
Arcturus Black I
Arcturus, sin duda, era un hombre extraño. Incluso los que eran cercanos a él lo decían, sin ningún tipo de pudor. Siempre le habían gustado mucho los lugares demasiado tenebrosos, donde parecía que cualquier cosa podría salir de la oscuridad para atacarte.
Esa rareza no le impidió tener una muy próspera carrera política, habiendo sido reconocido por grandes cargos del ministerio por sus aportaciones en el Wizengamot. El poder que adquirió, además el que tenía su familia normalmente, le permitió crear poderosas conexiones con gran cantidad de familias importantes.
Una de esas conexiones fue lo que le dio uno de sus mayores orgullos: el número 12 de Grimmauld Place. Era un lugar principalmente muggle pero a Arcturus poco le importaba. Las casas tampoco eran impresionantes, aunque eran obviamente inmensas.
Un político amigo suyo, de quien a día de hoy se desconoce el nombre aunque las malas lenguas insinúan que fue Robert Greengrass, le dio la casa como un regalo por ayudarle a ganar aprobar una ley en contra de la celebración oficial de festividades muggles. Arcturus no preguntó cómo consiguió la casa, pero sospechaba que la familia muggle que vivía allí había recibido las consecuencias de su herencia no mágica. Nunca había sido un purista, ni mucho menos apoyaba esas horribles cacerías de muggles, pero lo que le importaba era la casa que ahora poseía.
Era inmensa, de suelos de mármol y paredes pintadas de color gris sucio. La llenó de artefactos mágicos que coleccionaba, cuadros móviles o inmóviles, incluso mandó a hacer un tapiz de su familia que se ampliara mágicamente con el nacimiento de cada persona con el apellido y puso un hechizo para que ningún muggle indiscreto pudiera deleitarse con la belleza del lugar.
Esa casa fue heredada por su sobrino, Phineas Nigellus, ya que Arcturus nunca tuvo hijos, demasiado centrado en sus excentricidades y nunca siendo lo suficientemente cercano a ninguna mujer como para casarse con ella. Sin embargo, sí tuvo muchos colegas políticos con los que fue muy cercano, según él cualquiera de sus necesidades sentimentales eran perfectamente suplidas por esos hombres. El más cercano a él fue Thartarus Dankworth, un hombre que, se decía, tenía el don de la videncia. Cercanos como eran, Dankworth le ayudó gran cantidad de veces a saber el futuro detrás de sus decisiones y a tomar las adecuadas. Lástima que fuera un hombre casado, hubiera preferido no tener que lidiar con sus hijos cada vez que visitaba su casa.
Tenía una faceta tierna, sin embargo. Recordaría hasta el último de sus días la boda más hermosa a la que nunca asistió. Una pena que sus hermanos quisiera asistir, aunque teniendo en cuenta cómo eran no le extrañó. Tampoco le extrañó a la mujer que se casaba, por apenada que estuviera. Digamos que, a vista de la familia, que Iola Cressida Black se casara con un muggle era una gran decepción y un horror a la visión elitista que ellos conservaban. Los únicos que fueron, además de amigos de ambos y familiares de Bob, fueron Arcturus, una de sus hermanas, Cendrine, y su marido Erindanus. Ellos estaban bastante insensibilizados con las obligaciones de la sangre pura, contrario al hecho de que vivían en Francia, uno de los países más conservadores en el tema.
Pero cada una de sus decisiones le llevó a donde estaba: en un cuadro, en el despacho de su gran casa, aconsejando a los líderes y sus herederos con las mejores opciones, aunque con gran soledad.