
#37. Cabalgar en un caballo tan blanco como la nieve como un maldito príncipe de cuento de hadas.
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CAPÍTULO 5
#37. Cabalgar en un caballo tan blanco como la nieve como un maldito príncipe de cuento de hadas.
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—Tal vez le gustas Harry —dijo Hermione. Harry se burló.
—A él no le gusto. Está tramando algo.
Ron y Hermione intercambiaron miradas.
—Harry, amigo… —dijo Ron.
—¡No estoy diciendo que esté haciendo… cosas de Mortífagos, o lo que sea! —dijo Harry— Pero él no quiere salir conmigo porque le gustó. Estoy seguro de eso —hizo una pausa, pensando— Creo que está tratando de hacer cosas que están fuera de lugar.
—O tal vez, ha dejado de obligarse a sí mismo a comportarse como esperan que deba ser —dijo Hermione.
—¿Qué quieres decir?
—Dijiste que salió del armario contigo, Harry. Tal vez finalmente esté siendo él mismo. Tal vez todo el tiempo, Draco Malfoy fue un aventurero gay que modelaba desnudo, bailaba tap y escalaba montañas.
Esa vez, fue el turno de Harry y Ron de intercambiar miradas. Hubo silencio. Después:
—Nahhhhh —dijo Ron— Probablemente sean cosas de Mortífagos otra vez.
Unos días después, Harry y Ron fueron al mismo cine al que había ido con Malfoy. El vagabundo estaba sentado afuera, como antes.
—Tú traes las palomitas de maíz —dijo Harry— Estaré dentro.
Harry se acercó al vagabundo, quien lo miró con sospecha.
—Hola —dijo Harry— Siento molestarte. Me preguntaba si recordabas a un chico que estuvo aquí el otro día. Rubio, delgado, algo así como… ¿elegante?
—Draco —dijo el hombre.
—Eh —dijo Harry— Sí.
—¿Qué hay con él?
—Supongo que, me estaba preguntando… ¿Te dio dinero? ¿Para decir lo que dijiste?
Harry no había pensado que fuera posible que el hombre pareciera más hostil que en un principio, pero lo logró.
—Realmente eres un idiota —dijo— Me dio setenta libras y me dijo que no lo mencionara para que no pensaras que lo hizo para llamar la atención.
—Oh —dijo Harry, estupefacto.
—Está pasando por un momento bastante difícil.
—Correcto —dijo Harry— Eh, gracias.
—Eres un idiota.
—Solo voy a ir a ver una película, ahora.
—Dile a Draco, que Seven dice que eres un hijo de puta miserable y que no vales la pena.
—No le voy a decir eso.
—Cobarde.
Harry huyó al cine.
Tal vez Seven tenía razón, pensó Harry, mientras se alejaba hacia el cine. No se trataba de que Malfoy fuera una especie de faro de bondad. Harry no sabía por qué Malfoy le había dado setenta libras, pero estaba seguro de que había una explicación razonable. No, tal vez Seven tenía razón: Harry era un cobarde. Le gustaba Lamorak. Sabía que sí y, sin embargo, no había hecho nada al respecto.
Era hora de cambiar eso.
El próximo evento de Luna fue un desfile de moda. Como siempre, Lamorak flotó sin esfuerzo entre la multitud, presentando modelos a diseñadores de moda, diseñadores a políticos, políticos a activistas. Aunque, no fue del todo fácil, notó Harry. Cada veinte minutos más o menos, Lamorak se retiraba a un rincón, se apoyaba contra la pared exhausto y tomaba un trago de una petaca.
—Pensaría que usas Multijugos si no lo estuvieras bebiendo tan seguido —dijo Harry, atrapándolo cuando salía de un cuarto. Lamorak se sobresaltó.
—¡Harry! —aun sostenía la petaca— Es una poción Pimentónica. Aquí, puedes olerlo —desenroscó la tapa y le tendió la petaca a Harry, quien se echó a reír.
—Está bien, confió en ti.
Algo parpadeó en el rostro de Lamorak, pero desapareció antes de que Harry pudiera analizarlo.
—Tuve un poco de fiebre, anoche —dijo Lamorak— Me has atrapado.
—Quería hablar contigo —dijo Harry.
—Intrigante. ¿Qué sucede?
Harry echó los hombros hacia atrás, sintiéndose de nuevo de catorce años, invitando a Cho Chang al Baile de Navidad.
—¿Te gustaría cenar alguna vez?
Lamorak parecía tan asombrado que era casi cómico.
—¿Cena? ¿Cómo una cita?
Harry asintió.
—¿Pensé que eras heterosexual? —dijo Lamorak.
—Eh… ¿No lo soy?
Lamorak se mordió el labio. Estuvo en silencio por tanto tiempo que Harry estuvo a punto de decir que todo había sido una broma cuando finalmente respondió.
—Bueno, Yo soy heterosexual —dijo.
—Oh, correcto, genial —dijo Harry.
—Pero me gustaría llegar a conocerte. ¿Estarías dispuesto a eso?
Harry no dudó.
—¡Sí, definitivamente!
Lamorak sonrió.
—¿Qué tal un café, mañana por la tarde?
—Brillante, Sí.
—Será mejor que me vaya, Neville Longbottom languidece en un rincón.
—Sí, por supuesto, ve a ser el anfitrión.
Lamorak le lanzó una mirada que Harry podría haber jurado que era coqueta antes de escabullirse entre la multitud. ¿Por qué había hecho una pausa durante tanto tiempo antes de decir que era heterosexual?, se preguntó Harry. ¿Y seguramente no era normal que un hombre heterosexual mirara tanto tus labios?
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—Así que el plan es que él se enamore de Lamorak, ¿Luego le confiesas tu verdadera identidad, boom bam bom? —preguntó Pansy, apoyándose en las enormes piedras de Stonehenge.
—No. Se sentiría traicionado y me odiaría más.
—¿Así que…?
—Así que me hare amigo de él a través de Lamorak. Eso no es aprovecharse. Luego, un mes antes de mi muerte, le digo quién soy, y su ira se ve mitigada por la trágica visión de mi lamentable cuerpo postrado en cama.
—Él te confiesa amor en tu lecho de muerte.
—Nos casamos en una ceremonia pequeña y de buen gusto. La madre del novio usara Chanel.
—¿Significa esto que dejarás de correr como un pollo sin cabeza, tratando de tachar todo de tu lista?
—No —dijo Draco— Porque el plan no va a funcionar.
—¿No lo hará? —preguntó Pansy.
—No. Sé realista, Pansy. Incluso si se enamora de mí como Lamorak, en el instante en que descubra que soy Draco, se disgustará.
—¿Entonces cuál es el punto?
Draco apoyó la frente contra la piedra prehistórica erosionada.
—Es por ti, en verdad. Tienes que tener un plan, para que no te vuelvas loca.
El cabello negro y pulcro de Pansy seguía chocando con sus labios. Se miraron en silencio por un momento.
—Eres mi mejor amigo —dijo.
—No puedo… no puedo pensar en… Pans. Sabes que no puedo.
—Lo sé.
—Lo siento. No te mereces esto.
—No seas aburrido —dijo Pansy, sus ojos mirando hacia el cielo.
—Si lloras, no te ayudaré a arreglar tu rímel.
—Eres un idiota egoísta. No sé por qué me agradas.
—Es porque soy terriblemente rico y guapo.
—Estas rocas son tediosas como la mierda, ¿Podemos irnos de aquí, ya?
Draco consultó su cuaderno.
—¿Catedral de Salisbury?
—Nerd. Vamos.
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Harry se reunió con Lamorak al día siguiente en una pequeña cafetería en el Callejón Diagon. Lamorak estaba exquisitamente vestido, como siempre. Tomaron, cafés y se acomodaron en una mesa de la esquina. Lamorak parecía extrañamente nervioso.
—Entonces —dijo Harry— ¿Cuánto tiempo has vivido en Inglaterra?
Lamorak sacó su petaca.
—¿Te importa si bebo Pimentónica?
—¿No duermes?
Lamorak se limitó a reír. Bebió, se estremeció y guardo la petaca.
—Harry… —frunció el ceño— Tengo algunos secretos que debo guardar.
—¿Qué tipo de secretos? —preguntó Harry. Lamorak lo miró a los ojos sin pestañear.
—Grandes. ¿Puedes aceptar eso?
Harry pensó en Draco Malfoy, tomando cocaína, teniendo tríos, y regalando grandes sumas de dinero a extraños en la calle. Si Malfoy podía corres riesgos, él también.
—Si. Puedo.
Lamorak pareció aliviado.
—Bueno. Si hay algo de lo que no pueda hablar, responderé. “Paso”.
—Está bien —dijo Harry— ¿Por qué viniste a Inglaterra?
—Paso.
Harry se rio y lo intentó de nuevo.
—¿Cómo conoces a Luna?
—Paso.
—¿Hay algo que puedas decirme?
—Piensa en opiniones, no en hechos.
Harry lo consideró.
—¿Qué piensas de mí? —preguntó.
La mirada que le lanzó Lamorak fue definitivamente coqueta.
—Bueno, eres guapo, obviamente.
—¿Obviamente? —preguntó Harry.
—Obviamente —dijo Lamorak con firmeza— Y más allá de eso… me gusta que entiendas mi sentido del humor. La gente no siempre lo entiende.
—¿Por qué no?
—Creo que porque, con el humor mordaz, tienes que confiar en que la persona que hace los chistes no es un imbécil.
—¿Muchas personas piensan que eres un imbécil? —preguntó Harry.
—Si.
—¿Por qué?
—Porque lo soy. O era uno. ¿Todavía lo soy? No sé.
—No me pareces un imbécil —dijo Harry— Pareces bastante consciente de ti mismo.
Lamorak se sonrojó y apartó la mirada.
—¿Qué hay de ti, Harry? ¿Tienes algún secreto?
—Algunos —dijo Harry— ¿Quieres conocer uno?
—¿Así nada más?
—Así, nada más.
—Adelante, entonces —dijo Lamorak.
—Soy infeliz.
Lamorak se recostó en su silla.
—¿Por qué?
—Así es —dijo Harry— No sé por qué. Todo va muy bien.
—He sentido eso antes. En la escuela. Para mí, fue porque no dejaba que mis amigos se acercaran lo suficiente a mí para ser mis amigos de verdad.
—Tengo grandes amigos.
De repente, Lamorak cerró los ojos con fuerza, haciendo una mueca.
—¿Estás bien? —preguntó Harry.
—Dolor de cabeza.
—Necesitas dormir más.
—No hay suficientes horas en el día —dijo Lamorak. Puso su cabeza entre sus muñecas y presionó— Lo siento. Ahhh Bien, estoy de vuelta.
—¿Necesitas…?
—No, estoy bien. Sócrates… creo que fue Sócrates… solía decir que intentaba ser tan encantador cuando estaba enfermo como cuando estaba sano. Aparentemente, sus visitantes nunca podían decir cómo se sentía, porque su comportamiento nunca variaba.
—¿Estás enfermo?
—No, no, yo solo… —se rio— No prestes atención. Volvamos a ti. Parece que necesitas un cambio.
—Sí —dijo Harry— Por eso te invité a salir. Hary un chico al que odiaba en la escuela que ha vuelto a mi vida. Pero él está, como… probando cosas nuevas todo el tiempo. Es malditamente molesto, en realidad. Él sigue invitándome a salir.
Lamorak levantó una ceja.
—¿Tratas de ponerme celoso?
—¡No! Solo pensé, si él puede correr riesgos, yo también puedo —los ojos de Harry se desviaron al pensar en maldito Draco Malfoy— Realmente es el idiota más insoportable.
La expresión de Lamorak era agradablemente neutral. Ron y Hermione nunca fueron neutrales cuando mencionaba a Malfoy.
—No estoy hablando, como, rencoroso de los matones escolares, por cierto. Aunque él también fue eso. Quiero decir que el tipo era literalmente un mortífago. Voldemort vivía en su casa.
—No estoy seguro de estar siguiendo tu línea de pensamiento —dijo Lamorak.
—¡Él modeló desnudo para la clase de dibujo al natural de mi amigo!
Lamorak pareció desconcertado.
—Ya veo —dijo— ¿Qué… tortuoso?
—Si lo conocieras, lo entenderías.
Lamorak hizo una mueca.
—¿Estás bien? ¿Es tu cabeza?
—Sí —dijo— Dame un segundo —se apretó las sienes de nuevo, su respiración dificultosa. Cuando levantó la cabeza, estaba sonriendo— Entonces, este viejo compañero tuyo ha desencadenado una antigua rivalidad, ¿Y ahora quieres superar su carpe diem?
Harry se rio.
—Has dado en el clavo.
—No sé si ese es el tipo correcto de cambio, Harry.
—¿Qué quieres decir?
Lamorak tomó un sorbo de café pensativo.
—Creo que tienes que escribir todas las cosas que te hacen feliz, las cosas pequeñas, como el té de menta en el verano o los jardines en la azotea, y las cosas grandes, como pasar tiempo con la familia, oh, lo siento.
—Está bien. Los Weasley son como mi familia.
—Bien. Eso, entonces. Y una vez que tengas la lista, puedes averiguar cómo hacer más de eso.
—Lo haces sonar tan simple.
—Me gusta tener un plan.
—Soy más del tipo de Actuar-Primero-Y-Arrepentirme-Amargamente-De-La-Ausencia-De-Un-Plan-Después.
Lamorak sonrió.
—Admiro eso. Me intelectualizo de valentía —de repente, jadeó y apoyó la cabeza sobre la mesa— Maldito infierno.
—¿Has visto a un sanador? —preguntó Harry, empezando a sentirse seriamente preocupado. Lamorak siseó levemente mientras tomaba aliento.
—Sí —dijo— Acabo de recibir los resultados. No es gran cosa. Solo… me cago en un sapo con tetas, eso duele. Es solo… vergonzoso.
—No te avergüences.
—Creo que tendré que acortar esto, Harry. Lo siento mucho —dijo Lamorak.
—Sí, por supuesto. ¿Necesitas ayuda para llegar a casa?
—No, no —Lamorak se puso de pie tambaleándose— Realmente disfrute esto.
—Yo también.
—Escribe esa lista.
—Lo hare. ¿Puedo verte de nuevo?
Lamorak sonrió.
—Me gustaría eso.
Cuando Harry llegó a casa de Andrómeda esa noche, Malfoy estaba de mal humor en un sillón, claramente con resaca.
—Draco y yo jugamos “El Juego Silencioso” —dijo Teddy.
—Acabas de perder, Ted —dijo Malfoy.
—Parece que la pasaste bien anoche —dijo Harry.
—Lo hice —dijo Malfoy, poniéndose de pie lentamente. Se tambaleó un poco— Bien, me voy.
—¿No has oído hablar de la poción para la resaca, Malfoy?
—No hay suficiente poción para la resaca en el mundo.
—¿Qué es “resaca”? —preguntó Teddy.
—Bueno, eso es tuyo, Potter.
—¡No soy el que apareció claramente todavía intoxicado por la noche anterior!
Malfoy lo miró con indiferencia. Harry no sabía que una mirada podría ser insípida, pero Malfoy lo logró.
—Hasta mañana, Ted —dijo.
—¿Podemos ir al parque de diversiones de nuevo?
Malfoy hizo una mueca.
—No me parece. ¿Qué tal un museo?
—Está bien —dijo Teddy, luciendo resignado.
—¿Qué cosa ridícula estás haciendo esta noche? —preguntó Harry.
—Se suponía que iba a montar a caballo, pero creo que lo dejé demasiado tarde —el arrugó la cara— Estúpido de mí —abrió los ojos— Buenas noches, Potter. Disfruta tu tiempo con Teddy.
Harry estaba demasiado sorprendido de que Malfoy fuera agradable al responder. Malfoy se fue, golpeando los muebles a su paso.
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...CONTINUARÁ...