
#164. Ver la puesta de Sol en el Gran Cañón.
«——————————»
CAPÍTULO 15
#164. Ver la puesta de Sol en el Gran Cañón.
«——————————»
.
«——————————HP——————————»
.
Después de que pasaron unos días, nadie cuestionó la presencia de Harry en la habitación de Draco, se quedaba unas pocas horas cada mañana, a veces coincidiendo con Narcissa. Se iba cuando Draco se dormía a la hora del almuerzo, se iba a trabajar en sus diversos proyectos secretos de Draco Malfoy y regresaría por la tarde. Con Harry alrededor, Draco se sintió cómodo pidiéndole a Teddy que lo visitara, porque Harry podría distraer a Teddy de la sombría realidad de la salud de Draco. Andrómeda y Teddy comenzaron a venir varias veces a la semana. Narcissa y Andrómeda se sentaban al borde de la cama de Draco mientras Harry jugaba a los caballeros con Teddy. Draco no decía mucho, pero miraba a Harry y Teddy con una mirada de satisfacción en su rostro, y siempre estaba de mejor humor después de que se iban.
—¡Mira, hay un artículo sobre el evento de Luna! —dijo Harry.
—Muéstrame —dijo Draco con voz áspera. Le dolía la garganta ese día. Harry hizo una pausa, luego se movió en la cama para sentarse al lado de Draco, como siempre lo hacían Pansy y Blaise.
El cuerpo de Draco estaba caliente de arriba abajo, a pesar de que apretaba el edredón contra su pecho. Se acurrucó cerca de Harry para leer El Profeta por encima del hombro.
—Es bueno, ¿No? —preguntó Harry, mientras Draco leía. Había aprendido a hacer muchas preguntas de sí o no cuando a Draco le dolía la garganta. Draco asintió— Luna se ve bien.
—Cabello —dijo Draco.
Harry puso los ojos en blanco.
—Sí. Sí, ella luce bien porque tiene el cabello como el tuyo —dijo. Draco sonrió y luego tosió en su codo. Harry le frotó la espalda. Cuando Draco terminó, se acurrucó en el brazo de Harry.
—¿Estás bien? —preguntó Harry. Draco asintió.
—No fui a ese evento —dijo Harry— Tenía la intención de hacerlo, pero luego terminé pasando el rato con tus malditos Slytherins durante unas cuatro horas después de que te acostaste. Ron y Hermione deben pensar que los estoy abandonando para siempre.
—Tres… semanas —dijo Draco.
El estómago de Harry se revolvió con pavor.
—No lo sé —dijo a la ligera— Me agradan tus amigos. ¿Crees que me dejarán pasar el rato si no estás cerca?
Draco negó con la cabeza con una sonrisa.
La puerta se abrió.
—Draco… oh —dijo Greg Goyle.
—Greg —dijo Draco, luchando por sentarse— Quédate.
—Yo… er…
—Solo voy a buscar un vaso de agua —dijo Harry. Por una vez, Draco no trató de retenerlo. De hecho, ni siquiera pareció notar a Harry. Sus ojos estaban fijos en Goyle. Parecía más vulnerable de lo que Harry lo había visto nunca, y Goyle parecía estar experimentando una emoción igualmente complicada al mirar a Draco. Se acercó a la cama mientras Harry se dirigía a la puerta y se arrodilló ante ella.
—Vine a decirte que te perdono —le escuchó decir Harry, mientras se dirigía a la puerta.
Sintiéndose bastante seguro de que Draco no querría que escuchara esto, Harry se apresuró a bajar a la cocina.
Harry hizo todo el lavado de manos para pasar el tiempo.
Habían pasado veinte minutos cuando se abrió la puerta de la cocina y entró Goyle.
—Potter —dijo. Sus ojos estaban rojos e hinchados.
—Hola, Goyle —dijo Harry, con un pequeño gesto raro con la mano que hizo que se odiara a sí mismo.
Goyle parecía tan desconcertado por el gesto que parecía como si le hubiera hecho olvidar lo que quería decir. Aunque, pensó Harry, tal vez esa era solo la cara de Goyle.
—Hablaste en mi juicio —dijo Goyle.
—Eh, sí.
—Gracias.
—Cuando quieras —dijo Harry, y luego se encogió, porque eso hizo que pareciera que Harry felizmente rescataría a Goyle del siguiente grupo de odio al que se uniera. Goyle asintió e hizo ademán de irse— ¡Goyle!, Espera —dijo Harry.
Goyle se detuvo.
—¿Puedo echar un vistazo a tu Marca?
—¿Por qué?
—Yo, quiero… acostumbrarme —dijo Harry.
—Raro —dijo Goyle, pero se levantó la manga y extendió el brazo. Harry respiró hondo y la miró.
Instantáneamente sintió como si tuviera dieciséis años otra vez, dándose cuenta de que Dumbledore estaba realmente muerto, y que tendría que continuar la búsqueda de horrocruxes solo, tan solo…
—¿Potter? —preguntó Goyle— ¿Estás bien?
—Sí, sí —dijo Harry— ¿Puedo tocarla?
—¿Es esto algo gay? —preguntó Goyle con recelo.
—¿Por qué, tienes un problema con los homosexuales? —preguntó Harry, con los pelos de punto.
Goyle se encogió de hombros.
—No, supongo que no —Él pauso— Draco es gay.
—Solo déjame tocar tu Marca —dijo Harry irritado. Goyle sostuvo su brazo más cerca, luciendo tensó. Harry sospecho que esa era su cara pensante.
—Tengo problemas con Draco, pero no porque sea gay —dijo Goyle.
Harry trazó la serpiente en el brazo de Goyle. Trató de romper el tatuaje en pequeñas partes. Se sentía tenso. Su corazón latía demasiado rápido y seguía deslizándose en los recuerdos. Pero pensó en cómo Draco asintió a sí mismo mientras se arremangaba en Petra, cómo Draco desaparecía en el baño cuando necesitaba más morfina, y sabía que tenía que hacer esto.
—Primero Vince, y ahora él —dijo Goyle, con voz temblorosa— Siempre fuimos nosotros tres, al crecer.
—Goyle…
—Todavía estoy tan enojado con él —dijo Goyle, comenzando a llorar. Harry acarició con cautela su Marca Tenebrosa— ¡Pero no quiero que muera!
Se lanzó a los brazos de Harry y sollozó con el corazón. Harry se quedó, preguntándose qué diría Ron si pudiera verlo, y murmuró— Ya, ya —de vez en cuando, hasta que Goyle finalmente dejó de llorar.
—Lo siento —dijo Goyle.
—Está bien —dijo Harry débilmente— Er, ¿Está bien si echo un vistazo a tu Marca Tenebrosa unas cuantas veces más?
—Soy heterosexual —dijo Goyle.
—Sí, eso está muy bien, Goyle.
—Sin embargo, no me importa si te excita.
—No es algo sexual, Goyle.
—Si fuera gay, lo pensaría —dijo Goyle en tono de disculpa— No eres mal parecido.
—Sabes, creo que probablemente pueda encontrar otro ex mortífago para ayudarme —dijo Harry.
—No, no, lo haré yo —dijo Goyle— Testificaste por mí y por Draco. Puedes usar mi brazo para cosas sexuales en cualquier momento.
—No es… ¿Sabes qué? Excelente. Gracias, Goyle.
En su diminuta habitación en el ático, Draco se veía pálido pero feliz.
“No puedo hablar” —escribió— “Háblame de quidditch”.
Lo que Harry hizo con mucho gusto. Con una extraña falta de sorpresa, se dio cuenta de que estaba contento de hacer casi cualquier cosa por Draco estos días.
.
«——————————HP——————————»
.
.
«——————————DM——————————»
.
Harry parecía nervioso y emocionado.
—No puedo bajar —dijo Draco— Te dije.
—Vale la pena. Lo prometo —dijo Harry.
Draco suspiró. Estaba reacio a mostrarle a Harry lo débil que estaba, pero no parecía que tuviera otra opción.
Lentamente, muy, muy lentamente, se levantó de la cama.
—¿Puedo cargarte? —preguntó Harry.
—No —dijo Draco, pero dejó que Harry pasara un brazo por su cintura. Para cuando llegaron a las escaleras, Harry prácticamente lo estaba arrastrando.
—Bien —dijo Draco— Puedes cargarme —trató de sonar indiferente, lo cual era difícil cuando todo lo que sentía era desesperanza. ¿Cómo había bajado las escaleras con tanta facilidad antes? Ahora sabía que se caería si lo intentaba. Estaba tan mareado.
Harry lo levantó como si no pesara nada. Dolía.
—¡Ay, por el amor de Dios, Potter!
—Lo siento —dijo Harry, quien, de hecho, lo estaba cargando con extremada delicadeza— Casi estamos allí.
—¿Casi dónde, maldita sea, Potter?
—Tu nueva habitación.
—¿Mi nueva qué?
Pero entonces no tenía palabras, porque estaba en una habitación que antes no existía. Era de color verde pálido, con una alfombra mullida y baño interior. Tenía enormes ventanales del piso al techo que daban al jardín. Había una amplia y lujosa cama frente a los ventanales, en la que Harry lo acomodó.
—¿Te gusta? —preguntó Harry con ansiedad.
Draco no podía hablar. Los gorriones y las alondras revoloteaban alrededor de un comedero para aves colocado justo a la altura de sus ojos. Se había agregado un pequeño estanque al jardín, y la luz del Sol se reflejaba en él mientras se ondulaba la superficie suavemente con la brisa.
—¿Te gusta? —preguntó Harry— Lo odias. Podemos cambiarlo. Millie y yo hemos estado trabajando con un experto en Encantamientos para terminar todo a tiempo. Pero él puede cambiar cualquier cosa que no te guste. O puedes volver a tu antigua habitación. Pero escucha, hay una cama corrediza abajo para cuando se quede tu mamá… es muy cómoda, ya la probé… y hay espacio para que todos te visiten cómodamente, y…
—Está bien —dijo Draco. Se estremeció. Harry lo arropó en el grueso y cálido edredón— Siéntate conmigo.
Harry se subió a la cama y puso sus brazos alrededor de él. Por unos momentos, nada dolió mucho, y Draco sintió como si todo en su cuerpo vibrara con el repentino alivio. Nunca se había sentido tan satisfecho cuando estaba sano. Las cosas eran más vividas cuando estaban llegando a su fin.
A la mañana siguiente, “La Primavera de Botticelli” estaba apoyada contra los ventanales.
—¿Es esta la correcta? —preguntó Harry— Pansy dijo que era la que más querías ver.
Draco trató de hablar, pero no pudo. Su garganta estaba tan seca y áspera. Hizo un gesto hacia su cuaderno.
—“¿Hiciste una copia para mí?” —el escribió. Su letra era una mierda. Le dio una nueva apreciación de lo hermosa que solía ser su letra.
—No, es la original —dijo Harry— Tuve una plática con el Rey Mágico italiano.
—“¿… una plática?”.
—Eh —dijo Harry tímidamente— ¿He accedido a ir a una de sus funciones para aprobar tácitamente su administración?
—“Es un puto corrupto” —escribió Draco.
—Sí, lo sé —dijo Harry— Hermione está enojada conmigo. Aquí, lo acercare. Es malditamente viejo.
—“Finales del siglo XV” —escribió Draco, mientras Harry llevaba la pintura hasta su cama. Era enorme.
—¿Por qué te gusta tanto? —preguntó Harry.
Draco negó con la cabeza. No podía apartar los ojos de la pintura. Era primavera. Era alegría, serenidad y paz.
.
«——————————DM——————————»
.
.
«——————————HP——————————»
.
Draco se quedó mirando la pintura durante mucho tiempo, casi sin pestañear. Harry miró a Draco. Finalmente, Draco escribió en su cuaderno.
—“Gracias”
—¿Hay algo más que pueda hacer?
Draco lo estudió.
—“¿Me besarías si no estuviera enfermo?” —el escribió.
—Sí —dijo Harry, y la mirada de Draco pareció agudizarse, intensificarse. Pero cuando Harry se inclinó para besarlo, Draco tosió, logrando de alguna manera gemir de dolor al hacerlo. Sacudió la cabeza.
—Yo… no… me siento… atractivo —se las arregló para decir.
Harry inclinó la cabeza y la apoyó contra el marco de la cama. A Draco no le gustaba que la gente mostrara lo mal que estaban, así que recompuso su rostro.
—Maldito bromista —dijo, cuando estuvo seguro de que podía hablar sin que su voz lo traicionara. Draco se rio.
—“Soy frígido como la mierda” —escribió.
—Tengo que devolver la pintura en aproximadamente una hora —dijo Harry— Te dejare con esto, ¿Sí?
Draco asintió y volvió a mirar embelesado a Boticelli. Harry se escabulló al baño, donde jadeó con sollozos secos durante veinte minutos antes de que pudiera recuperarse.
A Draco le quedaban poco menos de dos semanas cuando la medicación mágica dejó de funcionar.
—Para su cuidado al final de la vida, realmente no podemos aliviarlo mucho con la medicación muggle —dijo el sanador. Junto a Harry, Pansy asintió. Draco estaba maldiciendo en voz alta en la cama, como si pudiera gritar para alejar el dolor. El sanador pudo darles morfina modificada mágicamente, que no era físicamente adictiva y se administraba de forma ligeramente diferente, aunque todavía por vía intravenosa.
—Vamos Draco —dijo Pansy— Fuera del sofá.
—Esto es ridículo —dijo Harry, haciendo rodar la vía intravenosa desde el baño— Esto debería quedarse en tu brazo.
—No… —dijo Draco. Se agarró la cabeza— No… ¡Maldita mierda del culo, duele!
El sanador pareció vagamente ofendido.
—Le acompañare hasta la salida —dijo Pansy, y el sanador se dejó llevar con mucho gusto.
—Draco, no me importa tu estúpida Marca Tenebrosa. Dame tu brazo.
—Duele mucho —dijo Draco, con los dientes apretados— Este está bien.
Harry agarró el brazo izquierdo de Draco y tiró de la manga. Los ojos de Draco se abrieron de golpe y se congeló, mirando a Harry con evidente temor.
Pero Harry había estado practicando con Goyle. Se había quedado mirando la Marca de Goyle hasta que casi no tenía sentido. En todo caso, ahora lo asociaba principalmente con Goyle diciéndole suave y repetidamente que estaba bien si Harry estaba excitado, porque Goyle no era homofóbico.
Harry dejó caer un rápido beso en la Marca— ¿¿Qué diablos, Potter?? —y conectó la vía intravenosa a la pequeña válvula de plástico en el brazo de Draco.
Los ojos de Draco cayeron y su respiración se estabilizo.
—¿Cómo lo sientes? —preguntó Harry.
—Como enamorarse —dijo Draco.
“Sí”, pensó Harry con tristeza. Realmente lo parecía.
La morfina mágicamente modificada borró el dolor de Draco. Y también borró a Draco. Iba a la deriva, con los ojos vidriosos, a través de sueños despiertos, y apenas parecía darse cuenta cuando la gente le hablaba.
—Me gustaría ser un ave —dijo, cuando Pansy le preguntó si tenía hambre.
—Qué nieve tan cálida —murmuró, cuando Harry lo cubrió con su edredón blanco.
Cada vez era más difícil pasar tiempo con él, porque en realidad ya no era Draco. Era una criatura lejana que preguntaba cosas como —¿Ya estoy muerto? —que sonreía demasiado y estaba cautivado por cosas que Harry no podía ver.
—Tienes que tomar un descanso —le dijo Ron— Esto realmente te está afectando.
Harry simplemente negó con la cabeza y se apareció en la casa de los Slytherin.
Pansy se ausentó del trabajo. Narcissa siempre estaba en la casa, como un espectro y distraída.
Harry trató de hablar con Draco sobre quidditch, pero Draco no parecía saber que estaba allí. Pansy trató de bajar la dosis. Los ojos de Draco pasaron de vacíos a agonizantes sin período de lucidez. Aullaba llamando a su madre, sin entender que Narcissa estaba a su lado, sosteniendo su mano, sus silenciosas lágrimas heladas corrían por sus pálidas mejillas.
No volvieron a bajar la dosis.
.
.
.
...CONTINUARÁ...