
Bienvenido hermano
Oh, I’m just a kid
I never use my brain
I only use my heart
And my imagination
Oh, I’m just a kid
I always make mistakes
And I never say I'm sorry
Cause there mistakes that I made
A Regulus le habría encantado ir a recoger a su hermano a la estación, pero una vez más, Walburga no lo permitió. Orion y ella partieron pronto por la mañana para la estación, querían asegurarse de que Sirius no trataría de irse a ninguna parte.
Era junio y hacía calor a pesar de la tradicional temperatura de Reino Unido en verano. Regulus sudaba, envuelto en ropa negra, a lo mejor no era la mejor idea vestirse de negro en verano, pero casi toda la ropa del pobre niño era de ese color.
Regulus esperaba con impaciencia el momento en el que Sirius apareciera, había planeado cientos de cosas para hacer juntos ese verano, vuelos en escoba, montones de juegos de cartas, fiestas de pijamas, escapadas al bosque, charlas sobre Hogwarts, hasta había estado recopilando todos los dulces que había podido para compartirlos con Sirius cuando volviera.
En cuanto se oyeron los primeros pasos en la casa, Regulus corrió escaleras abajo para ver a su hermano. Fue a abrazarlo pero en el último momento decidió que sería mejor no hacerlo, su madre miraba a su hermano mayor con esos ojos llenos de ira y Regulus pensó que el abrazo solo lo metería en más problemas.
— ¡Sirius!¡Has vuelto! — la mirada de Walburga pasó de Sirius al pequeño, este lo tomo como una seña para dejar de gritar y calmarse un poco y continuó — bienvenido a casa hermano.
— Ehm… Ah, hola Reggie. — Sirius dijo sin apartar la mirada de su madre —
Sirius no parecía estar contento en absoluto de estar en casa. Regulus miro a su hermano, su puño estaba cerrado con tanta fuerza que las uñas estaban dejando herida en la palma. Sirius realmente odiaba estar de vuelta.
Regulus oyó unos toques en la puerta de su cuarto y por instinto su espalda se irguió y su piel se puso de gallina, al oír la voz de su hermano preguntando si podía pasar, se relajó, dejó el libro que estaba leyendo y se dirigió a abrir.
— Hola — abrió Regulus echándose a un lado para que el mayor pasara —
Sirius entró y se sentó en la enorme cama de Regulus.
— Necesitaba un descanso de esos dos antes de cenar, me están volviendo loco con los preparativos de la boda de Bella y solo llevo un día aquí — Sirius se tumbó y todo su pelo negro, largo cayó sobre las sábanas del pequeño —
— Sí, llevan así más de un mes, creo que he practicado más baile de salón este mayo que en toda mi vida junta.
Regulus trató de bromear, pero no era mentira, todavía le dolían los pies y hacía días que las prácticas habían acabado. Sirius lo miró con lástima en los ojos, pero sin incorporarse de la cama.
— ¡Merlín Reg! ¿Cómo lo has soportado? Yo solo he practicado tres valses y creo que he dejado a Cissy sin dedos que pisar.
Regulus se encogió de hombros, sonriendo. — Asúmelo Sirius, soy mejor bailarín que tú.
— ¡Pequeño granuja! ¿Cómo te atreves a poner en duda las dotes de baile del hijo pródigo de la noble casa de los Black?
Se giró ligeramente y le lanzó un cojín a su hermano pequeño. En cuestión de segundos ambos lanzaban cojines y reían. Después de unos minutos, Regulus se tumbó en la cama junto a su hermano, recobrando el aliento y riendo.
— Mamá dice que el vestido de novia de Bellatrix va a ser verde y plateado, no pude evitar reírme cuando me enseñaron la fotografía, es horrible — Reggie continuó riendo mientras ambos descansaban sobre la cama —
— ¿¡Verde y plateado?! Te juro que está como una cabra ¿verde? ¿a quién en su sano juicio se le ocurre casarse de maldito verde? — Sirius miró a su hermano pequeño, sus pupilas brillaban con el reflejo de las lágrimas de risa, no pudo evitar sonreír por ello.
Sin ninguna duda la parte favorita de Sirius de su hermano era su sonrisa, esa sonrisa de su Reggie. — Reggie, tendremos que rezar porque la sangre de la locura no nos haya llegado hermanito
— Demasiado tarde, creo que a ti ya te ha llegado, te echaré de menos Sirius — Regulus siguió riendo, Sirius soltó una carcajada también —
— Entiendo, no te has quedado a gusto con la primera paliza y quieres otra. Hecho, revancha del pequeño Reggie Black concedida, ¿listo para morder el polvo pequeñajo?
— ¡Ja! Que se noten las seiscientas clases de coordinación. Adelante, vas a ser machacado por un pequeñajo.
Ambos se pudieron en pie y comenzaron a lanzar cojines por los aires en una segunda pelea.
Los zapatos tirados por el suelo, el pelo largo de Sirius electrizado hacia arriba, las esmeraldas en los ojos de Regulus brillando, las camisas arrugadas, la almohada principal aplastada por los calcetines rojos del mayor, la luz del verano haciendo un reflejo en el espejo y cayendo sobre el libro cerrado del más joven, risas, golpes, y por un instante, ambos hermanos eran tan solo niños luchando con cojines.
(Kids – Current Joys)