Shared Scars (Español)

Harry Potter - J. K. Rowling
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Shared Scars (Español)
Summary
Los hermanos Black crecieron en una casa llena de gritos, violencia y falta de amor. Con el paso del tiempo, ambos comenzaron a alejarse y olvidaron lo que una vez fue una de las cosas más importantes para ambos, estar juntos. Sirius Black, el traidor de sangre, el diferente, la decepción de la familia. Regulus Black el chico bueno, el chico tranquilo, el obediente, el sensible. Regulus Black creció extrañando a su hermano mayor, odiándose a sí mismo por nunca defenderlo ante sus padres cuando eran más jóvenes, "tal vez eso hubiera hecho que Sirius se quedara..."
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Hogwarts Express

Regulus se despertó exageradamente pronto aquel día. Pensó que nadie más estaría despierto a las 6:19 am en su casa, pero, se equivocaba.


Unos golpes se oyeron en la puerta, el chico se sobresaltó, sorprendido de oír ningún ruido a parte del sonido de su vinilo de piano que sonaba de fondo. Regulus se apresuró a abrir la puerta.


— ¡Reggie! ¡Sabía que estarías despierto! — Sirius susurró sonriendo ampliamente — ¿puedo?


Regulus se apartó de la puerta dejando a su hermano pasar. No dijo nada. Regulus era una de esas personas que preferían no hablar por las mañanas, estaba mejor callado pensando, por lo menos hasta después de haber desayunado. Sirius era todo lo contrario. Le costaba mucho más que a Reggie levantarse, eso era cierto, pero en cuanto estuviera arriba no habría manera humana de hacer callar a Sirius Black y mucho menos en días tan especiales como ese. Su viaje a Hogwarts era ese mismo día.


Sirius Black había vuelto a casa solo una noche atrás. Regulus y él no habían hablado desde entonces. Regulus no había podido evitar que cierto resentimiento por la marcha de Sirius reflotara al verle y había preferido dejar un día de margen para no decir nada de lo que pudiera arrepentirse más tarde. Sirius tampoco había tenido mucho tiempo para parase a hablar con su hermano. Desde su vuelta, ambos Orion y Walburga habían empleado cada minuto amenazando y aleccionando a Sirius sobre como debía ser mejor su segundo año. Además, el tiempo restante de las regañinas había ido directo a recoger las pocas cosas que Sirius había dejado en su cuarto y quería llevarse a Hogwarts.


— ¿Ya lo tienes todo listo? — Sirius preguntó entusiasmado saltando sobre la cama de Regulus —


Regulus extendió el brazo señalando a un enorme baúl de color verde oscuro que estaba perfectamente cerrado, todavía sin hablar, definitivamente demasiado pronto para pedirle una sola palabra a Regulus Black.


— Yo también. Pensé que a lo mejor me había apresurado este año, pero en seguida supuse que tú habrías madrugado incluso más que yo. ¿Cuánto tiempo llevas despierto?


— Desde las cinco — mintió Regulus —


La verdad es que Regulus no había dormido. Llevaba unas semanas encontrando imposible el quedarse dormido debido a los nervios de empezar el colegio.


— Definitivamente llevas la locura de los Black en la sangre hermano.


Regulus no pudo evitar reírse al oír esto y Sirius se alegro de ver que su hermano estaba realmente despierto y no solo sonámbulo recogiendo cosas.


— No sé cómo te ha cabido todo en el mini baúl ese, ¡yo he tenido que sentarme encima para que cerrara! Y eso que el tocadiscos y la mayoría de los discos los lleva James.


A Regulus se le revolvió el estómago al oír el nombre del mejor amigo de Sirius. Por primera vez vio cercano el evento de conocer al famoso James Potter del que tanto hablaba su hermano mayor. No dijo nada, solo se quedó quieto mirando a Sirius con una mirada indescifrable.


— Odio cuando haces eso — dijo Sirius después de unos segundos de mirada fija y silencio —


— ¿El que? — Regulus salió de su trance —


— Mirarme así. No hay manera de saber en lo que estás pensando. Ya puede ser en tu sabor favorito de helado o el seis maneras de asesinar a tu familia entera, es indescifrable. Me estresa.


— Lo siento. — Regulus apartó la mirada y se dirigió hacia su escritorio de madera oscura. —


En el escritorio de Regulus había un montoncito de cosas que no estaban empaquetadas. Un libro de poesía inglesa que Narcissa le había dejado, una pluma de tinta negra, un cuaderno con las tapas de cuero que Regulus usaba de diario, un paquete de pañuelos, un sello de carta antiguo con una imagen de una rosa verde a la que se le caían los pétalos, una lata de metal con caramelos de regaliz negro y una manzana roja.


— No sé dónde meter esto — dijo Regulus mirando fijamente el montón de cosas casi como si estuviera pensando en voz alta y no hablando con su hermano —


Sirius se levantó de la cama y se puso hombro con hombro al lado de Reg observando la pila de cosas. Su cara se iluminó y una sonrisa apareció, la sonrisa de Sirius Black.


— ¡En seguida vuelvo!


— ¿Mhh?


Regulus fue a protestar, pero antes de tener tiempo Sirius se había marchado corriendo a su cuarto.


En menos de un minuto Sirius estaba de vuelta en la habitación de Regulus con una bolsa de tela estampada de fresas en sus manos. Reggie miró la bolsa rosa y roja y levantó una ceja como diciendo: ¿qué narices es eso Sirius? Sirius miró hacia abajo y se rió al ver el estampado en el que probablemente ni se habría fijado antes.


— Ah, la bolsa es de la Señora Potter, no encontré otro sitio donde traerlo.


— ¿Qué es?


— ¿Recuerdas la primera carta que te envié este verano?


— Ehmm, sí…


— Bien, en ella te dije que quería haberte dado algo antes de irme. No era mentira, me lo llevé sin querer en la maleta, pero de hecho al final fue mejor, así te lo puedo dar ahora.


— Sirius yo- — Regulus no tenía muy claro que quería decir, pero tampoco hizo falta, su hermano le interrumpió antes —


— ¡Ábrelo! Luego te quejas si quieres pequeño melodramático.


— Yo… vale…


Sirius le entregó la bolsa de fresas a Regulus y él la abrió. De la bolsa sacó una cartera de color negro. Una cartera de mensajero como de lona. Tenía varios bolsillos laterales y un diseño bastante simple. Regulus se quedó atónito por unos minutos, sosteniendo la cartera entre sus manos, apreciándola. Le encantaba.


— Sirius es… — El pequeño no tenía palabras, realmente no esperaba un regalo así —


— Es genial ¿verdad? Te la compré a principios de verano para que pudieras llevarla como mochila en tu primer año. Me hubiera gustado tener una cuando entré y pensé que tú no tendrías una así que le pedí a Remus que buscara algo chulo para mi hermano y me mandó esta. En cuanto vi la cartera supe que era perfecta, el muy bastardo tiene una capacidad asombrosa para clavar los detalles de las personas y con lo que le había hablado de ti supo elegir a la perfección.


— ¿La ha elegido Lupin? — Regulus dijo sin levantar la mirada de su nueva posesión más querida —


— Bueno… Yo le describí lo que quería y él… sí, él es mejor para las compras, yo aquí con la familia no habría podido ir a ningún lado. Además, quería que fuera muggle. Bueno… ¿te gusta entonces?


— Es genial Sirius, muchas gracias.


Regulus abrazó a su hermano.


— ¡Espera! Eso no es lo mejor. Falta un detalle.


— ¿Más? — dijo Regulus asombrado —


— Es un detalle de acompañamiento…


Sirius rebuscó en el bolsillo de su túnica y sacó un chapita de color negro que tenía un dibujo de la constelación de leo. Luego rebuscó en el otro y sacó una idéntica, pero con la constelación del canis majoris.


— Son pines. Remus dice que los muggles los usan para decorar sus carteras. Hice una para cada uno, a juego. Sirius y Regulus.


Regulus las tomó en sus manos para mirarlas más de cerca y se emocionó. Eran maravillosas.


— Me encantan. Gracias Sirius.


Sirius colocó la suya en su mochila y Regulus la puso en la tapa de su cartera.


— Puedes poner más chapas si te gustan, decora tu cartera par que sea única. Cada año iremos a comprar una chapa juntos y las pondremos ¿trato?


— Trato.


Ambos sonrieron.

 


 


La estación estaba abarrotada de gente. Regulus odiaba las multitudes. Alumnos corrían y gritaban de un lado para otro como locos, las maletas volaban y los padres se despedían de sus hijos con lágrimas en los ojos.


Walburga Black, por el contrario, tenía agarrado a Sirius del hombro tan fuerte que su espalda se curvaba hacia atrás. Regulus y Sirius debían entrar juntos al tren, pero no antes de que su madre lo mandara.


El pequeño observaba todo a su alrededor. Un millón de cosas nuevas aparecían ante sus ojos. Colores nuevos, gente nueva. Regulus prestó atención a algunos de los alumnos que pasaban por allí gritando o corriendo y jugó a imaginarse en qué casas serían seleccionados. El chico tímido de pelo castaño, una mochilita marrón pequeña colgando de sus hombros, mirada asustada, zapatos negros, limpios y brillantes, a lo mejor Ravenclaw. Chica rubia casi blanco, pelo largo con un par de trenzas de colores, zapatos marrones con calcetines rosas, muchas pulseras probablemente hechas a mano, un collar de un cristal colgando de su cuello, mirada segura y difusa al mismo tiempo, definitivamente hufflepuff. Detrás de la chica, un chaval rubio también, ojos brillantes, sonrisa en su cara, barita en mano, zapatos azul marino, un anillo con una piedra verde, Regulus no supo por qué, pero estuvo seguro de que iría a Slytherin. Luego trató de verse a él mismo desde fuera, Regulus Black, ojos asustados, verdes, zapatos negros perfectamente atados, camisa blanca milimétricamente planchada, cartera de lona negra con una chapa a su hombro, pelo repeinado, ¿qué creería la gente? ¿Ravenclaw? ¿Hufflepuff? ¿Slytherin? ¿alguien le vería como un Gryffindor? Regulus sintió más presión en dese momento que en todo el verano junto.

 




El tren era más grande de lo que Regulus había esperado. Walburga les había dado la señal y ambos habían subido sin aguardar un segundo más.


En cuanto habían puesto el pie en el tren, Sirius había empezado a sonreír. A Regulus le encantaba ver a su hermano feliz.


— ¡Ven conmigo Reggie! Los chicos y yo acordamos reunirnos en el mismo vagón que el año pasado, te los presentaré a todos.


Regulus no tuvo tiempo de contestar, Sirius lo agarró de la muñeca y tiró de él saliendo, corriendo. A Reg le dolía esa muñeca. El último corte que Walburga había realizado no se había curado adecuadamente y se le había infectado un poco, Regulus pensaba ir a la enfermería nada más llegar.


Sirius se paró frente a un vagón y miró por el cristalito de la puerta. Esa sonrisa de Sirius Black. Abrió la puerta de golpe y entró. Regulus entró también pero mucho más despacio y visiblemente incomodo.


— ¡Hermano! — Sirius abrazó primero a un chico con gafas —


— ¡Sirius, amigo!


Regulus supuso que ese sería James Potter. James era del que más hablaba Sirius, el chico de oro. Regulus no pudo evitar que una ola de recelo recorriera su cuerpo, todavía le dolía que Sirius hubiera elegido pasar su verano con James en vez de con él. Trató de ignorarlo.


Miró alrededor del vagón, había tres chicos a parte de su hermano y él. El primero, el que Regulus había supuesto que sería James Potter, un chico de estatura media, piel morena y ojos oscuros, lucía una enorme sonrisa, irradiaba una energía que Regulus no había percibido en nadie, ese James Potter parecía… parecía bueno, feliz, daba seguridad. Al lado de James un chico rubio y bajito, tenía en las manos una bolsita de caramelos, llevaba una bolsa de tela con un cuaderno y un par de lápices, sonreía, parecía muy complacido de ver a Sirius. Regulus supuso que ese era Peter Pettigrew porque claramente el restante tenía que ser Remus Lupin. Remus Lupin, un chico de similar altura a la de James, el pelo castaño claro, ligeramente rizado, más bien ondulado quizá, vestía ropa muggle, unos pantalones de pana naranja oscuro y una camisa de color verde kaki sobre la que llevaba un jersey que parecía realmente viejo, raído. Regulus no pudo evitar fijarse, Remus estaba lleno de… lleno de cicatrices, le recorrían el cuello y las manos y tenía alguna pequeña en la cara. Reg siempre había sido curioso y no pudo evitar preguntarse qué le habría hecho a un chaval de 12 años tantas cicatrices.


— Merodeadores, este es mi hermano pequeño, Regulus. — Sirius le introdujo después de haber saludado a todos y haberse sentado al lado de Remus Lupin —


— Encantado Regulus, yo soy James — por supuesto el chico de oro fue el primero en presentarse —


— Peter Pettigrew


— Remus. Bonita mochila, por cierto. — Remus sonrió —


— Ehm, gracias. Sirius me dijo que le ayudaste a elegirla. — Regulus dijo abriendo la boca por primera vez desde que había entrado —


— Siéntate con nosotros tío — dijo James señalando un hueco que había al lado de Peter —


— Gracias — respondió Regulus sonando más seco de lo que pretendía —


— Bueno muchachos, espero que en estos días que hemos estado separados hayáis pensado en un millón y medio de bromas para Snivellus y demás Slytherins. — Sirius dijo sonriendo —


— Yo tengo alguna que otra idea — dijo Lupin —


— Ah, lo sabía ¡Nuestra mente pensante!


Regulus se puso tenso. Él podía ser un Slytherin. Según lo que Narcissa había dicho, él iba a ser un Slytherin. Regulus quería decírselo a Sirius, pero no sabía de dónde sacar el valor para hacerlo. No tuvo que preocuparse mucho, el maravillosísimo James Potter ya había pensado en esto.


— Sirius, ¿no debería esperar a ver si tu hermano entra en Slytherin antes de declararles la guerra? Podemos ir solo a por Snape este año.


Todos miraron a James atónitos. Claramente todos habían pensado en la opción de que el hijo pequeño de los Black entrara en Slytherin, era muy difícil que se repitiera lo de Sirius y todos ellos lo pensaban. Regulus se sintió completamente fuera de lugar en el vagón. Sirius estaba callado de repente, sus ojos azules fijos en James, queriendo decir algo, pero claramente sin saber qué.


— ¿Podemos hablar fuera James? — dijo por fin Sirius —


— ¿Qué? Sí, claro ¿por qué? — James parecía igual de confuso que Remus y Peter. Regulus no lo estaba.


Ambos chicos salieron del vagón y se hizo un silencio sepulcral dentro. Hubo dos minutos completos de silencio incómodo y constantes miradas entre los otros dos merodeadores antes de que Lupin por fin se atreviera a romperlo.


— Bueno… eh… Regulus, ¿has conocido ya a alguien de tu año?


— Ehm… no de hecho.


— Ah


— A lo mejor debería dar una vuelta a ver si veo a alguno. — Regulus quería desesperadamente salir de aquel vagón un rato por lo menos —


— ¡Sí, eso es una idea genial! — dijo Peter forzando una sonrisa incorporándose a la conversación —


Regulus se levantó y recogió su bolsa de lona, listo para irse por fin.


— ¿Quieres que vaya contigo colega? — Lupin propuso sin levantarse de su asiento sabiendo exactamente cual sería la respuesta de Reggie —


— No hace falta, gracias.


— Como quieras. Ha sido un placer Regulus, avísanos si necesitas cualquier cosa.


— Gracias. Nos vemos.


— Adiós Reg. — se despidió también Peter —


Regulus abrió las puertas del vagón y se topó de bruces con Sirius y James en plena discusión. No hacía falta que Regulus preguntara, siempre que tenía que ver con la familia los ojos de Sirius pasaban de un azul cielo a un azul oscuro tinta de boli.


— Reg ¿A dónde vas? — Sirius paró de hablar en cuanto vio a su hermano salir del vagón —


— Yo… he pensado en ir a dar una vuelta por el tren. A lo mejo puedo conocer a más alumnos de primer año.


— Oh… ehm… — Sirius parecía no saber reaccionar —


— ¡Es una idea genial Regulus! Hemos visto pasar un par de chicos que parecían de primer año hace no más de un minuto. — James intervino antes de que Sirius dijera nada. —


— Gracias, iré a mirar. Ehm… ¿nos vemos luego Sirius?


— Sí… sí, luego nos vemos Reggie…


James miró a Regulus intentando decirle: yo me ocupo, no te preocupes. Regulus le asintió y luego dándole un toque en el hombro a su hermano, se alejó.


Regulus comprendió en seguida que James había aprendido a cuidar de Sirius en un año, a él le había costado once. Sintió una sensación nueva hacia James Potter, envidia. Comprendió bastante rápido que James estaba ocupando un lugar en la vida de Sirius que Regulus había ocupado hasta ese momento. Trató de no pensar en ello en ese momento.

 



Regulus caminaba por los pasillos solo, hasta ese momento se había imaginado lo fácil que sería hacer amigos, como si llegaras y de la nada ¡Puf! Tenías una pandilla de amigos para toda la vida. Regulus se dio cuenta en ese momento de que no tenía ni idea de cómo hablar con gente nueva, le generaba un extraño cosquilleo en el estomago pensar en ello. Después de ver a muchos niños corriendo de un lado a otro, todos ya en grupos, decidió que lo mejor sería encontrar un vagón vacío y simplemente sentarse solo a leer. Eso hizo.


Regulus estaba solo sentado en el banco que iba en dirección inversa, le gustaba más así. Sacó una de las chocolatinas muggles que su hermano le había dado: Maltesers. Abrió el paquete y empezó a comer. Regulus nunca había sido muy fan del chocolate, pero decidió en seguida que los Maltesers eran lo mejor que podría probar.


Después de dos paquetes de Maltesers y un caramelo de regaliz negro, sonó un golpe en el cristalito del vagón que sacó a Regulus de su lectura. Tardó un segundo en orientarse, de repente no era un poeta escocés que cabalgaba libre por un bosque encantado, era solo un crío de once años y estaba solo en el vagón del tren. O casi solo.


Regulus miró al cristal, una cabeza se asomaba. Un chico de pelo alborotado, marrón, más claro que el de Regulus, ojos oscuros, sonrisa amplia de boca abierta. Había un brillo especial en sus ojos, a Regulus le recordó al brillo de los ojos de Sirius cuando tenía una broma en mente. El chico se giró como si estuviera hablando a alguien a su lado y abrió la puerta.


— ¡Por fin! ¿te importa si nos quedamos en este vagón tío? ¡Llevamos horas dando vueltas por el tren, no hay manera, están todos llenos!


— Ehmm… claro, sí, por supuesto, pasad. — Regulus cerró su libro y se recolocó un poco incómodo —


— ¡Genial! ¡Vamos Rosier, podemos pasar!


Detrás del chico de pelo castaño pasó otro. Regulus había visto a ese chico antes, en la estación, el Slytherin, el del anillo verde y los zapatos azul marino. Sus ojos azules brillaban también, pero de manera diferente que los del moreno, los primeros eran brillo de picardía, los del chico rubio eran de ilusión.


— Barty Crouch Jr. — el chico moreno extendió la mano a Regulus presentándose. Regulus la tomó —


— Regulus Black — omitió su segundo nombre, el cual odiaba —


— ¿Black? Oh, Merlín, mis padres me hablaron del hijo de los Black que iría a clase conmigo. Encantado de conocerte tío. — Barty sonrió incluso más —


— Igualmente — Regulus sonrió de vuelta —


— Este es Rosier, Evan Rosier. —Evan dio un paso hacia delante y apretó la mano de Regulus también —


— Hola Evan, encantado — Regulus le correspondió —


Evan y Barty se sentaron en el banco frente a Regulus.


— Vas a ser un Slytherin ¿no? Como el resto de tu familia. — Barty preguntó sin escrúpulo alguno sobre el asunto de Sirius —


— Ehmm… Supongo. Eso creo — Regulus respondió tímidamente — ¿vosotros?


— Yo voy a ser un Slytherin, no cabe duda. ¿Qué hay de ti Evan?


— También, Slytherins los tres. — dijo Evan —


— ¡Genial! Podemos tener habitación conjunta entonces.


Barty era el más hablador de los tres. Evan era casi tan callado como Regulus, sonreía mucho más, pero en general se parecía más a Regulus que a Barty. Funcionaba bien en realidad, a Barty no parecía importarle hablar durante horas y Evan fue animándose según el tren se acercaba a Hogwarts, Regulus fue el que menos interactuó, pero desde el primer momento su carácter más bien reservado y callado encajó a la perfección con los otros dos chicos.

 

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