Juro solemnemente que mis intensiones son buenas - Lo que pudo ser de la orden del fénix

Harry Potter - J. K. Rowling
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Juro solemnemente que mis intensiones son buenas - Lo que pudo ser de la orden del fénix
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La directora de Hogwarts

“Y por este compromiso con el mundo mágico” anuncia Cornelius Fudge con un papel en sus manos frente a todo el alumnado y personal “nombro a Dolores Umbridge como la nueva directora de Hogwarts, que su mandato…querida Dolores sea tan brillante como su persona” termino, pasando el documento para que la bruja rosa firmara con una sonrisa orgullosa.

 

Todo en esta ceremonia estaba profundamente errado. Primero, los protocolos que dictan al nuevo director es que debe de ser firmado y bendecido por todos los jefes de casa que le juran compromiso a su causa. Segundo, y lo obviamente importante, debe de ser no solo elegido por el propio personal, si no es que pasa por orden de la cadena de mando, sino también por el propio castillo. Algo que casi hace reír a Severus cuando esa mujer terminó de firmar su nombre en el papel con esa repugnante sonrisa mientras todos contenían el aliento esperando.

 

Nada paso.

 

Casi se sintió un suspiro colectivo.

 

La barrera no se ha re establecido y todo el personal es absolutamente consiente de ello.

 

“Deja a los tontos reír” murmura tristemente Filius a su costado.

 

Todo el gran comedor se ha re ubicado con los estudiantes sentados en fila, manteniendo un pasillo hasta la silla donde la sub directora debería de colocarle finalmente el sombrero seleccionador qué rendirá la palabra final.

 

Solo que ellos no lo saben y probablemente menos le importa.

 

Es el comienzo y el final de lo que puede llegar un alumno de magia y es así como se marca el término de un camino.

 

Aquí no se da. No solo por desconocimiento de la propia Umbridge y el ministerio en lo ceremonial, sino también por el propio silencio de quienes tienen el conocimiento.

 

Todos aquí saben que no es digna del puesto, y el castillo lo admite cuando Minerva se pone de pie con los ojos de todos.

 

 

“La barrera no se ha elevado”

 

Fudge y Umbridge parpadean confusos. El propio ministro camina hacia la ventana entrecerrando los ojos.

 

Si ve efectivamente algo o no es de dudar de todos.

 

“Uh…Minerva querida-”

 

“Profesora Mcgonaggal” corrige de tajo cortándolo.

 

Umbridge hace un pequeño carraspeo. Todos los estudiantes guardan profundo silencio.

 

Cornelius sonríe incomodo haciendo un gesto al exterior con confusión.

 

“¿Hay…algún otro procedimiento que nos haya faltado?”

 

“¿Democracia quizás?” contesta sin perder el hilo y se oyen varias tos qué cubren una sonrisa entre el alumnado.

 

Filius no puede aguantar más esto.

 

“El director es elegido no solo por los jefes de casa, la decisión más importante es la del castillo, ¡Hogwarts da el último voto en la elección!” y el ministro se ríe divertido diciendo que no pueden creer que el castillo esté haciendo un berrinche por todo esto. Un chiste que a nadie más que la “actual directora” parece hacerle gracia, algo que no complace al político que resopla encogiéndose de hombros. Murmurando que no hay otra opción “bueno entonces habrá que tratarlo como un niño, enseñarle que los mayores saben mejor” decide volviendo a felicitar a Umbridge para invitarla a dar su discurso frente al podio.

 

Esto es insufrible. Piensa Severus con Minerva indignada preguntando si realmente planea dejar a Hogwarts sin protección.

 

¿La solución del ministro?

 

“No hay nada de que preocuparse, ordenare el despacho inmediato de algunos dementores y aurores” decreta y varios estudiantes lanzan jadeos de horror comenzando con los murmullos que la actual directora intenta hacer callar sin éxito.

 

“La situación siempre puede empeorar” murmuro Remus a su costado.

 

Severus estaba dolorosamente de acuerdo.

 

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Miro con tristeza el cuadro de sus padres que sostenía en sus manos, desde mañana comenzarían a cumplir el castigo impuesto por Umbridge, la ahora nueva directora. Harry solo quería vomitar por ello, nunca se había sentido tan ansioso en toda su vida y su rostro debía de demostrarlo porque Ron se sentó en su cama, frente suyo, murmurando que ya lo habían superado, que escribir líneas no seria tan malo, y Harry solo pudo mirarlo unos segundos para dejar el cuadro al costado.

 

No era solo eso lo que lo preocupaba…

 

Sabe que todo esta ocurriendo demasiado rápido, han pasado tan solo un día desde que el director se fugo y el ejercito fue descubierto, pero aun ese tiempo…no ha podido hablar con Severus correctamente desde que Umbridge les dio la detención. Había intentado contactarlo hoy después de la ceremonia, pero primero se había enterado de que tenían reunión y luego, cuando intento pedirle a Remus que lo llevara este le había dicho que Severus hoy no estaba disponible.

 

Harry temía…que sus acciones hubieran destruido lo que más quería.

 

“Danos un poco de tiempo…” suspiro Remus en aquel momento colocando la mano en su hombro “si ustedes como estudiantes se sienten agobiados, imagínense a nosotros como profesores” sonríe cansado “tenemos no solo que velar por nuestra seguridad sino, sobre todo, por la de todos los estudiantes en este castillo”

 

Harry asiente mirando el suelo. Eso lo sabe, es solo que…

 

“Lo siento…por no decirles…ni a ti, ni a Severus” se disculpa con la voz baja y es solo el suspiro de Remus y sus brazos que lo atraen a un abrazo que lo hacen tragarse el nudo que se forma en su garganta.

 

“Lo sé, solo desearía que confiaras un poco más en nosotros” confiesa Remus apartándolo para encontrar sus ojos “podemos cuidarlos a todos, solo deben de permitirnos hacerlo” afirma con Harry asintiendo mientras en su interior un peso se levanta de su pecho a medida que murmura un “sí, Remus” al que el licántropo responde con una sonrisa suave anunciando que necesita otro abrazo para volver a concretar ese acto.

 

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El campo de quiddish había sido un buen lugar para pensar desde que Umbridge los había descubierto. La noticia de que dos slytherin fueron llamadas a detención por confabular en contra de la actual directora y ponerse del lado de Dumbledore recorrió el castillo de extremo a extremo.

 

La hizo resoplar divertida.

 

Ella no lo había hecho por Dumblendore, al contrario, lo hizo por ella y lo que consideraba correcto. De modo que cuando volvió a su casa, no dijo nada ante el silencio de sus compañeros que la miraban de reojo como si fuese un bicho raro.

 

Todo este tratamiento silencioso solo la ponía más molesta por lo que furiosa había lanzado su pergamino de encantamientos directo a la cabeza Nott quien se burlaba de ella en su presencia.

 

“¡Al menos YO la enfrente!” exclamo dejando a todos congelados para salir de su sala común corriendo.

 

“Así que aquí estas…” saluda Ron avanzando en las gradas. No toma su silencio como una respuesta de que quiere espacio, simplemente se sienta junto a ella ambos con bufandas que destacan el origen de sus casas y observan el patio. Las banderas del campo de quiddish se mesen en el viento, pronto todo volverá a cambiar y Pansy teme que para peor “¿Qué tal las cosas en tu casa…?”

 

Pansy resopla y Ron sonríe divertido.

 

“Podría ser peor, solo pretenden que no existo y ya, si el profesor Snape no estuviera de seguro me hubieran ofrecido de comida al maldito calamar” informa y Ron pone los ojos en blanco murmurando que no es cierto, algo que hace a Pansy mirarlo extrañado preguntando si es una ilusión o parece que esta defendiendo a los slytherin.

 

Weasley simplemente se encoge de hombros, permaneciendo unos segundos en silencio para comenzar a hablar nuevamente.

 

“No sabia…que Percy la estaba ayudando, después de todo lo que ha pasado, de los castigos a los gemelos yo-” se corta para mirar a sus pies y tragar nervioso encogiéndose de hombros “ya no sé sinceramente quien es bueno o malo” admite con una sonrisa rota y ella no puede evitarlo, se encuentra abrazándolo y él a su vez devolviéndole el abrazo.

 

“Siempre habrá gente buena, Weasley, en todos lados, de todos los colores, solo hay que tener esperanza de que sean más que las personas malas…”

 

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Una de las clases que Remus disfrutaba, aunque eso no significará que no le gustaran todas, era con los primeros años. Los niños pequeños siempre encontraban todo extremadamente sorprendente, lo que a fin de cuentas lo motivaba a buscar las mejores estrategias y actividades para que salieran de clases con un brillo distinto en sus ojos.

 

¿Quién diría que la enseñanza finalmente seria lo suyo? El ambiente dejaba mucho que desear, pero mientras tuviera a sus alumnos Remus permanecería en el lugar como lo hizo esta misma mañana ante sus gryffindor pidiendo que por favor, ahora más que nunca, se empeñaran en mantener un perfil bajo sabiendo lo delicada de la situación actual.

 

Se supone que habían llegado a ese consenso, esperaba que aquella promesa se estableciera en una parte profunda del inconsciente pues conocía demasiado bien en carne viva como era un consiente de la casa del león.

 

Gracias al cielo su primera clase eran los de primero, pensó aliviado deteniéndose perplejo ante medio salón vacío.

 

Tan solo cinco estudiantes estaban allí, y sabia gracias a su memoria que eran siempre los mismos que llegaban temprano.

 

¿Pero que hay del resto? Pensó confuso mirando el reloj de la pared, un elemento constante ya que los alumnos no sabían aun como conjurar por si mismos un tempo.

 

Dejando el material que había traído consigo, diferentes libros y pergaminos corregidos, motivo por el cual tomo el flu en vez de las escaleras, camino delante del escritorio fijando a sus niños.

 

Los primeros años lo miraron tímidos.

 

“Eh…Fish” llamo haciendo a la niña de trenzas saltar del pupitre, era una hufflepuff muy animada, le recordaba en cierto sentido a Hermione “¿Dónde están los demás?” pregunta confuso y la niña parpadea.

 

“Uh…están intentando…¿cruzar la escalera?” Remus parpadea confuso.

 

“…¿Qué?” pregunto justo a tiempo que un grupo de estudiantes entraban corriendo por la puerta, apurados por tomar sus respectivos puestos, pronto el salón fue llenado y Remus frunció el ceño con las manos a la cadera preguntándoles que había pasado.

 

Según una ravenclaw, las escaleras habían estado demasiado lentas el día de hoy por lo que habían tenido que esperar demasiado, hasta el punto de que algunas de estas se tardaban como un minuto en cambiar de locación.

 

Intentando dar por cerrada la situación, bromeo unos minutos sobre como en sus primeros días en el castillo solía marearse cada vez que las escaleras se movían hasta el punto de volverse ligeramente verde.

 

“En serio, no me digas que planeas vomitar” se ríe James golpeándolo en la espalda con burla.

 

A los niños les pareció una anécdota muy divertida. El joven Remus no lo hubiera encontrado divertido.

 

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El día de ayer no había sido la mejor. Después del designó de Umbridge como directora, algo que debería de ser una instancia relativamente alegre se transformó rápidamente en una reunión de emergencia ordenada por la nueva directora, quien les insistió en como desde ahora era deber suyo priorizar una educación firme y adecuada al estudiantado despidiendo primero que nada del centauro Firence para admitir ante todos que la materia de adivinación no era realmente útil para el ministerio y el futuro.

 

Era la primera decisión en todo el maldito año que Severus podía coincidir pero no tenía el ánimo como para regocijarse de ello ya que lo segundo fue ordenarles a todos la eliminación de los talleres prácticos reduciendo la mitad del material de posiciones por considerar la materia innecesaria.

 

Severus podría demostrarle como es que elaborar la cura para el veneno de tarántula podría serle de utilidad…estaba pensando profundamente en ello cuando otra noticia lo congelo.

 

“En cuanto al grupo de delincuentes que se está gestando, me encargaré personalmente de ellos” anuncio con la mano de Severus volando a la pierna de Remus que apretó con fuerza, debajo de la mesa, evitando que el licántropo soltara lo que fuera a soltar al abrir la boca qué se transformó en un quejido disfrazado rápidamente por una tos.

 

La mujersuela los miro curiosa.

 

“¿Todo bien, profesor Lupin?” pregunto dulcemente.

 

“Sí, mis disculpas” respondió el licántropo apretado y tenso.

 

Todos aquí sabían exactamente lo que iba a ocurrir, nadie podía hacer nada al respecto, era como ser nuevamente un estudiante desamparado.

 

Solo que no era a él quien estaban torturando esta vez y una certeza comenzó a producirse en su mente. Una idea oscura, pero el nunca fue aversivo a ello.

 

Debía de hacer algo. Decidió camino a su oficina, deteniéndose delante de su escritorio donde un pergamino se encontraba con el sello ministerial. No había estado antes, debió de ser dejado por Dobby para que nadie lo encontrara.

 

Intuyendo a que correspondía, saco de un cajón un pequeño abrecartas, desplegando lentamente la respuesta a su petitorio.

 

Oh. Había pensado y ahora llevaba el documento firmemente escondido entre sus ropajes.

 

Esta mañana el castillo no estaba ayudando, pensó recordando como había sido llamado desde su oficina a la sala común a primera hora por su prefecto.

 

“Le hemos dicho que queríamos salir, pero no se mueve” explicó el alumno y Severus desvió su atención a la puerta donde se supone debería de estar el encantador de serpientes, quien obviamente faltaba.

 

Era bueno que la mayoría de los más jóvenes no sospecharan lo que estaba ocurriendo, sin embargo sus quinto, sextos y séptimos lo miraban nerviosos y preocupados. Sus alumnos no eran tontos, a esa edad sabían lo mínimo sobre como funciona Hogwarts a diferencia de cierto individuo.

 

Suspirando internamente, avanzo hacia lo que seria tan solo un paso ante el cuadro cuyo protagonista no estaba. Sacando su varita de la manga, apunto hacia la entrada y se concentro ordenando silenciosamente que la puerta cediera a su demanda.

 

Nada ocurrió.

 

Se paso brevemente el probar con alohojomora, un hechizo básico, pero al puerta no funcionaba con cerradura.

 

“¿Profesor?” llamo Pansy con el murmullo creciente que hizo callar con una simple orden.

 

Guardando la varita, miro nuevamente frustrado hacia la puerta para avanzar el paso, posicionando su palma completa contra el marco y cerrando suavemente los ojos para concentrarse. Debía de estar allí, en alguna parte, un dejo de magia oculta a la vista que se niega a ser encontrada y a responder su llamado.

 

“Solo tienes que escuchar” le dijo a Lily.

 

“Solo tienes que escuchar” murmuro su madre “…a la magia”

 

“Ábrete” ordeno sintiendo el vibrar de su voz como si se expandiera por entre los recónditos espacios de la madera en forma de una ola invisible para la vista y la puerta se deslizo lentamente ante una exclamación sorprendida y encantando de los estudiantes a su espalda que no sabían que ahora sentía como si necesitara dormir por una semana.

 

Viéndolos marchar, se dirigió finalmente a su tarea del día, una clase de pociones con los quintos, específicamente el curso de Harry que lo esperaban silenciosos, aunque la palabra que mejor les caería seria deprimidos, como ocurría con todos los mayores mientras que los cursos menores se inclinaban a estar más ansiosos y asustados de la actual situación.

 

“Abran la pagina 141” anuncio para comenzar a leer la instrucción.

 

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El corazón de Harry latía tan fuerte que temía que fuera escuchado por todos en el salón. Quería hablar con Severus, disculparse por todo lo que había hecho, por haber ocultado información, por haber sido tan ingenuo e irresponsable. Tan perdido estaba en sus sentimientos, que apenas noto como el tiempo transcurría y las instrucciones avanzaban y un pequeño vial se deslizaba de su escritorio cayendo estrepitosamente al suelo congelando a todo el salón que pareció contener el aliento.

 

“Potter, permanece después de clases” sentencio Severus y contrario a todo lo que había deseado el terror se apodero por completo del cuerpo de Harry.

 

Oh no, pensó, ¿y ahora qué? Para luego sentirse como un tonto porque esta era la oportunidad que esperaba. Tenia miedo, sí, pero debía de hacerlo, debía de disculparse para solucionar todo esto.

 

Recibiendo miradas de lastima por parte de algunos compañeros y otra de “¿No entres en pánico?” por parte de Hermione, a quien le había susurrado sus dudas sobre como esto impactaría en su relación, Harry se acerco lentamente sintiéndose con cada paso más pequeño que antes hasta que se detuvo frente al escritorio del profesor de pociones quien terminaba de etiquetar unos viales en silencio.

 

Algo que no podía aguantar por demasiado tiempo.

 

“Perdón” soltó de golpe Harry haciendo detener la escritura. Los ojos marrones se dirigen a su persona. Severus lo observa en blanco y Harry se remueve en su lugar inquieto, ahora frotándose las manos mientras todo lo que tenia en el pecho, que no sabia, salía en un borbotón de palabras sin espacio entre ellas “lo siento tanto, no debí de haber mentido, ni ocultado nada, fui muy tonto y-y irresponsable con mi seguridad y la de los demás y sé que te he decepcionado y de verdad lo siento tanto-”

 

“Harry” llama Severus con tranquilidad, pero su voz parece no calar lo suficiente porque la boca de Harry se siente en automático, casi como si le quitara de paso también todo el aire que ha estado respirando.

 

“Y-y puedo entender si soy muy problemático y-y ya-ya no quieres seguir con el proceso-” suelta con miedo cuando de repente se encuentra presionado contra otro cuerpo.

 

Era extraordinario, como podía vivir en un mundo donde cada recoveco le mostraba algo nuevo y aun así no podía imaginar como es que su mente podía quedarse el silencio tan rápido de un instante a otro.

 

Es Sev

 

Lo esta abrazando.

 

Y Harry no necesita pensarlo porque esta tan asustado y se siente tan pequeño que devuelve el abrazo posiblemente con el doble de fuerza respirando con dificultad, sintiendo el rostro mojado y cálido. Se concentra en el corazón que esta junto a su oreja, en las manos livianas que frotan círculos en la espalda y es el miedo que recorre sus venas de que hizo algo terriblemente mal porque ahora perderá la oportunidad que siempre quiso de tener una familia que suelta nuevamente un “perdón”, que apenas se entiende si quiera, pero ruega que Severus como siempre no lo comprenda del todo, aunque si lo siga queriendo.

 

¿Es eso lo que hacen los padres no?

 

No esta seguro de cuanto tiempo lloro, podía parecerle una eternidad como también un par de segundos en que solo se dejo consolar. Un momento extraño en lo que va de su vida donde se siente realmente como el chico de quince que realmente es.

 

Es con dificultad, que finalmente se aparta lo suficiente para mirar a sev, quien pasa a colocar sus manos sobre los hombros de Harry y suspira cansado preguntándole si ha aprendido la lección sobre ocultarle cosas a las personas que solo están tratando de cuidarlo.

 

“Sí…” suelta Harry probablemente con el rostro hecho un desastre por lo que Severus asiente.

 

“¿Se volverá a repetir?” pregunta con tono calmado y Harry niega rápidamente con la cabeza soltando un no que pone casi una expresión divertida en el rostro del maestro de pociones quien se aparta, apoyándose contra el escritorio para meter su mano dentro de los pliegues de su famosa túnica sacando un pergamino “estaba pensando en dártelo cuando Remus estuviera presente, sin embargo analizando la situación, supuse que era mejor adelantarlo para mitigar los pensamientos catastróficos” explico con Harry mirándolo confundido.

 

Observando el pergamino en sus manos, noto que el sello ya había sido roto, probablemente por Severus quien ya conoce el contenido, sabe que debería de indicarle algo por el dibujo en la cera, pero no lo conoce, Hermione lo identificaría de inmediato seguramente, aunque no Harry.

 

Abriendo lentamente el pergamino se da cuenta con un vuelco ansioso en el estomago que es una respuesta ministerial.

 

Estimado Sr. Snape.

En base a los antecedentes y documentos presentados acreditando su estado fiscal, sumado a los múltiples cartas de referencia por parte de miembros destacados de nuestra sociedad mágica, para adquirir la tutela legal de Harry James Potter, se ha establecido su solicitud como APROBADA con fecha…

 

Y Harry deja de leer en shock. Era inaudito como el silencio se había apoderado de un segundo a otro de su mente que antes era un torbellino repitiendo una y otra vez la palabra destacada como si no pudiera procesar.

 

Aprobada.

 

Ahí dice aprobada para la solicitud de su tutela.

 

La tutela fue aprobada.

 

Aprobaron su tutela.

 

Puede sentir que su boca se abre y se cierra continuamente tratando de formar palabras para levantar finalmente la mirada y encontrase con Severus que lo mira ligeramente divertido con los brazos cruzados y la cabeza inclinada.

 

“…Ahí dice…aprobada…”

 

Las cejas de Severus se levantan como si dijeran “¿no me digas?” pero no pueden culpar a Harry porque vuelve a abrir y cerrar la boca.

 

“¿Eso significa…?”

 

“¿Qué tendré que vivir estos dramas por un par de años más legalmente hablando? Pues efectivamente” completa Severus con un tono dramático y Harry no puede evitarlo, simplemente comienza a reír y luego se pone a llorar y el maestro de pociones comienza a verse cada vez más preocupado probablemente pensando que Harry se roto mentalmente o quizás esta comenzando a darse cuenta de que también esto lo tendrá que aguantar POR MUCHOS AÑOS porque Harry planea vivir más allá de los quince y los dieciocho y quizás ahora quiera ser astronauta y quien sabe que cosas más pero Severus tendrá que estar ahí para hacer lo que los padres hacen, como tomarse fotos con sus hijos graduándose o dar discursos vergonzosos en sus cumpleaños. Es completamente irreal, absolutamente mágico como un papel y una tinta pueden cambiar la vida de una persona y Harry nuevamente abraza al hombre que lo ha aceptado conscientemente a pesar de saber el trabajo que tiene por delante.

 

“Gracias…” murmura contra la tela negra y Severus palmea suavemente su espalda murmurando un casi, imperceptiblemente “a ti…”

 

Hoy Harry tiene un padre ante los ojos de la ley.

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