
Encuentro
Para Harry sus primeros cinco años de vida no habían sido fáciles.
Primero, había aparecido en la puerta de sus tíos gracias al accidente de autos de sus padres, quienes conducían estando borrachos. Petunia le dijo que era afortunado por haber sido acogido por ellos y no enviado a un orfanato pero Harry no se sentía demasiado dichoso por eso, en especial porque todos los Dursley parecían resentidos por eso.
Ellos se la pasaban diciéndole bicho raro por la cicatriz en forma de rayo en su frente, que para Harry era la única conexión con sus padres; sin mencionar los sucesos extraños que giraban alrededor de él. Como esa vez que Petunia le cortó el cabello con unas tijeras, una forma horrible de castigo, y al día siguiente lo tenía igual que siempre; ese día no tuvo derecho a comer. O la otra vez que Vernon lo golpeó tanto que le rompió la costilla y Harry cerró los ojos, deseando estar en su alacena a salvo y al abrirlos estaba ahí; no lo dejaron salir de su armario durante una semana.
Cuando lo mandaron a la escuela, a los seis años, todo empeoró. Empezó bien, todos lo querían y se preocupaban por él, hasta que sus tíos fueron llamados al despacho del director por un moretón que le habían visto a Harry en el brazo. Petunia había salido con la cara fruncida y Vernon con la cara morada de furia, y ese día el pelinegro recibió una gran paliza.
Desde entonces los profesores se disgustaban con él, por cualquier cosa, decían que se creía demasiado y mandaban todas sus quejas a los Dursley. Y Harry empezó a ser aislado por sus compañeros por Dudley, quien esparcía rumores sobre él y su rareza; al principio el pelinegro intentaba negarlos, diciendo que él era perfectamente normal. Pero un día, Dudley y sus compañeros empezaron a jugar "la cacería de Harry", persiguiéndolo por toda la escuela y él asustado deseó estar lejos de ellos y apareció en la cima de un árbol. El único en darse cuenta fue Dudley, pero eso bastó para que sus compañeros le creyeran, porque nadie creyó que él había escalado tan rápido.
Después de ese incidente, Harry recibió la peor paliza de toda su corta vida, mientras sentía que toda esperanza se iba de él. Le tomó tiempo recuperarse de las heridas, tanto físicas como mentales, debido debido a q solo contaba con los medicamentos que su tía Petunia le daba. Siempre había tenido la ilusión de que algún día su familia lo quisiera, pero se dio cuenta de que había sido un sueño inútil. Entonces, dejó de hablar.
Primero dejó de responder a sus tíos, haciendo lo que le ordenaban sin ninguna queja y eso parecía gustarles cada vez más, ya no lo golpeaban tanto. Después lo puso en práctica en la escuela, dejando de contestarle a los profesores y a sus compañeros, quienes parecieron tolerarlo más. Para no olvidar como era su voz, de vez en cuando, en la seguridad de su alacena, repetía su nombre en la oscuridad. Sin embargo, después de unos meses se dio cuenta que ya no podía hacer ningún sonido aunque quisiera; así que aprendió lengua de signos.
Pasaron los años y para él fueron un paraíso, sus tíos habían pasado de golpearlo cada día a sólo una vez a la semana, casi una rutina. Le daban una porción pequeña de comida, cuando antes sólo eran las sobras. Era obvio, para él, que las personas estaban extasiadas de su evidente falta de habla, tanto que Harry esperaba que, cuando pasaran los años, o trataran como una persona normal y no un bicho raro.
Hasta que unos días, antes de su cumpleaños, todo se volvió extraño. Harry hacía el desayuno, como cada mañana, cuando vio una lechuza volar por su ventana. ¿Qué hacía una de esas aves a plena luz del día? No le prestó atención hasta que empezó a picotear.
Asustado de que despertara a alguien, Harry corrió hacia ella y abrió, intentando echarla, pero la lechuza sólo levantó la pata y ahí vio que llevaba una carta; extrañado levantó el sobre y apenas vio cómo el ave se fue, al notar que llevaba su nombre.
Harry Potter.
Alacena bajo las escaleras, número 4 de Privet Drive.
Rápidamente escondió la carta, debajo de su enorme ropa, y siguió cocinando, agradeciendo que no se le quemara nada, pero con sus pensamientos vagando en el contenido del sobre.
Al despertarse los Dursley, rápidamente bajaron a comer en la mesa, mientras dejaban solo a Harry en la cocina con su porción y deseando poder leer la carta, que le había llegado de la manera más extraña posible.
−Muchacho−Vernon llamó.
El pelinegro apartó su plato y rápidamente fue donde él, asintiendo en respuesta.
−No estaremos todo el día−respondió Petunia−. Estarás solo y no quiero ninguna queja de los vecinos, ¿entendiste?
−No nos decepciones muchacho−Vernon continuó antes de que Harry pudiera contestar−. Sabes lo que pasa sí lo haces, ¿verdad?−y lo agarró del brazo fuertemente.
Harry asintió, haciendo una mueca de dolor y atinó a ver a que Dudley lo miraba de forma extraña, pero no dijo nada. Dándose por satisfechos, sus tíos asintieron entre sí y subieron al segundo piso, alentando a su primo a hacer lo mismo. Cuando estuvo solo, el pelinegro se vio el brazo, notando que quedarían futuras marcas y suspirando empezó a levantar los platos para ir a lavarlos.
Una hora más tarde, con la casa sola, Harry por fin pudo tener un tiempo para leer la carta que le había llegado. Se dirigió a su alacena y sacó el sobre de su ropa, abriéndolo mientras sus manos temblaban de anticipación.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
Querido señor Harry James Potter.
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora.
Uniforme
Los alumnos de primer año necesitarán:
- Tres Túnicas sencillas de trabajo.
- Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
- Un par de guantes protectores.
- Una capa de invierno.
Libros
Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:
- El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk
- Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot
- Teoría Mágica, Adalbert Waffling
- Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
- Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
- Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
- Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newt Scamander
- Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble
Resto del equipo
- 1 varita.
- 1 caldero de peltre número 2.
- 1 juego de redomas de vidrio o cristal.
- 1 telescopio.
- 1 balanza de latón. Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.
SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.
Al terminar de leer, la boca de Harry se abrió de sorpresa. ¿Era acaso algún tipo de broma? No podía ser cierto, él era solo Harry. Pero luego vinieron a su mente todos los sucesos extraños a su alrededor y un gesto esperanzador surgió en su rostro.
Pensativo y con la carta oculta en un lugar seguro, Harry realizó todas las tareas que los Dursley le habían dejado, mientras intentaba no ilusionarse demasiado con la carta, pues él sabía que su primo a veces podía ser cruel a tal punto de poder haber escrito esa carta para hacerle una broma.
Al final del día, los Dursley volvieron de buen humor y Harry los recibió con la cena hecha y servida en el comedor. Ellos lo ignoraron mientras platicaban entre sí y al terminar de comer subieron a sus respectivas habitaciones. Harry levantó los platos después de haber comido algo y terminó con sus quehaceres. Después se dirigió a su alacena, agradeciendo el día tranquilo.
Minutos después, el pelinegro sintió como los candados en su puerta eran cerrados y suspirando sacó la carta de su escondite, releyendo una y otra vez, deseando que fuera cierto. En algún punto, después de leerla por milésima vez, se percató de que el remitente esperaba una respuesta antes de su cumpleaños y entró en pánico. ¿Cómo se suponía que respondiera con una lechuza? Suspirando e intentando encontrar alguna solución, Harry se quedó dormido.
Pasaron los días y Harry se vio obligado a olvidarse del asunto, no había encontrado una manera de buscar una lechuza sin que sus tíos sospecharan de él y encontraran la carta. Entonces, resignado pasó los días.
Y todo se volvió una rutina para él, otra vez, hasta la media noche del 31 de julio, justo al comenzar el día. Harry no había logrado dormir, algo dentro del él se sentía muy inquieto, así que recibió su cumpleaños despierto. Suspirando, se deseó un feliz cumpleaños mentalmente, mientras se lamentaba por la carta recibida. Y en ese momento un dolor lo asaltó en su muslo, como una gran quemadura, que hizo que apretara los dientes y se levantara de repente, golpeando el techo de su alacena. Maldiciendo internamente, Harry deseó no haber despertado a sus tíos y trató de soportar el dolor mientras se quitaba su pantalón de pijama. Y extrañado pudo ver como una palabra empezaba a escribirse en su muslo izquierdo.
Draco.
Suspirando de alivio cuando el dolor disminuyó, Harry se tomó unos momentos para apreciar el tatuaje. Sabía que Draco era una constelación, considerada como el dragón del cielo, pero de ahí no entendía por qué había aparecido en él. Sin embargo, lo asoció al mundo mágico que la carta pintaba y sonrió, pues era una prueba de que era real. Continuó sonriendo, hasta que sintió unos pasos bruscos en la escalera y rápidamente se colocó de nuevo el pantalón, siseando de dolor al rozar la marca.
Entonces, Vernon entró furioso a su armario, maldiciendo en voz alta a Harry.
−Maldito hijo de perra−bramó−. ¿No puedes estar en silencio?
Harry lo miró confuso, él estaba en silencio, pero asintió.
−Por supuesto que puedes−dijo Vernon, sarcástico−. Y aún así tu sola presencia me molesta−y sonriendo levantó puño y golpeó a Harry en la mejilla, dejándolo sangrando y cerrando con fuerza su puerta.
Harry sólo pudo llevarse una mano a la mejilla, intentando detener el sangrado mientras buscaba algo con que limpiarse. Y mientras detenía el sangrado, juró que ni siquiera Vernon podía acabar con su humor, él aún se sentía extasiado. La carta podría ser real y con eso lentamente cayó dormido.
Horas después, Harry despertó con un dolor horrible en la mejilla y en el muslo. Suspirando, y tratando de ignorar el dolor, se levantó a hacer sus deberes del día, agradeciendo que fuera fin de semana y no tuviera que ir a la escuela.
Cuando el desayuno estuvo listo, Harry sirvió en el comedor mientras los Dursley lo ignoraban y él evitaba mirar a Vernon. Pero antes de que pudieran empezar a comer, empezaron a tocar la puerta. El corazón de Harry dio un vuelco sin saber por qué, de pronto se sintió ansioso. Nadie hacía visitas a esa hora, en especial porque sabían que sus tíos detestaban a quien lo hacía.
−¿Qué esperas muchacho?−gritó Petunia−. Ve y atiende.
Asintiendo, Harry se dirigió a la puerta y al abrirla vio al hombre más espeluznante de su vida, con ojos negros y cabello del mismo color, pareciendo maltratado y usando ropa extraña, como túnica. El señor, al verlo, esbozó una sonrisa burlona.
−Harry Potter, sin dudas−dijo sarcásticamente.
Harry solo logró asentir, aún asustado por la apariencia del hombre.
−¡Niño! ¿Qué te está tomando tan…?−se interrumpió Petunia, al ver quién estaba parado en la puerta de su casa−. ¡Tú, largo de acá!
−Vamos Petunia, ¿realmente me dejarás afuera mientras los vecinos miran? ¿Qué dirían ellos?−le contestó el hombre, despreciando con la mirada.
Harry no comprendía nada, ¿quién era ese señor y por qué lo conocía?
−Bien, Severus−dijo la tía de Harry, apretando los labios furiosa−. Entra.
Asintiendo el hombre oscuro cruzó la puerta.
−Sabes muy bien por qué estoy acá, no necesito aclararlo. Así que vete, hablaré con Potter a solas−espetó Severus.
−Si es que logras que responda−dijo Petunia y se fue resoplando.
Harry vio que el hombre hacía una mueca de desagrado y luego dirigió su mirada a él, quedándose en silencio mientras lo evaluaba con la mirada, pareciendo dubitativo. El pelinegro no podía evitar preguntarse quién era ese hombre tan extraño.
−Soy el profesor Severus Snape−se presentó−. Y deduzco, señor Potter, que ya recibió su carta de Hogwarts.
Harry volteó a ver rápidamente hacia atrás, suspirando aliviado al notar que no sus tíos no estaban cerca y luego miró sospechosamente a Snape, quien al notar eso decidió sacar su varita y la agitó para luego guardarla, dejándolo sorprendido y ansioso de saber qué había hecho.
−Eso fue un hechizo silenciador, sus tíos no podrán escuchar lo que hablamos−Severus contestó a la pregunta no formulada y procedió a tomar asiento en uno de esos sofás asquerosamente neutros que Petunia adoraba.
Acto seguido empezó a explicarle a Harry sobre el mundo mágico, cómo era y su dinámica. Luego habló sobre Hogwarts y su historia, las casas y los profesores. Harry asentía a cada frase que Snape decía, sintiéndose cada vez más interesado y soñador sobre este nuevo mundo. Después, suspirando, procedió a explicarle que era famoso por haber "derrotado" a un mago oscuro de bebé, pero explicándole que había sido el sacrificio de sus padres lo que había eliminado a tal mago. Se negó a decirle sus nombre todavía pero asegurando que estuviera orgulloso de donde venía y lo que era.
−Bien−culminó el profesor y aclarando su garganta, con ojos sospechosamente vidriosos−. Es todo lo que diré hoy, ¿alguna pregunta?
Harry asintió y luego frunció el ceño, con sus pequeñas manos hizo señas.
¿Qué es la marca?
Sin embargo, el profesor no lo entendió, se quedó mirándole sin decir nada.
−Espera un momento−después de unos minutos dijo Severus y sacó un palo de madera de su túnica, mientras la agitó diciendo una palabra en voz baja− Ahora vuelve a repetir lo que hiciste.
Y Harry lo hizo.
¿Qué es la marca?
−¿Te refieres a la marca de alma?−preguntó, por fin−. Es una pequeña palabra tatuada en tu piel.
Harry asintió frenéticamente ilusionado, eso era.
−Muy bien. Es una marca que aparece cuando algo significativo para el destino de las almas aparece. Como un suceso que marca su encuentro o algo similar. Y representa la primera frase que te dirá. Usualmente se consigue alrededor de los 15 años, aunque hay excepciones. Asumo que ya la consiguió, ¿verdad?
El niño pelinegro sonrió y volvió a asentir, fantaseando con la idea de tener un alma gemela, y de tener a alguien que lo acepte y poder vivir por siempre felices, formando una linda familia. Y así la esperanza que se había roto hacía años regresaba, anhelando amor. El cual se le había negado ya mucho tiempo.
El profesor Severus se fue después de eso, pero no sin antes advertirle sobre no decirle a nadie lo que su marca decía y calmarlo sobre conocer a su alma gemela, que cuando se encontraran lo sabría. Y prometiendo que alguien lo iría a buscar dentro de pocos días para comprar sus útiles.
**
Severus Snape estaba más que furioso. ¿cómo se atrevía Albus? Cuando este lo había buscado preocupado de que Harry no había contestado su carta y pidiendo que le hiciera una visita al niño, después de años de negarle su ubicación, Severus aceptó con una preocupación apenas perceptible y exigiendo la ubicación. Sin embargo, al decirle el director que Harry estaba con Petunia Dursley, él ardió de furia y casi salió corriendo, no sin antes fulminar con la mirada a Dumbledore.
Al llegar a la casa, inmediatamente sintió que su corazón se hundía. Lily nunca lo perdonaría, dejar que le hicieran eso a su hijo. Lo reconoció tan pronto como lo vio, un niño tan pequeño para su edad, con ropa que se notaba no era de su talla y mientras más contacto tenía con él, más preocupado se sentía. Harry Potter no hablaba . Severus intentó que le respondiera, pero la única respuesta que obtuvo fue por medio de un papel. Era obvio el abuso que el niño sufría y el director permitió que siguiera viviendo ahí.
Se fue de la casa a regañadientes, no sin antes echarle un hechizo de protección y prometiendo al niño que alguien volvería por él para ayudarlo a comprar sus útiles. Y se dirigió furioso al despacho del director. Albus Dumbledore no sabía lo que le esperaba.
**
Harry sólo tuvo que esperar dos días para volver a ver al profesor. Días que se sintieron como una eternidad; para él, volver a la rutina miserable, después de la revelación de que era un mago, fue insoportable. Teniendo que volver a la escuela y estar en la casa Dursley con sus parientes más molestos de lo normal, aunque evitaban tocarlo como antes, para su sorpresa.
A dos días después de ver a Severus Snape, Harry estaba limpiando el jardín tranquilamente cuando el profesor apareció de la nada enfrente de la casa, dejándolo con la boca abierta.
−Bueno, bueno señor Potter. ¿Está listo para ir de compras?−dijo tan pronto caminó hacia él.
Harry sonrió emocionado para luego hacer una mueca, volteando a ver a la casa y luego al profesor, transmitiendo su preocupación.
−Espera aquí.
Y vio como el mayor se dirigió a la casa tranquilamente, para entrar y luego salir unos minutos después, guardando sospechosamente un palo de madera, lo que le habían dicho se conocía como varita.
−Bien, no hay problema si nos vamos unas horas−le dijo al volver hasta donde Harry, sonriendo oscuramente.
El niño solo asintió agradecido, no queriendo saber lo que hizo. Él solamente se sentía en deuda con el profesor.
−Cierre los ojos señor Potter y respire profundo, esto no será agradable para usted.
Harry obedeció y se sintió como dentro de una pajilla que lo absorbió, para luego caer nauseabundo al suelo, vomitando lo poco que había comido. Sintió una mano cálida que se posaba sobre su espalda y la acariciaba lentamente, lo que fue reconfortante para él. Cuando estuvo seguro que conservaría su estómago intacto, Harry sé levantó, volteando a ver agradecido al mayor y este asintió hacia él mientras agitaba su varita y hacía que el vómito desapareciera.
−La primera aparición puede ser un poco traumante, pero poco a poco el cuerpo se va acostumbrando. Así que no te avergüences por tu reacción.
Harry se sintió un poco mejor después de eso, le debía tanto al profesor.
−Primero iremos a comprar unas túnicas−continuó Severus−ahí nos encontraremos con una conocida y su hijo, que también está comenzando Hogwarts como tú. Después continuaremos las compras con ellos, ¿está bien?
El niño pelinegro asintió, exaltado porque podría conocer a un niño como él. Algo en su interior vibró emocionado y notó como su muslo izquierdo, donde tenía la marca, cosquilleaba.
Caminaron un poco hasta llegar a una posada oscura, en la que Harry ni siquiera hubiera pensado entrar. El profesor le dio unas palmadas para invitarlo a avanzar y eso hizo.
−Mantenga la cabeza abajo señor Potter−le ordenó.
Pasaron por todo el establecimiento hasta llegar a un patio trasero, en donde Severus Snape presionó un ladrillo del muro con su varita haciendo que este se abriera y dándole a Harry la vista más sorprendente de toda su vida. Una comunidad de magos. Personas como él.
−Bienvenido, Harry−susurró suavemente su acompañante.
Respiró profundo y avanzó hacia la multitud, sonriendo tembloroso, con una mano sujeta a su hombro firmemente que lo guió a través de las personas.
Llegaron rápidamente a "Madam Malkin, Túnicas para todas las ocasiones" para decepción de Harry, quien quería ver más de todo el lugar. Al entrar Harry vio un niño deslumbrante, el cabello rubio platinado y unos ojos grises entrañables. A su lado, una mujer alta y con el cabello rubio más oscuro, una dama que dejaría avergonzada a su tía Petunia, pues no le llegaba ni a los talones, e igual de hermosa que el niño a su lado. Madre e hijo, Harry supuso.
−Narcissa, Draco−saludó su profesor.
Harry saltó sorprendido. Draco. El nombre que estaba marcado en su piel, el nombre que había visto tantas veces, preguntándose el significado de aquello. Hasta que el profesor Snape le había dicho el significado de su marca, pero no sé habia atrevido a preguntar por la palabra. Había intentado investigar un poco, pero sólo encontró que era el nombre de una constelación, hasta hoy. Ahora sabía que en el mundo mágico era un nombre y el niño frente a él lo poseía. Fue fascinante.
−Severus, justo a tiempo como siempre−saludó la dama, Narcissa y se saludaron con un beso en la mejilla.
−Tío Sev−el niño exclamó, corriendo a abrazar a su padrino.
−Modales Draco−su madre advirtió.
Draco se separó de su padrino sonrojado y volvió al lado de su madre. Después posó su mirada en Harry, haciendo que sus mejillas también se tiñeran de rojo, pensando lo lindo que era el niño.
−Descuida Narcissa−escuchó al profesor al fondo, pero sólo tenía ojos para Draco−. Él es Harry Potter.
Observó como los ojos de ambos se abrían un poco sorprendidos y se preguntó curioso por qué el profesor no les había dicho con quién aparecería.
−Draco−el rubio exclamó levantando su brazo derecho− Draco Malfoy.
Y Harry lo sintió. Su piel se erizó y la marca en su muslo picó, reconociendo a la persona frente a él aunque nunca se hubieran visto y sintió su magia, por primera vez en su vida, anhelando abrazar al niño frente a él y queriendo liberarse. Fue hermoso.
Harry le estrechó la mano casi inconscientemente, mientras luchaba por tener el control de sus impulsos y por primera vez desde su decisión de callar, Harry quiso hablar. Pero sólo sonrió y agitó su mano contra la de Draco, disfrutando la sensación de la suavidad del otro. La soltó y mordiéndose el labio volteó hacia su profesor, intentando transmitir su preocupación de ser malinterpretado por no dar una respuesta. Ya había visto a Draco arrugar la frente por la falta de ella.
−El señor Potter no habla. Disculpen su falta de palabras−dijo este, para alivio de Harry.
La comprensión y lástima apareció en los ojos de los ojos de los Malfoy y Harry frunció el ceño. Él no necesitaba la lástima de nadie, estaba perfectamente.