
Sirius Black (Part 2)
Pocas semanas después de la entrada del joven Sirius de once años en Hogwarts, cundió el pánico en la casa de los Black.
— Ese pequeño mocoso ¿¡Cómo se atreve a romper siglos de tradición?!
Walburga gritaba como una autentica lunática. Regulus que estaba sentado en el sofá del salón junto a varios miembros reunidos de la familia Black, no se atrevía a preguntar a qué se debía todo el escándalo, pero en seguida asumió que tenía que ver con su hermano, Sirius. La carta que su madre sostenía en la mano llevaba el sello de Hogwarts y estaba escrita con la letra de su prima mayor, Bellatrix.
— Tiene que ser un error
— Exacto, se habrán equivocado de alumno
— Hablaré con Dumbledore de inmediato
Varios miembros de la familia hablaban, interrumpiéndose, todos diciendo cosas horribles de Sirius, el estómago de Regulus se encogió. Cada comentario era peor, Regulus quería gritarles a todos, pero sabía que no debía, no era seguro salirse de su personaje de hijo bueno.
— El crio siempre fue un descarrilado, se parecía mucho a su prima Andrómeda, ¿qué esperabas Walburga?
Regulus se estremeció aún más esta vez. En la casa de los Black nadie hablaba de Andrómeda, la prima decepción, solo Sirius mantenía el contacto con ella. La habían desheredado años atrás por casarse con un muggle y acudir a una universidad muggle junto a él, para los Black, ella era la oveja negra de la familia.
Regulus mandó una mirada aterrorizada a su madre, la cual no fue ni detectada por ella. Sirius siempre había sido muy… “suyo”, es cierto que discutía mucho con sus padres, pero, nunca se le planteo la idea de que pudiera acabar como Andrómeda Black.
No, él nunca acabaría como su prima, pensó el pequeño. Se puso erguido y prestó atención a la conversación. En realidad, ni siquiera sabía lo que había pasado, los adultos estaban tan ocupados lanzando maldiciones e insultos que ninguno había hablado del asunto directamente.
Eso cambió unos minutos después cuando la madre de Regulus pronunció el comentario definitivo que hizo que Reg palideciera. Sus temores se hicieron realidad. En verdad, había estado muy claro desde lo primero que Regulus había oído, pero había decidido que probablemente solo estuvieran exagerando, decidió no creérselo hasta que no pudo seguir haciéndolo.
— Traidor de sangre — dijo finalmente Walburga, seria, recta.
Regulus lo supo. Sirius no había entrado en Slytherin.
Los siguientes meses se convirtieron en una pesadilla para él. Todo el mundo en la casa gritaba, especialmente su madre. Ella estaba siempre furiosa, más de lo normal, y eso aterrorizaba al pobre chico de diez años. Regulus llegó a pensar que si Sirius hubiera estado en casa ella lo habría matado. Dio gracias a que no estuviera. Lo malo de esa ausencia era que ambos progenitores, tanto Walburga como Orion descargaban su ira en el hijo menor, él lo soporto todo con la mayor diligencia que se podía esperar de un crío de diez años.
La infancia de Regulus había acabado ahí, pero él no se dio cuenta de aquello hasta años más tarde.
Orion solía darle miradas profundas y charlas agotadoramente pesadas sobre como él debía estar preparado en caso de que tuvieran que pasarle la herencia en lugar de a Sirius, hacía intenso hincapié en que debía ser un perfecto Black, tuvieron numerosas conversaciones sobre cómo debía ser su primer año en Hogwarts, notas perfectas, compañías única y exclusivamente pura sangres, cero detenciones, y así continuaba una larga lista de requisitos. Regulus se sentía abrumado por todo lo que su padre le decía, él no quería decepcionarlo bajo ningún concepto, pero no entendía porque se anticipaban tanto, Sirius apenas llevaba unos meses en su primer curso, todo iría bien.
Walburga por otro lado se dedicó a tratar de sembrar el odio en el cerebro del pobre Reggie. “No debes ser como tu hermano” “Siempre fuiste más sensato que Sirius” “Ya ni siquiera lloras, muy decente Regulus” Comentarios en contra de su hermano constantes, a cualquier hora, él debía mirarla fijamente a esos ojos tenebrosamente azules y asentir a cosas que odiaba tener que escuchar. “Serás un Slytherin, no debes preocuparte por eso, sé de buena fe que tú no nos fallaras como tu hermano”.
Regulus pasó unos meses realmente horribles, se le hizo muy difícil ocultar las lágrimas, tenía prohibido llorar, pero él siempre había sido demasiado sensible para esa regla.
Habría dado lo que fuera por hablar con su hermano en esos meses. Oír su voz y entender que estaba pasando allí. Advertirle de lo que le esperaba en casa a su vuelta en navidades. O tal vez solo se sentía solo, no quería pasar por todo aquello solo. Sabía que Sirius lo tendría mucho peor, al fin y al cabo, la mala fama era suya, no de Regulus, pero el simple hecho de pensar en estar los dos juntos delante de sus padres era lo único que le consolaba. No quería hacerlo todo solo.