Juro solemnemente que mis intensiones son buenas - Lo que pudo ser de la orden del fénix

Harry Potter - J. K. Rowling
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Juro solemnemente que mis intensiones son buenas - Lo que pudo ser de la orden del fénix
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La visita

Lupino tenía las cejas en alto. No estaba seguro de como sentirse al respecto asi que elegia la confrontación. Es su lugar seguro.

 

El punto era que Severus había llamado a su ex compañero de escuela, en ese momento estaba bastante complacido revisando la tarea de verano de Harry la cual había sido avanzada, para llevarlo a la segunda planta abriendo la puerta que antes era el segundo estudio, pero que actualmente había transfigurado en una habitación sencilla y funcional.

 

“Si no la quieres la vuelvo a como estaba” finalmente se encontró soltando más por desesperación, para llenar con algo el ambiente, pareciendo traer al lobo a tierra quien se tenso levemente para mirarlo y empezar a tartamudear que no era necesario, que estaba bien, seguido de una sonrisa enorme y juguetona diciéndole que entonces traería sus cosas al lugar como si estuviera implicando que ahora Severus no podría sacarlo de su hogar.

 

No llega muy lejos, ya que Lupino se congela en la parte superior de la escalera informándole que se quedará en su propia casa cuando se den las transformaciones por luna llena, algo que Severus frunce el ceño pensando en lo problemático que seria si el otro hombre se hiriese demasiado lejos.

 

“Creo…que tengo una solución” dice lentamente.

 

Las cejas de Lupin parecen llegar a la extratosfera cuando ve el cuarto donde mato a Pettigrew.

 

“Quiero preguntar sobre porqué tienes un calabozo en tu propia casa, pero algo me dice que no me gustará la respuesta” admite mirando atentamente las paredes de piedra.

 

Sí, es como las películas, aunque con antorchas pegadas en la pared.

 

“No es lo que piensas. La casa fue propiedad de mi madre, quizas por parte materna y las casas antiguas-”

 

“Tienen calabozos…” suspira Lupin con un tono que da a entender que no comparte la emoción de sus antepasados brujos.

 

Murmurando que gracias al cielo la casa de su padre era una casa de campo normal y corriente Lupino se agacha de cuclillas mirando los encriptados en el suelo preguntando si estaba al tanto de que tenía algunas runas de protección aquí abajo. Severus lo sabía, sin embargo también sabia que no era una simple runa de protección, era una compleja mezcla de varias runas que no reconoce.

 

Pareciendo concluir que es lo suficientemente aceptable, Remus mirar a Severus incomodo.

 

“¿Estás seguro que no hay problema con que me quede aquí?, no quiero imponer” dice midiendo sus palabras.

 

Severus se cruza de brazos apoyándose de una pared cercana.

 

“De todas maneras es una noche y el riesgo de que cortes tu propia garganta y te desangres disminuye”

 

“¿Sí recuerdas que con el matalobos es muy poco probable que ocurra verdad?” pregunta con tono sabelotodo para apoyarse en el marco de la entrada, girándose hacia Severus con una mirada conocedora que no ayuda “sabes que podrías decir que simplemente estás preocupado de que me haga daño y ya” bromea Lupino con Severus erizándose.

 

“S-solo toma el maldito cuarto y ya” se queja dando media vuelta.

 

Asi como iban las cosas estaba comenzando a ponerse nervioso de que quizás tuviera razón.

 

Volviendo ambos a la planta superior ve a Lupin tomar la maleta para subir las escaleras, momento que aprovecha para caminar hacia donde Harry se encontraba mirando unos libros de defensa contra las artes oscuras que Lupino parece haber sacado de su equipaje.

 

“Iremos a donde tu tía” informa viendo al chico tensarse. Tiene un sentimiento de culpa creciendo “no pongas esa expresión, solo pondrás un pie dentro del lugar, quizás tengamos que tomar un té y nos largaremos de allí” explica viendo la ansiedad bajar del rostro adolescente.

 

Preguntando para que servia la barrera si igual voldemort podía tocarlo ahora gracias a la sangre que le robo Severus se detiene recordandole que la barrera no mantiene únicamente al señor tenebroso lejos de él. La obvia implicancia de que también protege a sus tíos y primo de cualquier ser magico con malas intensiones parece golpear a Harry quien se ve avergonzado.

 

Todo parece mejorar un segundo cuando el chico ve a Lupin volver a la primera planta preguntando si ira con ellos.

 

“¡Claro!” suelta Lupin acercándose para mirarlo confundido “¿y a dónde vamos?”

 

Severus se encuentra nuevamente suspirando.

 

Decir que a Harry no le gustaba el lugar era quedarse corto, el chico prácticamente se volvió mudo desde que se aparecieron en Privet Drive, aunque esa no era su mayor preocupación, Lupin en cambio se veía muy emocionado de conocer a Petunia y Severus intuia que no era precisamente para demostrar sus excelentes modales.

 

Preguntándole si conocía a la tía de Harry Severus le explica a Lupin que no tienen una buena relación, más bien se detestaba mutuamente de niños hasta el punto de decirse sobre nombres con Severus admitiendo que tuvo su buena parte de eso con una mueca.

 

Lupin lo mira divertido bromeando sobre él no podiendo evitar devolver los cumplidos, probablemente recordando su tiempo en Hogwarts.

 

En resumidas cuentas no eran una buena combinación.

 

“Qué barrio más feo. Todas las casas iguales” dice Lupino con aversión a lo que Severus pone en blanco los ojos para detenerse en medio de la calle, a unas casas de la de Petunia y fijarlo con la mirada.

 

“No hagas nada estúpido” cierra de tajo.

 

El hombre lobo parpadea en su mejor expresión de innocencia diciendo que él no planeaba hacer nada malo con los ojos de Severus entrecerrándose. Es comenzando nuevamente su paso que vuelve a detenerse con Lupin chocando contra su espalda trayendo consigo una serie de balbuceos de disculpas nerviosas que no escucha. Su mirada se va al cielo.

 

Está…extraño.

 

Reviso el clima el día de ayer, se suponía que estaría soleado y, sin embargo hay nubes de tormenta.

 

¿Se habrá equivocado el informe del tiempo? Piensa consternado

 

“¿Todo bien, Severus?” pregunta Lupin acercándose. Harry delante espera sin ningun apuro.

 

“…No es nada” responde negando con la cabeza para seguir avanzando. Es llegando a la acera que Harry pasa a la retaguardia y Severus concluye que es él quien tendrá que dar la cara a Petunia.

 

Tocando el timbre, mira a su alrededor con Lupino esperando paciente a su espalda pasando su mano por el hombro de Harry en un apoyo calmante que hace sonreír ligeramente al adolescente.

 

Está considerando seriamente ese sentimiento incomodo de preocupación que trae consigo la molesta voz de que pronto, con la mejora mental de Black será echado a un lado cuando la puerta se abre con Petunia abriendo los ojos al doble de su tamaño.

 

“¡¿Tú otra vez?!” chilla intentando cerrar la puerta en su cara, algo infructífero porque tiene su pie en el espacio.

 

“Hola, Petunia, siempre es un gusto verte” saluda con sarcasmo entrando por segunda vez, sin invitación alguna, mientras la hermana de Lily le chilla, ignorando al resto, que no aceptaría a Harry de nuevo en su casa, que ahora era responsabilidad suya. Severus pone los ojos en blanco girándose a mirarla y decirle que cierre la boca.

 

Ella parece querer abofetearlo, es solo su sentido de autoconservación lo que probablemente lo impide.

 

“Harry solo estará aquí una hora aproximado, para renovar las barreras. Nos quedaremos aquí durante este tiempo” informa con Petunia soltando un “¡¿nosotros?!” que vuelve a ignorar diciéndole que pasado ese tiempo se irán.

 

Dándole una mirada que da a entender que no está complacida por esto, pero que, sin embargo podría ser peor, ella mira el reloj para informarle que Vernon (su marido al parecer) está en la oficina y que Dudley está afuera en la calle con unos amigos asi que, mientras ninguno de los tres salga al exterior llamando la atención de los vecinos ella no tiene problemas con esto.

 

Es con su estancia decidida que Petunia parece notar finalmente a Lupin, congelándose para mirar al hombre lobo que anormalmente no le sonrie.

 

“¿Y tú también eres…?” se detiene casi como si no pudiera pronunciar la palabra o mejor dicho estuviera pensando en otra mucho más desagradable.

 

Lupin completa la oración en su lugar informándole que es un mago.

 

“Fui compañero de clase de Lily, James y Severus” dice.

 

Petunia se burla al respecto dirigiéndose a la cocina murmurando que su hermana nunca lo mensiono, aunque tampoco pretende escuchar a Lupin hablar de ello. El hombre lobo la sigue con los ojos hasta que se pierde, sentándose junto a Harry en el comedor mirando serio alrededor. Encaminándose a la cocina decide que lo mejor que puede hacer en estos momentos es un té, Petunia no parece feliz con su presencia, pero lo acepta diciéndole donde están las tazas y advirtiéndole que no rompa nada consiguiendo una mirada irritada por parte suya. Es con ellos en silencio esperando a que la tetera hierva que Lupin entra fijándose primero en Severus y después en la dueña de casa.

 

Apoyándose en la pared de la cocina, Lupino se cruza de brazos y simplemente mira fijamente a Petunia con una expresión molesta que incluso con el paso de los minutos empieza a incomodar a Severus.

 

Gracias a Merlín es ella quien se rompe primero soltando un “¿Qué?” Ansioso.

 

Lupin se ve igual de apático y Severus está tomando la bandeja con los té servidos e intensiones de entregársela para que se vaya de aquí y vuelva donde Harry, algo que se ve impedido cuando Remus se adelanta ordenandole, más que preguntándole, que aproveche de ir a ver que tal está Harry.

 

La mirada de Petunia se mueve como un látigo a Severus con un miedo en sus ojos, él no le presta atención porque tiene a Lupin clavado en su visión quien lo mira con sería expresión.

 

Si fuese Black, Severus lo mandaría a sentarse, pero no es Black es Lupin y, aunque se niegue a aceptarlo, a llegado a confiar en el juicio del licántropo.

 

Tomando la bandeja de mala gana, dejando la taza de Remus y Petunia, comienza a salir de la cocina no sin antes detenerse al costado de Lupin murmurandole que no haga nada estúpido para seguir caminando.

 

Dándole una mirada tranquilizadora a Harry se da cuenta que Lupin debe de haber lanzado un muffliato porque no puede escuchar lo que esta conversando aún cuando son solo unos cinco metros que los separan.

 

Con Harry hablándole de la señora Figg es que lleva su mirada a la ventana. El cielo que antes estaba ligeramente nublado se ha cubierto completamente de nubes, casi parece a punto de detonar una tormenta. Curioso, aunque sobre todo confuso, se pone de pie para avanzar hacía la puerta saliendo al exterior.

 

Hay una ligera energía en el aire. Puede sentirla.

 

La voz de Petunia comenzando a quejarse sobre romper las reglas y querer traerle vergüenza empieza a escucharse desde el interior de la casa, acercandose. No le importa. Lo único que le interesa en estos momentos es el cielo que se ha vuelto completamente oscuro. La magia está en el ambiente, ligera, oscura, es como un viejo sentimiento de tristeza, de angustia que comienza a acariciar sus sentidos y que le traen recuerdo de unos días terribles dentro de una celda en una prisión de máxima seguridad.

 

Dementores.

 

Volteando hacia dentro mira a Petunia de pie en el marco de la puerta, quien le devuelve la mirada confundida con los ojos ligeramente enrojecidos junto a Lupin.

 

¿Qué hacen dementores aquí? Tan lejos de Azkaban ¿acaso se les habrán escapado al ministerio? ¿es eso posible?

 

No, no lo cree, esta es una zona residencial muggle, los dementores no vendrán naturalmente aquí, ellos tienden a la magia, si viajaran a un lugar irían a donde se encuentra una mayor concentración de magos o seres mágicos.

 

Sin embargo una barrera de sangre podría atraer algunos sobre todo si se han perdido por áreas cercanas a este lugar.

 

“¿Hace cuanto el clima está tan oscuro?” pregunta viendo a Petunia fruncir el ceño confundida diciendo a tropezones que desde ayer.

 

Es entonces que lentamente, como si colocaran una sabana sobre una cama, el hielo comenza a asentarse sobre el asfalto. Es escarcha cubriendo el césped, besando las ventanas.

 

A este punto Lupin también une los puntos.

 

“Dementores” respira sacando su varita.

 

Ahora sí viendose muy asustada, ignorando al lobo, Petunia baja los escalones con sus tacones haciendo ruido sobre la acera preguntándole a Severus si no se está refiriendo a esas cosas horrorosas que le hablo una vez de niños intentando meterle miedo.

 

“Esos que te chupaban el alma” dice mucho más palida provocándole un sentimiento de vergüenza por sus gráficas palabras.

 

Puede sentir la mirada divertida e incrédula de Lupin que pregunta sin palabras “¿le metias miedo a la hermana de Lily?” que ignora para decirle que efectivamente se trata de esos seres.

 

“Deben de haber estado estado rondando desde ayer. La barrera pudo haber llamado su atención, ahora que llegamos la magia se fortalecio por tanto se están acercando” explica volviendo a entrar a la casa, recibiendo una mirada confundida de Harry cuando le ordena que se levante con intenciones de salir rápidamente de este lugar.

 

Entonces Petunia se le cuelga del brazo desesperada.

 

“¡¿A dónde crees que vas?! ¡¿Qué pasa si entran acá?! ¡¿si nos atacan?!” exclaman aterrada.

 

Poniendo los ojos en blanco Severus le dice que la barrera de sangre impedirá que se acerquen a la casa.

 

“Parece no haber personas transitando por el lugar. Todo estará bien si no cruzan la acera que es el limite de la barrera, probablemente estarán allí el tiempo suficiente para llegar a mi casa e informar a Albus de que hay dementores rondando por el lugar”

 

Es la voz de Harry quien llama la atención de los tres en la sala.

 

“¿Dónde esta Dudley?” pregunta con expresión preocupada haciendo un silencio en la sala. Cinco segundos después los ojos de Remus se encuentran con los propios en alerta.

 

Petunia parece al borde de desmayarse, aunque aun saca la fuerza para chillar un “¡DUDLEY ESTÁ ALLÁ AFUERA!” comenzando a correr hacia la puerta que abre por poco y que rápidamente se cierra por Lupin apoyando todo su peso en ella. Una mirada de fiereza se posiciona en su rostro, digna de una madre dispuesta a dar la vida por su preciado hijo que quizás sea un rasgo que compartan en común ambas mujeres Evans, pero que no es rival para la propia expresión de poco amigos de un hombre que es conocido por su agradable animo.

 

“Por favor, manténganse adentro” pide Lupin con el peligro en su cara brillando de una persona intimidante que descoloca un poco a Severus por el grado de antipatía que desborda.

 

Por un segundo el licántropo lo pone en alerta, pero unas manos que aprietan con fuerza su brazo lo llevan a tierra. Girando la mirada se encuentra con los verdes.

 

“No podemos dejar a Dudley allá afuera” sentencia Harry sin apartar la mirada demasiado confiada de que da a entender su mensaje como si esperara que Severus hiciera algo por ello. Termina apartando los ojos, exhalando cansado yendo a parar a Lupin cuya expresión se ha relajado en algún grado, aun apoyado en la puerta ahora de una manera casual, aunque manteniendo esa expresión seria impropia de él.

 

“Quédate aquí, lo traeré” le dice a Petunia quien lo mira aliviada, aunque nunca dice gracias.

 

Avanzando hacia la puerta sale no sin antes remarcarle que no salga de la casa, mirando a Harry para darle la propia versión al chico de que se quede dentro por su bienestar y que si se le ocurre poner un pie fuera de la acera estará en serios problemas.

 

Asintiendo, Harry está de acuerdo prometiendo esperar junto a su tía dentro del lugar.

 

Esta girando para indicarle a Lupin que los vigile cuando el hombre cierra la puerta dejando al adolescente y la hermana de Lily adentro a la vez que saca su varita. Sus ojos se encuentran.

 

“No pensaste que te enfrentarías a unos posibles dementores solo ¿verdad?” pregunta reprochadoramente.

 

La ceja de Severus se alza. Sin contestar lanza un hechizo de desilusión en ambos para convocar un apuntame ordenando sin palabras que le indique la ubicación de Dudley Dursley. Avanzan por las calles, gracias al cielo, vacias. La mayoría de los que viven aquí deben ser adultos en horario laboral porque no explica nada más la casi nula presencia humana. Es pasando una plaza, cerca de lo que parece un túnel que el hechizo que su varita jala con más fuerza. El aire se ha enfriado a tal punto que una pequeña nube se forma en cada instante que exhala.

 

Va a entrar al lugar cuando una mano, calida, grande y pesada agarra su mano desocupada capturando toda su atención, voltea encontrando a Lupin demasiado cerca.

 

“Aguarda” ordena Lupin con voz baja y autoritaria “no es un buen lugar, puede haber dementores allí adentro y si entramos sería una trampa altamente peligrosa” advierte fijándolo con la mirada.

 

Severus lo piensa, de verdad que lo hace. Es un túnel, si hay un dementor adentro y va contra ellos puede ser incluso mortal, pero la varita continúa tirando cada vez más insistente a ese lugar.

 

Le prometio a Harry que lo traería de vuelta.

 

“No podemos dejarlo ahí” se encuentra respondiendo. Soltándose del agarre de Lupino sin mirar hacia atrás, donde ha dejado al hombre para avanzar hacia el túnel.

 

Era un lugar bastante oscuro, apto para dementores, las luces incluso tintineaban un poco y avanzando un par de metros en el lugar se detuvo horrorizado por lo que tenia delante.

 

Tirado en el suelo, a medio apoyar en la pared había un chico gordo y alto, terriblementete pálido exudando una bruma blanca directamente al dementor colocado como un depredar a centímetros de su cara y casi como si formaran una barrera estaban otros dos esperando ansiosos su turno. Estos son quienes se percatan de su presencia saliendo disparados hacia su ubicación. Lupin no duda. Conjurando a su patronum, un lobo blanco envuelto en niebla, sale rápido persiguiendo a los dementores, momento que Severus aprovecha para pasar a Lupin caminando hacia el adolescente tirado en el piso ligeramente preocupado de que el chico ya estuviera muerto. La voz de Remus aterrado soltando un “¡Severus!” lo hace detenerse en seco cuando el frío y la magia oscura es captada por sus sentidos. Como si de una pesadilla se tratara, ve al dementor frente a frente, detenido con el rostro a centímetros de él.

 

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