un verdadero reto y tener que solucionarlo solo con las cosas que estaban al alcance de su mano, un verdadero enigma que resolver, ya era un experto en pociones y estas no suponían ningún reto para el.
Termino al cabo de un par de horas y las preparo para ser enviadas más tarde, saliendo de la habitación y colocándolas en el mostrador, con todo eso giró para entrar de nuevo y organizar sus ingredientes, tenía que hacer una lista de cuales quedaban poco, pero antes de poder entrar a su taller lo sintió.
Una mirada apuntando justo detrás de él.
Esta vez no tuvo cuidado, se giró bruscamente para atrapar a quien sea que le espiaba, pero nada, absolutamente nada, solo vio la puerta y ventanas de su tienda mientras las gotas chocaban con estas pero ningún rastro de otra persona, miró el resto de su tienda pero nada.
No había nada raro.
Se obligo a si mismo a relajarse, quizás ya había llegado al punto de volverse loco, no le extrañaría.
Con eso en mente se giró y al fin entro a su taller, revisó sus ingredientes y escribió en una pequeña hoja cuales necesitaba reabastecer, cuales podrían esperar una semana más y los que tenía prácticamente de sobra.
Mientras escribía todo esto escucho un tintineo que sonaba exactamente con la pequeña campana que tenía en la entrada de la tienda.
Eso fue raro.
Casi nadie venia personalmente aquí, sobre todo con este tiempo, ¿quizás necesitaba algo con urgencia? Con eso en mente dejo su hoja con apuntes y se dirigió a la puerta.
- ¿En qué puedo ...?-se cayó cunado abrió la puerta por completo y vio a quien había entrado a su tienda
Lo primero que noto fueron sus ojos.
Esos malditos ojos verdes que le miraban directamente a él, como si estuvieran intentando ver a través de él y llegar a su alma.
No se movió, no habló, no podía creer lo que veía y estaba casi seguro que su cerebro le estaba gastando una broma de mal gusto, y no fue hasta que otro hombre habló que lo supo.
-Malfoy - dijo casi en forma de susurro, no sabe si de buena o mala manera, no podía descifrarlo ahora.
-Potter -contestó tan bajo que no estaba seguro si el otro hombre lo escucho, pero eso no importaba ahora
El niño que vivió estaba vivo.
Harry Potter estaba de pie frente a él.