
Perdón
Ya hacía más de una hora desde que Sirius se había encerrado en el baño. Lo había intentado por todos los medios, pero no conseguía que las lágrimas parasen de salir y por tanto sus ojos de enrojecer.
Sus amigos habían bajado a cenar, le habían avisado, pero él se había negado a salir del baño. Sabía que era cierto que tenía que hablar con su hermano y, de hecho, no entendía por qué la idea le resultaba tan difícil de imaginar. Regulus y él siempre habían podido hablar de casi cualquier cosa. ¡Merlín, Regulus había sido su mejor amigo hasta hacía a penas unos meses! Antes de Hogwarts… ¿por qué no puede ser todo tan fácil como antes de Hogwarts? Sirius se estremeció pensando en su vida previa a Hogwarts, vale, ¿por qué no puede ser mi relación con Reggie como antes de Hogwarts? Sí, eso estaba mejor. Slytherin… ¿por qué tenía que ser un Slytherin?
Sirius no podía evitarlo. Había intentado no verlo cuando se cruzaban por los pasillos, pero cada vez que su hermano aparecía vestido con el uniforme de su casa, Sirius no podía ver más que el recuerdo de la fotografía de su padre que había en su habitación de casa. Sus nervios le pedían huir y eso es justo lo que su cuerpo hacía. Luego se sentía mal y lloraba y ese era el circulo vicioso en el que jugaba desde septiembre. Sabía que lo estaba haciendo mal a pesar de hacerse el tonto, lo había hablado con James. Sabía que estaba haciendo daño a su hermano, el cual Sirius sabía muy bien que siempre había sido muy sensible, pero algo había cambiado en esta conversación. A lo mejor fue el hecho de que esta vez no fuera James si no Remus el que lo dijera, tal vez fue el cómo lo dijo, o tal vez fue el terror que le invadió cuando Remus le sugirió que su propio hermano creía que él lo odiaba. ¿Cómo iba Sirius a odiar al pequeño Reggie? A su pequeño Reggie…
Ahí estaban las lágrimas otra vez.
Después de otra media hora, el estómago de Sirius ganó a sus ojos y por fin, pudo salir del baño.
Cuando atravesó la puerta para entrar en la habitación casi le da un infarto. Remus Lupin estaba sentado en su cama, esperando.
— ¡Merlín Remus! ¡Qué susto! — Sirius se llevó la mano al pecho exagerando sus gestos como solía hacer — ¿qué haces aquí? Nunca te pierdes las cenas.
— Yo… te estaba esperando.
— ¿Remus Lupin saltándose la cena por mí? ¿tienes fiebre amigo?— Sirius se acercó y le tocó la frente de broma —
— ¡Apártate de mí! Vas a hacer que me arrepienta de esto. — Remus le dio un manotazo, quitándoselo de encima —
— ¿Arrepentirte de qué exactamente?
— Yo… bueno… lo siento.
Silencio. Una mueca de sorpresa se reflejó en los ojos azul claro de Sirius.
— ¿Lo sientes? ¿por qué?
— Por lo de antes… ya sabes, la conversación… James cree que he sido un poco… brusco.
— Remus el sensible… ohhhhh ¡me gusta! — Sirius bromeó tratando de desviar el tema. No quería ponerse a llorar otra vez. —
— ¡Sabía que harías que me arrepintiera!
— Venga, si nos damos prisa todavía podemos pillar el último turno de cena.
Ambos chicos corrieron por las escaleras hasta la mesa de los Gryffindor, donde se reunieron con Peter y James, quienes iban por el postre.
— ¡Justo a tiempo! Os hemos guardado comida — dijo Peter sonriendo ampliamente —
— Pete te amo en estos momentos, gracias, gracias, gracias, pedir perdón a un dramático es un trabajo que requiere mucha comida. — Remus bromeó cogiendo el plato que Pete le tendía —
— ¡Oye! ¿¡Cómo osas meterte con el miembro más puro de la Noble casa de los Black?! — todos se rieron mientras Sirius imitaba el tono pomposo de hablar de sus padres —
— Lo que yo decía… dramático… — Añadió ya con comida en la boca —
— ¡Debería cuidar usted sus modales señor Lupin! — continuó burlándose Sirius mientras miraba fijamente a Remus, quien se puso rojo —
— Ignoremos a Sirius un rato ¿qué os parece? — intervino James riéndose —
— A favor — añadió Peter. Remus levantó la mano si hablar con la boca llena esta vez. —
— Perfecto entonces.
Sirius desconectó, oyendo esa parte de la conversación como ruido de fondo. Se giró hacia la mesa de los Slytherin y vio a su hermano sentado al lado de Barty Crouch Jr.
Quizá el destino quiso que en ese preciso instante Regulus se girara y viera a su hermano sonriéndole y él le devolviera la sonrisa. O quizá fue el simple hecho de que después de que Regulus se girara a mirar a Sirius en el comedor noche tras noche esperando una mirada de vuelta, dio la coincidencia de que un día Sirius decidió hacerlo también.
Una sonrisa. No hizo falta más por el momento. Ambos entendieron esa sonrisa como una señal de perdón y un "yo también te echo de menos".