Un desvío a Hogwarts

Harry Potter - J. K. Rowling Naruto
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Un desvío a Hogwarts
Summary
Durante el viaje de entrenamiento de Naruto con Jiraiya, las cosas pudieron haber tomado otro rumbo. Un camino nuevo los llevó a conocer un nuevo mundo lleno de posibilidades y de gente nueva y muy extraña. La magia, aquella de cuentos de hadas, era muy real para ese mundo. Naruto no dudaría en aprender más de este mundo en lo que buscaban una puerta para regresar a casa.Créditos de los personajes a J. K. Rowling y a Masashi Kishimoto | Historia hecha por AYOF | De fans para fans
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CAIDA AL MUNDO MÁGICO

Corrió y saltó entre el suelo y los árboles que había en el bosque entre la frontera del País del Fuego y el País del Agua. Naruto tenía una gran sonrisa dibujada en su rostro mientras apretaba con fuerza la mochila de Jiraiya sobre su pecho. Esquivó un kunai que iba dirigido a su muslo con un salto. Giró la cabeza hacia atrás para ver a Jiraiya (el Viejo Pervertido, como le gustaba llamarle) con el ceño fruncido. Soltó una carcajada cuando el Viejo Pervertido se tropezó con una roca y casi cae de bruces contra el suelo. Rápido saltó al agua y comenzó a correr con facilidad sobre el agua en movimiento. Volvió a esquivar tres kunais, aunque uno le rozó la cadera dejando un pequeño rasguño sangrante.

—¡Vuelve aquí, maldito mocoso! —bramó Jiraiya tomando impulso para correr más rápido.

—¡No voy a devolverte tu pornografía! ¡Si la quieres de vuelta, tendrás que alcanzarme!

Y tan rápido como sus piernas pudieron llevarlo, siguió corriendo hasta llegar a un pequeño claro donde había un par de rocas. Se sentó en una y esperó unos cuantos segundos a que apareciera el Viejo Pervertido. No tuvo que esperar mucho, en realidad. Fue tirado al suelo cuando Jiraiya se abalanzó contra él y le quitó su mochila. Naruto solo soltó un gemido cuando sintió que toda su espalda estaba chocando con una piedra del tamaño de un zapato. Le gruñó a Jiraiya y se levantó como pudo. Tomó unos cuantos respiros y le mostró el dedo medio a su maestro.

—¡Nunca vuelvas a tomar mi mochila! —le gritó Jiraiya, su tono no dejaba espacio para respuestas—. Créeme cuando te digo que aquí no solo hay revistas de ese tipo. Hay muchas cosas que son peligrosas o que, si caen en las manos equivocadas, puede ser perjudicial para los dos.

—¡Pues no vuelvas a tomar mi dinero para que vayas con esas putas! —respondió con el mismo tono.

Jiraiya le había quitado a su querido Gama-chan para ir por prostitutas al pueblo cercano. Era molesto cuando él hacía eso, pero lo que más lo enojaba era que nunca le decía nada. ¡Él mismo se daba cuenta cuando el viejo ya estaba tan borracho que no podía ponerse de pie sin ayuda! Eso era lo que le molestaba de su maestro, que actuara tan pervertido y no se enfocara más en su entrenamiento.

—Solo estás enojado porque no te lleve con aquellas señoritas —declaró Jiraiya mientras resoplaba—. La próxima vez iremos ambos. Supongo que no te dirán nada si voy contigo.

Eso solo lo hizo avergonzarse un poco. Por supuesto, era un chico entrando a la adolescencia, por lo que no era nada anormal que estuviera viendo a algunas mujeres cuando iban a pueblos, pero no hacía nada más que eso. Ir a un burdel era algo que no quisiera hacer. Eso era para viejos pervertidos, como Jiraiya. Que buen apodo le puso.

—No me vas a llevar a esos lugares de mala muerte —gruñó—. Quiero conservar mi inocencia por un poco más de tiempo.

—Vamos, chico. He notado como ves a esas chicas —dijo. Se maldijo por no haber ocultado su descaro—. Y no olvidemos a esa chica con la que hablaste por un buen tiempo a través de cartitas. ¡Juré que volverías con novia a Konoha, no puedes defraudar a tu maestro!

—¡Pues no voy a tener novia! —eso sonó un poco triste al segundo. Rápido desechó ese pensamiento. Miró con rabia a Jiraiya, a lo que este solo suspiró y se sentó en el suelo.

Naruto se sentó y se quedó viendo sus pies por un buen par de minutos. Estaba reflexionando un poco en cómo hacer que el Viejo Pervertido hiciera más por su entrenamiento. Quería ser más fuerte, y así poder rescatar a Sasuke de las garras de Orochimaru. Quería proteger a todas las personas que le importaban más que nada. También debía ser más fuerte para poder pelear en contra de Akatsuki. No podía perder el tiempo cuando Jiraiya andaba de caliente en cada pueblo.

Jiraiya se levantó y comenzó a sacar un pergamino de su mochila. Insertó un poco de chacra en el pergamino y se escuchó un Puf cuando el humo rodeó un metro cuadrado. Cuando estuvo despejado, en el suelo había una tienda de campaña para armar. Alzó la vista para ver al sol, el cual no tardaba mucho en ocultarse bajo las montañas del Oeste. Se levantó de mala gana y decidió ayudar a su maestro para poder comer algo antes de irse a dormir.

La tienda no era nada difícil de armar, pues había aprendido a armar una desde los diez años. Cuando terminaron, pusieron sus bolsas para dormir dentro y un sello para calentar el interior. Admiraba mucho como era que Jiraiya hacía cosas con los sellos que parecían innecesarias en un principio, pero eran muy útiles en el exterior. Quería aprender a hacerlos, pero para ello necesitaban establecerse en un solo lugar, lo que no estaba contemplado en su viaje de entrenamiento. Los dos debían estar en constante movimiento para evitar que alguien descubriera que estaba fuera de su aldea, sobre todo Akatsuki, quienes no dudarían en atacar de nuevo para obtener al Kyubi sellado en el cuerpo de Naruto.

Cuando la tienda estuvo lista, Jiraiya hizo una fogata y comenzó a poner un sartén allí. Tenían muchas cosas guardadas en pergaminos de almacenamiento (creados con sellos), por lo que podían cargar con comida y utensilios de cocina. Jiraiya sacó un buen pedazo de carne y lo puso a freír con un poco de sal, ajo y cebolla. También sacó una pequeña botellita y comenzó a beber de allí. Luego se la tendió a él, aunque dudó por un segundo, lo tomó. Le dio un trago y casi lo escupió.

—¡Ja! Eso no era agua, mocoso —dijo entre risas—. Debes beber el Sake con más calma o si no te arderá la garganta después.

—¡¿Por qué me das Sake?!

—Bueno, en algún momento vas a beberlo, y quiero que sepas cómo hacerlo. Imagina que estás en una cita y lo pruebas por primera vez. Si reaccionas de la misma manera, la chica te va a ver raro.

—Te recuerdo las tres reglas de un ninja. Prohibido el alcohol, malgastar el dinero y enviciarte con las mujeres. ¡Ninguna de las tres las cumples! ¿Cómo es que sigues vivo?

—He aprendido a vivir de placeres, Naruto. También deberías hacerlo de vez en cuando. Muchos no tienen la dicha de vivir tanto como yo. Como lo has recalcado muchas veces, Naruto, ya soy un viejo. Muchos ninjas mueren antes de los treinta años. Y aunque no queramos aceptarlo, es una realidad que muchos de tu edad morirán en los próximos años. No sabemos si vivirás diez años más, así que es mejor disfrutar de la vida lo mejor que se pueda antes de que alguien nos mate.

Entendió eso. Iruka sensei había dicho varias veces antes de tomar el examen para graduarse de la Academia que podían morir antes de los veinte años. Era un riesgo que no le había importado tomar, creyendo de forma ingenua que sería demasiado poderoso para que alguien pudiera matarlo. Esa opinión cambió cuando salió a su primera misión de rango C, o cuando fueron los exámenes Chunin. En ese momento su vida peligraba más que antes. Estaba siendo cazado por un grupo de ninjas de rango S, el nivel más peligroso al que alguien podía aspirar. Los Hokages eran de ese rango, Jiraiya también era uno. Él se sentía como un rango C, así que no tenía mucha oportunidad contra ellos. Tal vez era bueno poder disfrutar de pequeñas cosas, pero no iba a desviarse de su camino con tanta facilidad como su maestro. Él sería mejor.

—No creo que Kakashi sensei esté disfrutando de esos placeres. Y también ya debe tener unos treinta años —dijo Naruto, miró a los ojos de Jiraiya, quien parecía estar aguantando la risa.

—¡Ese bastardo de Kakashi era un cabrón cuando tenía unos diecisiete años! —declaró mientras soltaba una carcajada—. Naruto, aunque veas a Kakashi como un ninja aburrido obsesionado con mis libros, él también tuvo su época donde iba tras una noche de diversión. Por supuesto, también supo enfocarse en sus objetivos y así fue temido por las naciones. Digamos, ahora está en un rango A, así que es muy competente en su trabajo. Sigo sorprendido de que no haya llegado alguien declarando que Kakashi es el papá de su hijo.

Se quedó viendo a Jiraiya con la boca entreabierta. No podía imaginarse a su sensei de esa forma. Kakashi sensei era un tipo raro, bastante perezoso y con un aspecto algo desalineado. ¡También era un adicto a la pornografía! Intentó sacar de su mente la imagen de su maestro ligando en un bar como Jiraiya solía hacer.

—Y ¿qué hay del Cuarto? —de repente supo que estuvo mal su pregunta. Vio como el rostro de Jiraiya se quedaba un poco congelado después de su pregunta.

Durante una borrachera de Jiraiya, este le había confesado que el Cuarto era como un hijo para él. Jiraiya había visto crecer a Minato Namikaze, el Cuarto Hokage, desde que tenía diez años hasta que ascendió a Hokage. Y muy en el fondo de su mente, creyó que él mismo era un mero remplazo del Cuarto. Jiraiya también dijo que no regresó a la aldea por un buen rato debido a que le dolía ver el rostro de su alumno en la aldea (supuso que se refería al rostro tallado en el monumento Hokage). La idea de nunca llegar a ser igual de importante para Jiraiya como lo fue Minato le dolía. Cada noche no podía evitar pensar que, tal vez,  Jiraiya lo odiaba por la muerte de su alumno, como muchos hacían en la aldea. Siempre intentó dejar ese pensamiento en lo más oscuro de su mente, pero todas las noches aparecía antes de dormir.

—Minato era un poco diferente. Por supuesto, también fue un adolescente como tú —dijo, con un deje nostálgico en su tono. Vio un poco más detallado su rostro y notó que sus ojos estaban vidriosos—. Se emborrachó por primera vez cuando tenía tu edad. Yo estaba allí para verlo. Fue golpeado por su mejor amiga cuando la intentó besar. ¡Dios, fue un espectáculo digno de ver! Siempre obedeció las reglas y buscaba formas de mejorar sus técnicas. Aunque a veces lucía bastante raro después. Cuando desarrolló su Hiraishin en base del Segundo Hokage, llegó luciendo más cansado después de perderse en un lugar extraño por una semana. Estuve preocupado todo ese tiempo temiendo que ya no lo vería.

«Aún lo extraña», pensó.

La carne estuvo lista en ese instante, así que comenzaron a comer en un incómodo silencio. La carne estaba deliciosa, la habían comprado en un pueblo cercano. Era un alivio poder comer algo que no habían cazado, era horrible tener que quitarle las vísceras a los conejos que cazaban. Lo peor era que Jiraiya nunca lo hacía, siempre era él quien terminaba con las manos apestosas. Miró un poco a su izquierda para ver la botella de Sake tirada en el suelo, aunque estaba tapada para que Jiraiya no lo regañara por tirar su preciada bebida. La tomó con cautela y la destapó. Le dio un trago más pequeño. Siguió sabiendo horrible.

Cuando terminaron de cenar, Jiraiya dejó el fuego encendido mientras cada uno hacía lo propio. Vio que el Viejo Pervertido solo escribía en su cuaderno donde anotaba todas las ideas para sus libros. Tomó un hondo respiro y dijo:

—Quiero aprender Fuinjutsu —vio que Jiraiya alzaba la vista de su cuaderno y soltaba un suspiro.

—Ya hemos hablado sobre esto, Naruto. No puedo enseñarte eso porque necesitamos establecernos en un lugar. El Fuinjutsu es un arte demasiado complejo que necesita de muchas herramientas. Necesitamos un buen espacio y varios materiales.

—¡Puedo aprender en el camino! Por favor, quiero hacer cosas como las que tú haces. No quiero seguir comprando sellos de almacenamiento, o sellos explosivos. Podría fabricar muchas cosas. Y no hay maestros en sellos en la aldea, eres el único que puede enseñarme. ¿O hay una aldea en la que pueda aprender un poco?

—La única aldea que sabía a la perfección los sellos, fue destruida antes de la Segunda Gran Guerra. Incluso yo quedo corto en cuanto a conocimiento sobre los sellos. Ellos eran los verdaderos maestros —hizo una pausa mientras se pasaba una mano sobre su melena de cabello—. Mira, tengo unos libros de Fuinjutsu que obtuve de una persona especial. Puedes mirarlos en el camino. Cuando regresemos a la aldea, te prometo enseñarte a hacerlos bien y con más calma, ¿vale?

Asintió mientras se le dibujaba una gran sonrisa. Dio un pequeño salto en el aire y se acercó a Jiraiya. Este le acarició el cabello y buscó algo en su mochila. No tardó más de un minuto para sacar otro pergamino, un poco más grande que el anterior. Se lo dio a Naruto.

—En este pergamino hay algunos libros que te pueden ayudar. Busca los que dicen Principiantes o los que tengan un uno en la portada. Deberás iniciar desde lo básico.

—¡Claro, dattebayo!

Volvió al lugar en donde estaba antes y puso un poco de chacra en el sello. Aparecieron varias cosas en el suelo. Allí había una buena pila de libros de Fuinjutsu que iban desde el nivel uno al ocho. Había otros tres con nombres diferentes. También aparecieron frascos vacíos de tinta con algunos pinceles duros. Rápido hojeó los libros y los guardó todos en su propio pergamino para guardarlos en su riñonera.

Cuando todo estuvo guardado, solo quedaban los frascos. Iba a guardarlos en el pergamino de Jiraiya, pero su atención fue a un kunai un poco extraño. Era como un kunai normal en forma, pero traía un sello grabado en el mango y la hoja. Parecía viejo el kunai, pero aún mantenía cierto brillo en él. Los sellos eran bastante complejos, y parecían haber sido reducidos de su tamaño original, por lo que podían extenderse mucho más en algún pergamino. Su curiosidad era grande, por lo que se acercó a Jiraiya.

—¿Por qué este kunai tiene sellos? —preguntó. Ladeó la cabeza mientras esperaba la respuesta de Jiraiya, quien parecía bastante sorprendido de ver el kunai.

—Hace años que no veía este kunai —murmuró más para sí mismo que para Naruto—. Este fue uno de los primeros bocetos de Minato para su Hiraishin. Trabajó por meses en él, pero cuando logró hacerlo funcionar, fue cuando se perdió una semana. Nunca habló de adónde fue. Lo guardé para estudiarlo después, pero nunca logré avanzar mucho.

Le pareció increíble tener uno de los primeros kunai que hicieron al Cuarto tan famoso y temido por todo el continente. Era hermoso, parecía que había una cierta atracción que lo incitaba a tenerlo cerca.

—Puedes quedártelo —dijo Jiraiya.

—Pero es de tu alumno. Digo, es un recuerdo de él. ¿No te importa regalármelo?

—Tal vez puedas avanzar más en la investigación del sello cuando sepas más de Fuinjutsu. También puede ser una motivación más.

Jiraiya le palmeó el hombro mientras dejaba escapar una risa. Naruto sonrió mucho más. Tenía algo de su mayor ídolo y podría estudiarlo para tener la misma técnica.

—¡Gracias!

Jiraiya no quitó su mano de su hombro. A Naruto no le importó en lo más mínimo. Volvió a mirar el mango y lo tomó con su mano derecha. Volvió a sentir un jalón. Se mordió el labio inferior un poco. ¿Qué podría pasar si ponía un poco de su chacra en el sello? No creía que ocurriera nada. Era bien sabido que los kunai del Cuarto solo funcionaban con su chacra. Sin pensarlo más, insertó su chacra al sello.

De repente fue envuelto en una sensación extraña. Fue como si lo jalaran desde su mano que sostenía al kunai hacia abajo. Su cabeza dio vueltas mientras toda su visión se volvió de túnel. No podía distinguir nada. Gritó por la sensación tan horrible que estaba experimentando. Y en un segundo cayó de espaldas a un suelo muy rígido.

Abrió los ojos (ni se había dado cuenta de que los había cerrado) para ver que estaba en una sala extraña. Era un lugar muy grande y oscuro. El kunai estaba aún en su mano. Giró su cabeza para mirar a Jiraiya, quien parecía estar recuperando la consciencia. Se sentó y comenzó a ver a todos lados. La sala era fría, pero había algunos sellos grabados en el suelo en donde había caído. Parpadeó varias veces para acostumbrarse a la oscuridad. De repente fue tomado por los hombros y girado.

—¡¿QUÉ HICISTE, NARUTO?! —le gritó Jiraiya. Su tono era demasiado grave y su rostro estaba arrugado en ira—. ¡¿Qué le hiciste al kunai?! ¡Contesta!

—Yo… Yo… —balbuceó. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras veía a Jiraiya. Se sintió como un niño pequeño de nuevo rodeado de esas miradas de odio puro que siempre le dieron. Abrió la boca, pero no salía ninguna palabra. Estaba asustado. Sus manos temblaron mientras se le formaba un nudo en la garganta.

Se escuchó un chirrido de una gran puerta. Los dos voltearon al mismo tiempo para ver que un anciano entraba. Este vestía una túnica larga de color plata con una extraña boina color negro con decoraciones doradas. Tenía una barba y el cabello muy largo de color blanco. Este traía una ramita en su mano derecha mientras se acercaba despacio hacia ellos.

Who are you? —dijo aquel anciano. Ninguno de los dos le entendió lo que dijo.

De repente el anciano vio a Naruto y pareció reconocerlo. Sus ojos, antes duros, se suavizaron un poco. Luego su vista fue hacia su mano en donde tenía empuñado el kunai. Una sonrisa se extendió por el rostro del anciano, y con la ramita que tenía en su mano se señaló la cabeza y una extraña luz azul con blanco apareció. Naruto se quedó desconcertado. Miró de reojo a Jiraiya, quien no estaba mejor que él. ¿Qué carajo estaba haciendo el anciano? Por un momento creyó que se estaba asesinando, lo que en sí ya era raro, pero este siguió sonriéndoles.

—No esperaba invitados esta noche —dijo el anciano, ahora por fin hablando bien. Su tono era jovial y le recordaba mucho al Tercer Hokage—. Hace mucho tiempo que no veía a nadie en esta habitación.

—Sentimos aparecer aquí —dijo Jiraiya tomando un paso al frente y poniéndole un brazo al frente a Naruto para terminar detrás de él—. Fue un error, pero nos iremos de inmediato.

De repente Jiraiya comenzó a caminar hacia un costado intentando rodear al anciano. Lo siguió de cerca, aunque tenía mucha curiosidad de dónde estaban. Podía sentir que el ambiente era extraño, no se sentía como en casa o como a algún lugar que conociera.

—Supongo que el señor Namikaze los envió aquí —comentó el anciano, provocando que Jiraiya se detuviera de inmediato. Parecía congelado en su lugar.

Nadie dijo nada por lo que parecieron horas para Naruto. Estaba muy confundido ante la actitud que mostraba Jiraiya. Nunca lo había visto congelarse ante algo, ni siquiera cuando se enfrentó a Itachi o a Orochimaru. Eso era muy nuevo para Naruto. Giró la cabeza para ver de nuevo al anciano, quien parecía estar muy sereno. Se sintió un poco en confianza con el anciano, no parecía ser alguien peligroso. Parecía ser más un abuelito.

—Solo él podía llegar a esta habitación —continuó diciendo el anciano—. Hace ya varios años que no lo veía. Lo llegué a confundir con el niño que te acompaña —hizo una pausa mientras pensaba en algo—. Una disculpa, no me he presentado. Soy Albus Dumbledore. Un gusto.

—¡Soy Uzumaki Naruto! —se presentó un poco eufórico. Siempre le encantó poder presentarse ante nuevas persona. De repente sintió un fuerte apretón en su hombro. Se giró para ver la mirada severa de Jiraiya.

—Siento mucho que estén a la defensiva en este lugar —dijo el viejo Dumbledore, con un tono apenado un poco marcado—. Es seguro suponer que no saben en dónde están. Me recuerda mucho a cuando el señor Namikaze llegó aquí también. ¿Lo conocen?

—Sí. Aquí la pregunta es: ¿Cómo lo conoce?  —preguntó Jiraiya, por fin dándose la vuelta para encarar al viejo Dumbledore. De reojo vio que Jiraiya se estaba preparando para atacar. Eso lo desconcertó un poco, no sintió peligro alguno de estar allí.

—Bueno, al igual que ustedes, él cayó en esta habitación hace unos… qué serán, veinte años. Estaba igual de asustado que ustedes, y no lo culpó, nadie puede aparecer en este lugar. Yo también estuve un poco preocupado de que alguien pudiera entrar al castillo de esa forma. Ninguno de los dos sabíamos qué ocurría, pero entendí al poco tiempo que él no venía de ningún lugar cercano. Reconocí que ustedes venían del mismo lugar por el arma que trae el señor Uzumaki.

Naruto por instinto miró el kunai de nuevo. Era uno normal, aunque tuviera el sello del Cuarto. Todo el mundo conocía el kunai, por lo que no le encontró sentido a lo que dijo el viejo. Pareció ser que este se dio cuenta del tren de pensamientos de Naruto, porque volvió a hablar.

—Esas armas no son utilizadas aquí. Solo el señor Namikaze usaba esas armas. Sé que son muy utilizadas de dónde vienen, así que es seguro decir que vienen del Continente Elemental, ¿estoy en lo correcto?

—Es el único continente que hay —comentó Naruto. El viejo de seguro estaba loco. Miró de reojo a Jiraiya, quien se había mantenido muy serio desde que el viejo comenzó a hablar. Eso no era nada bueno.

—En su mundo, sí. Pero aquí hay cinco continentes, por lo que se pueden notar las diferencias.

Su mente hizo corto circuito. Desde la Academia se les dijo que solo existía el continente elemental, y lo demás del mundo eran tierras donde habitaban las invocaciones y algunos monstruos. De allí en fuera, todo era mar. No tenía sentido de que este viejo dijera que había otros cuatro continentes.

—Señor Dumbledore, creo que aún no estamos en la misma página —por fin habló Jiraiya—, pero conozco perfectamente al mundo y nunca ha habido más de un continente.

—Por supuesto, pero no creo que haya escuchado sobre Europa, o sobre Reino Unido —comentó a la ligera Dumbledore.

Repasó todos los pueblos y países que conocía. Ninguno coincidió con los nombres que dijo Dumbledore. Sentía que nada tenía ningún sentido.

—¿Habrá escuchado de la magia? —preguntó Dumbledore.

—Oh, donde sacas conejos de sombreros, ¿no? —respondió Naruto, a lo que Dumbledore solo rió un poco y asintió.

—Sí, por supuesto que se pueden sacar conejos y muchas cosas más de los sombreros —hizo una pausa—, pero, para nuestro mundo, la magia es como su chacra. Por ejemplo —volvió a sacar su ramita y la apuntó en otra dirección que no fueran ellos, aunque aún se pusieron a la defensiva—. Accio Dulces de limón.

No sucedió nada por dos segundos. El viejo estaba muy loco y necesitaba ir a un psiquiatra urgente. Eso también explicaba por qué se había inventado un idioma que nadie entendería. Sintió un poco de pena por él, la demencia debía ser triste y solitaria. También eso explicaría porqué la sala estaba tan sola, él era el único que vivía allí. Y eso no era un castillo. Se preguntaba a qué hora comenzaría a pelar con molinos de viento diciendo que son monstruos que lo amenazan.

De repente escuchó un leve silbido. Era tan ligero que, si no fuera por su buen oído entrenado, nunca lo hubiera escuchado. En la pequeña franja de la puerta y la pared que estaba entreabierta, voló una bolsita de tela y llegó hasta la mano de Dumbledore. Se quedó con la boca abierta. Necesitaba disculparse con el anciano por tacharlo de loco.

—Supongo que esto puede probar algo de mi punto —dijo Dumbledore, luego les tendió la bolsa—. ¿Quieren uno? Son mis dulces favoritos muggles.

—¿Usted sabe cómo llegamos aquí? —preguntó, con cautela, Jiraiya. Parecía estar un poco más relajado, pero podía ver un poco que aún mantenía con fuerza un kunai en su mano.

—Lamentablemente desconozco. He intentado comprender mucho estas runas, pero me hace falta algo —comentó mientras le echaba un vistazo a toda la habitación—. Solo el señor Namikaze pudo encontrarle un sentido, pero se llevó el secreto consigo. Que puedo decir, es un chico reservado. Si quieren saber un poco más, pueden acompañarme a mi oficina. Les prometo que no es un tipo de trampa.

De forma insegura lo siguieron. No tenían confianza en este señor, pero era el único que podía darles algunas respuestas. Caminaron a la puerta, una enorme de color negro y también llena de sellos, o runas, como las había llamado Dumbledore.

—¿En dónde estamos? —preguntó Jiraiya cuando estaban por salir de la habitación.

—Están en Hogwarts. En el mundo mágico.

Naruto no entendió eso. Solo siguió caminando hasta que salió al pasillo, el cual estaba muy bien iluminado por velas (parece ser que no había focos) y algunos cuadros. Esperaba que no hubiera metido la pata, otra vez. ¡Aún debía entrenar para salvar a Sasuke!

 

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