
El chico Snape
La exactitud del tiempo que llevaba encarcelado en esta especie de…calabozo no la sabia con precisión, no podía ver la luz del día ni de la noche, simplemente estaba oculto en lo profundo de esta maldita propiedad más terrible incluso que la misma cárcel, aunque no estaba solo, pues como ahora, podía escuchar a alguien acercándose.
Alejandose de la puerta de entrada su mente se fue hacia la oscuridad nuevamente y un segundo después estaba sentado en una silla con las manos detrás de la espalda atadas y un hombre con ropas ridículas en frente sentado a un metro de distancia. Detrás suyo estaba una mujer, con el pelo recogido en un moño alto que le recordaba mucho a los que Eileen se hacia con esmero al principio de su relación, sus sospechas en ese momento se hicieron palpables.
Estas personas no eran normales, ¿Cómo los había llamado en Eileen? Ah, sí, brujos, eran brujos.
“Tobias Snape” llama el hombre complacido “tengo un par de preguntas para ti, no tomara mucho tiempo y si respondes correctamente prometo liberarte de todo esto”
“No hablo con monstruos”
El idiota le sonrie con suficiencia. Dientes perfectos, blanco, ropa ridícula pero de tela prestina con anillos de oro en sus dedos y un baston como el que ocupaba su abuelo, con el que juguetea entre sus manos.
“Bueno, ya lo estás haciendo. ¿Por qué no ponernos cómodos? O mejor dicho en familia” bromea confundiendo a Tobias “mi nombre es Gregory Prince, soy tío de Eileen” dice con una sonrisa a lo que resopla haciendo que el hombre lo mire curioso preguntándole si ha oído de él lo cual es demasiado divertido.
Con una sonrisa burlona le suelta que la perra en realidad no le dijo nada sobre su maldita familia, aunque podía entender porque sabiendo que todos son unos raritos. El tipo tiene el descaro de no bajar su sonrisa haciendo ecos de algunas palabras como si estuviera saboreándola como “perra” o “rarito” preguntándole si de verdad creen que son unos raritos y porque dice que no le dijo nada.
“Porque la perra no lo hizo, espero hasta que el maldito mocoso actuara como si estuviese poseído para decirme un “oh, Tobias, verás soy una bruja”” escupe a un lado “la descripción nunca le quedo mejor, una maldita aberración eso es lo que es” dice con el tipo mostrándose verdaderamente interesado para preguntarle si es por eso que los termino matando.
Se siente como si le hubieran lanzado un balde de agua fría.
“Yo no los mate”
“Las muestras estan claras y hay un testigo de por medio según dice el informe”
“El chico” corrige saboreando la palabra a lo que el idiota le pregunta sobre que chico y Tobias se da cuenta de que ni siquiera ha hecho bien su trabajo como investigador “el hijo de esa perra” corrige “estoy seguro que la maldita me engaño, me niego a creer que esa monstruosidad es mio, le pague la maldita educación, MI dinero ¿y que hizo el bastardo? me acuso de haber matado a la perra, gracias a mi tuvieron comida en su plato, malditos malagradecidos” suelta con rencor ante el idiota que le pregunta porque dice que no la mato cuando el arma era suya y los vecino escucharon el ruido de la escopeta antes de que llegara el chico para despues escuchar el segundo.
“Según lo que dice aquí el arma exploto en el segundo tiro hiriéndote y el ángulo de las heridas y las manchas de sangre corroboran que tú la portabas” informa con Tobias lanzándose adelante furioso, sin embargo la silla lo retiene y el idiota no se espanta en lo más mínimo manteniendo su expresión relajada.
“¡YO NO LA MATE!” exclama con la garganta apretada y el recuerdo de aquella primera vez que vio a Eileen de mesera en el bar diciéndole que se había escapado de casa. Él había pensado que era una maldita niña malcriada de lo bonita y fina que se veía y tenía razón. Sintiéndose cansado de contar la misma historia una y otra vez toma aire apoyándose en el respaldo de la silla, dejándose a su suerte “no recuerdo lo que paso ese día, un momento estaba saliendo del trabajo y al siguiente estaba en el hospital con policías custodiándome y ese maldito chico diciendo que yo la mate, no lo hice, Eileen era una perra, pero era mi esposa…no soy un asesino” se encuentra soltando con voz estrujada.
Inclinándose hacia adelante el estúpido lo mira interesado, es el primero de todos que no se ríe en su cara diciendo que intenta aparentar que está loco para salvarse de la condena.
“¿Dónde está el chico ahora? ¿Cuál es su nombre?” pregunta.
Entonces Tobias se encuentra cerrando la boca. Podría ser un maldito alcohólico, pero tampoco es un idiota, en su juventud, antes de que Eileen le dijera esa maldita noticia, fue soldado destacado del ejercito. Fue en sus cantinas y reuniones con sus compañeros donde la conoció, y su mente le dice que algo aquí no está calzando.
“…¿Por qué te interesa?” pregunta a lo que el idiota sonrie inocente.
Todo esta maldita reunión a girado entorno a Eileen y Severus, nunca se trato de él y su innocencia.
“Estamos buscándolo, creimos por un tiempo que Eileen estaba muerta, no sabíamos que tenía un hijo y cuando nos enteramos pensamos que también había muerto, pero según lo que me cuentas está vivo” informa sonriendo amigablemente “como único familiar que me queda me gustaría conocerlo”
Tobias se ríe.
“Que divertido, quires conocer al chico y me tienes aquí atado” acusa con el bastardo cruzando las piernas pomposo diciendo que lo disculpe, pero pensó que era un asesino de sangre fría.
Sacando un palo de su bolsillo que Tobias recuerda que Severus algunas veces llamo “varita” se encuentra de un segundo a otro sin ataduras en sus manos cuyas muñecas frota rencoroso.
“¿Y bien? Hablame del hijo de Eileen ¿Cuál era su nombre?” vuelve a insistir con él mirándolo unos segundos, pesando detenidamente todo. No sabe que pretenda el bastardo, simplemente le dijeron que Eileen estaba muerta y que Severus lo había puesto como el principal culpable.
Severus…el chico…no lo había visto desde que tenía ¿Qué? ¿diecisiete? Había intentado contactarlo al inicio, no fue por la mejor estrategia, estaba molesto, escribió cosas groseras y era obvio que no le contestaría de vuelta haciendo que Tobias maldijera su nombre. No le importaba el hijo de esa perra, había pensado. De seguro ella misma había fingido su muerte, pero la vida en prisión cambia a las personas, les da una nueva perspectiva y la soledad sobre todo juega un papel principal. Ya no tenía alcohol para tapar lo que no queria ver, esos primeros meses de abstinencia fueron un maldito infierno, y el aceptar que nadie querría saber de su existencia fue más desesperanzador de lo que alguna vez creyó.
La verdad era…que Tobias no era otra cosa más que un hombre mortal que estaba envejeciendo en soledad, uno al que pronto alcanzaría la muerte y, aunque no lo demostrara e insistiera en negarlo, sabia que era una mierda de hombre de modo que sin pensarlo demasiado se encuentra evitando nuevamente la pregunta.
“No he hablado con él, le escribí al comienzo, pero nunca contesto las cartas ni vino a verme. No tengo idea que fue del mocoso” escupe con el hombre al pendiente preguntándole si fue a alguna escuela mágica con Tobias burlándose “¿de verdad cree que le pagaría una escuela para raritos?”
“¿Entonces el chico no tuvo educación mágica?” pregunta entrecerrando los ojos en lo que Tobias cree que debería de verse intimidante.
“…No pertiria otra monstruosidad en mi casa…” murmura con asco.
“…Veo” dice el hombre poniéndose de pie mirando hacia la mujer, asintiendo.
Pregunta si entonces se puede ir con el idiota sonriéndole y diciéndole que falta una cosa más para que uno de sus estúpidos guarda espaldas lo jale del cabello estableciendo contacto visual con el hombre a quien escucha murmurar un “leggeremens” que se siente como si le prendieran fuego por dentro enviando su mundo completamente a negro con un grito agonizante.
--------------------------------------------------///--------------------------------------------
Gregory Prince miro con el sabor amargo de la derrota en su boca al cuerpo sin vida del muggle Tobias Snape.
“¿Era necesario ser presumido en cuento a tus habilidades mentales?” pregunto su nieta Alexa divertida.
“Yo no hice eso” responde sin quitar su vista del cuerpo sin vida del hombre. Él en realidad tenía planeado matarlo después con la maldición asesina, después de todo no podía permitir que el hombre con el que se caso la desgracia más grande de su familia anduviera suelto por allí.
Confusa, sin comprender la situación, Alexa le pregunta entonces de que está hablando porque el hombre ante sus pies está claramente está muerto.
“Su mente parecía tener un hechizo protector, ante la invasión este se activo y eliminó a su poseedor”
“¿Se suicido?”
“Diria más bien que lo eliminaron, Eileen tuvo que haber tomado medidas preventivas para que nadie averiguara sobre ella y su familia, debió de haber puesto un hechizo en la mente del muggle”
“Y no te diste cuenta” saborea su nieta con una sonrisa divertida consiguiendo una mirada molesta de su parte, ella no baja como siempre su sonrisa regodeándose de que su abuelo al parecer está perdiendo su toque.
Pensó que era un simple muggle que pretendía fingir innocencia de un atroz crimen, no debió de haber subestimado sus habilidades. Él mismo fue quien le enseño la maravillas de la magia antigua.
Gregory no dejará que lo disfrute demasiado.
“Pidele a Anthony que revise en sus registros de residencia, ahí debe salir a nombre de quien esta la casa donde vivian en esos momentos”
“Ya lo hizo, sin embargo alguien parece que relleno mal los contenidos porque en el nombre de su esposa e hijo y ubicación no hay datos útiles, es como…si se hubiera confundido” explica con el silencio tomando parte del lugar “seguimos donde mismo” se lamenta.
Gregory no esta realmente de acuerdo.
“Tenemos una nueva variable” comienza sacando un pergamino que al extenderlo es más largo de lo que parece a simple vista dejando a ver un árbol familiar con decenas de fotos y nombres para concentrarse en el centro de este, donde la línea sangre real se extiende por generación y generación hasta llegar a la parte inferior de donde nace una nueva línea ubicada entre “Eileen Prince” y “Tobias Snape”. Allí nace la imagen de una silueta negra sin rostro ni nombre.
Alexa entonces anuncia que estan buscando a un sin nombre apellidado Prince, pero no es así, no sería tan fácil, las leyes de su familia dictan que el apellido Prince es sagrado y por tanto se antepone a cualquier otro sea hombre o mujer su portador. Eileen no lo haría tan fácil, ella era inteligente, usar su apellido sería una bandera roja en medio de un mundo blanco, ella usaría el apellido del muggle, después de todo fue capaz de borrarse a si misma de su propia historia.
“No…estamos buscando al chico Snape”
Y no sabe que van a encontrar.