
El león furioso
Con el conocimiento de Flamel, los niños pudieron quitarse una carga de investigación en su tiempo, y ahora se podían dedicar a sus clases juntos con sus tareas, que se habían atrasado (menos Hermione). Cuando estaban caminando juntos, y veían al profesor de Defensas a veces Harry y Ron intentaban darle ánimos a Quirrell para que siga aguantando las supuestas amenazas de Snape, que no se deje vencer. A Draco esto le parecía ridículo.
Para comienzos de marzo Draco se encontraba leyendo en su tiempo libre, lastimosamente se encontraba solo debido a que sus amigos en ese momento estaban en clases. Y cómo quería respirar aire fresco decidió sentarse a leer en afuera del castillo, en la zona donde Harry le enseñaba a volar su Nimbus 2000. Estaba disfrutando la brisa que todavía se encontraba fría en esas semanas, gracias a su transformación el frío no le calaba en los huesos como a una persona normal.
A los minutos empezó a escuchar pasos acercándose, se escuchaba que intentaban ser silenciosos, querían sorprenderlo, no era la primera vez que Ron y Harry querían asustarlo debido a que les había comentado sobre sus sentidos más agudizados. Esta vez pensaba hacerse el sorprendido, pero en ese momento le llegó un aroma distinto a la de sus amigos, ese aroma lo conocía. Era Lesath. Lesath con sus compinches.
Desde hace un mes no se habían hablado o mejor dicho Lesath ordenado, era como si su hermano hubiera estado evitándolo a toda costa. Todo desde la pelea en los corredizos. En todo ese tiempo había estado tranquilo, pero algo dentro suyo aun quería llevarse bien con su hermano, quiere tener una bella hermandad.
Al voltear a ver a sus visitantes, supo que esa hermandad se encontraba muy lejos de ser obtenida.
“Llamen al director que uno de sus elfos domésticos esta de flojo” dijo mirando a sus dos amigos, que empezaron a reírse de su supuesta broma. Draco decidió que no quería perder el tiempo con esos tres, así que dejó de leer, se levantó y quiso rodearlos para entrar al castillo, pero Parkinson y Bulstrode le cerraban el paso sin importar a dónde se dirigiera. Estuvieron en ese juego alrededor de 5 intentos, podía mirar las sonrisas burlonas de esos niños por su actuar.
Eran tan infantiles.
Esto generó que decida enfrentarlos “¿Qué deseas Lesath?” resopló Draco por este comportamiento por parte de los mayores.
Empezaron a rodearlo, pero Draco solo se quedó mirando a su hermano quién tenía una mirada malvada “Sabes, no sabía que aparte de tener un hermano traidor de sangre, tenía un hermano que se dedica a robar a otros”
“¿Robar? Yo no me he robado nada. No digas tonterías sobre mí” estaba molesto por estas calumnias a su persona.
“Mis padres nunca te comprarían algo a ti, todo lo que tienes es de segunda mano, usas todo lo que yo ya no quiero, lo que yo he dejado. Como esas túnicas que tienes ahora, eran mías” dijo agarrando un extremo de las túnicas.
Draco solo se dejó, hasta ahora solo se habían dedicado a hablar, no quería enemistarse más con su hermano “Yo no tengo ninguna vergüenza de usar tu ropa hermano. Si nuestros padres creen que no las necesito lo aceptaré” sentía un vacío al intentar justificar a los mayores.
Moviendo su dedo en negación Lesath continuó “No es ‘nuestros padres’ estúpido, son solo mis padres. Es momento de que aprendas tu lugar en mi familia, solo eres un mueble, un elfo doméstico, un objeto antiestrés” lo empezó a apuntar con el dedo “Y si, eres un asqueroso ladrón, he visto que tienes un pequeño juguete que nadie en tu vida te regalaría, porque eres un poco cosa, eres un bastardo.”
Draco se alertó de que su hermano supiera sobre su peluche de dragón, ese peluche lo había guardado recelosamente en su cama, bajo sus sábanas y cerrando el dosel que rodea su cama. Era un regalo muy valioso, era su primer peluche en su vida, le gustaba abrazarlo y dormir con él. No podía perderlo. No quería perderlo. Lo único que se le ocurrió en ese momento fue negarlo todo “No sé de qué hablas”
Con una mirada enojada “No mientas maldito bastardo, sé de la existencia de ese asqueroso peluche. También sé que duermes con ello todas las noches, parece que tienes un apego a ese apestoso muñeco. Aunque no me sorprende, siendo un niño que nunca tuvo nada suyo, te aferras a cualquier objeto inútil que te den” se le fue formando una sonrisa torcida “Rogando por una pisca de amor, completamente patético.” Draco se quedó de piedra, no podía respirar “Atiné, verdad” soltó burlón.
Draco empujó levemente a su hermano para sacarlo del camino “Ya tengo suficiente de ti” empezó a caminar al castillo, completamente humillado por su hermano, sentía que lo habían desnudado, que lo habían destruido.
Con las palabras de su hermano entendió que eso buscaba, buscaba migajas de amor de cualquier persona que estuviera dispuesta a ofrecerla.
Tenía miedo por este nuevo descubrimiento que tenía de su persona. Porque demostraba que él no se amaba.
“Parece que a tú hermano no le gustaría recuperar a su tonto peluche” dijo burlón Bulstrode.
“Tanto esfuerzo en ocultarlo para que al final, se vaya” estaba lamentándose Parkinson, pero de forma burlona, mirando a Draco.
“¿Qué?” volteó mirando a los tres niños de segundo que estaban burlándose por la mirada que le generaron.
Lesath se le acercó de forma tranquila “Cómo te dije, me enteré de que tienes un apego a ese asqueroso peluche. Por lo cual con ayuda de unas serpientes pude poner mis garras en él.”
Lo que Lesath no espero fue que Draco lo agarró de las solapas y lo estrelló contra un árbol “¡Devuélvemelo! No estoy para tus bromas” se encontraba enojado con su hermano. En ese momento sintió que lo agarraban de sus brazos intentando que lo soltará, sin embargo, sus brazos no soltaron a Lesath. Estaba segado, solo podía recordar cómo le había dado un abrazo a su peluche antes de salir de su cama esa mañana.
“¡Bosque prohibido, está en el bosque prohibido!” gritó desesperado Parkinson, en ese momento se dio cuenta que su apretón estaba dejando sin aire a Lesath, que se estaba volviendo morado a cada segundo que pasaba.
Soltó su fuerte agarre y su hermano cayó al suelo con fuerza. Lesath estaba intentando tomar todo el aire posible, intentando regresar en sus pulmones todo el aire que no pudo respirar por diversos segundos. Sus amigos se le acercaron a cada lado al momento que Lesath tocó el suelo. Por primera vez pudo ver el miedo en esos ojos, en los ojos de Parkinson y Bulstrode. Los ojos de su hermano solo reflejaban odio.
Un odio puro.
No podía soportar esa mirada. Nunca podía soportar esa mirada.
Se dio media vuelta e ingresó al bosque prohibido, tenía un peluche que recuperar. También necesitaba poner todo el espacio posible entre él y Lesath.
Estuvo caminando dentro del bosque prohibido por varios minutos. Miraba por todos lados, esperando encontrar a su pequeño dragón blanco, pero no lo encontraba por ningún lado. “No tuve que irme sin pedirle la indicación exacta de dónde se encontraba Jörmun” decía enojado, mientras pateaba una roca, pero no quería regresar, aún se sentía fatal por ahorcar a su hermano.
No sabía cuánto tiempo pasó buscando en el bosque prohibido, podía notar que las criaturas mágicas del bosque lo evitaban como si fuera una plaga, eso lo sorprendió, parecía que al final no era tan peligroso ese lugar. Con esa confianza adquirida se aventuró más adentro en el bosque.
Podía ver que había varios árboles, además de que el camino era desnivelado a cada paso que uno daba, se podía sentir espeso el ambiente, y tenía un aire terrorífico. Sentía que en cualquier momento podría saltarle un monstruo para atacarlo, pero había visto como los unicornios huían al solo verlo, tenía que admitir que esas criaturas eran muy bellas, pero se daba cuenta que eran muy temerosas.
A parte de los unicornios, pudo ver a unos caballos alados con un cuerpo esquelético de color negro, y que tenía alas de ¿murciélago? Curiosa criatura. Estaban en manadas, solo se lo quedaron mirando para luego ignorar su existencia. Lúgubres pero interesantes criaturas. “Tal vez cuando termine de buscar a Jörmun me ponga a investigar sobre estas raras criaturas”
Ya no sabía cuánto tiempo estuvo en el bosque, pero ya se estaba haciendo muy tarde, quería regresar al colegio, pero primero debía encontrar su peluche. “Lo más probable es que alguna criatura del bosque lo agarró. No creo que Lesath y sus amigos se hayan metido tan adentro solo para hacer esta broma pesada. ¡Agh! Espero que no lo haya destruido” estaba empezando a desesperarse por esta situación.
Ya estaba planeando perseguir a esos caballos esqueléticos para ver si lo tomaron cuando se sintió observado. No era una mirada de reconocimiento como le lanzaron los unicornios y esos caballos negros, sino que era una mirada cazadora. Lista para atacar.
Empezó a dar vuelta en su propio eje mientras revisaba la zona, ahora le llegó un aroma distinto, antes no lo había percibido por el aroma pesado del mismo bosque prohibido. Pero ahora que estaba alerta, podía percibirlo.
Era un aroma similar al suyo, aroma de un humano pero combinado perfectamente con el de un animal. Solo que no podía reconocer que animal era, solo había olido algo similar en el laboratorio, pero los aromas eran conocidos porque eran de lobo, este era distinto, era un animal distinto.
Cómo no pudo ver ninguna criatura, siguió caminando totalmente alerta. Esta vez empezó a buscar el aroma de Hagrid, quién era el que mayormente ingresaba al bosque prohibido, debido a que era el guardabosque, o cualquier aroma familiar para poder salir de ese lugar.
Cuando seguía caminando empezó a recordar si había olido antes ese aroma, pero no venía nada en su cabeza. Solo había pocos aromas similares al suyo en el colegio, uno de ellos era la profesora McGonagall quién tenía su aroma humano y la de un animal, pero estos no estaban combinados, sino que juntas, uno al lado del otro, no combinadas, era extraño de explicar. Otro era la rata mascota de Ron, quién tenía un aroma podrido que estaba combinada con la de una rata, que, igual que la profesora no estaban combinadas, sino que solo estaban juntas. No entendía la razón de estos aromas, pero existían.
Cuando estaba pensando en ello, escuchó que corrían hacia él y justo en ese momento se hizo a un lado. Cuando levantó la mirada pudo ver un león gigante, quién empezó a gruñirle, mientras se ponía en posición de ataque. Este león era diferente a las que había visto en los libros, era de color negro, desde su pelaje hasta su melena, era mucho más grande que un adulto, además de que se veía bien pesado.
Rápidamente sacó su varita “Bombarda” dijo tirándole a ese animal cuando volvió a saltar sobre él. Al ver que el hechizo dio en el blanco, se levantó y se puso a correr lejos de la bestia. En eso escuchó las pisadas pesadas que corrían hacía él, supo que lo iban a alcanzar, justo cuando volteó el león saltaba sobre él “¡Incendio duo!” gritó y las llamas verdes salieron de su varita, que como el ataque anterior le llegó al león que lo terminó distrayendo levemente, tiempo que usó para alejarse, pero a los segundos vio a ese animal dirigiéndose de nuevo a él, ignorando que su melena se iba quemando igual que su pelaje. Como si no le importara. Como si no le doliera.
Al darse cuenta de que los hechizos no funcionaban decidió atacar cuerpo a cuerpo, en ese momento se transformó en un lobo, en el lobo más grande que pudiera. Saltó sobre el león y los dos empezaron a atacar con mordidas y zarpazos. Se dio cuenta que era mucho más débil que este animal, su transformación era más pequeña y además de que tenía menos fuerza. Cuando el león terminó empujándolo al suelo y este se cernió sobre su cuerpo, empezó a asustarse, especialmente al ver como abrió sus fauces acercándolo a su cuello.
Volvió a transformase con rapidez y agarró su varita “¡Depulso!” gritó asustado, con ese encantamiento el animal salió volando muy lejos, golpeando con fuerza dos árboles que estaban atrás suyos. Tan fuerte fue la colisión que derrumbó los dos árboles que empezaron a caer sobre de león y Draco, siendo este último el único capaz de poder evitar el golpe. Cuando el polvo que se levantó se atenuó pudo ver como una de las patas del león estaba atrapada bajo el tronco de uno de los árboles.
En ese momento decidió correr lejos de ese animal, pero se detuvo cuando lo escuchó hablar “5RU06” fue lo único que dijo con una voz rasposa y tenebrosa, parecía que no había hablado en mucho tiempo, pero esa voz volcó todo el mundo de Draco, quién asustado giró la mirada para ver a ese león que tenía unos ojos furiosos dirigidos a él. “5RU06” repitió las palabras.
“Cómo, ¿Cómo sabes eso?” estaba asustado de que todo su pasado saliera a la luz, gracias a la llegada de ese raro animal. Estaba asustado que su pasado sea conocida por sus personas queridas, sepan de todo, lo alejen por todo lo que le sucedió.
Que se den cuenta que él también era un monstruo.
Que era un asesino.
“El dulce y es … especial 5RU06” se escuchó burlón, en ese momento se fue levantando, logrando poder mover el árbol que lo tenía atrapado “Cómo siempre… te crees especial” dijo con asco, mientras se levantaba completamente.
Draco podía ver como la pata que estaba atrapada estaba… parecía fracturada. Pero esa bestia parecía no importarle, solo seguía avanzando. El niño quedó completamente congelado, delante suyo se acercaba un león negro gigante que tenía varias partes del cuerpo quemado por sus hechizos, unas quemaduras graves, además de tener una pata que estaba rota. Ese león totalmente lastimado todavía quería atacarlo, avanzaba como si no le doliera todas sus heridas.
Todo empezó a acumularse, desde el miedo de que se sepa todo su pasado y el miedo que le generó ese león que se acercaba cada vez más, lo dejó congelado en su lugar. Por lo cual, no fue una sorpresa que ese animal lo tirara al piso, y lo movilizara. Podía sentir como se iba acercando, se acercaba a su cuello. Listo para matarlo.
Draco solo cerró los ojos. Tal vez, este era su momento.
Era su momento de partir, de unirse con los demás lobos.
Pero, tenía miedo. Tenía mucho miedo.
Parecía que al final, no estaba listo para morir.
Que decepción.
Todo lo que podía sentir en sus últimos momentos era el aroma del aliento de ese león enojado, además del calor de su cuerpo que aún tenía algunas partes de su cuerpo que seguía quemándose, la presión y el miedo lo hacían oír un ruido agudo en su cabeza. Se iba a morir.
Le hubiera gustado despedirse de Snape, de Harry, de Ron y de Hermione.
De un momento a otro, todo desapareció. El león ya no estaba sobre él, sino que se iba corriendo a dirección dentro del bosque, no lo volteó a ver, solo corrió.
No parecía que tuviera miedo, sino cómo si tuviera otra cosa más importante que hacer. Algo más importante que matarlo.
Se levantó con las piernas muy temblorosas, se tenía que sujetar de los árboles para poder andar, su dirección fue contraria a la que se fue el león, quería poner todo el espacio posible entre los dos.
Estaba en shock, todo el camino que recorrió lo sentía fuera de enfoque. Tanto así que cuando sintió una gran mano en su hombro, saltó asustado alejándose de este. “Draco, Draco, cálmate. Soy yo Hagrid” dijo el medio gigante poniendo sus manos al aire y dando unos pasos atrás, Draco supone para no asustarlo.
“¿Hagrid? ¡Oh! Ho…hola Hagrid. Lo siento… yo…yo” empezó a hiperventilar asustado, todo se volvió negro. Lo último que escuchó fue como Hagrid gritaba su nombre mientras sus pasos se acercaban.
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Parecía que se había desmayado, gracias a ese gran ataque de pánico que tuvo. En ese momento podía notar que estaba en la enfermería, sus oídos se encontraban tapados, como si estuviera bajo el agua. Podía escuchar murmullos y al levantar la vista pudo notar al director junto con varios profesores conversando, entre ellos estaba Snape (quién se veía muy alterado), también estaba Hagrid quién se veía nervioso y triste. Lo más probable es que les estuviera contando que lo había encontrado en el bosque.
Podía sentir algo viscoso por varias partes de su cuerpo, lo más probable es que le hubieran puesto algún ungüento por las heridas que tuvo en la pelea. Lo malo es que se sentía incómodo, por lo cuál empezó a removerse siendo ello una mala decisión debido a que esa crema se empapó más por otros lados. Lo estaba incomodando.
Sus movimientos lograron que los profesores se dieran cuenta que ya se había levantado, haciendo que se acercaran con velocidad. El primero en llegar cerca de él fue Snape “Draco, ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? Ya te revisaron, pero tal vez se nos pudo pasar algo” aunque no pareciera en su actuar, pero podía sentir su nerviosismo.
Por lo cuál decidió tranquilizar al profesor, se sentó y contestó “Solo me duele los brazos, las piernas, y el torso. Aunque no debes preocuparte.”
“¿Solo eso, niño problemático? Es todo tu cuerpo” al ver cómo el alumno intentaba quitarle importancia, solo soltó un suspiro “Haré que te suministren más esencia de díctamo”
En ese momento el director Dumbledore decidió hablar “Joven señor Malfoy, si no es mucho problema, podría comentarnos ¿Qué sucedió?” directamente al grano, sin tapujos preguntó el director ante la mirada un poco furiosa del profesor de pociones.
El niño en ese momento se le pasó por toda la cabeza lo sucedido últimamente, sobre como se fue al bosque y luego la aparición de ese león negro, empezó a hiperventilar por todo ello, Snape le empezó a acariciar en la espalda, intentándolo calmar, cuando su respiración fue menguando le acercaron un vaso con agua, que se lo bebió todo en un segundo. Podía escuchar como Snape botaba a los demás profesores, además de que le estaba diciendo al director que debían darle tiempo para luego responder todas las preguntas. Que necesitaba calmarse.
Al ver que los profesores se habían retirado y solo quedaban su profesor favorito y el director, decidió contar lo que podía, al menos dar información lo suficiente relevante para que ya no vuelvan a preguntarle más, y dejar todo esto de lado. “Yo…yo entré al bosque prohibido. Unos compañeros de Slytherin escondieron algunas cosas mías ahí adentro, yo quería… recuperarlas” tomó una bocanada de aire, estaba cansado y aún seguía nervioso “Yo me perdí…creo que me metí muy adentro del bosque, cuando una de las criaturas apareció y me atacó. Intenté defenderme, pero era más fuerte” se quedó callado, no sabía que más decir, solo se quedó recordando el miedo que sintió en ese momento.
“¿Cómo pudiste salir?” preguntó el director mirándolo con intriga.
“No sé. No sé. Solo ese animal se fue, me dejó tirado y se largó lejos de mí” dijo alterado.
“Te acuerdas ¿Qué criatura de atacó?” continuó preguntando el director, se tensó ante ello, recordaba su peso, su olor, sus garras y sus dientes atravesándole la piel, intentando desgarrarla.
Quería ocultar la existencia de ese monstruo, pero si le echaba la culpa a otra criatura, tenía miedo de que le hicieran daño o las persiguieran o las botaran del bosque prohibido que es su hogar. Tenía que decir la verdad “Era un león, un león grande de color negro”
“¿Un león?” dijeron sorprendidos los dos adultos que estaban con él, solo atinó a asentir “En el bosque prohibido no hay leones. La mayoría son de África, o de los zoológicos, además que nunca había escuchado de un león negro. Tal vez se escapó y se infiltró en el bosque prohibido.” Habló el director mientras analizaba todo lo sucedido “Igual mandaré a Hagrid y algunos profesores para que hagan una revisión en el bosque prohibido, no queremos que este animal entre al castillo. Nos vemos joven señor Malfoy, recupérese pronto.” dijo mientras se levantaba y salió de la enfermería.
Al estar los dos solos el profesor Snape le preguntó “¿Qué objetos escondieron en el bosque prohibido? Los voy a traer por ti.”
“Se llevaron a Jörmun” dijo muy preocupado “¿Y si ya está destruido?” empezó a llenarse sus ojos con lágrimas.
“No te preocupes, no creo que le haya pasado algo a Jörmun” cuando se iba a levantar Draco lo retuvo “No te preocupes, sé porque no diste nombre. No entiendo porque lo proteges, pero si es tu deseo no diré nada. Eso no significa que estaré tranquilo si no se detiene” esas palabras tranquilizaron a Draco y lo soltó, dejando que vaya a recuperar a su peluche.
Cuando el profesor regresó, más tarde con su peluche. Al fin se quedó dormido abrazando a Jörmun, mientras Snape lo contaba un cuento para dormir.