
Estrella fugaz
All of this turbulence wasn’t forecasted.
Apologies from the intercom
And I am relieved I left my room tidy.
They’ll think of me kindly
When they come for my things
They’ll never know how I’s stared at
the dark in that room
with no thoughts like a blood-sniffing shark
and while my dreams made music in the night
Carefully I was going to live.
Sirius no paró de recibir cartas en el tiempo que estuvo en casa ese verano. Walburga lo odiaba y no dejaba entrar ninguna sin leerla primero, a Sirius le volvía loco.
Regulus leía todas las que su hermano le permitía, no todas. La mayoría eran de James Potter, Sirius y él hablaban casi a diario por carta, Regulus llegó a envidiarlo, su hermano pasaba más tiempo en su habitación escribiendo a sus nuevos amigos que con su propio hermano.
Cada noche, Regulus pasaría por la habitación de Sirius para subir por su ventana al tejado. Era el mejor sitio para mirar estrellas según el pequeño, estaba tranquilo, hacía cierto frío que le reconfortaba y lo más importante, lejos de cualquier grito de sus padres. Algunas noches Sirius se unía y pasaban horas mirando al firmamento tratando de identificar estrellas, constelaciones o simplemente mirando hacia arriba hablando de otras cosas. A Regulus le encantaban las noches que su hermano se unía, le hacía sentir menos solo.
Fue una de esas noches en las que Sirius se unió en la que Regulus recibió la noticia.
Estaban hablando de las clases de piano que Walburga le había hecho hacer durante meses. Regulus le confesó a su hermano el amor que sentía hacia la música, había encontrado paz en algo que le había sido impuesto por su madre así que naturalmente, Sirius no lo comprendió en ese momento. Regulus había tratado de explicárselo, explicarle cómo sentía que sus dedos flotaban y que la habitación se disipaba, como todo se volvía negro a su alrededor y lo único que quedaba era el olor a vela y el sonido de sus dedos al presionar las teclas.
— Es maravilloso, Sirius.
— Maravilloso — repitió el mayor — que palabra tan… tan formal.
Regulus no contestó. Se sintió molesto al ver que su hermano no se tomaba en serio lo que le estaba diciendo. Estuvieron un par de minutos en silencio hasta que Sirius se dio cuenta de que había ofendido a Regulus. Regulus nunca decía en alto cuando algo le había molestado, solo se callaba. Sirius conocía bien el comportamiento de su hermano y decidió remediarlo.
— Tus manos — giró la cabeza para mirar a su hermano en lugar de al cielo — ¿están así de tanto tocar?
Regulus deseó llevar puesto un jersey para esconder sus manos, pero por desgracia, no lo llevaba.
— Caligrafía — respondió fríamente todavía molesto —
— ¿Qué?
— Están así de las clases de caligrafía, no de las de piano.
— ¡Merlín Reg!
Regulus no supo que contestar, el enfado se había disipado, una pequeña ola de autocompasión le pasó por la cabeza, le dolían las manos, todavía le dolían.
Una vez más el silencio se hizo entre los dos. Una estrella fugaz pasó por encima de sus cabezas. Regulus cerró los ojos y pidió un deseo: deseo poder ver las estrellas con mi hermano durante noches infinitas. Regulus pensaría en ese deseo con asco toda su vida, lo recordaría como algo estúpido e infantil, pero en ese preciso instante, para ese Regulus de once años, estar tumbado en el tejado de su casa viendo las estrellas con Sirius lo era todo.
Fue entonces cuando Sirius abrió la boca para dar esa noticia que heló la sangre de Regulus.
— Estoy deseando ver montones de esas con los chicos, soy algo así como un experto en astronomía para ellos ¿sabes?
— ¿Hay tejado para ver las estrellas en Hogwarts? — Preguntó Regulus inconsciente —
— ¿Hogwarts? No, en el patio de James en un par de semanas — respondió Sirius casualmente —
— ¿Cómo? — Regulus era demasiado inteligente para no entender lo que eso implicaba, pero no lo quería procesar así que solo dejó que su hermano se explicara —
— Sí, no me dejan ir a casa de los Potter, pero la madre de Pete ha hablado con nuestros padres y al parecer la familia de los Pettigrew es más respetable para la Noble Casa de los Black — dijo Sirius haciendo tono de burla al decir eso último — pasaré lo que queda de verano allí con ellos, Peter y James son vecinos y James ha invitado a Remus a quedarse en su casa también así que…
Sirius siguió dando detalles del plan con sus amigos, pero Regulus había desconectado en “pasaré lo que queda de verano allí”. De repente su cuerpo se llenó de enfado, su hermano se iba, ¡Sirius se iba!
— ¿¡Cómo?! — Repitió Regulus esta vez visiblemente enfadado e incorporándose —
— Eh Reg cálmate ¿quieres? Vas a despertar a toda la casa.
— A la mierda la casa Sirius, no quiero calmarme — Regulus saltaba pocas veces y por eso a Sirius le asustaba mucho más cuando lo hacía —
— Oi Reggie ¿qué pasa? — Sirius se incorporó también —
— ¿Qué pasa? ¿Qué va a pasar Sirius? ¡Te vas! ¡Te vas todo el maldito verano! ¿Y qué pasa conmigo?
— ¿Contigo? ¿Qué pasa contigo Regulus? — Sirius parecía enfadado ahora también —
— ¿Me dejas aquí? ¿ya está?
— Oi Reggie, no seas tan dramático, tengo derecho a querer estar con mis amigos más que en esta mierda de sitio con gente gritándome constantemente.
— ¿Y yo qué? ¿No tengo derecho a querer pasar un verano con mi hermano? — Regulus se había intimidado un poco cuando Sirius había empezado a gritar siempre lo hacía. Regulus odiaba que la gente le gritara, le hacía querer llorar —
— Venga Regulus, no me seas crío. No sabes lo que es estar en una casa en la que absolutamente todo el mundo te mira con desprecio, todos te llaman traidor de sangre, ¡hasta tus propios padres te regalan miradas de desagrado y decepción! ¡No tienes ni una maldita idea de cómo es eso! ¡Eres el niño bueno, el obediente, el que entrará en Slytherin y hará felices a mamá y papá! ¡No sabes lo que es y nunca lo sabrás así que no me vengas con esa mierda Reggie!
En cierto sentido era verdad, nunca lo mirarían con los ojos con los que miraban a Sirius. Él siempre sería el pequeño y obediente Black. Él siempre iría detrás de su hermano el rebelde, sería al que se quejaran y en el que desahogarían la furia sus padres, peo nunca lo mirarían como a Sirius. Regulus entendía esto, pero no hizo que le doliera menos que su hermano se marchara. No lloró esa vez, había aprendido a guardarse las lágrimas y fingir. Solo se levantó con la espalda recta y se giró una última vez a mirar a su hermano.
— No me llames Reggie, lo odio.
Hasta ese momento nunca había sido verdad, los apodos le daban igual, le gustaban de hecho, pero en ese momento cada palabra que dijo fue sentida. Odió oír su nombre acortado en la voz de Sirius.
— Oh venga Reg… nos veremos en septiembre para ir juntos a la esta-
La voz arrepentida de Sirius se perdió en el aire cuando Regulus atravesó la ventana y salió del cuarto de su hermano, regresando al suyo con cuidado de evitar el hechizo de vigilancia de su madre.
Regulus nunca volvió a pedir un deseo a una estrella fugaz.
(Last words of a shooting star – Mitski)